Mujeres Argentinas

Margarita Oliden

Casa de Oliden en 1931Será ésta una historia compartida porque Margarita Oliden –la heroína que ocupará este relato- tuvo una vida muy breve que impide a su biografía ser muy extensa. Vida breve como que murió con 16 o 17 años, pero intensa pues se enamoró de Juan de la Cruz Cuello, un payador que cantaba cielitos y milongas arrancando a su guitarra sonidos electrizantes, gemidos de desesperación, acordes arrebatadores para derramar sus armonías en el espacio tratando, con la dulzura de su voz, de lograr el encantamiento del alma y corazón de las mujeres.

Margarita vivía en la calle San Fermín (hoy Carlos Calvo nº 319) a pocos pasos de la Plaza Dorrego, en la casa de su padre que era el Sargento de la Federación Nicolás Oliden, cuya construcción data de 1729. El cuarto delantero de la antigua vivienda data del siglo XVIII, como lo atestiguan sus paredes construidas con ladrillos cocidos unidos con barro y paja, dinteles de madera y típicas rejas coloniales; el techo a dos aguas es de ladrillos recubiertos con tejas, y está sostenido por tirantes de quebracho y de palmera, mientras la fachada que exhibe el cartel de su actual destino como restaurante “Antigua Tasca de Cuchilleros” se conserva blanqueada a la cal como se usaba antiguamente. En 1978 fue declarada Monumento Histórico.

Son 284 años plenos de recuerdos siendo testigo del acontecer histórico y de una historia de amor que late en el “Rincón de Margarita”, el sector de la casa donde ella fue encerrada por su padre para evitar sus amoríos con el gaucho payador, pues la había prometido en matrimonio a Ciriaco Cuitiño, Jefe de los mazorqueros en la época de don Juan Manuel.

Rincón de Margarita

Juan Cuello nació en Buenos Aires alrededor de 1830 y era hijo de un militar que estuvo a las órdenes de Aldao en la región cuyana, donde fue fusilado con posterioridad a alguna batalla perdida. Siendo muy joven Juan sentía una gran afición por las mujeres, que indudablemente le correspondían conquistadas por su estampa y su voz que acompañaba a su infaltable guitarra en las pulperías; una de las que más frecuentaba era la Pulpería de las Garantías (actualmente calle Rodríguez Peña), donde ataba las riendas de su caballo a un ombú allí existente.

Tuvo amoríos con la novia de un milico y por esta causa fue condenado, pero al enterarse el Restaurador ordenó ponerlo en libertad y “engancharlo” a sus tropas, dado su reconocido valor. Pero reincidió con la novia de otro militar con la que escapó y –perseguido por una partida al mando del oficial- no tuvo más remedio que enfrentarlos con su cuchillo matando dos milicos, pero fue atrapado y castigado en Santos Lugares, de donde finalmente escapó.

El castigo recibido fue motivo para su empecinamiento en tratar de quitarles las mujeres a policías y mazorqueros, y que una tarde se encontrara en la calle San Fermín cantándole a una muchacha comprometida con uno de aquellos. Margarita, una inocente niña cuya mayor aventura era acercarse a las rejas de su ventana para observar lo que acaecía en los alrededores vio la escena; escuchar la voz del payador y verlo cantarle a su vecina fue suficiente motivo para enamorar un alma cándida y un corazón sensible: desde ese momento quedó prendada de Juan.

Pozo de entrada al túnel antes de la restauraciónEste era mas bien mujeriego que enamoradizo, y al tener conocimiento que era la prometida de Cuitiño –nada menos que el jefe de los mazorqueros- no dudó en enamorar a la niña. El encierro de ella por parte de su padre fue un obstáculo menor, pues Margarita con sólo 16 años se fugó por un túnel (hoy se puede ver el acceso a través de una puerta trampa de vidrio en el piso del baño de damas) que comunicaba la casa con la Iglesia de San Pedro Telmo, siendo una conexión con el puerto tal vez para el contrabando, pero también instrumento táctico durante la Defensa en las Invasiones Inglesas (en una de las imágenes se puede observar la entrada al túnel antes de la restauración). En su huida –ella iba en el anca del caballo de Juan- éste pasó intencionalmente frente al cuartel donde se encontraba el comandante Cuitiño para que el escarnio fuera mayor; se comentaba que al enterarse de esta burla el Brigadier General Rosas no pudo evitar reírse de la hazaña del gaucho.Pozo sin luz

Huyeron a Luján para alojarse en la pulpería de la “gringa” Mariquita que debía favores al prófugo, y ahí fue encontrada Margarita por la partida que la perseguía y, después de robar todo el dinero que había en el negocio y moler a palos a su dueña, le cortaron las trenzas de raíz a Margarita y le dieron una feroz paliza, después de lo cual murió en un parto prematuro. En este punto difiere la historia, pues hay quienes aseveran que su padre pidió la baja del ejército para perseguirlos, fue él quien la encontró, la baleó y herida la llevó a su casa donde murió.

En el folletín que Héctor Pedro Blomberg adaptó para ser interpretado como radioteatro en Radio Argentina por el conjunto encabezado por el primer actor Pedro Tocci y patrocinado por la yerba “Pájaro Azul” (1941) la historia se alarga: Juan lleva a Margarita a un rancho en Azul, zona donde se encontraba el aduar de Catriel y sus lanceros. Descubierta la identidad por el pulpero del lugar que los denunció para cobrar la recompensa, huyen nuevamente y se dirigen al Quequén, donde recibieron la hospitalidad de Pastor Cruz (“El Boyero”) que se había hecho matrero al frente de otros veinte gauchos. Según Blomberg hasta ahí llegó Nicolás Oliden, que había pedido la baja del ejército y se desplazaba por los distintos partidos de la provincia de Buenos Aires con dos salvoconductos emitidos por el comandante Ciriaco Cuitiño: uno bajo el nombre supuesto de Rosendo Sierra y otro con su verdadero nombre.

Juan Cuello

Oliden se presentó en el rancho de “el Boyero” cuando éste y Juan se habían ausentado. Ejerciendo su autoridad paterna se hizo seguir por Margarita hasta el barrio de San Telmo en Buenos Aires. Simultáneamente había sido comisionado el Sargento Primero Apolinario Velarde para su búsqueda y captura en la frontera Sur; éste le preparó una encerrona, valiéndose de una china a cuyo marido habían incorporado al ejército: prometió a la china hacer las gestiones para restituirlo al rancho si le ayudaba a atraer al payador a su rancho, con el supuesto que Margarita se encontraba ahí esperándolo. Como se deduce Juan no estaba enterado que a su amante la había forzado a regresar su padre.

Atrapado por la partida lo llevan a Buenos Aires engrillado, pero al llegar a Quilmes el trompa desertor del batallón Palermo, Nemesio de la Sota (alias Carpincho) que lo acompañaba desde Azul, le ayudó a escapar en una noche tormentosa. En su delirio por la fiebre, provocada por las heridas que recibió al resistirse a facón cuando lo prendieron, creía ver soldados en los árboles que bordeaban el río y, cual Quijote contra molinos de viento, la emprendió a puñaladas contra los sauces que se movían por el viento, ante la desesperación del moreno “Carpincho”. Mientras esto ocurría Margarita alumbraba el hijo de ese amor, al mismo tiempo que se le escapaba la vida.

Pocos días después se enfrentan en el matadero en duelo criollo el sargento Apolinario Velarde y el ya repuesto Juan Cuello, en presencia del paisanaje y del Comandante Cuitiño. Refulgían los aceros con los reflejos de un sol madrugador, en esa cita anunciada con la muerte en la que sólo uno quedaría vivo; cuando Juan hundió por última vez su facón en el cuerpo del sargento, sólo le quedaba seguir un camino: el camino de la frontera, el Camino del Cuero que emprendió esa misma noche acompañado del fiel “Carpincho”.

Después de eludir una partida de 60 hombres que los buscaban, llegaron a las tolderías del cacique Cristo, donde conoció a Isabel –mestiza de indio y cristiana- con la que convivió varios meses. Sin embargo otra versión, un “Poema de Costumbres” de Andrés Pérez Cuberes, señala que Juan Cuello se refugió en el aduar del cacique Mariano Mohican, en Azul. Ahí se casó con Manuela, hermana del cacique, siendo ésta la que lo vendió como veremos luego.

Mientras tanto el Sargento Quintana, medio hermano por parte de madre del extinto Sargento Velarde, solicitó y obtuvo autorización para salir en su busca con una partida. Enterado Quintana dónde se encontraba el prófugo, y que la india amancebada ambicionaba dinero y joyas, la sobornó para que al regresar de una cacería de ñandúes lo emborrachara.

Inerme por el alcohol, dormido e indefenso, el gaucho fue atrapado y maniatado, y llevado a Buenos aires por la partida; al ser fusilado en el fuerte solicitó no le vendaran los ojos. Porque como dijo un amigo “vivió como un hombre, tuvo el culto del valor, de la justicia y de la amistad”. En la versión de Andrés Pérez Cuberes fue ejecutado en la horca.

Antigua tasca de cuchilleros

Para Margarita Oliden, el amor significó su temprana muerte a los 17 años y en sus últimos suspiros preguntaría por su Juan. Este también tuvo una vida muy breve, pues murió el 27 de diciembre de 1851 con sólo 21 años. Para el análisis queda lo que trascendió a través del tiempo: que Juan Cuello era valiente, sí, y guitarrero y cantor con mucha afinidad por las pulperías y las mujeres; que posiblemente no estuviera enamorado de Margarita pero sintió el enorme placer de quitársela nada menos que al Jefe de la Mazorca, Ciriaco Cuitiño; y que una vez logrado esto no se preocupara mucho por ella y por eso la facilidad del padre para retornarla al hogar. Fue, sin duda, la gran perjudicada en esta romántica y a la vez trágica historia.  Reseñar por último la tercera pata del trípode: al decir del Dr. Almada, médico personal del Comandante, Cuitiño tenía un fondo de nobleza gaucha en su duro corazón; y era así nomás, pues cuidaba que no molestaran a la madre y a la hermana adoptiva de Juan.

LA REFALOSA (canción en la época de la Federación). Durante los difíciles años en que transcurre este relato, el filo de la hoja del facón del mazorquero que era tan efectivo como el de la hoja de la guillotina en los años del terror durante la revolución francesa, se pusieron de moda estos versos de La Refalosa:

El que con salvajes / tenga relación, / la verga y degüello / por esta traición. / Que el santo sistema / de Federación / le da a los salvajes / violín y violón.*

*metáfora por degüello

colofón: recomiendo la visita al restaurante «Antigua Tasca de Cuchilleros» para disfrutar no sólo de una excelente gastronomía, mas aún para conocer un lugar histórico pleno de romanticismo, y la amena conversación de sus dueños que, con toda seguridad, los guiarán a través del tiempo por ese camino de nuestra historia.

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César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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