Ana Perichon, más conocida como “La Perichona” o “Madame Périchon”, nació en 1775 en la Isla de Borbón (actualmente Isla Reunión, una de las que conforman el archipiélago de las Mascareñas) y murió en Buenos Aires el 1 de diciembre de 1847 siendo sepultada en el Cementerio de la Recoleta. Tenía la nacionalidad francesa y argentina. La deriva de su apellido Périchon a “La Perichona” se debió a su similitud con una famosa artista que deleitó a Lima, su cuasi-homónima la “Perricholi”, de quien hablaremos más adelante.
Si bien no era argentina de nacimiento, lo era por adopción y sentimiento y –en determinados momentos de nuestra historia- llegó a trascender del ámbito puramente social. Pero veamos cómo comenzó todo. Dice el escritor francés Paul Groussac en su libro “Santiago de Liniers” que a principios del siglo XIX llegó a Buenos Aires una familia francesa compuesta del matrimonio cuyo jefe de familia era Jean Baptiste Périchon de Vandeul, casado con Juana Magdalena Abeille.
Componían la familia además del matrimonio 3 hijos varones y una joven y deliciosa muchacha de 20 años, Anita, nacida en la Isla Mauricio y a la que el poderío económico de su familia le permitía lucir su elegancia a la “encantadora criolla”, como la denomina (seguramente por el lirismo con que escribe) pese a su origen francés. No creo en un error en este caso, aunque sí lo hay en el nombre de su padre, ya que el verdadero era Esteban Armando Périchon de Vandeuil.
Pero Vicente Osvaldo Cutolo lo considera un error y además menciona otros expresando su deseo de “poner en claro los errores cometidos por el eminente biógrafo Paul Groussac (…en el) libro titulado Santiago de Liniers, Conde de Buenos Aires”.
No creo en un error de Groussac ya que él sabía muy bien su origen francés, pues al decir “la seductora criolla” lo entiendo en un sentido psico-afectivo, ya que vivió en nuestro país desde que llegó en 1797 hasta su muerte en 1847. Es decir 50 años con algunas breves ausencias en Brasil, pero no por su voluntad sino por haber sido expulsada. Eso impulsaría al escritor llamarla “criolla” sin temor a cometer un engaño, máxime si tenemos en cuenta también el lirismo con que está escrito su libro.
Dice Cutolo que ”Para corroborar la exactitud de su nombre, leamos parte de la partida de matrimonio de Esteban Armando Périchon de Vandeuil, nacido en París en 1746, que dice textualmente: «Hoy nueve de julio de mil setecientos setenta, yo el infrascripto certifico haber dado la bendición nupcial en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Angeles, de Pondichéry, al señor Esteban Armando Périchon de Vandeuil,…”
El matrimonio tuvo 4 hijos; María Ana, la última, que vio la luz en la Isla de Borbón (ahora Isla Reunión) hacia 1775. Por lo tanto, no fue en la Isla Mauricio, como anota Groussac”.
(Sin embargo el acta de defunción y en la planilla genealógica –como podemos apreciar- dice natural de Mauricio y esa acta fue necesariamente el que hizo que Groussac diera ese sitio como lugar de nacimiento).
Jean Périchon puso una casa de negocio y pese al exotismo que representaba la familia en la rígida aldea colonial fue admitida sin reservas. Al poco tiempo murió el padre y todavía Anita no había concretado ningún noviazgo, pese al prestigio que gozaba en tertulias varoniles donde no faltaban galanteos. Pero en 1804 llegó a estas tierras Edmundo (en realidad, Tomás) O’Gorman, joven irlandés sobrino del protomédico del mismo apellido emparentado de una joven que tendría gran trascendencia 30 años después, como vimos en https://pampeandoytangueando.com/mujeres-argentinas/camila-ogorman-i/ y en https://pampeandoytangueando.com/mujeres-argentinas/camila-ogorman-y-ii/
Ingresó al país con una licencia real de 6 meses, pero al conocer a Anita se encendió su pasión, y antes de esos 6 meses eran marido y mujer**. Aunque para ella tal vez no fuera suficiente o no se contentaba con un solo marido, si tenemos en cuenta devaneos que se le atribuyen durante las invasiones inglesas con el coronel Burke (y otros), o con el mismísimo Jefe de la Reconquista al que –dicen- arrojó su pañuelo bordado desde su balcón de la calle de La Merced y San Nicolás. El virrey Liniers participaría en cacerías con la favorita, en paseos, tertulias en su casa. En la pacata Buenos Aires colonial, los amores del viudo cincuentón que fue héroe de la Reconquista con la bella criolla-francesa Anita Périchon significó un auténtico escándalo que tuvo derivaciones políticas.
Vamos a cotejar otros errores atribuidos por Vicente Cutolo en el artículo mencionado, como el nombre del marido (Tomás en lugar de Edmundo) además que no debería llevar la O’ precediendo su apellido Gorman; veamos lo que escribe Cutolo:
“Anita contrajo nupcias en Ville de Port-Louis, en la Isla Borbón, el 12 de febrero de 1792, con Tomás –llamado también «Edmundo» por Groussac- según la partida de matrimonio que exhumamos: «El 12 de febrero de mil setecientos noventa y dos, después de un buen anuncio por primera y última vez, en la plática de la Misa Parroquial de fecha 29 de enero último, sin que se haya encontrado ningún impedimento u oposición del futuro matrimonio entre Thomas O’Gorman, nativo de la Parroquia de San Miguel Arcángel de Enecif en Irlanda, Condado de Clare, Capitán del Regimiento de Walch, hijo mayor de Me. Juan O’Gorman y de la dama Helene O`Gorman, son padre y madre, de esta parroquia, de una parte, y Dlle. Marie Anne Périchon de Vandeuil, nativa de Borbón, hija menor de Me. Armando Etienne Périchon de Vandeuil, antiguo Consejero del Superior Consejo de las Indias de Pondichéry y Borbón y de la Dame Jeanne Magdalaine Abeille,…
Anotemos que el contrayente de profesión militar, capitán del Regimiento de Walch, era sobrino del conocido protomédico de Buenos Aires, Miguel Gorman, tal como suena, pues algunos historiadores como Juan María Gutiérrez y Nicanor Albarellos han publicado el apellido, precediéndolo de la O’ apostrofada que usan los nobles de Irlanda (O’Gorman), pero éste es un error sobre el cual no se debe insistir, por cuanto no existe un documento oficial o privado que lo contenga”.
(Pero en la partida de matrimonio, (“que exhumamos” dice en su artículo Cútolo), se aprecia claramente y repetido en padre y madre, con la O apostrofada: O’Gorman).
¿Fue amante del coronel Burke y por eso se dice que fue espía de los británicos? ¿Espía de Napoleón, dada su nacionalidad de origen? ¿de los portugueses y por eso estuvo asilada en Brasil cuando la expulsaron de Buenos Aires? ¿protectora de contrabandistas, conspiradora junto a algunos patriotas en su estadía brasileña? De todas estas aseveraciones lo único que se puede dar por cierto fue su romance con Santiago de Liniers y las reuniones con patriotas rioplatenses en Río de Janeiro.
Para ese entonces Edmundo (Tomás) O’Gorman había desaparecido de la escena aparentemente junto con los ingresos del ramo de Tabacos y Filipinas que le había confiado Béresford cuando tomó la ciudad de Buenos Aires; desapareció con la escuadra inglesa el irlandés y los caudales que había “cobrado con mucho esmero”.
**Un nuevo error en el que incurrió Paul Groussac, totalmente involuntario por cuanto como él mismo afirmó en el momento de escribir su libro no tuvo acceso a documentación fidedigna. Decía el crítico que «son escasísimos los datos auténticos que acerca de la seductora criolla y su familia he logrado encontrar», habiendo utilizado los extraídos de muchos impresos y expedientes manuscritos. Lo cierto es que Thomas (no Edmundo) O’Gorman se había casado con Ana en Ville de Port-Louis, en la Isla Borbón el 12 de febrero de 1792, arribando al Río de la Plata en 1797 a bordo de la fragata francesa “María Eugenia”.
Transcurrido el tiempo Liniers da en matrimonio su hija (a su vez nieta de Sarratea) a un hermano menor de “la Perichona”, pero para entonces las relaciones entre ellos habían concluido, e inclusive el virrey tuvo que emitir un decreto de expulsión por cierta velada escandalosa en la que algunos españoles, al pasar por su casa del barrio de La Merced, escucharon un estribillo contrario al Rey Fernando y favorable a Napoleón… las paredes tienen oídos, y más aún las ventanas, y los enemigos de Liniers le arrancaron el decreto de expulsión de los dominios de España, para su antigua amante con toda su familia. Cierto es que poseía bienes y talento y no hay prueba que traficara con sus encantos; sí tenía relaciones personales con gente importante como Marcó, Pueyrredón, su tío O’Gorman (el médico). Sus cartas de letra elegante y prosa selecta pese a los galicismos permite adivinar a una persona con talento, expresaba Paul Groussac.
AMORES Y DOLORES. Hagamos hincapié ahora en la vida sentimental de Anita de acuerdo con lo que ha trascendido.
La bella Anita, desde su casamiento, había sido poco feliz porque en seguida comenzaron a relucir los defectos de su cónyuge debido a la vida desordenada que llevaba y a la incompatibilidad de caracteres. La verdad sería que Tomás, habría intentado reconciliarse con su mujer siendo probable que lo consiguiera, porque fueron los padres de Tomás y de Adolfo cuyas fechas de nacimiento ignoramos (aunque como veremos más adelante en las actas genealógicas –recordar hacer click en los números entre corchetes- dan a los dos nacidos en Islas Mauricio en 1793 –como si fuesen mellizos- lo cual plantea dudas de la veracidad de los Registros de la época) y de quienes nos ocuparemos brevemente más adelante. De todas maneras poca suerte le cupo en su papel marital. Su nombre como tal, apenas figura, porque habiendo abandonado el ejército irlandés, era una persona muy desprestigiada, tanto como hombre, como en sus negocios, ocupándose especialmente del contrabando.
En 1805, efectuó un viaje a Europa llevando dos buques cargados de frutos del país a Inglaterra, vía Portugal, y aunque en verdad, pertenecían a otras personas, los entregó a su hermano, comerciante en Londres, quien los vendió para pagar deudas que tenía Tomás con él. A su regreso y producida la primera invasión inglesa en 1806, se hizo amigo de William Carr Beresford quien le dio el cargo de cobrador del ramo de Tabacos y Filipinas. Puso tanto celo en su nuevo trabajo que al producirse la capitulación debió embarcarse en un buque de Popham, sin rendir cuentas a los vencidos. Después de la Reconquista se sabe que se fugó a Río Grande do Sul, en Brasil.
Una vez liberada de la atadura conyugal, veamos cómo fue su acercamiento al salvador de Buenos Aires. Cuenta Groussac que mientras avanzaba Liniers al frente de su columna, el 12 de agosto de 1806, al llegar a la calle de San Nicolás (hoy Corrientes), desde los balcones Anita arrojó a sus pies un pañuelo bordado y perfumado en señal de admiración al vencedor. Liniers lo recogió con la punta de su espada, y con el pañuelo en alto, contestó el saludo con un marcial movimiento. Viudo dos veces y cincuentón enamorado, pronto se relacionó con ella. Anita era una mujer muy bonita «cuya elegancia estrepitosa daba realce a su belleza, ardiente y volcánica», al decir de Groussac. De ella se dijo –antes y después de su arrimo virreinal- que era muy «ligera de cascos».
Influencias. Durante la segunda invasión inglesa en 1807, la casa de los Périchon, estuvo protegida por una bandera francesa, no obstante lo cual, el mayor King, del regimiento 5, trató de posesionarse de ella, pero sin éxito. El teniente coronel Kington, jefe del 6º de Dragones, que fue mortalmente herido por los Patricios, el 5 de julio, fue llevado por Liniers, a la casa de Anita para ser atendido, y aunque se le prodigó grandes cuidados falleció. Luego Liniers vivió abiertamente con la «Perichona» en su casa, esquina Reconquista y Corrientes, la que vino a ser el centro de reunión, y donde se conseguían favores oficiales como ascensos, puestos y concesiones de toda clase por su intermedio.
Groussac describe a esta mujer, «como persona de avería, que poseyó algunos bienes y nada se probó que traficara con sus encantos. Tenía talento –agrega- bastarían para demostrarlo sus cartas de letra elegante y de giro tan suelto, a pesar de sus galicismos… Era, desde luego, una buena frescachona, bastante voluntariosa y malcriada», dispuesta a aprovechar cualquier ocasional preponderancia para encaramarse.
El escándalo del pueblo.
El alcalde Martín M. de Álzaga, acérrimo enemigo de Liniers, en carta al gobierno español le manifestaba: «Esa mujer, con quien el virrey mantiene una amistad que es el escándalo del pueblo, no sale sin escolta, tiene guardia en su casa, emplea las tropas del servicio en las labores de su hacienda de campo. Las caballadas y atalajes del tren volante, costeados a expensas del erario real, se mantienen en la ciudad, con solo el destino de ocuparse durante sus caravanas y paseos, en aquella casa frecuentada por el virrey».
Sus amoríos con el virrey Liniers hizo que la gente del pueblo la bautizara como la «Perichona»; y en esto, conforme a su apellido, la identificó con la “Perichola” (la afamada artista María Michaela Villegas y Hurtado), por sus amores con el virrey del Perú, don Manuel de Amat y Juniet, Caballero de la orden de San Juan. La famosa limeña mereció todos los favores y obsequios de su amante, pero cuando se producían las reyertas que algunas veces fueron violentisimas, el catalán la llamaba «Perricholi», de «perra chola», nombre que producía escozor, porque significaba desprecio por su sangre y conducta pecaminosa.
Espionaje y Destierro en Río de Janeiro. El historiador Vicente Sierra con buen sentido, considera que Burke estaba vinculado a la “Logia Independencia” y le probó a Liniers que la Perichona trabajaba desde años atrás por la independencia como espía inglesa, lo que finalmente indujo al virrey decretar su expulsión. En la capital carioca, su casa se convirtió en refugio de los argentinos expatriados que trabajaban por esa causa (Juan Martín de Pueyrredón, Rodríguez Peña, etc.), lejos de las autoridades españolas. Se supo que Anita continuó con sus conquistas; entre ellas, figuró el embajador inglés Lord Strangford.
Genealogía de María Ana Perichon. Extraído de “Genealogía Irlandesa en Argentina”
(hacer click en los números entre corchetes)
Nombre | María Ana Perichon de Vandeuil D´Abeille | |||
Nacimiento | 1775 | Isla Reunión, Francia | ||
Sexo | Mujer | |||
Fallecimiento | 2 Dic 1847 | Buenos Aires, Argentina [1, 2] | ||
· Iglesia NS de la Merced. Defunciones F° 317vta. De 72 años. «viuda de don Tomás O’Gorman». Natural de la isla Mauricio. | ||||
Enterrado/a | Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, Argentina [1] | |||
ID Familia | F9870 | Hoja del Grupo | Family Chart |
Retorno a Buenos Aires
Ello reavivó los celos de Carlota que insistía en sus propósitos vengativos contra Anita y consiguió, a través del embajador español, marqués de Casa de Irujo, que de nuevo fuera deportada. Volvió a bordo de «Essex», en diciembre de 1809. Como el Virrey Cisneros no quiso recibirla, regresó en abril de 1810 a Río junto con dos hermanos por lo que durante más de un año se vio yendo y viniendo entre los dos países en buques ingleses, hasta que en noviembre de 1810 y por pedido del comandante Robert Ramsay de la goleta Misletoe pudo bajar a tierra con permiso de la Primera Junta que le concedió autorización para radicarse en la Capital, siempre que «guarde circunspección y retiro que le encarga el gobierno y que observará por sí misma», instalándose entonces la Perichona en su casa-quinta de las afueras de Buenos Aires. La Perichona vivió sola en su quinta con sus hijos y esclavos, dedicada a la educación de aquéllos.
Fue entonces cuando dirigió a la Audiencia una extensa nota patrocinada por el Dr. Martín José de Segovia. Allí clamaba por «El deshonor de verse arrojada de un Pueblo en que tuvo siempre un distinguido rango que no ha desmerecido; el interés de los crecidos bienes que tiene en esta Ciudad, y que deben desaparecer entre las manos intermediarias». Alude al origen y calidades de su familia, emparentada con la de Liniers, a raíz del casamiento de su hermano Juan Bautista –que había sido edecán- con Carmen, hija de aquél, por lo que, según decía era acreedora a ciertas consideraciones. Y para terminar con las calumnias pedía se abriera un proceso, el que no tuvo lugar.
Mujer práctica, debió encarar el futuro seriamente. Así los años fueron transcurriendo en medio de la paz y de guerra. Era un mausoleo viviente y parlante de los tiempos del Virreinato. Habían pasado los días agitados de la Revolución de Mayo, del Primer Triunvirato, del Congreso de Tucumán y de Anarquía del Año XX.
Con Juan Manuel de Rosas volvió a ubicarse mejor en la «haute société» por las relaciones de sus hijos. Recién en 1832 reapareció en esta ciudad, como testigo en el juicio de reivindicación de su esclavo Juan de la Cruz, soldado en el Cuerpo de Cazadores Río de la Plata. Prestó declaración ante la justicia, y el 26 de abril se resolvió la demanda a favor de su hijo Tomás. Por entonces, éste se había casado con Concepción Riglos y Lezica, en la que prolongó descendencia. El otro hijo, Adolfo O’Gorman, casó con Joaquina Ximénez Pinto.
Pero mejor vamos a leer lo que nos dice Nazareno Miguel Adami en un artículo relacionado con Camila O’Gorman donde menciona los lazos familiares. Vimos que Adolfo, federal confeso y amigo de Rosas, se casó con Joaquina Ximénez Pinto, que era ”descendiente de una antigua familia española establecida en el país en el siglo XVII. Don Adolfo tenía un apellido muy conocido en Buenos Aires por un tío de su padre, el médico Miguel O’Gorman, fundador de la primera Escuela de Medicina, origen de la actual Facultad. (Acá menciona a sus padres y aspectos ya conocidos, tanto en la faceta de contrabandista y espía de Thomas, como los escandalosos romances de su madre y sus peripecias al ser desterrada). …(Doña Ana… no pudiendo bajar en ningún puerto, recaló en el de Buenos Aires después de la revolución de 1810. La Primera Junta de Gobierno le impuso una sola condición a “La Perichona” y es que se recluyera en una chacra lejos de la ciudad y que no pisara ésta por ningún motivo. …Del matrimonio de Adolfo nacerán seis hijos: Carlos, Carmen, Enrique, Clara, Camila y Eduardo… Eduardo será sacerdote, amigo de Uladislao Gutiérrez, y a través suyo el clérigo llegará a conocer a Camila. Sobre Camila los remito al link que está al comienzo del artículo y además, a continuación, la planilla genealógica:
Genealogía de Camila O’Gorman
Padre: Adolfo O’GormanPerichón de Vandeuil, n. 1793, Islas Mauricio , f. 11 Abr 1850, Buenos Aires, Argentina (Edad 57 años) | |
Madre: Joaquina Ximénez Pinto, n. 18 Ene 1797, Buenos Aires, Argentina, f. 05 May 1852, Buenos Aires, Argentina (Edad 55 años) | |
Matrimonio: 21 Ene 1818 – Basílica Nuestra Señora de la Merced, Buenos Aires – Libro 7-f.195 |
Nombre | María Camila O’Gorman Ximénez | |
Nacimiento | 9 Jul 1825 | Buenos Aires, Argentina [1, 2] |
Bautismo | 12 Ago 1825 | Basílica Nuestra Señora de la Merced, Buenos Aires, Argentina [2] |
Sexo | Mujer | |
Fallecimiento | 18 Ago 1848 | Santos Lugares, Bs. As., Argentina |
Enterrado/a | Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, Argentina | |
ID Persona | I28881 | Los antepasados |
Última Modificación | 28 Ene 2018 |
La Perichona expiró en esta ciudad, el 1º de diciembre de 1847, a los 72 años, extendiéndole el certificado de defunción el el Dr. Antonio Argerich, amigo de la familia. Los huesos de “la Perichona” descansan en tierra Argentina, como vimos en la genealogía irlandesa en el Cementerio de la Recoleta, aunque a pesar de figurar su ingreso en el registro del Cementerio, el mismo día de su muerte, no se sabe a ciencia cierta la ubicación de su tumba.
LA PERICHONA, LINIERS Y EL TEATRO. En una obra de teatro titulada “CLAMOR”, en el que Enrique Larreta expone un hecho histórico aunque alejado de la realidad, en uno de los Actos aparece Ana Perichon en el despacho en el que se encontraba Liniers en Alta Gracia (Córdoba), estableciendo entre ambos el siguiente diálogo:
- LA MUJER (que había entrado con la cara cubierta y, descubriéndose tras la sorpresa de Liniers al escuchar su voz): Sí, la misma, Ana Perichon de Vandeuil.
- LINIERS: ¡Anita! (La abraza, la besa. Se sientan los dos) ¡La cruelmente expulsada! Sabéis muy bien que no fui yo quien lo dispuso. Fueron ellos, nuestros enemigos. Lo hicieron para torturarme. No pude impedirlo. Yo era ya un gobernante vencido. También a mí me expulsaron.
- ANITA: Es verdad.
- LINIERS: Pero, ¿cómo estáis ahora aquí? ¿Cómo habéis llegado? Debéis explicármelo.
- ANITA: Es mi propósito. No ignoráis, sin duda, que desde hace algún tiempo voy y vengo entre el Janeiro y Buenos Aires.
- LINIERS: Me lo han escrito.
- ANITA: Entretanto, hace poco, hice un viaje a Francia. ¿Cómo no hacerlo? No podía resistir el ambicioso deseo de ser recibida por el Emperador, de conocerle, de hablarle. Me concedió en seguida una audiencia, así que supo mi nombre. Me habló de Buenos Aires. Está enterado de todo. Sigue pensando que vos, solo vos, con vuestro gran renombre podéis poner a este país bajo el amparo generoso de Francia. Son sus palabras. Francia es ahora señora del mundo. Nuestros heroicos soldados ya han entrado en Andalucía. Sois francés no podéis olvidar que sois francés y de un noble linaje, no podéis olvidar que sois hijo de esa gloriosa nación, a la que os llega ahora la ocasión de ofrecerle, ayudado por el Emperador, la alianza de este pueblo, que os debe su libertad.
- LINIERS: Yo hubiera preferido, mi querida Anita, que hablásemos de cosas menos grandiosas, menos épicas: reanimar nuestros buenos recuerdos, nuestras horas felices en mi casa secreta y en los alrededores de la muy querida aldea romántica.
- ANITA: Alegrías demasiado personales. Creo que hoy tenemos que aprender a olvidarnos de nosotros mismos. Los tiempos tienen otra voz… otras voces.
- LINIERS: ¿Les voix de Jeanne D’Arc?
- ANITA: ¿Por qué no? Yo os quise, os quiero y os querré siempre. El solo soplo de unas palabras bastaría, estoy segura, para volver a encender una renovada pasión; pero hay ahora en mí otro ser. He emprendido este viaje tan largo y tan lleno de peligros, para traeros el alto mensaje que acabáis de escuchar ¿Qué respondéis?
- LINIERS: No es por cierto la primera vez que hablamos de este asunto, mi querida Anita. Soy francés, no, no lo olvido, tengo el orgullo de mi patria y de mi estirpe; pero soy, desde muy joven, soldado de España. Así lo quiso el destino. Juré, como tal, su bandera. ¡Juré! España, cuando era un reino libre, fue leal conmigo; yo debo serlo con ella; y ahora… ahora más que nunca.
- ANITA: ¿Ahora más que nunca?
- LINIERS: Sí, ahora que la veo crucificada.
https://www.youtube.com/watch?v=Qpy-lPDg2GY
FUENTES: Paul Groussac*, “Santiago de Liniers”, Ediciones Estrada, Colección Clásicos Argentinos; Buenos Aires, 28 de mayo de 1965, p. 283 a 289
Enrique Larreta, Obras Completas, Tomo II, Ediciones Antonio Zamora, Buenos Aires, Editorial Claridad, Primera Edición, octubre de 1959, pág. 623 y 624
Nazareno Miguel Adami, “Poder y sexualidad. El caso de Camila O’Gorman”, Revista Todo es Historia nº 281, noviembre de 1990, p. 27 y 28
Vicente Osvaldo Cutolo, “Madama Périchon y su familia”, Revista Todo es Historia nº 103, diciembre de 1975, pág. 72 a 79
*Paul Groussac nació en 1848, en Toulouse, y un día de febrero de 1866 llegó a la Argentina. Era joven, no hablaba el idioma, pero pronto conoció a gente (la familia Estrada entre otros) que lo llevó primero a aprender la lengua, después a ejercer la docencia y a escribir ensayos en revistas, y, finalmente, a intervenir en la vida pública y a dirigir la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. El mismo año en que asumió ese cargo (1885) la Biblioteca se convirtió en Nacional, y su gestión se extendió casi 45 años.
GRACIAS POR ESTE ENCANTADOR E HISTORICO RELATO LLENO DE PASIÓN, PELIGROS Y ACCIÓN. NELIDA CARACCIOLO.
MI COMENTARIO HA SIDO PUBLICADO MÁS ARRIBA. NÉLIDA CARACCIOLO.