LA GUITARRA. En muchas ocasiones pensé lo maravilloso que sería tener una guitarra, abrazarla con pasión y pedirle con mis dedos que exhalara suspiros de su amor sentido con el rasgueo de sus cuerdas. Como ello no se concretó me desquito pluma en mano con versos que -aún sin ser sublimes como el instrumento- tratan de paliar una carencia.
EL PAISANO Y SU GUITARRA (milonga surera)
No soy hombre que me encojo
a la primera versiada,
no me escuendo y abran cancha
que si quiero hacer pata ancha
den por segura patriada
que con la viola, en la cancha
presentirán que me enojo.
Voy con manos desatadas,
Y aunque si llueve me mojo
sólo me cubren frazadas
que la china, con hilacha,
me las tejió pa’ su antojo.
Pero si el sol me calienta
tras la nube, despejando,
viendo llorar la llanura
con el rocío, festejando
en el trigal, su bravura,
el guitarrear ya me tienta.
Y si a cantar me convida
sea quien sea en la ocasión
vaya sabiendo, si envida,
pues con guitarra retruco:
que pa’ versear “relación”
le respondo «flor y truco».
A esta milonga doy fin
punteando con la bordona
el que tenga oído que oiga
cómo se queja llorona
la cuarta, y después me diga
si se escuchó hasta el confín.
Y pa’ guitarra, la de Juan Sosa:
En tertulia improvisada pos-parrillada, Juan Sosa nos entretiene -cual «gaucho entretenido»- con su voz y su guitarra; magnífico amigo que desde Madrid viajó a León con su esposa para asistir a la presentación de mi libro «Pasión y Muerte de Nuestro Señor de las Pampas» y compartir el asado en Veguellina.
César J. Tamborini Duca