A) El Lunfardo y sus hermanos
Al escuchar la palabra “lunfardo” los argentinos entendemos el significado del término, aunque no conozcamos su intimidad; tarea ardua su enseñanza, a la que estamos abocados los que pretendemos entender un poco del tema. Comenzando por la pregunta: ¿tenemos noción de su aplicación en otras lenguas? Algo tal vez sí, aunque no vendría mal el conocimiento de alguna terminología similar en otras lenguas, proponiendo el siguiente listado:
Calé: se refiere a la raza calé (gitano) y no debe confundirse con…
Caló: el caló es una sustitución (previa conjunción) lingüística del ROMANÍ (lengua original gitana) por las lenguas romances de su entorno, fundamentalmente el castellano. Por eso es también conocido como ROMANÍ IBERICO. Es la lengua utilizada por el pueblo gitano, principalmente en España.
Romaní: es la lengua indoeuropea hablada en la India y Europa del este, y corresponde a un conjunto de variedades lingüísticas propias de los gitanos.
Germanía: es un lenguaje utilizado por delincuentes y deriva del término catalán GERMÁ que proviene del latín y significa “Hermano”. De ahí la conformación de “hermandades” que pueden ser delictivas. A partir del siglo XVIII se confunde con el caló; hoy la germanía se conoce como caló jergal debido precisamente a esa influencia del idioma gitano.
Argot (“argó”): utilizado por el bajo fondo francés –los “apaches”- que creó términos lingüísticos cifrados para evitar que los que están fuera de ese círculo de individuos puedan entender lo que hablan.
Jerga: con las mismas características del argot y el lunfardo, es el lenguaje utilizado en España por los integrantes de un determinado grupo social, para que los ajenos al mismo no lo entiendan. Dentro de España, al margen de lenguas regionales como el leonés (lengua romance histórica del antiguo Reino de León), existe una variedad local denominada “sayagués”; éste es un lenguaje artificial caracterizador de determinados personajes teatrales: pastores zafios, groseros y toscos. Su nombre proviene de Sayago (Zamora); en este sentido, sería también similar al lunfardo.1
Slang: es la denominación en inglés para el vocabulario procedente de grupos sociales como los mencionados anteriormente. En EE.UU. también se utiliza el mismo vocablo para el lenguaje marginal. En una obra del escritor estadounidense Henry Miller leí la palabra “canguelo” (miedo, temor) en la pág. 86, aunque no sé si la utilizó el escritor o fue consecuencia de la traducción. Y también “piratelas” (“con la música a otra parte”, es decir, escapar, irse) en la pág. 44; “más vale pirarse” dice en la pág. 189 con el obvio significado de escaparse. Pero en las páginas 155 y 168 utiliza “pirada” (en este caso ida pero en sentido psíquico, loca). (Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio, Ed. Mundo Actual de Ediciones S.A., 1ª reedición 1984). She is nuts: ella está chiflada, loca, me informa mi hermana Norma desde EE.UU.
Zhargon: también en ruso existe ese lunfardo o argot para identificar algo, pues es una característica innata a la condición humana. Les puedo citar dos ejemplos propuestos por el Dr. Luis Alposta: ZEK (significa recluso, preso); PRIDÚROK (se refiere al que está “enchufado” y se hace el distraído para evitar los trabajos más duros).
En otros países también existe esta característia lingüística, cada uno con sus nombres: Rotwelsch (en Alemania); Giria (en Brasil); Caliche (en México).
No debe descartarse considerar las diferencias regionales, como el “sayagués” que mencioné antes. En un pequeño pueblo de La Pampa donde viví infancia y adolescencia, las palabras “compadrito” y “cafisio” tenían un matiz diferente al que atribuimos en el lunfardo, siendo en aquellos casos sinónimos entre sí, sinonimia acrecentada cuando al paso de uno de esos “compadritos” decíamos “es un pillado”.
Ese calificativo de “cafisio” (no intercalo “h” para mejor diferenciar) lo recibían personas generalmente jóvenes muy atildadas, vestidas con elegancia (para el entorno pueblerino). Y cuando a su paso agregábamos “es un (o “está”) pillado” lo decíamos porque su aspecto todo, su semblante entre risueño y sobrador, denotaba la satisfacción por la impresión que causaba. Vamos, que “se creía” su superioridad en ese aspecto.
Ahora, la pregunta que surge en la mente del neófito no es solamente “qué es el lunfardo” sino “¿cómo entenderlo? ¿de dónde obtener el significado de sus palabras? ¿con un diccionario puedo acceder a su conocimiento?” Y si bien soy autor de uno de los muchos que circulan debo decir que no solamente; pero que es el complemento imprescindible para completar el terceto con los otros dos que sugiero:
1. Lectura de libros
Existe una lista importante de libros de autores argentinos renombrados que han escrito sobre los hábitos, sobre las costumbres de la sociedad argentina, muchos de ellos alcanzaron merecida fama desde columnas periodísticas -no olvidemos la importancia que tuvo el periódico “Crítica” dirigido por el uruguayo Natalio Botana- donde templaron sus primeras armas los hermanos Raúl y Enrique González Tuñón, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Carlos de la Púa (cuyo otro famoso apodo era “el Malevo Muñóz”), Ulises Petit de Murat, Nicolás Olivera.
Otro que trabajaba en el periódico pero no era periodista, sino que visitaba las Seccionales para enterarse de las noticias policiales que se publicarían, era Francisco Antonio Loiácono; había ingresado como ascensorista y fue progresando hasta hacerse hombre de confianza de Natalio Botana; tenía una manera muy peculiar para caminar, circunstancia que le valió el apodo de “Barquinazo” (luego apocopado: Barquina) por parte del Malevo Muñóz. Sería recordado en el exitoso tango de Cátulo Castillo con música de Anibal Troilo, “A Homero”, que en uno de sus versos dice …”vamos, que está esperando Barquina”…
Pero volvamos al tema del listado de libros que por haber leído puedo recomendarlos, sin pretender agobiar con la extensa lista, sino más bien para compensar la dificultad que existe para conseguir muchos de ellos:
“Cosas de Negros” de Vicente Rossi
“Un guapo del 900” de Samuel Eichelbaum
“Una luz de almacén” de Edmundo Rivero
“Misas Herejes” y “La canción del barrio” de Evaristo Carriego
“Todo tango” y “Tangos, letras y letristas” de José Gobello
“Las aguafuertes porteñas” y “Tratado de delincuencia” de Roberto Arlt
“Tangos” de Enrique González Tuñón
“Memorias de un vigilante” de Juan S. Álvarez (Fray Mocho)
“La crencha engrasada” de Carlos de la Púa
“La poesía dialectal porteña” de Álvaro Yunque
“Parlamento reo” de Julio Ravazzano Sanmartino
“Puñado de emociones” de Héctor Gagliardi
“Escarceos con la lengua” de Otilia Da Veiga
“Primera antología de tangos lunfardos” de Julián Centeya
“El carácter porteño” de Domingo Casadevall
“Los gauchos judíos” y “El hombre que habló en la Sorbona” de Alberto Gerchunoff
“Indagación del porteño. (A través de su lenguaje)” de Carlos Alberto Giuria
“Versos de una…” de Clara Beter (César Tiempo) y “Sábado Pleno” de César Tiempo
“Tres relatos porteños” de Arturo Cancela
“El Tango” de Jorge Luis Borges
“El banco en la plaza” de Raúl González Tuñón
“Historia de perros” de Leónidas Barletta
“Cuentos de la Oficina” de Roberto Mariani
“Veinte poemas para ser leídos en el tranvía” de Oliverio Girondo
“Adán Buenos Aires” de Leopoldo Marechal
“Los amores de Giacumina” de Ramón Romero (en lenguaje cocoliche)
“Chapaleando barro”, “Cuando pasa el organito” y “Cancionero” de Celedonio Flores
“Estampas de tango” de Francisco García Jiménez
“Historia de Arrabal” de Manuel Gálvez
“El tango, su historia y evolución” de Horacio Ferrer
“Guía caprichosa de Buenos Aires” de Baldomero Fernández Moreno
Aunque Rafael Alberti no utilice el lunfardo en sus poemas, sin embargo calles y monumentos, Barrios de Buenos Aires que son mencionados en tangos y en poemas lunfardos tienen su lugar, esbozados en los versos de Alberti que acompañan los dibujos de Attilio Rossi en el libro “Buenos Aires en tinta china”, con prólogo de Borges (Ed. Losada, Buenos Aires).
2. Escuchar tangos
Muchos tangos, algunos en mayor medida y otros menos, son portadores en sus versos de alguna palabra en nuestro idioma coloquial, el lunfardo. Claro que a veces para descubrirla es necesario escucharlos con atención en búsqueda de la palabra ignota, tratar de entrever su significado a través de la construcción de la frase. Aunque hay muchos, el listado es larguísimo, el más emblemático en este sentido es “El Ciruja” cuya letra corresponde a Alfredo Marino (le puso música Ernesto de la Cruz).
En Discépolo encontramos otro autor embarcado en la misma nave de letras lunfardas: “Yira-yira”, “Cambalache”, son algunos ejemplos. Pero si hubo una personalidad del tango que se caracterizó por producir y cantar temas en lunfardo, ese fue Don Edmundo Rivero. De su extensa discografía voy a mencionar unos pocos para no extenderme excesivamente: “Madam Julié”, ”Biaba”, “Línea 9”, “La canchera”, “Y taconeando salió”, “Amablemente”, “La toalla mojada”, “Milonga lunfarda”, “Fangal”, “Chorra”, “Aguja brava”, “En un feca”… creo que es representativo de lo que quería transmitir.
En “Chorra” tenemos un ejemplo sobre una cuestión que me gusta aclarar, porque en el lunfardo como en los demás lenguajes hay palabras iguales para designar distintas cosas por lo que es necesario analizar la palabra en el contexto de la oración, y en ese tango dice …”guarda, cuídense porque anda suelta / si los cacha los da vuelta / no les da tiempo a rajar”…
Guarda tiene obviamente el significado de “cuidado”, y rajar significa “disparar”, “escaparse”. Pero ¿”si los cacha los da vuelta”, qué significa?. Cachar tiene distintos significados según la oración en que se inscribe: puede ser un objeto “cascado”, por ejemplo un plato de loza que al golpearse salta un trocito; puede ser que a alguien le estén haciendo una broma, lo están “cachando”. Pero hay otra acepción que es la que corresponde en este caso, que significa “agarrar”: “si los agarra los da vuelta”. Y ese “darlos vuelta” no es en sentido anatómico sino más bien en un sentido psicológico de superioridad, de convencimiento.
También otra palabra es significativa de lo que mencioné, Cafferata que al mencionarlo el tango “Viejo Rincón” (…”viejo rincón, de turbios cafferatas, / que fueron taitas del mandolión”…) tiene el significado de cafiolo, canfinflero (vividor, proxeneta). Pero la cosa cambia en el caso del tango “Ventanita de arrabal” (“En el Barrio Cafferata / en un viejo conventillo”…) se menciona concretamente un barrio en la ciudad de Buenos Aires que hace alusión al Diputado cordobés Juan F. Cafferatta a cuya instancia se creó.
3. Diccionarios
Ahora sí, con el acopio de palabras de los dos puntos anteriores, podemos proceder a buscar el significado de las mismas en cualquiera de los muchos diccionarios que existen para tal fin. Ésta sería la tercera pata de un trípode que nos permite acceder a la comprensión del idioma coloquial argentino. Y como expresé en alguna ocasión, los tangos están plagados de metáforas que a veces no se detectan como tales, y eso es debido a la utilización de palabras de este lenguaje transgresor.
B) El Lenguaje Universal
Si viajamos a otro país con un idioma distinto al nuestro es indudable que no pasaremos hambre porque tendremos una manera de hacernos entender, a través del “lenguaje universal”, que no es otro que el de los gestos, que se practica fundamentalmente con las manos: señalamos una comida que nos atrae; o abrimos la boca y acercamos la mano en un “vaivén” con los 5 dedos juntos. Estamos utilizando el lenguaje gestual. Y en el idioma coloquial argentino se da el caso del “lenguaje gestual del lunfardo”. El Dr. Luis Alposta decía que Edmundo Rivero fue asiduo de todas las cárceles de Buenos Aires (claro que añadía: “Cantó, en el sentido lírico del término”) y solía señalar estos ejemplos: “pasarse la mano por la solapa quiere decir: ¡Ojo, viene la cana!; pasarse el dedo por la mejilla o rascársela, significa: Cuidado, el tipo que tenés al lado es un batidor. Pasarse el dorso de la mano por la mejilla de arriba abajo (como si uno se pasara la maquinilla de afeitar) quiere decir Ese tipo es un cara afeitada, un cara lisa, un cafishio o explotador de mujeres”.
Y continúa contando Alposta: Una vez, en una cárcel, Rivero le preguntó a un interno por qué estaba allí. Y la respuesta fue “¡Dequerusa, La Prensa!” y dejó de hablar. Lo que ocurrió fue que en ese momento pasaba un guardián, y se dio cuenta que estaba siendo vigilado. El preso había querido decir: ¡Cuidado, el guardián! Y lo de “Prensa” aludiendo al diario, porque lo informa todo.
1EJEMPLOS: para confirmar la similitud entre la jerga española y la lunfardiada argentina, les traigo palabras de un reportaje efectuado en “El País de los Domingos” (19 de agosto de 2012, pág. 10) que es muy ilustrativo y trata de la fuga de 45 presos de la cárcel “Modelo” de Barcelona el 2 de junio de 1978: Uno de estos ex presos dice: “paré el primer coche que venía y me piré”, significa que se fue. PIRARSE, que también tenemos en el lunfardo y proviene del caló, con distintas morfologías: piracusar, pirajusar, pirajushiar, todas significan lo mismo. Y un Inspector del Cuerpo Nacional de Policía agrega “Y el que no se piró, es porque le dio canguelo”; esta palabra proviene de la germanía y significa miedo, temor, y es otra palabra existente en el lunfardo. Pero no son las únicas, guita como todos saben significa dinero, proviene del caló y es palabra bastante conocida en España. También cotorro que significa habitación miserable tiene su origen en el hispano “cotarro”.
En otro artículo periodístico se hace alusión a chirona que también proviene de la jerga española heredera de vocablos del caló, y su significado es cárcel (estar en chirona, es estar en la cárcel; enchironado: encarcelado). El artículo en cuestión, aparecido en el Suplemento “IDEAS” del diario “El País”, domingo 12 de noviembre de 2017, página 12, dice así: …“Y no fueron ni 15 horas las que permaneció enchironado”… El periodista Rubén Amón se refería al “conceller” catalán Santi Vila.
Y cuando publiqué “Ahí viene la cana”, a un joven lector español le hizo recordar una frase en España con el mismo significado, “que viene la pasma” (pasma, del caló, policía).
por César José Tamborini Duca