Cuando excursioné para España, de mi Argentina natal cargué con el voluminoso arcón lleno de recuerdos, uno de esos baúles confeccionados por las manos artesanales de nuestros abuelos. No recuerdo si alguna vez hurgué en su contenido porque sabía que ahí guardaba sobre todo cosas antiguas, con ese cariño que uno le da a sabiendas que son “imperdibles” por su valor afectivo. Y ¡Oh, sorpresa! Al fisgonear hoy en su contenido encuentro una revista editada en Argentina por la comunidad griega, “Αργεντινής Τύπος” (Argentinís Týpos, o “Prensa Argentina”), y en ella encuentro un artículo sobre los orígenes del tango, escrito por el milonguero argentino radicado en Madrid, D. José Mª Otero, cuyo título y contenido pueden leer a continuación:
El inventor del tango era griego
Se llamaba Dimitri Papanatakis y por antiguos escritos y partituras, acaba de descubrirse que fue en realidad quien inventó el tango, allá por 1870. Incluso el primer tema que compuso y que los griegos bailaban abrazados entre hombres al principio, tuvo connotaciones “pícaras” como pasó luego con los de sus colegas argentinos. Este tango se llamaba Gayinadis vass skolius. La traducción literal sería: “Largá la gayina”.
Este músico era también médico y realizó numerosas excursiones al África en tareas de ayuda, aportando medicinas. Y se llevó la cítara con la que tocaba sus tangos que luego adoptarían los nativos, que fueron quienes a través de sus descendientes lo difundirían en Buenos Aires.
En su honor bautizaron el lago que se encuentra entre Burundi, República Democrática del Congo, Zambia y Tanzania, como “Lago Tanganica”, por la música que introdujo en dichos países.
Otros títulos de su ahora re-descubierta producción, son: “Onagro Katiskas”, que en castellano sería “Agarrate Catalina”, “Pevran Diaperao” (“Soplame la flauta”) o “Jierosuleo dakru” (“Cuidá la manteca”). En homenaje precisamente a este músico, un paisano suyo apellidado Georgalos introdujo en Buenos Aires una golosina llamada “Mantecol”.
Parece que músicos como Francisco Canaro o Luis Alberto Fernández plagiaron partes de su Gayinadis vass skolius y produjeron temas como “El Pollito” o El Pollo Ricardo. “La Cumparsita” no sería sino un plagio de su tango “Al Karajiatis”.
Incluso fue el creador de la milonga. Un día que volvía de una excursión, comprobó que en casa no tenía alimentos. Estaba muerto de hambre hasta que encontró unos chacinados colgados en el patio. Agradecido, inventó una música parecida al tango. La tituló: A Iodokiadis. La traducción sería “Mi longaniza”. Con el paso de los años se fue recortando el título y se quedó en “Milonga”.
por José María Otero
Debo en primer lugar expresar mi admiración por el genial trabajo de investigación del tangógrafo José M. Otero que nos permite –por fin- conocer los orígenes del tango. Pero por otra parte y con el permiso de Otero debo decirle que la misma originó por mi parte la búsqueda de algún otro autor griego. Extiendo mi agradecimiento a la faceta violinística de mi viejo, entre cuyos legados papeles encontré un día dos partituras pertenecientes al griego Alexander Papanicolau, que como todos saben no solo tocaba el violín con delicadeza, era un reconocido científico de las matemáticas. Amó ambas aficiones y engendró el pitagórico tango titulado ο κανόνας του 2 x 3 (“La regla del 2 x 3”) con un ritmo un poco más lento que los tangos actuales pero anticipando, eso sí, el famoso ritmo del 2 x 4; además, de su autoría encontré una milonga, τακάτα κατά την πτήση (takáta katá tin ptísi: “Tocata in fuga”) con su alegre ritmo milonguero.
por César José Tamborini Duca
P.S. “Zorba el griego” es en realidad un tango evolucionado, si lo escuchan bien se darán cuenta que está inspirado en el tango de Francisco Canaro “Pájaro Azul” (acaso una venganza por lo de los pollos, que nos notició Otero) aunque imbuido de un aire de vanguardia al “estilo Piazzola”; su ritmo lo hace apto para bailar como “tango espectáculo”. Pueden escucharlo a continuación:
¡Qué ensalada griega con queso feta! Creo que de ahí salió el tango Gricel….