Relatos y crítica literaria

Fausto

Del análisis comparativo entre el “Fausto” de Goethe, el de Marlowe y el de Estanislao del Campo (cuyo verdadero nombre era Romualdo Gregorio ESTANISLAO), se pueden establecer las siguientes conclusiones:

En la tragedia de Goethe, Fausto no es totalmente responsable de sus actos pues es llevado por una serie de circunstancias azarosas a evocar y solicitar la presencia de Mefistófeles, siendo un atenuante que permite ser perdonado finalmente.

En cambio en el drama de Christopher Marlowe, Fausto asume toda la responsabilidad de sus actos, hay en él una premeditación que lo precipita a su trágico final, cuando espera el sonido de las doce campanadas de la medianoche, con la angustia de saber que ya no tiene salvación ni perdón y será arrastrado al infierno por los demonios, a pesar del grupo de estudiantes que lo acompaña y que se retiran a rezar para suplicar que sea perdonado.

El Fausto de Estanislao del Campo constituye un diálogo en verso entre los gauchos Laguna y el Pollo; en él supuestamente éste último vio en un teatro de Buenos Aires el drama de Goethe. En realidad es una parodia risueña en la cual la inocente protagonista es la que lleva la peor parte, mientras “Don Fausto” se conduele y arrepiente por el mal hecho, y el diablo se escapa ‘con la cola entre las piernas’ escondiéndose bajo la tierra “como un peludo”.

Leamos los versos que en la parte sexta comparan a la protagonista (mejor, a las mujeres en general) con la flor:

Las hembras, en mi opinión
train un destino más fiero,
y si quiere compañero,
le haré una comparación.

Nace una flor en el suelo,
una delicia es cada hoja,
y hasta el rocío la moja
como un bautismo del cielo.

Allí está ufana la flor
linda, fresca y olorosa:
a ella va la mariposa,
a ella vuela el picaflor.

Hasta el viento pasajero
se prenda al verla tan bella
y no pasa por sobre ella
sin darle un beso primero.

¡Lástima causa esa flor
al verla tan consentida!
cree que es tan larga su vida
como fragante su olor.

Nunca vio el rayo que raja
a la renegrida nube,
ni ve al gusano que sube,
ni al fuego del sol que baja.

Ningún temor en el seno
de la pobrecita cabe,
pues que se hamaca, no sabe
entre el fuego y el veneno.

Sus tiernas hojas despliega
sin la menor desconfianza,
y el gusano ya la alcanza…
y el sol de las doce llega…

Se va el sol abrazador,
pasa a otra planta el gusano,
y la tarde encuentra, hermano,
el cadáver de la flor.

Piense en la rubia, cuñao,
cuando entre flores vivía,
y diga si presumía
destino tan desgraciao.

Usté que es alcanzador,
afijesé en su memoria,
y diga ¿es igual la historia
de la rubia y de la flor?
Se me hace tan parecida
que ya más no puede ser.

…………………

Leer el Fausto es como jugar a la generala con los dados cargados pues, los tires como los tires, «a lo Goethe», «a lo Marlowe» o «a lo Estanislao del Campo», el resultado final será siempre la aparición del diablo. Claro que éste puede adoptar la forma de un insecto, una intrascendente mosca; o por el contrario el de un insecto-personalidad como el de «La Metamorfosis» de Franz Kafka; o convertirse en música rumbera en la sala de juegos de un casino rumboso, donde poder escuchar…

Nota «La cucaracha, la cucaracha,
ya no puede caminar.
Porque le faltan, porque le faltan,
las dos patitas de atrás» Nota

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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