Pampeando

Colonia La Indiana

COLONIA LA INDIANA, LONQUIMAY. Sus pobladores

Familia Duca en el campo

Es mi deseo dedicar este recuerdo a mis amigos de infancia, tales Jorge Gutiérrez, Carlos y Oscar Gómez, Oscar Carnicelli, Marta Arangoa, “Negro” Crespo, Tomas Pensotti, Pedrito Gette (Yeti), Edicta Crivelli, las chicas de Barbarena y de Pignata, las de Montero, los Tapia, Álvarez, y seguramente mi memoria ya no es tan buena como para recordar todos los nombres después de ‘una ponchada’ de años de ausencia. Otros que por edad no compartí estudios ni juegos pero que con el tiempo hubo un sincero acercamiento, como Amílcar Fiorucci. Pero en general, para todos los paisanos lonquimayenses.

Son nombres de mi memoria

los que conservo en la historia;

son nombres que yo recuerdo

porque entoavía estoy cuerdo;

pero si olvido de alguno

le ruego, paisano amigo

que aumente usté mi recuerdo.

Recuerdos de La Pampa: Tango para piano, de Alfredo Bevilacqua, en pianola por Horacio Asborno:

https://www.youtube.com/watch?v=TFQFRdAJbC0

Y a mi memoria también acuden palabras, dichos, como campos volados, que se denomina a campos que, a causa de temporales de viento, se presentan a la vista “sin tierra” (arrastrada por el viento), invadida por el polvo y la arena. El benteveo, pájaro que acostumbra posarse sobre el lomo de los toros aunque éstos marchen. Su canto imita en cierto modo las palabras bien te veo.

En mi memoria retengo como pobladores de la Colonia LA INDIANA los siguientes gringos, vascos, leoneses, pero todos paisanos argentinos:Hago la salvedad que gringos se llamaba a los italianos; también había en el pueblo muchos oriundos de León, pero recibían el gentilicio de gallegos, como en general todos los españoles.

 Foto: Claudia Visbeek

En la foto, proporcionada por Claudia Visbeek: Julio Visbeek, Pablo Garabelli, José Duca, Francisco Duca, Abelardo Barriada, Pepe Barriada, Antonio Meluso, Luis Camiletti. Adolfo, Pedro, Enrique, Amalia Camiletti; Néstor y Luis Arangoa, Oscar Milano, Teodoro Visbeek, José Macrino, Tarquini, Grasso….

COLONIA LA INDIANA (poema gaucho) por César J. Tamborini Duca

Aunque no soy muy alvertido

sé rispetar a la gente

y puedo cantar redepente

las cosas que yo he vivido.

Como el sol, he madrugao

camino para el corral

donde resopla el bagual

que permanece encerrao;

donde en otro corralito

berrea el ternero mamón

asujetao con un tiento.

Yo me siento en un cajón

y a la ubre me le priendo;

sale la leche espumosa

con la que, en senda espinosa,

regreso al rancho que arriendo.

Ya la lumbre está encendida

y en la rueda ronda el mate

mientras maúlla en el catre

una gata, sorprendida.

Las gallinas cacarean,

van al campo las peonadas

pa’ reparar alambradas

y otros las yeguas arrean.

Monta el moro aquel pioncito

pa’l recuento de la hacienda

no vaya ser que se pierda

por descuido un ternerito.

Ata al arao la tropilla

el gringo-vasco-argentino;

con gran cuidao la tordilla

y el oscuro borravino,

para el sulky preferidos

si para el pueblo rumbea

a comprar cosas, no vea

los géneros alquiridos.

Del patrón, ya jue’l sobrino

al cuadro del alfalfal

-julepeado de un zorrino-

pa’ arrancarle con sus puños

como hiciera en el trigal,

las malezas de abrepuño.

Pa’l gallinero fue Pocha

ande anidan las gallinas;

prieta como sardina

estaba la clueca mocha.

Y cultivando manzana,

tomates, apio, sandía,

ansí se pasan los días

en la COLONIA LA INDIANA.

LONQUIMAY

Cuando la noche aún no ha descorrido su soporífero manto de estrellas y el silencio es rey y la soledad señora; mientras el sol no pudo aún sacudir su modorra para enviar los vitales rayos luminosos que hagan cantar de regocijo al gallo tempranero en agradecido saludo, parte ya para el redil con su tambor a cuestas, hacia el aprisco donde pernoctan las vacas lecheras y sus terneros, separados éstos en corralito anexo. Después del desayuno con mate cocido y la espumosa leche recién obtenida, procede a uncir los caballos al arado para comenzar a sacudir la pseudo inercia de la tierra con latigazos de sudoroso anhelo, mientras los gusanos atisban desde las ventanas de su removido refugio y los chimangos revolotean en cacería fructífera. Siempre así, en una interminable sucesión de días para arar, sembrar, cosechar y, entre una y otra tarea, cotidianas ocupaciones: marcar animales, reparar alambradas cuando la furia del pampero empuja cardos rusos contra las mismas derribándolas, arreglar maquinarias, el molino, la tranquera, el apero.

   

En el plano se observa Colonia Catriló, Colonia Quintana y Estación Lonquimay, Colonia Uriburu; encima de ésta, Laguna Lonquimay (mapa 1911)

Esta era la vida de los primigenios habitantes de mi pueblo, fundado el 19 de junio de 1905 en tierras adquiridas a D. Francisco Madero, que fuera Vicepresidente de la Nación con Julio A. Roca y fue bautizado Pueblo Quintana en honor del Presidente Argentino de entonces, D. Manuel Quintana. Crisol de razas desde sus orígenes, la herencia hispana nos ofreció la poesía en la pluma de uno de los grandes poetas de La Pampa, Julio Nery Rubio, mientras la itálica nos proporcionó la mecánica en una familia de automovilistas cuyo máximo exponente, Juan Tamborini, se medía en las pistas con Alfredo Pian, Froilán González y tantos otros, caído trágicamente en 1953 en el circuito LOS TOBOGANES (Esperanza, Santa Fe) después de coronarse Campeón Argentino; su hermano Ernesto (Poroto) y su primo César también fueron ases en el automovilismo pampeano.

Cuna asimismo del “Haras Lonquimay” de Francisco Vilacoba, de donde se enviaban potrillos que corrían en las pistas de Palermo. Los peninsulares, ya sea hispanos o itálicos –gallegos o gringos-, procedían de Cataluña, Emilia Romaña, País Vasco, Asturias, Ternate, Casares de Arbas y otros sitios de León, etc.

Al año de su fundación ya se conocía con su nombre actual, de origen mapuche: “Lonquimay”; y como ni los más antiguos pobladores se ponen de acuerdo sobre el significado del mismo, quiero aportar mi granito de arena indagando en su etimología y haciendo uso de la semiótica.

La mayoría hace derivar el topónimo de “lonco”, que significa cabeza (en sentido anatómico y de liderazgo). Sin embargo hay quienes dicen que deriva de “lom” que significa profundo, hondo; para éstos “lonqui” sería un diminutivo que significa ”hondito”, pues haciendo hincapié que en Neuquén hay un arroyo poco profundo que se llama “lonquito” y que existe en Lonquimay una laguna de escasa profundidad, interpretan que el topónimo significaría “Hondonada no profunda”.

Enrique Stieben relaciona “may” como ratificación o afirmación, lo que significaría “donde están los caciques”, aunque en este caso debería anteponerse, debería ser “Maylonco”, pues en este caso sería un adverbio que significa ‘si’, ‘bueno’, ‘ya’. Estanislao Zeballos supone que “may” sería deformación de “mari” (significa 10), traduciendo entonces por “Diez Cabezas” o “Diez Caciques”. 

May (=Man) también significa salir airoso o tener suerte, por lo que algunos le atribuyen “Cacique con suerte” o “La suerte del Cacique”. Pero ocurre que May (o Maya) también significa río y los que interpretan esto lo consideran “Cabeza de un río” (inexistente, por otra parte). No debemos olvidar que “lonco” se denomina también a las espigas, porque es la “cabeza” de las gramíneas, y haciendo referencia al sitio fértil para el cultivo de trigo y centeno, bien pudiera significar “Donde hay espigas”.

Personalmente me inclino a interpretar que “LONCO” significa cacique y “MAY” es una conjunción copulativa que significa “pues”, “en verdad”, y como conjunción copulativa es pospuesta (salvamos así el inconveniente con que nos encontramos en la interpretación de Stieben) ¡Y ahí la tenemos entonces en LONCO MAY! Es como si dijésemos “En verdad, cabeza” o lo que es lo mismo “En verdad, cacique”, que sería como decir “DONDE ESTÁ EL CACIQUE”. Claro que esta interpretación la formulo avalada por la historia, y me voy a remitir a recuerdos de infancia, allá por 1948 o 1949 cuando oía mencionar a un tal Pincén, poblador del lugar y descendiente del famoso cacique; pero más aún a las memorias del capitán Manuel

Prado quien fue unas veces testigo y otras protagonista de hechos que relata en su libro (“Conquista de La Pampa – Cuadros de la guerra de frontera”, Biblioteca del Suboficial, Bs.As., 2ª edición, 1935, p. 28 y 29. <La 1ª edición data del siglo XIX>).

Recordemos que el Regimiento 3 de Caballería de Línea tenía tropilla de caballos de un mismo pelo, más de 300 “blancos” que eran el orgullo de su jefe, el coronel Conrado Villegas (o el “Toro” Villegas, como lo llamaban los indios en reconocimiento a su bravura) siendo su fama tal que eran conocidos como “los blancos de Villegas”..

El 18 de octubre de 1877 los indios de Vicente Pissen (Pincén) robaron mediante una estratagema toda la caballada a Villegas, quien ordena al Mayor Sosa salir en su persecución y no regresar sin los mismos; salen de Trenque Lauquen y luego de una marcha de 40 leguas hacia el suroeste atravesando “la zanja” llegan el 21 del mismo mes a “una toldería levantada en el bajo de una laguna (Loncomay) rodeada de monte”. En media hora de lucha y tomados por sorpresa, sólo logró escapar a caballo en pelo uno de los 52 indios que había, muriendo los otros 51 y recuperándose la caballada, que llega de regreso a Trenque Lauquen el 24 de octubre.

En la página 63 del mismo libro se lee que Villegas sale de Trenque Lauquen el 8 de noviembre de 1877 rumbo a la laguna de Sanquilcó (o “Ranquil có” = agua de cortaderas), escala en su marcha hacia las tolderías de Pincen. A las 2 de la mañana del 11 de noviembre estaban a media legua de LONCOMAY, donde se encontraba la toldería.

Por lo que antecede me atrevo a sugerir que el nombre Lonquimay debería ser interpretado como el sitio “DONDE ESTÁ EL CACIQUE”.

(Lonquimay, lo había publicado en la Revista Argentinos de León, Nº 3, febrero de 2008, pág. 20. Asimismo, una parte del artículo había sido publicado anteriormente en el Boletín Nuestro Colegio del Instituto San José, de Morón, SEMBLANZAS PAMPEANAS, Agosto de 1971, págs.. 14 y 15. Posteriormente muy ampliado en el Ensayo TOPONIMIA HISTÓRICA DE LONQUIMAY).

Ensayo Toponimia Histórica de Lonquimay:

      

César J. Tamborini Duca

Académico Correspondiente para León

Academia Porteña del Lunfardo

Academia Nacional del Tango

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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