Avenida de Mayo. Dice el saber popular que esta avenida, también conocida como “Avenida de los españoles”, es la madre de todas las avenidas porteñas, por ser la primera que tuvo la ciudad y porque en su trayecto pasaron los primeros automóviles y el primer “subte” (metro) que tuvo el país. Sus aceras recibieron el peso del andar de Le Corbusier, Federico García Lorca, Puccini, Josephine Baker y muchas otras personalidades, al par que sus cafés fueron la gran sala de redacción del periodismo capitalino, y a su vera resaltan imponentes edificios de estilo refinado.Tal como podemos apreciar en el nº 560, donde se encuentra la primera galería comercial que unía esta Avenida con la calle Hipólito Irigoyen: el Pasaje Roverano construido por los hermanos Roverano en 1878, conservándose aún los vitraux y carpinterías de bronce importadas de Europa, y las escaleras y las 8 columnas son de mármol ónix; desde su interior se accede –caso único- a la línea “A” de subterráneos.
En el 599 una confitería inaugurada en 1954, la Confitería London City, mas conocida como “el London” y frecuentada por periodistas, intelectuales y políticos. A pocos metros, en el 575 se encuentra la Casa de la Cultura de la ciudad de Buenos Aires, en un magnífico edificio de 1898 rematado con una estatua de bronce que sostiene una antorcha y una hoja escrita que simbolizan la libertad de prensa; perteneció al periódico “La Prensa” durante muchos años. El “Palacio Urquiza-Anchorena”, con salida a la calle Rivadavia, se encuentra en el nº 747.
En la intersección con la Avenida 9 de Julio está representado el personaje imaginado por Cervantes en su obra “El Quijote”. Pero antes, en el nº 825 está el café más antiguo y más señorial de Buenos Aires, el Café Tortoni, fundado en 1858 por un francés de apellido Tovan; tiene salida a la calle Rivadavia, y en el nº 830 de ésta última, está el Museo Nacional del Tango. Volviendo a la Avenida, en el nº 833 y pegado al Tortoni, encontramos la “Academia Nacional del Tango”. Es una buena ocasión para hacer una pausa y degustar un café o algún refrigerio en el Tortoni; submarino para dos, con churros, cuesta $ 58,60 (precio del 10 de noviembre de 2012), un precio muy moderado si nos atenemos al sitio privilegiado. [audio:Viejo Tortoni – Susana Rinaldi.mp3] Que además nos permitirá conocer la amabilidad y el don de gente de don Roberto Fanego, Gerente del local, que está permanentemente pendiente que todo funcione bien mientras derrocha simpatía. Mientras tanto, rememoramos unos versos de Baldomero Fernández Moreno de su soneto homónimo: «A pesar de la lluvia yo he salido / a tomar un café. Estoy sentado / bajo el toldo tirante y empapado / de este viejo Tortoni conocido»… Para conocer en más profundidad este lugar, los invito a entrar en el siguiente enlace:
https://pampeandoytangueando.com/tangueando/los-cafes-de-buenos-aires-y-iv/
Continuamos nuestro recorrido y al llegar al nº 900, nos desviamos por Esmeralda dos cuadras hacia la derecha hasta Diagonal Norte, y seguimos por ésta otras dos cuadras en dirección a la Avda. 9 de Julio. Llegamos así al Pasaje Carabelas que ahora se llama Pasaje Enrique Cadícamo en homenaje al autor de memorables tangos: “Che papusa, oí”, “Muñeca brava”, “Madame Ivonne”, “Anclao en París”, “Nunca tuvo novio”, “Garúa” entre otros, y supo decir en recuerdo de “El tigre del bandoneón”: “En una cayeja, solo / y amasijao por sorpresa / fue que cayó Eduardo Arolas / por robarse una francesa”. La placa recordatoria está en la intersección del mencionado Pasaje y la Diagonal Norte (Avda. Roque Sáenz Peña), debajo del cartel que prohíbe el tránsito de automotores.
Retomando el recorrido de la avenida, llegamos al nº 1150 donde se alza el famoso “Hotel Castelar” inaugurado en 1929, en cuya habitación nº 704 se hospedó Federico García Lorca durante seis meses cuando estrenó “Bodas de Sangre! Con motivo de la reapertura de esa habitación el 23 de octubre de 2012, actuó la cantante hispano – argentina Ángeles Ruibal, y alumnos de la Escuela de Danzas “Aída Mastrazzi”. Durante el acto, presidido por el Director del Hotel Ingeniero D. Armando Mayorga, asistieron representantes de la Embajada de España y del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires además de otras personalidades, y se leyó un discurso enviado por D. Francisco José Martín Suárez, Alcalde de Fuente Vaqueros, localidad natal del poeta granadino.
En el nº 1212 está el “Teatro Avenida” que abrió sus puertas en 1908 con una obra de Lope de Vega. Famoso por la representación de zarzuelas, por su escenario desfilaron grandes figuras: Miguel de Molina, Lola Flores, Lola Membribes, Hugo del Carril, Mariano Mores, Tita Merello, Sara Montiel. En 1945 Margarita Xirgú estrenó “La Casa de Bernarda Alba”. Unos metros más allá, en el nº 1265 y en la vereda de enfrente, el mítico “36 Billares”, inaugurado en 1882 con 36 mesas de billar.
En el nº 1333 de la Avenida vemos un edificio de fachada “art decó” que hoy aloja a la Superintendencia de la Policía Federal (sección administrativa) pero antes funcionó el mítico periódico “CRÍTICA”, innovador en su época, con cuatro ediciones diarias y semillero de importantes escritores argentinos, que fue fundado y dirigido desde 1913 por el periodista uruguayo Natalio Botana y defendió a la República durante la guerra civil española; sus pasillos fueron transitados por Carlos de la Púa (el Malevo Muñoz), Francisco Loiácono (Barquina), Roberto Arlt, Jorge L. Borges, los hermanos Raúl y Enrique González Tuñón, Ulyses Petit de Murat entre otros destacados escritores.
En el nº 1370 podemos ver un edificio con una arquitectura singular pues está inspirado en “La Divina Comedia” de Dante Alighieri, y rematado en una gran cúpula que tenía un faro giratorio a 100 metros de altura, visible desde Uruguay. Se trata del “Palacio Barolo” hecho construir por Luis Barolo en 1919 y concluido en 1923; esta obra fue realizada por el arquitecto Mario Palanti y fue mucho tiempo el más alto de Buenos Aires. Se dice que el edificio sería un “Danteum”, un mausoleo con la intención de
depositar en él las cenizas de Dante, por expreso deseo (dicen) del autor. Hay quienes sostienen que los 100 m de altura simbolizan los 100 cantos de La Divina Comedia; que las 3 partes en que se organiza el edificio corresponden a Infierno, Purgatorio y Paraíso. Palanti y Barolo eran masones, como Dante que fue Gran Maestre y expresó el
deseo que sus cenizas reposaran bajo la Cruz del Sur (visible sólo en el hemisferio sur) donde se asentaría el Purgatorio según mitos medievales. Un día al año quedan alineadas la Cruz del Sur con la cúpula del Barolo, “en un eje ascensional de las almas”. Tal vez todo sea leyenda o mito, pero con sus 100 metros fue el más alto de Latinoamérica y merece esta disgreción.
Enfrente, en el nº 1347, se puede observar el “Café El Centenario”, también llamado familiarmente en otros tiempos “Taka Taka”. Al finalizar la Avenida se encuentra la “Plaza de los Dos Congresos” con un importante monumento cuya placa dice “LA NACIÓN ARGENTINA A LA ASAMBLEA DE 1813 Y AL CONGRESO DE 1816” (de ahí su nombre, y en este año precisamente se cumplió el Bicentenario de la primera). En la misma Plaza hay una réplica exacta de “El Pensador” de Auguste Rodin, fundida en el molde original y firmada por el escultor.
La “Confitería del Molino”, en el cruce de Rivadavia con Callao, lugar de encuentro durante muchísimos años de los diputados y senadores que concurrían al Congreso, tomó ese nombre porque allí estuvo el primer molino harinero de Buenos Aires; es interesante la sucesión de hechos en el transcurso del tiempo, como detallo brevemente a continuación.
Hacia 1850 los italianos Cayetano Brena y Constantino Rossi ubicaron su «Confitería del Centro» en Rivadavia y Rodríguez Peña, y dada la cercanía del molino harinero con posterioridad la denominaron «Antigua Confitería del Molino». En febrero de 1905 comenzó a funcionar en un local frente al Congreso y, con sucesivas compras y ampliaciones y remodelaciones (local en Avda. Callao 32 en 1909; en Rivadavia 1815 adquirido por Brena en 1911), con la unificación de todos ellos se inauguró en 1917 la
«Nueva Confitería del Molino» en Rivadavia y Callao, edificio con marcado acento “art nouveau” que hoy, lamentablemente, se encuentra abandonado. Y en este preciso punto termina la famosa Avenida de Mayo en cuya travesía se encontraban tantos españoles que adoptó popularmente el gentilicio que mencioné al principio. También termina por hoy nuestro recorrido.
https://pampeandoytangueando.com/caleidoscopio/recorriendo-buenos-aires/
Aparte de agradecer a mis hijos Juan Manuel (por el desarrollo de la parte técnica de este blog) y Facundo (por su invalorable ayuda en algunas circunstancias que se la pido), en esta ocasión quiero agradecer el aporte de un par de cosas solicitadas al amigo Eduardo Aldiser, genio y figura de «ARGENTINA AL MUNDO».
¡Avda.de Mayo! Mi primer visita a Bueno Aires, 1941, fue para conocer Boedo, San Telmo , la Avenida de Mayo y me quedó grabada la propaganda frecuente: «Viaje en subterráneo»..Aún no se animaba la gente……Y en esa Avenida, que lidera el Tortoni, donde recalaron los grades, alguna vez entré ya para recibir un homenaje ya para ver las estatuas de Gardel y de Alfonsina.,…El 28 de septiembre ppdo, en día que me otorgaron el diploma de «Personaje Internacional del año 2013», me abracé con un descendiente de Alfonsina…..Y un día de lluvia, alla por 1960 y tantos, miro en una mesa y estaba tomando un cafecito, hoy en la eternidad, un pibe de mi barrio y de mi tiempo, con el que cada vez que nos veíamos solíamos agarrarnos a las piñas…Avda de Mayo, que transitó Carlitos…..Es que, a veces la angustia te dobla porque a pesar de tanta lucha, finamos sin haber dejado una pizca de talento…..Pero lo hemos intentado, lo ue ya es bastante. Esta nota que no he comentado pero que si comento ahora, es formidble, como un film que se proyectara desde la pubertad a la vejez. Mi abrazo al autor. Rodolfo Leiro desde Buenos Aires, un domingo 17 de noviebre de 2013.
El London, Los 36 Billares, el Tortoni, los hermanos Loiácono…… me trajiste tantos recuerdos de papáaaaaa!!!!!!…
Y el Avenidaaaaa!!!! todo un símbolo de los inmigrantes españoles, como mis abuelos maternos, que llegaron a trabajar y dar a este país.
Gracias, como siempre, por hacerme recorrer mi propia historia.
El gran Federico García Lorca, que se alojara en la habitación 704 del Hotel Castelar de Buenos Aires, durante su estancia de meses en Argentina, fue autor de «Nana del caballo grande», cantado en CBS Columbia por Los Juglares, dúo hispano argentino integrado por Angeles Ruibal y Sergio Aschero. En esta ocasión nos lo canta Angeles Ruibal, quien participó en la reinauguración de la mencionada habitación.
Por dos veces te agradece Ángeles Ruibal sus presencias en esta nota, querido César Tamborini Duca… por la foto y este vídeo suyo cantando a Lorca. Como bien dices, la contrató el Hotel Castelar para ser la artista que esa tarde noche porteña de finales de 2012, cantara al gran poeta granadino. Fue un reencuentro con Federico, con quien recorrieron Los Juglares las rutas de España durante años, junto a Miguel Hernández, dos troveros con un destino en común