Tangueando

LAS LETRAS DE TANGO. El Contrabajo

orquesta Manuel Pizarro

 Las letras de tango se construyen siguiendo la regla establecida para la música, en dos partes.

Como la norma de ejecución A-B-A-B es repetir las partes, los letristas en general escriben un texto diferente para la reiteración de la primera parte, repitiéndose el estribillo, refrán o segunda parte por dos veces con el mismo -o casi idéntico- texto. Aunque no siempre se realiza del modo mencionado en todos los tangos.

Veamos un caso sencillo (sin aspiraciones), y debe tomarse mas como ejemplo práctico que como virtud literaria:

EL CONTRABAJO

Fue el poeta Richepin

en la Academia Francesa

el que honró con su presencia

“le tangó” y al bailarín.

Un crítico lo chamuyó

diciendo que es voluptuoso

con un insinuante ritmo

y un instinto primitivo

-palabras del galo André*

al visitar ‘tango tés’-.

Pero fue con su trabajo

quien le dio compás canyengue

con los rítmicos acordes

de sus cuerdas: el contrabajo.

Y un crítico lo chamuyó

que es voluptuoso, dijera

con un ritmo muy dequera

y un berretín compadrito

-parolas del galo André*

al visitar ‘tango tés’-.

*André de Fouquières

César J. Tamborini Duca

Dibujo Jaime Correa Deulofeu

André de Fouquières organizó en el Théâtre des Champs Elysées, un concurso de danzas modernas: two-step, one-step, tango, vals, maxixe… Votaban los concurrentes. Gran animación: la colonia argentina se está poniendo de acuerdo con gran actividad y entusiasmo para votar contra el tango. Nada valió nada contra el tango que ocupó el segundo lugar, después de maxixe. André de Fouquières en una nota crítica había expresado que el tango era insinuante y voluptuoso.

La revista francesa Fémina reproduce la fotografía de una profesora de danza que está enseñando el paso a dos interesadas. La leyenda dice: “Una lección de tango”. Al cumplir el año de su lanzamiento la danza sigue su camino.

El 16 de setiembre de 1931 el eminente publicista francés Paul Morand dio en Buenos Aires una conferencia sobre el tema “América del Sur y los sudamericanos en la literatura francesa”. De su texto, que dio íntegro La Nación al día siguiente, extraemos y comentamos aquí párrafos diversos. Aténgase el lector a nuestra precisión en fechas. Aquí se trata de recuerdos:

En la época de L’École des indifférents, alrededor de 1912, se vio por vez primera en París el tango. Un París desconocido estalla por doquiera bajo la presión del lujo, bajo la influencia de las nuevas divinidades extranjeras; surgen los «palaces» y se llenan de argentinos; los argentinos están furiosamente de moda; enseñan a los cronistas de aquel tiempo que no hay que recoger nunca de la mesa de un restaurante o de un café el vuelto de un billete, por muy grande que sea, sobre todo cuando se va con una mujer. En París no se habla más que de «media luna», de «corte». ¡Adiós las «czardas», los «valses tourbillon», el «vals hésitation», adiós el «boston»! […] Se empieza a bailar en todos los lugares donde se toma el té, donde se come, donde se cena. El puchero de garbanzos y choclo aparece en «L’Abbaye de Thélème».”

(Fuente: Carlos Vega. Universidad Católica Argentina, 2016)

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le tangò   

El poeta Jean Richepín sorprendió a propios y extraños cuando el 25 de octubre de 1913 se presentó frente a las más prestigiosas cinco academias de la Academie Française protagonizando un magistral discurso que permitió legalizar el Tango Argentino en París y por consiguiente en Buenos Aires, su tierra; y en el mundo entero. Éstas fueron las últimas palabras pronunciadas por Richepín ante los académicos de la “Academia Francesa”,  “Academia de Bellas Artes”, “Academia de Inscripciones y Lenguas Antiguas”, “Academia de Ciencias Morales y Políticas”, y “Academia de Ciencias”:

“¡Claro! ¡Todos estos héroes amaban la danza y sabían bailar! Y aquí está la razón por la que, cuando era cadete militar, tenían el acierto de enseñarnos la danza junto con la esgrima. Y es así que me he acordado, de entrada, para hablar del Tango frente a las cinco comisiones del Instituto (se me perdonará esta audacia) ya que cuando oigo Tango pienso en la danza; y como la danza evoca la Pírrica (inventada por Palas Atenea, la sabia). La Pírrica exaltada que todos los jóvenes de Atenas, tras la representación de ‘Los persas’ de Esquilo, se ponían a bailar toda la noche, por plazas y calles, pero sobre todo en los templos donde golpeaban con los puños sobre las aldabas de las puertas e incrementaban los saltos frenéticos gritando desaforadamente: <¡Patria! ¡Patria! ¡Patria!>.”

por César J. Tamborini Duca

Académico Correspondiente para León

Academia Porteña del Lunfardo

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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