«Con permiso, soy el tango / Ebrio de amor y pernó / no les digas nunca, no / cuando te invitan a un trago»
“Digo que la escopeta de dos caños la inventó un cazador que, como discípulo de Baco, siempre estaba ‘encurdelado’ y veía doble las presas que pretendía cazar”.
El tango no es solo música para bailar, pues en la mayoría de ellos lo acompaña el relato cantado de alguna historia. Esas historias abarcan una cantidad de temas tan grande que prácticamente no hay situaciones vitales que no estén representadas, entre otras la bohemia. Se afirma que el mundo del arte (la música, el canto, principalmente de la música y el canto popular) es un mundo bohemio. Hablar de bohemia es mencionar la vida nocturna, el amor, el alcohol.
Éste es precisamente el objeto de este artículo, el alcohol que en las primeras décadas del siglo XX se encuentra muy presente en los tangos, principalmente dos bebidas: el pernod (o ajenjo) y el champán, tal vez por reminiscencias francesas tras su triunfo en París. El vino, en menor medida, pero la relación del pernod con nuestra música fue muy importante en los primeros tangos.
El tango, que hacía furor en Europa en el primer cuarto del Siglo XX, se ocupa extensamente de esta bebida, ya sea con la denominación de origen: ajenjo, con el apodo de suissé y especialmente con el nombre de la marca comercial que le dio fama mundial: Pernod.
La referencia más emblemática es, sin duda, la de Discépolo en la letra que escribe en 1947 para el tango de Ángel Villoldo “El choclo”, en el que nos dice que “Carancanfun se hizo al mar con tu bandera / y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina” resumiendo en sus versos la relación de nuestro tango con la Francia que le proporcionó un notable impulso.
Hay varios tangos que hacen referencia a ese licor, como “Copa de ajenjo”, de Juan Canaro y Carlos Pesce: “Suena tango compañero, / suena que quiero cantar, / porque esta noche la espero / y sé que no ha de llegar. / Y en esta copa de ajenjo / en vano pretendo mis penas ahogar.
“Siempre París” (“Y así el pernod y el strip tis / medio cocotte y actriz / y los barbudos sin razón, / ¡y el mal de Koch, París!”) y “Aquellas farras” (“Siglo de oro de ese tiempo en que el ñato Monteagudo, / borracho de pernod, se quiso suicidar…”). “Siempre París”, era de los hermanos Expósito, y “Aquellas farras” (elviejo tango de Roberto Firpo llamado Argañaraz) le puso letra Enrique Cadícamo en 1930.
Referentes al champán tenemos “La última copa”, de Canaro y Caruso: “Eche amigo, nomás echeme y llene / hasta el borde la copa de champán, / que mi vida se ha ido tras de aquella / que no supo mi amor nunca apreciar”. “Copetín de sueños”, de Eradio Minotti y Tito Ferrari: “De copetín / la mesa de bohemios, /ahoga en champagne / la historia con sus sueños. “Los mareados”, de Cadícamo y Cobián: “Bebías, y en el fragor del champán / loca, reías, por no llorar”.
También la caña, otro licor, se encuentra presente. “Eche más caña, patrón” de Roberto Torres y Juan M. Rodríguez: “Patrón, sirva mucha caña / para olvidar a la ingrata, / sirva caña que ella mata / las penas del corazón. / Sirva más caña patrón / que borracho he de olvidar. “Eche otra caña, pulpero” de Vacarezza y Delfino: “En caña juerte se baña / mi amargura noche y día. / Patrón de la pulpería / por favor, eche otra caña”.
No podía faltar el vino y el whisky. “La copa del olvido”, de Alberto Vacarezza y Enrique Delfino: “¡Mozo! Traiga otra copa / y sírvase de algo el que quiera tomar, / quiero alegrarme con este vino / a ver si el vino me hace olvidar”. “Tabernero” (“La canción del borracho” de Raúl H. Costa Oliveri, que transformó en tango el guitarrista Miguel Cafre): “Solo Dios conoce el alma, / que palpita en cada ebrio. / ¿No ves mi copa vacía? / Echa vino, tabernero, / que tengo el alma contenta / con tu maldito veneno”. “El vinacho”, milonga de Navarrine y Razzano; fantástica versión de Francisco Rotundo con la voz de Carlos Roldán “Vos prendétele al vinacho /cuanto más tinto, mejor”… Haciendo clic en el enlace escuchamos «Copa de ajenjo»:
https://www.youtube.com/watch?v=OqTDLDpW0Kc
“Whisky” pertenece a Héctor Marcó: “¡Vamos, mandate otro whisky, / total la guadaña / nos va a hacer sonar”!
Otros tangos nos hablan del alcohol sin aludir a ninguna bebida determinada, y tenemos un ejemplo en “Lita”; era un tango instrumental de Samuel Castriota, y cuando Pascual Contursi le sumó la letra lo tituló “Percanta que me amuraste”, provocando un enfrentamiento entre ambos solucionado con la mediación de Carlos Gardel al sugerir llamarlo “Mi noche triste”. Fue el primer “tango canción” y se considera que la primera mujer que lo cantó fue Manolita Poli en el Teatro “Buenos Aires” durante la representación del sainete de José González Castillo “Los dientes del perro”; fue el 26 de abril de 1918.
Héctor A. Benedetti dice que el mismo Contursi pudo haberlo cantado en el segundo semestre de 1916 en el cabaret “Moulin Rouge”, de Montevideo. Fue también el primer tango cantado por Gardel (recordemos que antes cantaba estilos y milongas pampeanas) el 3 de enero de 1917 en el “Teatro Esmeralda”: “Percanta que me amuraste / en lo mejor de mi vida “ …para mí ya no hay consuelo / y por eso me encurdelo / pa’ olvidarme de tu amor”…
Propongo otros dos ejemplos: “Copas, amigas y besos” de Enrique Cadícamo y Mariano Mores: “Entre copas, amigas y besos / La perdí por mi mala cabeza”. “Ebrio”, de José Rial y Rafael Rossi: “Embriagándome la vida / recorro los bodegones, / quiero buscar distracciones / para mi imaginación. “Pero su imagen maldita / está tan en mi memoria, /que para olvidar su historia / necesito mucho alcohol”.
Pernod. Llegamos ahora a la razón principal de este artículo.Muchas personas famosas fueron asiduos bebedores de Pernod: Edgar Allan Poe, Jack London, Paul Verlaine, Vincent Van Gogh y Paul Gauguin entre otros. Me referiré ahora sucintamente a ésta bebida.
El pernod es un licor, una bebida fuerte y amarga proveniente de esencia de ajenjo, (que es una planta medicinal y aromática: artemisa absinthum). Sobre la base de esa hierba el médico francés exiliado en Suiza (vivía en Couvet) Pierre Ordinaire, recetaba a sus pacientes una pócima de su invención que llamó elixir de absinthe. Esto ocurría a finales del siglo XVIII, alrededor del año 1792.
Después de su muerte comenzó a explotarse comercialmente por los herederos de la receta y en 1797 llega ésta a manos de un grupo de comerciantes entre los que se contaba Henri-Louis Pernod. Comenzó a venderse en tiendas de licores como aperitivo-digestivo y resultó un éxito. Pernod se emancipó de sus socios y se instaló en Francia y legó su nombre a la bebida que además de Artemisia absinthium (o ajenjo) contenía flores de hinojo, enebro, anís y nuez moscada, que le dan un ligero sabor anisado, con un fondo amargo de tintes complejos debido a la contribución de esas hierbas. Cuando se le añade agua fría y azúcar, la bebida se transforma en una esencia lechosa (louche). Durante la belle époque el nombre (la marca “Pernod”) se convirtió en sinónimo de la bebida.
Elaboración. La destilación del ajenjo en las flores del hinojo y el anís produce una disolución alcohólica incolora que abandona el alambique con una concentración de cerca de 72 % de alcohol.
El contenido de alcohol en la mayoría de las botellas es extremadamente alto, pudiendo bordear normalmente entre los 55 y los 80 grados, aunque puede alcanzar grados más bajos de 45° e incluso llegar a límites más altos, hasta los 89,9°. Debido a esta fuerte concentración de alcohol y de componentes de las hierbas, generalmente no se toma «directamente», y por ello su consumo está unido a un ritual de preparación, que incluye el que sea diluida con agua.
por César José Tamborini Duca
Muy buen recorrido por los caminos del alcohol en el tango César!
Me llevó muchos años saber muy bien qué era el pernot… como le pasó a Rubén Darío con el nenúfar. Son palabras con sonidos mágicos y nos creamos un mundo en torno a ellas.
Nombras «Whisky» y quiero recordar a Rubén Taormina, cliente del Studio Simeoni donde estaba como locutor en Rosario. Con su socio Mazzoni representaban las cosechadoras Gema en Santa Teresa, ya cerca del límite de Santa Fe con Buenos Aires, en la ruta que une Rosario a Pergamino. Rubén tenía como dice un tango «berretín de cantor» (lo hacía muy bien) y su tango estrella era «Whisky» que cantaba generalmente con una copa de ese licor en la mano. De ese grupo de tango y amigos quiero destacar a Raúl Angeló de la vecina Alcorta que cantó en orquestas porteñas en los años de oro y desarrolló casi toda su carrera en Colombia.
¡Salúte paisano!
Mari mari, hueñi Dr. César; muy bueno el artículo “escabioso”. Cuántas historias lleva Baco en su derrotero. Y cuántas frustraciones se funden en las bebidas espirituosas. De la lista que presentaste de cultores célebres, no podemos olvidar a Rubén Darío, contertulio de Verlaine, que terminó con el higado como una roca cuando todavía tenía mucho para darnos.
Considerando el valor literario, que allí quede todo, mayormente para Pichicultrún-ini a quien asedia la carótida y lo queremos bien. El alcohol entristece la alegría del borracho, así como el azúcar amarga la existencia del diabético. A propósito de dulzura, gracias por la receta del dulce de zapallo. Y sin ánimo trapero de apostrofar, el españolísimo «calabaza» encontró un sinónimo aquí por las américas con «zapallo», que proviene del quechua «sapallu» o «capallú» que significa redondo y pesado. Un futa rofeln. David Volpintesta (a. Lucio Cañupan)
PD.) Ya de vuelta a las tertulias de la APL. Se me voló la semana, hace siete días que volví de Italó.
Excelente amigo César! Original y excelente trabajo!
felicitaciones.
Un placer recibirte y publicarte.
Abrazo grande
Gracias al amigo Norberto, al hueñi Caniupan y al fratello Eduardo, muy agradecido por contar con sus palabras en este rinconcito tanguero. Tri abrazo. César