Historia

Revolución de Mayo – contada por Cornelio Saavedra

REVOLUCIÓN DE MAYO – CONTADA POR CORNELIO SAAVEDRA* Dr. Norberto Jorge Chiviló

 
Cuadro pintado por Francisco Fortuny con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo*
CORNELIO SAAVEDRA CUENTA LA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE MAYO DE 1810 

El 24, procedió el Cabildo al nombramiento de vocales de que se debía componer la junta de Gobierno de estas provincias y las que comprendía la dilatada extensión del Virreinato. El doctor don Juan Nepomuceno Sola, don José Santos Inchaurregui, el doctor don Juan  José Castelli y yo, fuimos los electos en aquel día; y para la presidencia, el mismo don Baltazar Hidalgo de Cisneros; se recibió esta junta el mismo día 24 a la tarde. El 24 principió sus sesiones y nada se hizo en ellas que mereciese la atención. El 25 volvió a aparecer, de un modo bastante público, el descontento del pueblo con ella; no se quería que Cisneros fuera el presidente ni por esta cualidad darle el mando de las armas, ni a los vocales Sola e Inchaurregui, por sus notorias adhesiones a los españoles.

Todo aquel día fue de debates en las diferentes reuniones que se hacían y particularmente en los cuarteles. Al fin, el día 25, quedó también disuelta esta Junta y yo fui el que dijo a Cisneros que era necesario se quedase sin la presidencia, porque el pueblo así lo quería; a lo que también él allanó sin dificultad. Reunido éste en la plaza, aquel mismo día, procedió por sí al nombramiento de la junta, que estaba resuelto se estableciese en los acuerdos anteriores y recayó éste en las personas de don Manuel Belgrano, el doctor Juan José Castelli, el doctor don Manuel Alberti, don Juan Larrea, don Domingo Matheu y yo, que quisieron fuese el presidente de ella y comandante de las armas.

Con las más repetidas instancias, solicité, al tiempo del recibimiento, se me excusase de aquel nuevo empleo, no sólo por la falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque, habiendo tan públicamente dado la cara en la revolución de aquellos días, no quería se creyese había tenido el particular interés de adquirir empleos y honores por aquel medio.

A pesar de mis reclamos no se hizo lugar a mi separación. El mismo Cisneros fue uno de los que me persuadieron aceptase dicho nombramiento por dar gusto al pueblo. Tuve al fin que rendir mi obediencia y fui recibido de Presidente y Vocal de la Excelentísima Junta, prestando con los demás señores ya dichos, el juramento de estilo en la sala capitular, lo que se verificó el 25 de mayo de 1810, el que prestaron igualmente los doctores don Juan José Paso y don Mariano Moreno, que fueron nombrados secretarios para dicha junta. Por política fue preciso cubrirla con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos.

La destitución del Virrey y creación consiguiente de un nuevo gobierno americano, fue a todas luces el golpe que derribó el dominio que los Reyes de España habían ejercido en cerca de 300 años en esta parte del mundo, por el injusto derecho de conquista; y sin justicia no se puede negar esta gloria: a los que, por libertarla del pesado yugo que la oprimía, hicimos un formal abandono de nuestras vidas, de nuestras familias e intereses, arrostrando los riesgos a que con aquel hecho quedamos expuestos.

Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del interior, mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos, confiados en nuestras pocas fuerzas y su bien acreditado valor, y en que la misma justicia de la causa de la libertad americana, le acarrearía en todas partes prosélitos y defensores, nosotros solos, digo tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra. Ella, por descontado, alarmó al cúmulo de españoles que había en Buenos Aires y en todo el resto de las provincias, a los gobernadores y jefes de lo interior y a todos los empleados por el rey, que preveían llegado el término del predominio que ellos les daban entre los americanos.

En el mismo Buenos Aires, no faltaron hijos suyos que miraron con tedio nuestra empresa: unos la creían inverificable por el poder de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio de cabezas desorganizadas; otros, en fin, y eran los más piadosos, nos miraban con compasión, no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español, en castigo de nuestra rebelión e infidelidad contra el legítimo soberano, dueño y señor de la América y de las vidas y haciendas de todos sus hijos y habitantes, pues hasta estas calidades atribuían al rey en su fanatismo.

¿Será creíble que al fin éstos han salido más bien parados que no pocos de nosotros? Pues así sucedió. No pocos de los que en el año 10 y sus inmediatos eran, o fríos espectadores de aquéllos sucesos, o enemigos de aquellas empresas y proyectos de la libertad e independencia, cuando vieron que el fiel de la balanza se inclinaba en favor de ellos, principiaron también a manifestarse patriotas y defensores de la causa y por estos medios han conseguido reportar el fruto de nuestras fatigas, mientras algunos de mis compañeros de aquel tiempo, y las familias de los que han muerto, sufren como yo, no pocas indigencias, en la edad menos a propósito para soportarlas o repararlas con nuestro trabajo personal.

Sin embargo, ellos y yo, en el seno de nuestras escaseces, y desde el silencio de nuestro abandono y retiro, damos gracias al Todopoderoso por haber alcanzado a ver realizada nuestra obra y a la América toda independiente del dominio español. Quiera él mismo también la veamos libre del incendio de pasiones y facciones que en toda ella han resultado en estos últimos años.

(*) Museo Histórico Nacional, Memorias y Autobiografías.

Dr. Norberto Jorge Chiviló – El Restaurador – domingo, 16 de mayo de 2021

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  Cornelio de Saavedra

Biografía

Cornelio Judas Tadeo de Saavedra nació el 15 de septiembre de 1759 en una hacienda agrícola llamada «La Fombera» sobre la orilla del río Mataca cercana al poblado de Otuyo. La hacienda estaba en la mitad del camino de 180 km que unía la Villa Imperial de Potosí con La Plata, ambas pertenecientes al Alto Perú (actual Bolivia) que formaba parte del Virreinato del Río de la Plata.

Según la partida de bautismo archivada en la Casa de la Moneda de Potosí, fue bautizado en el mismo lugar al día siguiente por el doctor José del Barco y Oliva, cura y vicario de la parroquia de Santa Ana de Mataca, la Vieja. Fue su madrina la india Pascuala, que ofició de partera. Sus padres fueron Santiago Felipe de Saavedra y Palma, natural de Buenos Aires, y Teresa Rodríguez de Güiraldes, oriunda de la Villa Imperial de Potosí. La familia se mudó a Buenos Aires en 1767.

Fue un importante comerciante, miembro del Cabildo y estadista. Participó en la segunda invasión inglesa al virreinato del Río de la Plata como jefe del cuerpo de Patricios, e intervino como uno de los miembros más decisivos en la Revolución de Mayo, siendo el Presidente del Primer Gobierno Patrio (Primera Junta) y posteriormente con la incorporación de Diputados del interior, presidió la Junta Grande.

Designado general en jefe del Ejército Auxiliar del Alto Perú, su partida fue aprovechada por sus opositores, que reemplazaron la Junta Grande con la creación del Primer Triunvirato. Al ser destituido, se cursaron órdenes de arresto en su contra, por lo que se vio obligado a permanecer alejado de Buenos Aires hasta 1818, en que fueron retirados los cargos en su contra.

Fue uno de los más esforzados y honestos patriotas de nuestra nacionalidad, junto a Belgrano y a Liniers, Si bien éste, no era americano, fue el héroe que derrotó a los ingleses en las invasiones de 1806 y 1807. Una personalidad querida por la población de Buenos Aires, lo que no impidió que fuese fusilado. Tampoco Saavedra fue honrado como se merecía pues no lleva su nombre el sillón presidencial. Así se escribió la historia.

Saavedra murió en Buenos Aires el 29 de marzo de 1829

Fuente:

Revista El Restaurador

Wikipedia

César J. Tamborini Duca

Académico Correspondiente para León

Academia Porteña del Lunfardo

Academia Nacional del Tango

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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