El regreso es el tiempo que no achica esta ausencia que tenemos, en la que el rostro es el espejo de ese tiempo y en que la vida es como un tiento al que se le van agregando nudos: tiento trenzado por manos gauchas, que tiene una extensión inicial y se va acortando a medida que agregamos nudos, como si cada uno de ellos fuese una estación en ese largo recorrido por la vida, y al regresar y observarnos en el espejo …nos damos cuenta que esos nudos no se deshacerán porque hemos envejecido.
Si habré desandado leguas
en un caballo barcino
galopándolo con tino
para evitar que se aplaste
antes de encontrar la aguada
o el ranchito de la amada.
Trajinando ese camino
en el regreso a la tierra
cruzando pampas y sierra
hasta llegar a destino.
Recorriendo mil senderos
enclavado en las entrañas
porfiando cada mañana
en superar los esteros.
En La Pampa el caldenal
fue aproximando al regreso
a esos pueblos que el progreso
despojó del arenal.
Y el son de la tierra amada
que hace gemir a la prima
de la guitarra argentina
me recibe en la alborada.