¿Quién no conoce, o por lo menos no oyó hablar de la famosa pizzería “Las Cuartetas? Ubicadas en el centro de Buenos Aires, recuerdo desde que fui chico la mención admirativa que de ellas hacía mi mamá. Lo que no sabía y me enteré hace poco tiempo, la relación que existía entre el escritor y ese local de la gastronomía porteña.
Biografía de Alberto Vaccareza
Nació el 1 de abril de 1886 en Buenos Aires, en el Barrio de Villa Crespo. Su nombre completo era Bartolomé Ángel Venancio Alberto. Fue compañero de colegio de Armando Discépolo, amistad que se prolongó en el tiempo. Y una interesante coincidencia, ambos enfocaron la mirada, en los huéspedes de los inquilinatos y los conventillos, que eran viviendas muy humildes y que estaban habitadas por personas de distintos orígenes. Era el desfile de la inmigración pobre que arribaba en busca de un horizonte mejor, huyendo de guerras y persecuciones étnicas u ideológicas, por lo que se convirtió en lo que se denominó género chico, tal como se consideraba a las obras teatrales dramático jocosas de carácter popular que fueron los sainetes, y fueron la mayoría de entre sus obras.
Fue escritor, dramaturgo, letrista de tango y poeta argentino, gran exponente del sainete porteño; amigo y colaborador de Carlos Gardel, despidió sus restos en el Cementerio de la Chacarita. Desarrolló además una intensa labor como gremialista, tanto en Argentores (Sociedad argentina de autores) como en La Casa del Teatro.
Rubén A. Fiorentino relató una anécdota de la comisión de notables que le iban a solicitar al entonces presidente, Juan Domingo Perón el levantamiento de las restricciones que pesaban sobre el lunfardo. En ese saludo protocolar el general al estrechar la mano de Vaccarezza le expresa: “como está Don Alberto, ¿Es cierto que el otro día lo afanaron en el bondi?” La carcajada general no se hizo rogar y ese refrán “a buen entendedor pocas palabras” cobraba más vigencia que nunca.
Vacarezza debutó como autor teatral en 1903 con “El juzgado”, al que le sucedieron otros títulos exitosos como “Los scruchantes”, ganador del primer premio de certamen organizado por el empresario Pascual Carcavallo, el 1° de julio de 1911. A partir de ese momento se gana la fama y el respeto en el ambiente. Los conocedores del tema veían en sus obras un claro toque de popularidad y de lenguaje barrial que le ayudaría a escribir Tangos, que eran el plato fuerte de la música de ese momento. Aunque costó convencerlo, en 1921 con música de Enrique Delfino, escribe el famosísimo tango «La copa del olvido» que al año siguiente (1922) graba Gardel en una memorable versión.
Otros títulos de sus sainetes que merecen mencionarse son: “A mí no me hablen de penas”, “Chacarita”, “Cortafierro”, “Cuando un pobre se divierte”, “El buey corneta”, “El fondín de la alegría”, “El arroyo Maldonado”, “Villa Crespo”, “Entre taitas anda el juego”, “Juancito de la Ribera”, “La china Dominga”,”La comparsa se despide”, “Todo bicho que camina va a parar al asador”, “Va cayendo gente al baile”, “El conventillo de la Paloma”.
La particularidad de estas obras es que prácticamente todas ellas incluyeron tangos, algunos conocidos y otros que se daban a conocer. Entonces como Manuel Romero, Luis César Amadori y Mario Battistella desde el teatro llegaron al tango.
Carlos Gardel le grabó 13 temas: “La copa del olvido” (con música de Enrique Pedro Delfino, en 1921), «Otario que andás penando» (también con Delfino, en 1932), «Adiós para siempre» (con Antonio Scatasso, 1925), «Adiós que te vaya bien” (con Delfino, 1924), «Araca corazón» (Delfino, 1927), «Eche otra caña pulpero» (Delfino, 1923), «El carrerito» (con Raúl de los Hoyos, 1928), «El poncho del amor» (Scatasso, 1927), «Francesita» (Delfino, 1924), «No le digas que la quiero» (Delfino, 1924), «No me tires con la tapa de la olla» (Scatasso, 1926, a partir del tango primitivo del mismo título), «Padre nuestro» (Delfino, 1923), «Talán talán» (Delfino, 1924). Además de la letra que escribió para la tonada “A mi morocha” que grabó el dúo Gardel-Razzano.
Otros intérpretes le cantaron «La canción» y «Botines viejos» (ambos con Juan de Dios Filiberto) y también «Atorrante» (con Raúl de los Hoyos, 1929), «Calle Corrientes», «Julián Navarro» (con Francisco Canaro), «Pobre gringo» (junto con Juan Caruso y música de Antonio Scatasso), «Muchachita porteña» (con Mariano Mores), entre muchos otros.
Tango “Atorrante” por Ignacio Corsini con acompañamiento de guitarras (03-05-1929)
ATORRANTE
Letra: Alberto Vacarezza – Música: Raúl de los Hoyos
Atorrante bien vestido
Malandrín de meta y ponga,
Que hoy brillás en la milonga
Y la vas de gran señor.
Te engrupieron las bacanas
Y a la mina santa y pura,
Que aguantó tu mishiadura
Y en la mala te cuartió,
La largaste por baranda
Y de pena, ¡Pobrecita!,
Hoy está enferma y solita
Consumiéndose por vos.
¡Atorrante!…
Decí si no te da vergüenza
Que al verte pasar,
Piense de vos la gente lo que piensa
Y no haga más que hablar.
Propiamente…
Hay que ser más que careta
Para hacerse el gran bacán,
Mientras está la enferma, sin receta
Y con dos pibes que le piden pan.
Mas no importa… Cuando el mazo
Se te gaste en el baraje,
Y te amure el bacanaje
Por un punto más allá.
Ya verás, pobre atorrante
Pelandrún arrepentido,
Si el dolor que ella ha sufrido
Vos también lo sufrirás.
Y en el trance peliagudo
De las últimas boqueadas,
Pedirás un vaso de agua
Y ni Dios te lo dará…
La cinematografía nacional contó con sus guiones y argumentos en filmes como “Tu cuna fue un conventillo”, “El conventillo de La Paloma”, “Lo que le pasó a Reynoso”, “El cabo Rivero”, “Los apuros de Claudina”, “El comisario de Tranco Largo”, “Cuando un pobre se divierte” y “Sendas cruzadas”.
Relación de la pizzería “Las Cuartetas”:
«Corresponde mencionar el origen del nombre “Las cuartetas”, (una pizzería con historia): Cuando los domingos o feriados el porteño solía pasear por ‘el centro’ jamás dejaba de entrar en ‘LAS CUARTETAS’. No es de extrañar entonces que, como ayer, nos encontremos en este lugar, que así como representó una época, continúa siendo hoy un ejemplo viviente de la calle Corrientes. Dicen que su nombre tiene origen en un hecho tan singular como anecdótico.
Cuéntase que el poeta Alberto Vaccarezza cenaba o almorzaba frecuentemente y escribía (para que no le resultara oneroso) una serie de ‘cuartetas’ que en el lenguaje literario, son versos de rima y combinación métrica particular.
Cada ‘cuarteta’ confeccionada por el poeta, era colocada sobre las porciones de Sopa Inglesa, razón por la cual el negocio pasó a ser conocido con el nombre de La Casa de las Cuartetas”
La muerte de Alberto Vaccarezza se produjo el 6 de agosto de 1959, en Buenos Aires.
César José Tamborini Duca
Fuentes
Wikipedia
Rubén A. Fiorentino
Relación de la pizzería “Las Cuartetas”