Tangueando

Los esclavos y el tango en el Río de la Plata

«Con permiso, soy el tango                                                                                                                                                del “Lubolo” candombero,                                                                                                                                              con pernod, yo me entrevero                                                                                                                                          en quebradas de buen rango».   

 

Bailongo. Pedro Fígari

Es preciso tener en cuenta que si bien el artículo se refiere al tango, también pretende ser reivindicativo de los negros que habitaron nuestro suelo, y también tener presente que cuando utilizo la palabra negro no tiene un sentido peyorativo sino la mención de una raza injustamente maltratada por seres abyectos que, creyéndose superiores, dejaron en evidencia su inhumano proceder.

En la historia patria, en las batallas de Chacabuco y Maipo quedaron muertos centenares de negros reclutados entre los esclavos de Cuyo. Al poco tiempo de entrar en Lima San Martín proclamó la libertad de todos los nacidos después del 15 de julio de 1821 y de todos los que se incorporen al ejército patriota.

Posteriormente en la sublevación del Callao el 5 de febrero de 1824 “El negro Falucho” (Antonio Ruiz) sería inmortalizado en líricos versos de Rafael Obligado: “Duerme el Callao; / ronco son hace del mar la resaca / y en la sombra se destaca del Real Felipe, el torreón. / En él está de facción aunque alejarle quisieron / un negro de los que fueron, con San Martín, de los grandes / que en las Pampas y en los Andes batallaron y vencieron”. (Si se observa algún error tener en cuenta que cito de memoria).

Mucho tiempo antes, con las invasiones inglesas de los años 1806 y 1807, la valerosa contribución de los negros en la Reconquista y Defensa de la ciudad motivó al Cabildo de Buenos Aires mostrar su reconocimiento, otorgando la libertad a unos 70 esclavos que anticipaba de esta manera el espíritu abolicionista que se impondría muy tempranamente con el movimiento revolucionario de Mayo de 1810.

El 15 de mayo de 1812 en la “Gaceta Ministerial” aparecía esta aspiración: “En nuestros puertos no se debe dar abrigo a esas naves cargadas de padres, de hijos, de esposos arrancados traidoramente al seno de sus familias… dictar la proscripción de ese tráfico sacrílego de carne humana… Ya es preciso cegar para siempre ese manantial venenoso de injusticia, de crueldad y delitos”. Y en “la Asamblea de 1813 se declaró, por iniciativa del diputado Alvear, la libertad de vientres… En lo sucesivo nadie nacería esclavo en el territorio argentino”. (“Morenada”, José Luis Lanuza, p. 62 y 63).

Para acercar el recuerdo de otros valerosos negros cito al coronel Barcala, pero fundamentalmente aquel que dio el más notable ejemplo de dignidad patria al margen de partidismos políticos: el coronel Chilavert, con el que se encarnizaron matándolo cruelmente los vencedores apátridas que con desparpajo permitieron desfilar en triunfo por las calles de Buenos Aires a las tropas del Imperio del Brasil que participaron en la Batalla de Caseros, precisamente el día que se conmemoraba el triunfo de las armas argentinas en Ituzaingó.

Félix de Azara, el cronista de época que mejor define las costumbres coloniales en su libro “Viajes por la América Meridional” menciona la dulzura del trato de los habitantes rioplatenses para con sus esclavos, contrastando con el que recibían los negros en EE.UU. y Brasil. Tal vez beneficiados por no existir ingenios azucareros ni cafetales donde eran explotados hasta la extenuación y la muerte, los negros patrios pasaron a formar parte, a ser integrados dentro del grupo familiar de sus amos en una cognación espiritual que a través del Bautismo los dotaban incluso con el apellido de la familia. Y negras amas de cría alimentaban de su pecho a la prole de sus amos. En su “Tradiciones y recuerdos de Buenos Aires”, don Manuel Bilbao cita al inglés don Tomás Hogg: “He visto más de una vez a una señora respetable y una negra sentadas juntas en el mismo sofá charlando y cosiendo; si esto no es efecto del republicanismo, se ha exagerado mucho la crueldad española”. También en “Historia de Buenos Aires” Carmen Bernand afirma que “Las mujeres hacen costura, se reúnen alrededor del mate, amas y esclavas se pasan largas horas charlando” (Fondo de Cultura Económica de Argentina, 1999, pág. 84).

Al calor de esa dulzura hogareña se originaría también el prolífico mestizaje que hizo a Félix de Azara “advertir el picante encanto de las mulatas… alabando la frescura y suavidad de la piel”. Es digno destacar la integración producida en la sociedad colonial española y criolla al ser aceptados los esclavos negros produciendo el mestizaje que, junto a la temprana abolición de la esclavitud, hicieron posible que en la actualidad no se encuentre en la Argentina población de raza negra; y señalar también que, en algunos casos, la tarea más pesada consistía en llevar el mate a su amo.

LENGUAJE Y BAILES

Por el intercambio cultural recibimos e incorporamos a nuestro léxico muchas palabras del “kimbundu” (lengua hablada en el África occidental: Angola, Congo, Benguela, que es una provincia de Angola) así como su música y bailes.

  • Vocabulario

Si observamos el vocabulario nos damos cuenta de la aparición constante del lexema ng como podemos apreciar en las palabras precedentes y en otras que detallaré en música… pero hay muchas más como katinga o catinga (olor fuerte y desagradable), fitongo (borracho)…

“Mandinga” es un grupo étnico africano, pero en la República Argentina se lo identifica con el diablo, eso sí, de color negro y vestimenta igualmente oscura.

“Salunga” o “shalunga” es una divinidad  yoruba, tradición religiosa llevada a América, principalmente al Caribe y Brasil; mientras que “xangó” era en Brasil el “Dios del trueno”.

“Tamango”: pudo provenir de Brasil o de dialecto leonés; proviene del kimbundu Tama-ngo (según el diccionario de africanismos de Néstor Ortíz Oderigo). Seguramente fue llevado desde Angola a Portugal, y desde allí a Brasil y a las provincias leonesas limítrofes. Significa calzado, y es una especie de ojota hecha de suela o cuero crudo de animal vacuno, envuelto antes el pie en bayeta o trapos, según leemos a Santiago Wilde en “Buenos Aires desde setenta años atrás”. También lo menciona Martín Fierro al referirse a un negro, diciendo “el de los tamangos”.

“Mondongo”: palabra introducida en el Río de la Plata por los esclavos africanos, haciendo referencia a la parte interna del estómago de las vacas que sus amos desechaban y les daban para comer.  También Megenney sugiere un origen africano en su libro sobre neologismos.

“Pango”: “Pitar o pango” se dice en Brasil, significando “fumar maconha”; argentinizado, “pitando pango” es “pitar del fuerte”.

Pero ¡qué casualidad! en el Río de la Plata utilizamos otras dos palabras con el lexema en cuestión:  ”tango” y “milonga”.

Del vocabulario africano rescatamos el legado de otras palabras: mucamo, quilombo, batuque.

  • Música, bailes, instrumentos

“Calenda” es un baile de los negros del reino de Ardra (costa de Guinea) que con el tráfico de esclavos llegó a Cuba donde adoptó el nombre de “caringa”, conocido y bailado con este nombre en Montevideo: caringa o carianga, sinónimo de CANDOMBE.

“Congas” también tuvo su origen africano, siendo una danza popular en Cuba.

“Sandunguero” es el que tiene “sandunga”  (alegre, desenvuelto) y es también una danza y composición musical mexicana, siendo el instrumento típico la “marimba”. Otro instrumento, de percusión, es el “bongó”.

Morenada. Lanuza

  • Tangos, candombes, milongas

EL MENGUENGUE (tango)

Luis Soler Cañas recogió estas estrofas de  “El Menguengue” (menguengue significa pequeño) aparecido en “El Carnaval de Buenos Aires” (“publicación anual dedicada a la juventud argentina”) en febrero de 1876, aunque casi con ningún parecido al tango evolucionado posteriormente. Nos presenta al negro en trance de presagiar su viudez: “¡Ay! si Flancisca muere / pobre menguengue / se vá á querá / sin tené teta golda / de la morena / para chupa…/ Bucate, tata viejo,/ riantemano / compañera./ Bucate un ama branca,/ que puerece / que te quiera…”

Eduardo Bernal en un Seminario sobre tango publicado en el Boletín nº 4 (Academia Virtual del Lunfardo y el Tango), dice: Otro antiguo tango andaluz es “Toma mate, che”, de Santiago Ramos, estrenado el 22 de septiembre de 1857 en el Teatro de la Victoria, es el más antiguo que se conoce compuesto en Buenos Aires:  “Toma mate, che,/ toma mate / Que en la tierra del pampero/ No se estila el chocolate.”

Por otra parte en el año 1865 el actor German Mc Klay (canadiense residente en Argentina) personificó “El negro Shicoba”, habanera escrita en compases de 2 x 4; es decir, con ritmo de tango. Al año siguiente se difundió en Montevideo un tango denominado “El Chicoba” que en el lenguaje bozal significa “El escoba” o “El escobero”, remedando “El bastonero” (el que con un bastón dirigía el baile; pero a falta de bastón se utilizaba una escoba). Según el estudio preliminar de Horacio Jorge Becco al libro “Cosas de negros” se trataba de un tango  “a lo raza africana”, es decir un candombe; también menciona ciertos tangos compuestos  editados en Buenos Aires por profesionales criollos que ya editaban milongas, pero afirma que eran habaneras.

También dice Becco que según Lauro Ayestarán y los hermanos Héctor y Luis Bates “el tango es el estuario de tres ríos musicales y plásticos: la habanera, la milonga y el candombe”.

Podemos escuchar un candombe: “CANDOMBE DE LOS CANDOMBES” por Hugo del Carril:

La fonética también puede abrirnos nuevas tranqueras en el campo de la investigación ¿y si “tango“ derivara de “jongo”? Solo 2 letras separan una de otra palabra… pero esto es solo una hipótesis. “Jongó” es una danza africana sensual, lasciva como el tango en sus inicios que se bailaba en el rancherío de los campamentos durante la Guerra de la Triple Alianza, lo que significa que ya había parejas entrelazadas entre los años 1865 a 1870, enlazando cinturas de mulatas y negras que acompañaban a las tropas brasileñas, a las que se agregaban las “chinas” de los ranchos vecinos cuando la acción transcurría en suelo argentino.

Siendo los bailes motivo de reunión, solían coincidir los esclavos de distintas procedencias del continente africano pese a las enemistades que pudieran tener en sus lugares de origen sin que salieran a relucir las mismas, por el contrario todo era jolgorio y camaradería. Pese a su insólita situación de esclavitud, con la música y el baile se ponía de manifiesto su espíritu alegre con los candombes, y de asociación con sus cofradías por nacionalidades que se designaban “tambos”.

Claro que estos bailes no eran vistos con buenos ojos por parte de la población blanca, y según afirma Lanuza “En septiembre de 1788 el síndico procurador general informó al Cabildo de Buenos Aires  sobre el peligro que significaban (puesto que)… resulta perjudicialísimo que se haya permitido de algunos años a esta parte el que a la multitud de Negros libres, y Esclavos que hay en esta ciudad se les permita juntarse a hazer sus tambos y Bailes… porque qué otra cosa son estos bailes, sino unos verdaderos Lupanares, donde la concupiscencia tiene el principal lugar, hace todo lo agradable de ellos con los indecentes y obscenos movimientos que se executan… pues para ello contribuye el mismo son de los instrumentos”.

Estos movimientos a que se refiere el Síndico estaba también en su manera de caminar, que heredaron los mestizos y luego los arrabaleros, y es lo que dio origen a la “quebrada” en el tango, ese tango canyengue con cortes y quebradas… que “hacía barrer el piso con la oreja” como exageró algún autor sobre los compadritos. Y representa la herencia española porque “todos los movimientos del compadrito revelan al majo: el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocación del sombrero, hasta la manera de escupir por entre los dientes, todo es aún andaluz genuino” (Domingo F. Sarmiento, Vida de Juan Facundo Quiroga, 1845).

Pero ya la música y los bailes negros tenían su público. El candombe se había hecho “paseo y entretenimiento” de los blancos pese a las advertencias del Síndico que asimismo alerta sobre los “instrumentos que tocan, y la fuerza con que los hazen levantar de punto al compás de sus lascivas canciones, como en la que igualmente ponen en las diferentes Danzas con que cada Nación se diferencia”. (“Morenada”, p. 44 a 46)

TANGO LUBOLO

Tango lubolo

¿Dónde surgió este término?: el Congo estaba habitado por infinidad de pueblos, una de esas tribus que ocupaba tierras atravesadas por el río Lucola se denominaban “lubolas”. Un señor Crewell conoció en Buenos Aires las innumerables «naciones y sociedades» africanas allí existentes, entre las cuales la Nación “Lubola”.

Cuando Crewell se radicó en Montevideo, siendo vecino de los barrios del Sud de la ciudad vieja, organizó bailes seudo-africanos llamando “Lubolos” a los mismos, cuya característica principal fue que no eran negros: la formaban jóvenes comerciantes y profesionales, criollos blancos, que se presentaron perfectamente teñidos de negro y con indumentaria igual a la de los esclavos.

La primera agrupación de blancos negros aparecida en Montevideo, fue en el carnaval de 1874 y bajo el título’ de «Negros Lubolos». Hablaban en el gracioso bozal de los africanos, y sin desviarse de la ingenuidad y respetuosidad proverbiales en aquellos, sostenían diálogos con los «amitos»; caminaban y accionaban imitando impecablemente a los negros. El presidente de la sociedad personalizaba el «rey», y marchaba en medio de ella. Iba a la cabeza el «bastonero», que llamaban «escobero”.

La preocupación mayor de aquellas sociedades era su «tango». Los Lubolos se ejercitaron en él tomando lecciones bajo la dirección de negros africanos que aún vivían y sostenían su tradición; es evidente que aprendieron candombe y que eso era su tango,  “el tango lubolo”.

Poco antes “fue allá por el año de 1867 que, ante la curiosidad de todos, aparecieron –durante el carnaval- unos cincuenta negros  pero morenos auténticos africanos, que habían formado un conjunto llamado “La Raza Africana”. El éxito fue terminante ya que el mencionado núcleo de morenos actuaba en público con verdadera disciplina, bailando y cantando hermosas composiciones compuestas por uno de sus integrantes, entre otras: habaneras, mazurcas, polkas, valses, marchas, pero cuando llegaba el tango con el redoblar de los tamboriles y rítmico sonar de las masacallas, comenzaba el entusiasta quebradero de caderas con graciosos movimientos de cabeza, brazos y piernas”. (“Entre cortes y quebradas”,  de Pintín Castellanos, Montevideo, 1948, primera edición, pág. 79 y 80).  

LOS NEGROS Y EL TANGO EN EL TEATRO

“Fueron los negros también quienes lo encaramaron a los escenarios teatrales. En ‘Julián Jiménez’, drama criollo estrenado en 1891, una pareja de morenos baila, pero sin agarrarse, un tango, todavía de tipo andaluz, con música de Aróztegui, cuya letra dice: Una negla / y un neglito / se pusielon / a bailá / e tanguito / má bonito / que se puele / imaginá…

“En 1897 sube a escena la zarzuela ‘Justicia criolla’, de Soria y Reynoso, en donde Benito, un negro pintoresco, ordenanza del Congreso, se jacta de conquistar amores a fuerza de habilidad coreográfica: Y ella callaba, y entonces yo / hice prodigios de ilustración, / luego en un tango, che, me pasé / y a puro corte la conquisté.

Ya se trata (así lo hace notar Carlos Vega en ‘Danzas y canciones argentinas’, Buenos Aires, 1936) de la coreografía porteña del tango-

-Y esa Juanita ¿qué tal es? Le pregunta el guitarrista al negro bailarín.

Y Benito: -Así, chei (cerrando el puño). ¡Qué cosa más rica! Cuando bailando un tango (hace la pantomima de lo que va hablando) con ella, me la afirmo en la cadera y me dejo ir al compás de la música y yo me hundo en sus ojos negros y ella dobla en mi pecho su cabeza y al dar la vuelta viene la quebradita…

 “No se puede describir con más elocuencia la delicia de bailar con corte”. (Morenada, José L. Lanuza, pág. 195 y 196)

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SOBRE TANGOS Y MILONGAS. Milonguear

Hay varias hipótesis –y mucha imaginación- sobre los orígenes del tango, la palabra en sí, y la danza, como expuse en el artículo anterior. En éste agregaré otras interpretaciones obtenidas de la lectura de Vicente Rossi.

En su libro “Cosas de Negros”, Vicente Rossi nos hace transitar por los orígenes y características de la cultura negra en el Río de la Plata, explicando que si la danza nativa africana tuvo un nombre en su cuna, fue olvidado con el olvido de su propio idioma, bautizándola entonces por onomatopeya sugerida, sea por sus cantos o por sus instrumentos. En el primer caso llamó a su fiesta, entre otros nombres, candombé (mencionando que a estos vocablos el africano les daba acentuación aguda). Mientras que por onomatopeya del sonido de sus instrumentos, uno de sus vocablos era “tangó”.

Tango. Origen del vocablo

Rossi explica que los ‘morenos criollos’ fundaron sociedades filarmónicas, la primera de ellas (aparecida en Montevideo aproximadamente en 1867) se llamó “La Raza Africana”. En sus ‘comparsas’, cada composición ejecutada era informada al público mediante hoja impresa con sus versos, en la que cada composición se encabezaba con el título de la música: paso doble, valses, polkas, mazurcas, chotís. En una ocasión figuró “un ‘tangó’,  con honores de único bailable del repertorio… [siendo] esa la primera vez que en el Río de la Plata sonó el término ‘tangó’ aplicado a un baile de criollos”.

Dice también que “Los negros africanos, en América llamaron ‘tangó’ a su tamboril… ‘Tan-gó’ es la voz del tamboril… [al ser] dados con una mano y un palo sobre el parche del instrumento dieron lugar a su denominación onomatopéyica: tan-gó”. Aunque también puede ser una deformación fonética de tambor que el negro africano pronunciaba “tambó” y se transformó en “tangó” perdiendo con el uso su acento agudo para transformarse en “tango”. Así, en un caso dirían “Vamo a tocá tangó” como en otros solían decir “a bailar tambó” expresión utilizada para armar una milonga.

“El vocablo tendría procedencia africana, si bien contaminada con el ‘tangir’ castellano o el ‘tangere’ del latín”.

Es interesante destacar cuándo fue la primera vez que aparece escrita la palabra tango en algún documento. Vicente Rossi dice que “La noticia más remota alcanza a 1808. Los cascarudos del zoco moruno-lusitano-godo improvisado donde hoy se levanta Montevideo, le fueron con chismes a su capataz [se refiere al gobernador] para que prohibiera ‘los tangos de los negros’, por el barullo que producían…”.

Sin embargo un año antes, de acuerdo a las Actas del Cabildo de Montevideo de 1807,  Ayestarán  dice que “A principios del siglo XIX el Cabildo de Montevideo certifica la presencia de los Candombes, a los que llama indistintamente ‘tambos’ o ‘tangos’, prohibiéndolos en provecho de la moralidad pública”.

los tangos primigenios

Continúa Rossi: “Al decir tangos engloban local, instrumentos y baile, y esta manera de interpretar fue sugerida por los mismos negros, que titulaban a sus reuniones por el acto principal de ellas: ‘tocá tangó’ (tocar tambor); por eso cuando pedían permiso para reunirse a candombear, decían ‘a tocar tangó’.”

No elude mencionar el tango uno de los autores clásicos de la literatura argentina. Juan Mª Gutiérrez rechazó el nombramiento de Académico correspondiente extranjero de la Real Academia Española otorgado el 11 de diciembre de 1872. Ese rechazo originó una polémica con “Antón Perulero” (seudónimo del escritor español Juan Martinez Villergas) y en una de las réplicas escribe Gutiérrez:

“… esa misma lengua, su literatura y las musas, haciéndolas descender al bajo nivel del romance liviano, … de las seguidillas y tangos africanos de la familia de las zarabandas y chaconas de la época desgraciada del poeta-rey D. Felipe el 4º”. (La Libertad, 6 de febrero de 1876). Es de suponer que la referencia a la época del rey (que vivió entre 1605 y 1665) solo se trata de una figura literaria; caso contrario le estaría otorgando al tango una antigüedad inimaginable.

Ricardo Rodríguez Molas, argentino estudioso del tema, menciona la existencia de una “casa y sitio del tango” en 1802.

Asevera Vicente Rossi que el canto criollo montevideano se reducía a la milonga y el estilo, mientras que en Buenos Aires predominaban los tristes y cielitos; y las relaciones en los bailes que los exigían, como el gato. Se refiere, naturalmente, al siglo XIX. Menciona que la payada es la poesía espontánea de los rioplatenses “es la rumbosa inspiración de los anónimos vates del pueblo… Y el payador se fue esfumando en el milonguero; y la payada ingenua de los fogones pastoriles, único romance de los nativos sanos de cuerpo y alma, se convirtió en la Milonga de los fogones milicos y de los tugurios ciudadanos. Por eso la Milonga es la Payada pueblera. Son versos octosílabos… [que en] la de los payadores, solía ser de seis versos; la de los milongueros, de cuatro…

Se llamaron milongas a las reuniones de los aficionados a payar en los suburbios ciudadanos, dispensándoseles en consecuencia el título de milongueros, porque se reservaba el de payadores para los genuinos improvisadores camperos”. De ahí que, para denominar el acto de reunirse para bailar y cantar, se utilice la palabra milonguear.

El diccionario de vocablos brasileños dice que milonga significa ‘palabra’ y es vocablo de origen bunda.. Aclaremos que bunda es asimilable a bozal, que es el modo de hablar de los negros -de la etnia bantú, principalmente-  en el Río de la Plata. (Ver en “Martín Fierro”, el gringo centinela; en ese entonces no se había acuñado todavía el término ‘cocoliche’ y por eso Fierro lo llama ‘bozal’).

César José Tamborini Duca

Bibliografía

“Cartas de un Porteño”, de Juan María Gutiérrez. Editorial Americana, Buenos Aires, 1942                                   “Cosas de Negros”, de Vicente Rossi. Ed. Hachette, Buenos Aires, 1958                                                            “Morenada”, de José Luis Lanuza, Buenos Aires.                                                                                                                         “Entre Cortes y Quebradas”, de Pintín Castellanos, Montevideo, 1948                                              “pampeandoytangueando.com”  [BLOG]

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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