Historia de Venado Tuerto
Con motivo del “Día de la Tradición” (10 de noviembre), en el año 2014 la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Venado Tuerto (Provincia de Santa Fe) organizó un Concurso Literario con el objeto de enaltecer la fecha. Me presenté al mismo con el cuento “Monólogo matero del Viejo Vizcacha”.
Por ese motivo recibí de la mencionada Dirección de Cultura, además del Diploma obtenido por mi participación, dos hermosas láminas que describen, en un caso el hecho fundacional de la localidad de Venado Tuerto; mientras que la otra lámina registra la Marcha de San Lorenzo y las circunstancias en que fue ejecutada por primera vez, así como los autores de la letra y la música que podrán conocer a través de este artículo.
Expongo entonces el cuento de mi autoría, el Diploma obtenido, y las dos láminas mencionadas.
EL VIEJO VIZCACHA
Esto me lo contó en los pagos del Tuyú un gaucho que como tal se conocía toda la llanura pampeano-bonaerense y parte de su gente. Se llamaba Prudencio Laguna, pues sus padres quisieron homenajear con su nombre al patrón, don Prudencio Rosas, en cuya Estancia se desempeñaban cuando nació.
El Viejo Vizcacha se llamaba Francisco Bramajo y había sido Mayordomo en la estancia “Las Víboras” que perteneciera al otro Rosas, don Juan Manuel, y sus primos los Anchorena; pero después de matar a su mujer se convirtió en un solitario ermitaño, habitando un rancho que por su abandono era más bien tapera.
“Llegué con la tropilla de paso para Chascomús; una de las yeguas rengueaba y al viejo lo habían ponderado como “sanador”. Salió a mi encuentro caminando como los loros, por su costumbre de estribar entre los dedos, que apoyaban en un nudo donde terminaba el ación, invitando a sentarme a la sombra de un paraíso, del que colgaba una jaula con un mirlo que emitía algunos sonidos y era la estampa del viejo: plumaje negro como su alma, y el pico amarillo como reflejo de su envidia; porque el viejo era mañero, envidioso, de carácter hosco y la suciedad y abandono que trasuntaba era el espejo donde se contemplaba su alma”.
“Se puso a tomar mate –me siguió contando Prudencio- pero no le acepté el convite por ciertas cosas repugnantes que hacía, seguramente con la intención que yo no lo aceptara; y mientras charlábamos hacía dibujos en el suelo apisonado de tierra, con un palito.
Entonces dijo Vizcacha que “estando de paso en el Azul y habiendo fiesta, me acerqué adonde se disputaría una cuadrera. ¡Si viera los fletes que había! El ‘tostao’ de Rosendo y el ’oscuro’ del vasco Aldasoro copaban la atención de la paisanada y las apuestas eran considerables. Yo me jugué todos los grullos al parejero de Rosendo y cuando llegué de regreso a “Las Víboras” le asiguro que en el tirador no me cabían más patacones”.
“Yo la quería a mi china, ¡vaya si la quería! Pero cuando pasó el turco Salomón con su carromato vendiendo ropa y chucherías y me pidió dinero –sabiendo lo que yo había ganao en las cuadreras- para un corte de género, me negué sólo para hacerla renegar, vea, porque ansí enojada era cuando más linda se ponía”.
“Al día siguiente le pedí me cebara unos cimarrones mientras yo sobaba unos tientos. Asigún creo lo hizo a propósito para vengarse por lo del turco: me dio un mate frío. ¡Pa’ qué mi amigo!, la crucé de un talerazo con tan mala suerte que cayó golpiando la cabeza con una piedra. Y áhi nomás se me murió. Dejé todo, abandoné el mundo, y aquí me tiene sin ningún interés por lo que pasa en la vida”.
“Mientras el viejo seguía mateando sus cimarrones, reemprendí la marcha con la yegua todavía rengueando –aunque por pocos días- pero con unas ganas tremendas de llegar al próximo puesto o poblado para disfrutar unos mates. Eso sí, cebados con educación”.
Premiado con DIPLOMA MENCIÓN DE HONOR por la Dirección de Cultura de Venado Tuerto (provincia de Santa Fe, Argentina) en el Concurso Nacional de Narrativa “DÍA DE LA TRADICIÓN”
Marcha de San Lorenzo
César J. Tamborini Duca
Gracias, muchísimas gracias amigo César por esta singular narración gaucha. Sorprendente y muy humana a pesar de la rudeza del hombre: «Y áhi nomás se me murió. Dejé todo, abandoné el mundo, y aquí me tiene sin ningún interés por lo que pasa en la vida”.
Fue un accidente que nunca imaginó, y que también a él, le costó la vida… Cosas que pasan, como dice ese otro gaucho inmortal Don José Larralde.
Un abrazo muy estrecho desde Medellín
Joaquín E. Álvarez J.
Si la memoria no me falla, creo que había leído o me has contado esta historia César. Y yo siempre llevo todo a Rosario!
Aún estando en Baldissera y luedo desde el 54 en esa maravillosa ciudad, escuchábamos en casa con devoción, después del almuerzo, al Viejito Vizcacha que salía por LT3 Cerealista a las 2 de la tarde, 15 minutos. Lo hacía el actor rosarino Eduardo Ricart, ya mayorcito entonces y aún más cuando llegué a conocerlo una década después. Cuando el reloj iba llegado al cuarto de hora el Viejito Vizcacha decía siempre, todos los programas… «A llegao laura» a lo que el locutor de turno, ya más en mi época un buen amigo cercano en edad, Matías Álvarez, hijo de uno de los dueños del famoso «Estadio Norte» donde había basquet y boxeo, le preguntaba… «pero viejito… no la veo a Laura…» y cada vez nombraba a una locutora o artista rosarina con ese nombre y Ricart le respondía… » a llegao laura dirse!»
Su hija cuyo nombre se me ha borrado me atendió durante más de una década cuando iba a la discoteca de la radio, dos pisos arriba, a seleccionar los LP para La Ronda de los Tangos. Siempre recordábamos a su padre que ya había fallecido.
Tienes la costumbre que removerme los recuerdos César… avanti con estos bien amasados artículos históricos, de cosas que se nombran poco
Y se me olvidó decir que con la agencia de Publicidad Studio Simeoni tuvimos clientes muy importantes en Venado Tuerto, que es una preciosa ciudad con aromas bonaerenses siendo santafesina. Si nombro uno solo, quedo mal con los otros. Y también amigos de allí, de mi pueblo que fueron a vivir allí, de jóvenes que vinieron a Rosario a realizar carreras universitarias…. y ahora Chiqui Ledesma, la famosa cantante!
Es posible que lo hayas contado: se llama Venado Tuerto porque allí estaba uno de los fuertes que se fueron implantando de Roca para aquí, porque cuando un malón se acercaba sin que sus habitantes todavía lo escucharan por el aire o redoblar en la tierra… un venado que una flecha le había dado en un ojo tiempo atrás, venía corriendo al fortín, lo dejaban entrar y se preparaban con armas para la defensa…. avanti!
Gracias Joaquín que desde Medellín te interesas por nuestras cosas. Gracias Eduardo por complementar el artículo con tu reconocida sapiencia. Un abrazo para ambos.