Tangueando

El conventillo porteño, el conventillo japonés y la corrala española

EL CONVENTILLO

Conventillo en San Telmo

Decía Ferrer “Suburbio proviene de “sub-urbis”, sería la palabra exacta para nombrar las regiones bajas de una ciudad; son los aledaños, el sitio físico donde coexisten los cuartos de pensión, las casas humildes y los conventillos. Ahí normalmente vivía el inmigrante, ya sea el extranjero o el provinciano, gente en su mayoría trabajadora y de buenas costumbres (aunque también podía vivir algún que otro arrabalero”.

Veamos las definiciones de algunos diccionarios:

El “DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ILUSTRADO DE LA LENGUA CASTELLANA – VASTUS” (Ed. Sopena Argentina, 8ª Edición, noviembre de 1949) dice:

Conventillo: m. Arg. Casa de vecindad de ínfima clase.

El “DICCIONARIO ETIMOLÓGICO DEL LUNFARDO” de Oscar Conde (Ed. Taurus, 2004) dice:

Conventillo: m. Casa de inquilinato de muchas habitaciones, en las cuales, con frecuencia, viven hacinadas familias enteras y, algunas veces, personas solas o parejas, todos de pobre condición. // hacer conventillo: alborotar, chismear (Del esp. Conventillo: casa de vecindad).

Asimismo José Gobello en “TANGOS, LETRAS Y LETRISTAS. Diccionario del lenguaje del tango” (Editorial Plus Ultra, 1996), aplicando el ‘yeísmo’ dice:

Conventiyo: casa de vecindad de aspecto pobre y con muchas habitaciones en cada una de las cuales vive un individuo, o varios, o una familia. 

En conclusión el conventillo es un tipo de vivienda colectiva, una construcción con muchas habitaciones que se alquilaban, y podían ser habitadas por hombres solos o por familias. Hace muchos años conocí uno en el barrio de San Telmo, donde la vivienda del amigo constaba de una pieza a la que se accedía por un largo pasillo que tenía varias puertas de acceso, cada una de las cuales correspondía a una persona o familia. Esa habitación hacía las veces de cocina también, con un simple calentador ubicado sobre una pequeña mesa. Al final del pasillo estaba el baño y lavadero, que era común para todos los inquilinos (al menos, los de ese sector del inquilinato).

 patio de conventillo – calle Balcarce (Dibujo de A. Rossi)

Generalmente en tiempos anteriores habían sido grandes casonas, que por el abandono (pese a su ubicación en zonas urbanas) se fueron deteriorando y perdieron su calidad y categoría social. Solían tener un patio central rodeado de galerías con una doble fila de habitaciones en la planta baja y en uno o dos pisos superiores. En las galerías había puertas de acceso a las habitaciones que con el paso del tiempo se convirtieron en esas viviendas colectivas, generalmente ocupadas por inmigrantes, ya sea extranjeros o de las provincias interiores.

En Argentina y Uruguay fue el primer hogar de muchos inmigrantes recién llegados de la inmigración europea al país. En él se mezclaba gente de todos los idiomas y nacionalidades, principalmente italianos y españoles. Por la gran inmigración italiana, muchos de los conventillos se situaron en los barrios de San Telmo y -principalmente- La Boca, donde estaban construidos sobre pilotes de madera para evitar las inundaciones. La pintura característica que tenían eran sobrantes de pintura del calafateado de los barcos.

Conventillo en La Boca

Fue caldo de cultivo para la cultura popular, expresada en el tango y los sainetes, entre los que merecen destacarse las obras de Alberto Vacarezza: “Tu cuna fue un conventillo” (1920) y “El conventillo de la paloma” (1929). Este último estaba ubicado en Villa Crespo, entre las calles Thames y Serrano (hoy Jorge Luis Borges)

En Montevideo, Uruguay, fue célebre el Conventillo Mediomundo, ubicado en la esquina de las calles Zelmar Michelini y Carlos Gardel (ex-Isla de Flores), cuna de la cultura afro-uruguaya y el candombe. Fue construido en 1885 y elegido para filmar escenas de las películas argentinas “Fantoche” y “Viva la vida”; enésta última, dirigida por Enrique Carreras, la acción de un episodio transcurre en el conventillo y sus moradores y vecinos fueron incluidos como extras.

Conventillo en Montevideo

El tango en el conventillo, en época de carnaval

Respecto al tango no podía estar ausente en las descripciones de un barrio o de un conventillo, o los dos simultáneamente como ocurre en el tango “Ventanita de arrabal”, que expresa: “En el barrio Caferata / en un viejo conventillo / con los pisos de ladrillo / (…). Aquél que solito / entró al conventillo / echado en los ojos el funyi marrón”…

También lo nombra el tango “El Conventillo”, mencionando “Yo nací en un conventillo / de la calle Olavarría,” (y menciona también los) “viejos patios de ladrillos” (para finalizar contando que ahora -que está en el debe de la vida- como ‘enganchó’ una mina con mucho dinero, anda) “en un auto polenta,/ diqueándome noche y día” / (sin saber los que lo están envidiando), “que nací en un conventillo / de la calle Olavarría”.

Conventillo en Buenos Aires hacia 1903

Tango “El Conventillo” por Edmundo Rivero:

El tango “Oro muerto” (de Navarrine, también titulado “Jirón Porteño”) lo menciona: “El conventillo luce su traje de etiquetas; / las paicas van llegando dispuestas a mostrar, / que hay pilchas domingueras, que hay porte y hay silueta / a los garabos reos deseoso de tanguear”…

También lo mencionaba Ferrer cuando decía …”El ‘tango de la casera’ que cundió sobre Buenos Aires entre 1870 y 1880, fue una manera de denunciar que habían en la ciudad mas de mil quinientos conventillos a cuatro vecinos por pieza”…  (“Tango Discusión y Clave”, Ernesto Sábato, Losada, 3ª Edición, 2005, pág. 105)

Como vimos el conventillo se encuentra presente en el teatro a través de los sainetes, y también en el tango. Rescataré ahora algunos versos de seis poemas escritos por Evaristo Carriego en su poemario “Misas Herejes” (Editorial Tor, 5 de noviembre de 1946)

  • En “La Viejecita”: …”llantos que caen como un consuelo / sobre las llagas del conventillo”… (pág. 68).
  • En “El Guapo”: …”su pieza, amenaza de algún conventillo, / es una academia de ágiles visteadas”… (pág. 70).
  • En “Los perros del barrio”: …”de noche, consuelan la angustia infinita / de las incurables que en los conventillos / dulcemente lloran a la Margarita”… (pág. 81).
  • En “Imágenes del pecado”: …”Pubertad de conventillo / que, en su génesis, halaga / la teoría lamentable / del harapo y de la llaga,”… (pág. 95).
  • En “Visiones del crepúsculo”: …”un rumor de canciones resuena / en el patio del conventillo de enfrente, / que, en ritmos alegres, oculta una pena”… (pág. 98).
  • En “El velorio”: …”Como habla del duelo todo el conventillo / vienen comentarios desde la cocina, mientras el teclado de un ronco organillo, / más ronco y más grave solloza en la esquina”… (pág. 124)

Me gustaría remarcar, eso sí, que si el conventillo era un tema frecuente en los poetas inspirados por Carriego, también lo era el organito, y cito como ejemplo “El último organito”, “Organito de la tarde”, “Corto de genio”, “Organito callejero” y algunos otros que en este momento no me vienen a la memoria.

En tiempos carnavalescos solía ocurrir que se presentaran espontáneamente en el conventillo algún gaucho guitarrista acompañado por otro, aficionado al acordeón; generalmente eran acompañados por una cohorte de mascaritas, entre ellas varias mujeres, y se armaba una milonga flor donde se entreveraban chiruzas de moral dudosa con el malevaje del suburbio. Veamos la descripción que hace Manuel Gálvez de uno de esos bailongos:

“…Mientras, de la guitarra y el bandoneón surgían las frases compadronas de un tango. Era una música sensual, canallesca, arrabalera, mezcla de insolencia y bajeza, de tiesura y voluptuosidad, de tristeza secular y alegría burda de prostíbulo, música que hablaba en lengua de germanía y de prisiones, y que hacía pensar en escenas de mala vida, en ambientes de bajo fondo poblados por siluetas de crimen. La melodía era de líneas desiguales, tan pronto unida como cortada, recta como sinuosa. Se hacía rígida para quebrarse enseguida. A veces se precipitaba para interrumpirse de súbito, o marcaba golpes rítmicos y duros para deslizarse al fin oscuramente.

carnaval en Uruguay

Y a su encanto adormecedor y turbador, a su sabor, que mareaba como un vino fuerte y espeso que emborrachaba los sentidos, todo el patio bailaba. Las parejas se movían con lentitud pesada. Se bajaban, se alzaban, torcían a un lado y luego a otro, seguían tiesas caminando rectamente, y al fin se detenían para hamacarse hacia adelante y hacia atrás, en siluetas grotescas, cada hombre pegado a su compañera: ellas, graves y con los párpados entornados, y ellos con miradas torvas bajo sus chambergos de alas grandes que les caían sobre los ojos”. (“Historia de Arrabal”. Manuel Gálvez, Editorial Tor, Bs. As., 1950, pág. 63 y 64).

LA CORRALA

En España este tipo de viviendas tenían la denominación de “corralas” (seguramente derivada de ‘corral’), muy bien descriptas por Benito Perez Galdós, como veremos más adelante. Pero podemos decir que constaban de una fachada por lo general estrecha con un portalón que da paso al patio o corral que es el centro vital de la corrala. Una escalera permite ir subiendo a los pisos, cada uno de los cuales dispone de un corredor  (galería abierta o pasillo balconado que a veces llega a rodear todo el patio) con entradas a las pequeñas viviendas que tipifican esta construcción.

Aunque este tipo de viviendas de corredor varía dependiendo de la figura que presenta su planta, el modelo más habitual dispone de corredores en torno a un patio central siguiendo el dibujo de la planta en forma de U o de O. Las viviendas eran oscuras, mal ventiladas y minúsculas. En el Madrid preindustrial del siglo xix, estos inmuebles permitieron albergar a las numerosas familias llegadas a la capital en busca de trabajo. De ahí que la mayoría de las corralas se encuentren en barrios próximos a antiguas zonas fabriles de la capital española.

Podemos leer la descripción que hace Galdós en su obra Fortunata y Jacinta:

«…«Aquí es» dijo Guillermina, después de andar un trecho por la calle del Bastero y de doblar una esquina. No tardaron en encontrarse dentro de un patio cuadrilongo. Jacinta miró hacia arriba y vio dos filas de corredores con antepechos de fábrica y pilastrones de madera pintada de ocre, mucha ropa tendida, mucho refajo amarillo, mucha zalea puesta a secar, y oyó un zumbido como de enjambre. En el patio, que era casi todo de tierra, empedrado sólo a trechos, había chiquillos de ambos sexos y de diferentes edades. Una zagalona tenía en la cabeza toquilla roja con agujeros, o con orificios, como diría Aparisi; otra, toquilla blanca, y otra estaba con las greñas al aire. Esta llevaba zapatillas de orillo, y aquella botitas finas de caña blanca, pero ajadas ya y con el tacón torcido. Los chicos eran de diversos tipos. Estaba el que va para la escuela con su cartera de estudio, y el pillete descalzo que no hace más que vagar. Por el vestido se diferenciaban poco, y menos aún por el lenguaje, que era duro y con inflexiones dejosas”…

En “LA BUSCA” de Pío Baroja también se encuentra una mención de la “corrala”, pero ésta descripción se encontrará en otro artículo posterior correspondiente a la categoría “Relatos y crítica literaria” , a desarrollar en fecha todavía no establecida.

 Corrala en Lavapies, Madrid

EL CONVENTILLO JAPONÉS

Tal vez lo más parecido al conventillo porteño se da en la ciudad japonesa de Kagoshima, en un edificio de 6 plantas, la “Nagayo Tower”, donde existe una comunidad de vecinos de distintas edades muy cerca del río Masatoshi.

Los artífices de este proyecto se inspiraron en las antiguas nagayos del período EDO japonés, que “constituían un estilo de vida colectiva donde convivían desde niños hasta ancianos, familias completas o gente soltera, en una casa grande compartimentada donde se generan vínculos, dando lugar a conversaciones mientras se hacían diversas tareas, todo alrededor del pozo común”.

Nagayo Tower

Es un proyecto o modelo de vida comunitaria que estimula las relaciones inter generacionales. Al estar diseñado en forma de V, sin separaciones entre los balcones originando de esta manera un “pasillo” común, se fomentan las relaciones pues se propician el saludo y las conversaciones.

Conviviendo en una misma casa, sin lazos de sangre pero de manera independiente, se fomenta una interacción que propicia se ayuden entre ellos cuando es necesario.

El proyecto del Dr. Haruhico Dozono -que comprendió el aislamiento social y soledad de sus pacientes con trastornos mentales- tuvo la finalidad de crear las condiciones para la interacción humana y propiciar esos lazos de convivencia entre distintas generaciones, con espacios comunitarios e instalaciones compartidas.

Vista aérea de la “V»

Y Vacarezza propone:

“Un patio de conventillo,

Un italiano encargao,

Un gallego retobao,

Una percanta, un vivillo;

Dos malevos de cuchillo,

Un chamuyo, una pasión,

Choque, celos, discusión,

Desafíos, puñaladas,

Espamento, disparadas,

Auxilio, cana… telón”.

Fuentes:

*Revista “El País Semanal”, 17 de septiembre de 2023, pág. 50 y siguientes.

*Wikipedia

*Otras, mencionadas en el texto.

Colofón: interesante modalidad de combatir la soledad en quienes padecen aislamiento social.

César J. Tamborini Duca

Académico Correspondiente para León

Academia Porteña del Lunfardo

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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