Tangueando

Con permiso, soy el tango (XI)


Con permiso, soy el tango…

con Contursi bailo un lujo,
con D’Arienzo «Yuyo Brujo»,
con Piazzola, «Libertango».

Dos generaciones tangueras: ¡qué me Contursi!

Contursi y Gricel

¿Qué sutiles hilos tejieron el entramado de la vida de estos dos personajes? Padre e hijo unidos, aparte del amor filial y su dedicación al tango, por la tenue ilación de la locura. En el caso del padre, Pascual, una incipiente locura vivencial, cuyos primeros síntomas alarmaron al grupo de sus amigos compatriotas en París a tal grado, que decidieron con calculado engaño embarcarlo en un navío que lo llevaría de regreso a la Argentina. El zorzal criollo, Gardel, tuvo participación activa en este piadoso menester. Distinto fue el caso del hijo, José María “Catunga” (gatito) Contursi, cuya demencia fue la locura romántica de la pasión amorosa, y en él estará fundamentada esta semblanza, aunque en unas pocas líneas pretenderé biografiar a su progenitor.

  1. Un antes y un después de Pascual Contursi

Pascual Contursi nació en Chivilcoy (provincia de Buenos Aires) el 18 de noviembre de 1888, hijo de los inmigrantes italianos Francisco Contursi y Catalina Maurino, y su breve vida terminó a los 43 años en el Hospicio de las Mercedes el 29 de mayo de 1932, en la ciudad capital de la Argentina.

Pascual Conturci

Coautor con Enrique Maroni de la letra del tango de Gerardo Mattos Rodríguez, “La Cumparsita”, se lo considera el creador del tango canción cuando en 1917 incorpora la letra al tango “Lita” de Samuel Castriota,  que a partir de ese momento y por gardeliana inspiración será conocido como “Mi Noche Triste”; nacía así el tango sentimental “post contursiano”, que lo diferenciaría de la anterior etapa “villoldense”   con sus despreocupados y alegres versos; pasatistas y divertidos, pero que no desdeñaban comprometerse solidariamente con los aspectos sociales de la época, según diría Del Priore. Además de los mencionados, entre sus magníficos poemas tangueros merecen citarse entre otros: Ventanita de Arrabal, Ivette, El flete, Flor de Fango, De vuelta al bulín, Bandoneón Arrabalero, El motivo… en su breve pero prolífica actividad poética.

Tan importante resulta Contursi para algunos autores (Gobello, el citado Del Priore) que consideran que la historia del tango debería escribirse más que sobre la dicotomía guardia vieja – guardia nueva, en tres etapas que abarcarían una etapa precontursiana (o tango “villoldense”, alegre y compadrón); una época postcontursiana, el tango sentimental, de la ciudad gringa y cosmopolita; y el vanguardismo cuyos mas destacados cultores fueron en sus orígenes Astor Piazzola y Eduardo Rovira.

 

Con las sencillas palabras que utilizó Pascual para adornar “Lita” hizo que el tango (hasta entonces fundamentalmente bailable, corporal) al transformarse en “Mi noche triste” diera nacimiento al tango-canción. No obstante, su forma poética (décimas octosílabas) se mantiene aún dentro de los cánones del canto rural de la pampa húmeda. Al mismo tiempo, nació para el tango la voz de Carlos Gardel que hasta entonces tenía en su repertorio estilos y milongas camperas, estrenándolo en el Teatro Esmeralda el 3 de enero de 1917. Gardel también actuó de mediador entre los autores de la letra y la música (Contursi lo denominaba “Percanta que me amuraste”) y resolvió el conflicto proponiendo el nombre que perdura.

¡Cómo no recordar a Contursi en esa memorable página, “Corrientes y Esmeralda”!, en cuyos versos dice:  …”y Pascual Contursi fue tu amigo fiel”

 

  1. Grisel… y un amor obsesivo

José María (“Catunga”) nació el 31 de octubre de 1911. Cuando era muy pequeño y escuchaba en la voz de su padre las rimas tangueras que acompañaba musicalmente con su guitarra, experimentó sin aún comprenderlo la translación corporal desde las extremidades milongueras que hasta entonces constituían el andamiaje tanguero en ese abrazo lascivo acompañado de las filigranas que mediante cortes y quebradas dibujaban los bailarines, hacia el aparato de fonación que a partir del nacimiento del tango-canción incorporaría voces poéticas que lo atraparían de por vida.

Creciendo en un ambiente de poetas y escritores, asiduos visitantes de su famoso padre y participantes de entretenidas tertulias culturales, no resulta sorprendente que siguiera el camino señalado por su progenitor para ponerle versos a ese sensual ritmo musical. Por eso siendo aún muy joven pudo escribir, en el año 1933, el vals “Tu Nombre”. Contribuyó como pocos con un lenguaje más culto, alejado generacionalmente del lenguaje lunfardo de su padre, pues su infancia transcurre también en un nivel social más alto que el que le tocó vivir a aquel.

En su copiosa producción (más de 50 letras de tango) en la mayoría de las que su temática casi excluyente eran los temas sentimentales en torno de amores frustrados, influido indudablemente por su pasional relación con Grisel, se reprocha haber seducido y posteriormente abandonado a esa jovencita.  Es en Grisel donde pone de manifiesto sin sutilezas el gran amor que sintió por una joven con cuyo nombre titula el tango. Pese a eso, Enrique Delfino murió convencido –equivocadamente- que “Catunga” había utilizado ese título aprovechándose paronímicamente del de su autoría, “Griseta”, con el propósito de asegurarse el éxito.

Locura de amor. ¿En qué intrincados laberintos sentimentales se introdujo José María para quedar señalado para el resto de su vida con una historia de amor que bien pudo ser pasajera y convertirse en mera anécdota? Veamos cómo sucedió.

Susana Grisel Viganó –de la heroína se trata, como habrán adivinado- tuvo una vida errante. Desde el porteño Barrio de San Cristóbal, donde había nacido el 15 de abril de 1920 su familia se trasladó a Quilmes, pero al poco tiempo a Guaminí (en la provincia de Buenos Aires) donde conoció a la cantante Nelly Omar (nombre artístico que encrubría su verdadero: Nilda Elvira Vattuone). Posteriormente la familia se muda a la provincia de Córdoba, siendo Capilla del Monte el sitio elegido por sus progenitores. Grisel viaja a Buenos Aires para visitar a su amiga que ya se había convertido en una cantante profesional y, desenvolviéndose en ese ambiente, tiene ocasión de presentarle a un joven de 28 años, casado y con una hija en ese entonces, que a su actividad de poeta agregaba la de locutor.

“Catunga”, que de él se trataba, había inspirado en la jovencita de 16 años un profundo amor, que no trascendió por su regreso a Capilla del Monte a los pocos días; ella había quedado impresionada con la personalidad del poeta, que en ese momento estaba casado con Alina Zárate (con la que en total tuvo 4 hijos). En el año 1938 una grave enfermedad de José María hizo que los médicos le indicaran pasar una temporada en Córdoba, prescripción habitual para los que padecían problemas en sus vías respiratorias.

 En la provincia mediterránea y por indicación de Nelly Omar –que actuó de Celestina involuntaria- visitó a Grisel en su casa, donde el amor despertó también en su corazón viviendo ambos un apasionado y oculto romance. Curado al menos en apariencia de su enfermedad regresó a Buenos Aires, pero llevando su corazón locamente enamorado por aquella jovencita, lo que le indujo a retornar a Capilla del Monte en más de una ocasión con la excusa de su enfermedad, para encontrarse con su amada.

Finalmente Contursi decide regresar a Buenos Aires quedando establecido entre los dos amantes que no regresaría, continuando cada uno su vida por separado, pese a la profunda herida que esta decisión produciría en ambos. Ella se casó 6 años después, con alguien que un día la abandonó para irse con otra, mientras que él, desde su profunda amargura, escribió su tango “Grisel”, donde se cuenta la desventura de ambos:

”No te olvides de mí, / de tu Grisel, / me dijiste al besar / el Cristo aquél; / y hoy que vivo enloquecido / porque no te olvidé, / ni te acuerdas de mí, / Grisel… ¡Grisel! /…y como un loco te busqué, / pero ya nunca te encontré / …”

https://www.youtube.com/watch?v=pbeM-TyPvOY

Esta canción escrita en 1942 tuvo un éxito extraordinario, y el poeta Héctor Gagliardi viajó a Córdoba expresamente para tener ocasión de conocer personalmente aquella joven que había inspirado tan sentidos versos en su colega.

Pasaron 20 años y el bandoneonista cordobés Ciriaco Ortiz, enterado que Contursi había enviudado, se lo dijo a Grisel, quien de inmediato tomó el tren para Buenos Aires, reencontrándose con su primer y más sólido amor. La “Confitería del Molino” fue el inanimado testigo del reencuentro.

Fueron a vivir juntos a Capilla del Monte en 1966, y se casaron en la iglesia del lugar (ella sólo estaba casada por Civil) en 1967; pero la salud quebrantada por el exceso de alcohol con  que había pretendido olvidar su frustración provocó su temprana muerte el 11 de mayo de 1972, seguramente con la satisfacción de sentir el abrazo de su amada rodeando su cuerpo enfermo. Ella lo sobrevivió hasta los 74 años, cuando víctima de un derrame cerebral abandonó el mundo el 25 de julio de 1994.

Todos los autores reconocen en Grisel el homenaje cumbre al gran amor que nació entre ambos. Sin embargo quiero rescatar y poner de manifiesto que casi toda su temática, toda su gran producción poética imbuida de un sentimiento amoroso, está inspirada en torno a esta circunstancia de su vida. Sus tangos hablan recurrentemente de su gran amor frustrado, de distancia, de desencuentro, del dolor de no olvidar, de la muerte próxima.

Tan tempranamente como el año 1939 escribe “Quiero verte una vez más” donde dice:  …”Quiero verte una vez más…/ ¡estoy tan triste! / y no puedo recordar / por qué te fuiste. / Quiero verte una vez más / y en mi agonía / un alivio sentiré / y olvidado en mi rincón / más tranquilo moriré…”

En 1941 escribió estos dos temas:  “Toda mi vida” grabado por primera vez por la orquesta de Aníbal Troilo con la voz de Francisco Fiorentino, el día 4 de marzo de 1941: “Hoy después de tanto tiempo / de no verte, de no hablarte, / ya cansado de buscarte / siempre, siempre, / siento que me voy muriendo / por tu olvido, lentamente, / y en el frío de mi frente / tus besos no dejarás / …No sé por qué te perdí, / tampoco sé cuándo fue, / pero a tu lado dejé / toda mi vida”… Noten su temor a morir sin tenerla a su lado, así como en el anterior manifiesta que moriría tranquilo si la viera una vez más.

El otro tema, “En esta tarde gris”, fue grabado por Francisco Canaro con la voz de Francisco Amor, el día 9 de mayo de 1941, y expresa: “¡Qué ganas de llorar en esta tarde gris! / en su repiquetear la lluvia habla de ti. / Remordimiento de saber / que por mi culpa, nunca / vida, te veré”. Como se puede apreciar, está asumiendo la culpa de la separación, y aparece dramáticamente su remordimiento.

Tampoco sabremos nunca qué fibra sensible tocaría este tema para hacer asomar la congoja en el cantor Julio Sosa, que lo grabó con la orquesta de Leopoldo Federico en febrero de 1963; en algunos pasajes de la grabación se aprecia un momento de emoción, en 3 o 4 ocasiones se nota cómo se le quiebra la voz.  Nunca quiso cantarlo en público, temeroso tal vez de descubrir su sentimiento.

En 1942, aparte de la emblemática “Grisel”, escribe “Al verla pasar”, que llevó al disco Pedro Laurenz con la voz de Martín Podestá el 7 de enero de 1942. Menciona la desesperanza y vislumbra un futuro en el que …”y comprendí / que todo se ha terminado, / que somos sombras de aquel pasado / …Si supiera / que yo también he cambiado, / que tengo / el corazón destrozado, / que, a veces, / hasta en matarme he pensado”…

“Si de mí te has olvidado” lo grabó el autor de la música, Osvaldo Fresedo, con el cantor Oscar Serpa, en 1942. Un desgarrado recuerdo de lo que fue, nuevamente el reconocimiento de su culpa y un triste futuro si ella lo olvida: …”Me alejé sin comprender su amor / y nunca la busqué / y hoy que soy así como un dolor entre las sombras / no puedo ya volver / …si de mí te has olvidado / se acabará mi vida…/ Y en este drama horrendo / de andar por ti llorando / yo sé que ni muriendo / de ti me olvidaré”.

“Cada vez que me recuerdes” lo cantó Libertad Lamarque el 29 de marzo de 1943; nos habla también de la ausencia y el recuerdo convertido en dolor: …”Si grande fue tu amor cuando viniste, / más grande fue el dolor cuando te fuiste /…Mi corazón se fue tras de tus pasos, / ¡El pobre estaba ya hecho pedazos!”…

“Tabaco” fue grabado en marzo de 1944 por Aníbal Troilo y el cantor Fiorentino. En él “Catunga” se acusa de haberle causado mal… y siempre el recuerdo persistente y tal vez el reproche por haberse casado, aunque comienza –a la inversa- con un supuesto reproche de ella: “Tu voz surgió de las sombras / como un lejano reproche… / Están mis ojos cerrados / por el terror del silencio, / mi corazón desgarrado / porque no me he perdonado / todo el mal que te causé / …Y mientras fumo forma el humo tu figura / y en el aroma del tabaco, tu fragancia / me conversa de distancia / de tu olvido y mi locura… Tú, que vives feliz / tal vez esta noche te acuerdes de mí”. ¡Qué escena conmovedora, con el humo del tabaco formando su figura!.

El cantor Carlos Roldán, también en 1944, nos dejó “Cristal” con la orquesta de Francisco Canaro. Otra vez dolorido y con el corazón destrozado, su desazón, el cambio físico por el tiempo transcurrido (en realidad fueron pocos años) pero su espíritu ‘amarrado’ al recuerdo juvenil: …”Cuántos, cuantos años han pasado…/ Grises mis cabellos y mi vida…/ Loco, casi muerto, destrozado / con mi espíritu amarrado / a nuestra juventud./…Y ahora sólo sé / que todo se perdió / la tarde de mi ausencia”…

Catunga y Grisel, portada de Amor en el tango

Otra vez Aníbal Troilo ahora con Alberto Marino, grabó el 28 de febrero de 1945 el tema de José María Contursi “Garras”, donde habla de sombras, agonía, soledad, frío, llantos: “Callejón sin luz… esperándote…/ ¡Frío… sombras! / Ansias de vivir para tu amor y no poder…/ Siento que la vida se me va… y no me lloras. / Busco desolado tu calor… ¡y aquí no estás! / Agonía cruel… luego soledad. / Y después tu olvido ¡nada más!”…

Unos años después, en 1950, escribe “Tu piel de Jazmín”, que en marzo de ese año llevan al disco la orquesta Francini-Pontier con la voz de Alberto Podestá:  …”Me faltas tú / con tu piel de jazmín… / me faltas tu / con tu voz, tu reír…/Y hoy que no puedo regresar / tu llanto sigue junto a mí como un castigo…/ me fui matando tus sueños / y sigo sin poder olvidar”.

Cuánto amor debió sentir “Catunga” por Grisel para dejar tantas páginas en las que expresa su desolación por el amor perdido, su recuerdo, su pesimismo en la idea que nunca la recuperaría, sin presentir que finalmente su historia tendría el final feliz que merecía.

Nota: Los temas incluidos en este artículo, en orden de aparición, son los siguientes: Mi noche triste, por Carlos Gardel; Grisel, por Adriana Varela; y En esta tarde gris, por Julio Sosa.

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
Articles

13 Comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.