Ricardo Rojas fue uno de los más claros exponentes de la Literatura Argentina y uno de los más grandes apologistas de Domingo Faustino Sarmiento, sobre el cual hace una extensa biografía, una obra voluminosa en la que retrata al que fuera Presidente de la Nación en épocas convulsas, y en la que expone su punto de vista influido por su admiración. Tiene tendencia a transformar todo lo negativo del personaje –que es mucho, según se desprende de su propio relato- en hechos positivos y/o heroicos, para la persona que describe o para el país.
Pretende por un lado convertir en valeroso soldado cual si fuese un Cid Campeador arremetiendo a sus enemigos a todo galope y lanza en ristre, a quien ni sus amigos con mando en el ejército le vieron condiciones sino como cronista. Claro que ese amiguismo hizo factible que llegara hasta el grado de General aunque no hubiera protagonizado hechos guerreros. Al tender a relativizar y atenuar los defectos de Sarmiento, no hace más que acentuarlos, al querer justificarlo en su panegírica biografía. Precisamente no oculta la vanidad y el ego del biografiado como si tal circunstancia fuese meritoria. Tal vez sin apercibirse de ello, en las páginas 565 y siguientes deja plasmada su figura como émulo de Don Quijote, admirable como personaje literario, pero deplorable, tristísima figura en la realidad.Rosas. Por otra parte es totalmente injusto y cruel sobre las cualidades de una de las figuras señeras de nuestra historia. Tendencioso en su afán de engrandecer la triste figura de un loco, utilizando para tal fin el fácil camino de denigrar al oponente -decepcionante en un intelectual de su altura- apreciándose su parcialidad en las páginas 385 y 388 donde llega a decir inclusive que “El titulado General Rosas nunca fue militar”. Solo con recordar que el 5 de octubre de 1820, a los 27 años de edad, contribuyó con sus tropas del Quinto Regimiento de milicianos del Monte a restablecer el orden en la ciudad, que fuera conculcado por el motín del coronel Pagola queda refutada esa afirmación.
Los «Colorados» con una impecable disciplina, permitieron que Martín Rodríguez recuperara el poder. Rosas ganó sus primeros laureles y fue investido Coronel de Caballería. Afirma luego que la exitosa …”expedición que el Héroe del Desierto” llevó a Choele Choel no puede contarse como una prueba de su capacidad (…). La invasión de Lavalle lo aterrorizó… (en) La resistencia a Francia y a Inglaterra… él no guerreó entonces, sino Brown, Mansilla, Oribe” (El Profeta de la Pampa, p. 385). Afirmación que puede considerarse absurda en atención a que su puesto en ese momento era como Jefe de la Confederación, con mando sobre sus oficiales que al frente de sus tropas debían luchar contra los enemigos de la Patria. Sarmiento, autoexiliado en Chile, se dedicaba a escribir diatribas contra Rosas y en general contra todos los que formaban parte del partido Federal, acusándolos de bárbaros y asesinos. Sin tener en cuenta ni mencionar los múltiples asesinatos perpetrados por los unitarios, su partido.
Agrega además que después de Caseros, “Mientras las fuerzas de Mansilla en la Plaza de Mayo abandonaban la defensa; mientras la ciudad quedaba presa del pánico; mientras las turbas y la tropa vencida entregábanse acéfalas al saqueo, Rosas, embarcado en el Centaur desde la noche del 3 de febrero, emprendía la fuga a Inglaterra” (Ibídem, p. 388).
Debe ser la primera vez en la historia de la humanidad que los vencidos pueden dedicarse libremente al saqueo, que es un acto connatural a la soldadesca del ejército vencedor en una batalla; inclusive suele ser alentado por sus jefes para motivarlos a luchar con más ahínco con la mente puesta en la recompensa. Por eso me parece fábula achacar a las tropas rosistas, perdedoras en la Batalla de Caseros, el saqueo producido en su propia ciudad con posterioridad a la misma. Es más lógico creer que esos actos de vandalismo hayan sido perpetrados por los vencedores, muchos de los cuales componían cuerpos mercenarios extranjeros que no sentirían ninguna inhibición; y fuera utilizado como un hecho propagandístico más en contra de Rosas y sus seguidores.
Sarmiento. De todos modos y dada la índole de este trabajo, es mejor transcribir párrafos de lo afirmado por Ricardo Rojas sobre Sarmiento y dejaremos de lado en esta oportunidad la figura de Rosas; incluiremos por supuesto cosas positivas o interesantes desde el punto de vista nacional, como la relación del porqué el Sol de la Bandera: …”los alumnos participaban en la conmemoración del 25 de Mayo, que Sarmiento en sus Memorias llama la fiesta solar. El 25 de Mayo procuraba revivir en la raza quichua que forma la masa íntima de las poblaciones, el culto del Sol de los Incas y yo he sentido de niño, al ver asomar el primer destello del orbe fulgurante, estremecimientos sublimes de un sentimiento religioso que se despertaba. Fue idea luminosa la de nuestros padres poner al disco del sol facciones humanas… (Sarmiento, O. Completas, XLIX, 11). Lo más importante es la confesión de misticismo patriótico fundido en emoción de cosmogonía aborigen que ese trozo contiene (Ibídem, p. 45 y 46).
Ante la proximidad de Facundo Quiroga, el Gobernador de San Juan, Manuel Gregorio Quiroga, convocó a la Guardia Cívica; y en esa leva para defender la provincia fue incorporado Sarmiento como subteniente de un batallón, el 10 de junio de 1828 (recordemos de paso que el primer apellido de Sarmiento era Quiroga, emparentado con Facundo y posiblemente con el Gobernador). Dice Sarmiento …”cuando me intimaron por tercera vez cerrar mi tienda e ir a montar guardia… añadí un reclamo en el que me quejaba de aquel servicio diciendo: con que se nos oprime sin necesidad.” Según Rojas “hubo prisión por insolencias suyas y es verdad también que no claudicó en su propósito de dejar la milicia federal, cuya causa empezaba a repugnarle” (Ibídem, p. 75 a 77). La pregunta es ¿por ser federal? ¿o la misma repugnancia le hubiera producido tener que cerrar la tienda para incorporarse a una milicia unitaria?.
En 1852 se rompe la amistad con Alberdi quien, para humillar la altanería de Sarmiento, le publicó cartas juveniles en la famosa polémica de “Las Quillotanas” (Ibídem, p. 112). “Alberdi alzaba menos la voz y hería con florete, mientras el desesperado Sarmiento parecía un Ayax furioso y asestaba golpes de piedra, de honda o de garrote. La causa que Alberdi defendía era más clara, y la razonaba con tal primor, que él parecía un moralista y un hombre de Estado, presentándolo a su contrincante como un Facundo de la prensa …Sarmiento, furioso contra el doctor en Leyes, por no serlo él, y desorientado por los sucesos, aguzaba sus flechas enarboladas por el rencor, confirmando el retrato que de él trazaba su antagonista” (Ibídem, p. 395 y 396).
Civilización y Barbarie. Dice Ricardo Rojas que la biografía de Facundo “es discutible tanto en la veracidad de los hechos como en la valoración moral del personaje”. Y agrega que “Apenas publicada, el unitario Don Valentín Alsina señaló en ella algunos errores, comunicándolos …a Sarmiento para ser salvados …pero el autor los deshecho” (Ibídem, p. 204).
Describe Rojas opiniones sobre el Facundo en Chile (Diario de Santiago, nº 44 de 2 de septiembre de 1845 / Diario El Siglo, nº 344 de 20 de mayo de 1845) adversas en su contenido; en Montevideo cuando “El doctor Varela –cuenta Saldías- que se preciaba de crítico, manifestóle a Sarmiento con franqueza catedrática que no le había gustado su Facundo”. Mientras que en Francia, obviamente por su conflicto con la Confederación, “la Revue de Deux Mondes, de París, publicó en 1846 una bibliografía elogiosa, de Charles de Mazade, llegando el libro a servir para la propaganda en Europa contra Rosas” (Ibídem, p. 213 a 215).
“En 1903, el Doctor David Peña, profesor en nuestra Facultad de Filosofía y Letras, dio un curso para presentar a un Quiroga menos rudo, más doctrinario, huésped de teatros y salones porteños, bien vestido de elegante levita…” (Ibídem, p. 216).
Decía Adolfo Saldías …”que Rosas, recorriendo un ejemplar, les decía a sus íntimos: Pero señores, a ustedes les consta cómo se ha pasado esto: es una impostura de Sarmiento …como alguno no le diese al libro mayor importancia, Rosas habíale respondido de mal talante: El libro del loco Sarmiento es de lo mejor que se ha escrito contra mí: así es como se ataca, señor; ya verá usted como nadie me defiende tan bien” (Ibídem, p. 219).
«Yo, Sarmiento» (Revista El Mosquito)
Polemista. Como consecuencia de las opiniones adversas vertidas sobre España en su viaje a Europa pagado por el gobierno chileno, el periodista vallisoletano radicado en nuestro país Martínez Villergas le …”replicó en un folleto intitulado Sarmienticidio o A mal sarmiento buena podadera… En 1876 publicó un periódico, Antón Perulero, con caricaturas contra Sarmiento… El Sarmienticidio …censura al autor de Viajes los galicismos y su erudición robada de las guías cuando habla de historia o de arte en su libro”. Villergas escribió también un “soneto en que traza una caricatura del escritor argentino” (Ibídem, p. 281 y 282).
Nuevo destierro. Después de la muerte del “Chacho” Peñaloza, General de la Nación vilmente asesinado, indefenso en su rancho, muerte atribuída a Sarmiento que era Gobernador de San Juan, su amigo el Presidente Bartolomé Mitre lo envió en misión diplomática a Chile y Perú, países en donde se excedió en sus atribuciones, como si considerase que él era el dueño del país que representaba; el gobierno argentino “censuró el discurso del 21 de mayo por considerarlo imprudente y no ajustado a sus instrucciones” (Ibídem, p. 462). Continuó su alejamiento del país con su misión diplomática en los Estados Unidos.
No deja de ser elocuente sus sucesivas enemistades con sus mejores amigos a lo largo de su vida en distintas circunstancias, como se aprecia a lo largo de la biografía, pudiendo leerse algunos casos en las páginas 472, 478, 547 y 548, sin ser excluyentes y que no transcribo en su totalidad porque excedería la extensión de mi artículo. Pero como ejemplo leamos lo que dice en carta a Mitre del 28 de junio de 1866: …”veo alejarse de mí los amigos que más estimé. En 1852… López, Alberdi, Gutiérrez, Cané y tantos otros dejaron de ser mis amigos. En 1863 dejaron de serlo Paunero, Gelly, Rawson” (Ibídem, p. 478). También se enfriaría su relación con el mismo Mitre, a quien impidió una segunda presidencia haciendo triunfar con fraude a Nicolás Avellaneda, vanagloriándose de ello con su célebre los embromé a los mitristas.
Deuda. Se incrementó durante su gobierno. La escala expuesta por Ricardo Rojas sobre los ingresos y los gastos de sus 4 últimos años de gobierno dan los siguientes déficit: nueve millones en 1871; ocho millones en 1872; once millones en 1873; quince millones en 1874. Ese déficit financiero se cubrió con un empréstito exterior que había sido contratado con destino al puerto. La misma pauta de liberalismo económico que inició Rivadavia en la década del ’20. Rojas menciona también un empréstito externo de 24 millones oro al 6% de interés y dos y medio porcentual de amortización anual. (Ibídem, p. 518 y 524).
La egolatría de Sarmiento es notable. Preparando la reedición de Civilización y Barbarie por la casa Hachette de París con intervención de su nieto Augusto Belin Sarmiento, escribió a éste una extensa carta sugiriéndole lo que debía decir el prólogo, en varios párrafos en los que pinta un …“cuadro tan halagüeño (que) parece un delirio” al decir de Rojas (Ibídem, p 526 y 527).
¿Patriotismo a ultranza?. Afirma Rojas que “En 1835, minero en Copiapó, expuso su proyecto de concertarse varios jóvenes para colonizar las riberas del Río Negro en el sur patagónico. Durante su predicación en la prensa chilena, disertó varias veces sobre el tópico, entonces de actualidad por los planes colonizadores de Montt y Varas en el sud araucano” (Ibídem, p. 630). Qué afirmación rotunda sobre lo que se dijo siempre de Sarmiento, su incitación a los chilenos –a través de la prensa- para poblar la Patagonia Argentina. Y flagrante contradicción sobre lo que expresa en ese mismo libro al hablar sobre el tema, tratando de defender el patriotismo de Sarmiento, favorecido en Chile por su amigo el Ministro (luego Presidente) Montt. Él trataría de convencer con sus escritos en “El Mercurio” al gobierno chileno de adueñarse de la Patagonia, con tal de crear a Rosas un conflicto desestabilizante.
Conflicto con ingleses y franceses. Mas adelante dice Rojas que …”Hijos de ingleses o de franceses, nacidos en el país, amparados por su Cónsul, pretenden que no están obligados aquí a prestar servicio militar, por ser súbditos británicos o franceses; Sarmiento se opone a ello …en virtud del Jus Soli (Ibídem, p. 634 y 635). Según Rojas se trata de una serie de artículos publicados en El Nacional entre 1855 y 1858 y en el tomo XXXVI de las Obras de Sarmiento que expresa …”Todas esas presunciones y relajamientos procedían de la época federal”. Como se ve atribuye a Rosas la culpa de una pretensión de esas comunidades, cuando sabemos que precisamente fue uno de los motivos de enfrentamiento por oponerse el Restaurador a esas pretensiones.
Unidad nacional, locura, verosimilitud de sus escritos, etc.
Leemos a Rojas …”Rawson, que siguió sirviendo a la política de Benavídez-Urquiza mientras Sarmiento trabajaba con Mitre en Buenos Aires a favor de la unidad nacional” (Ibídem, p. 553). Parece deducirse que las provincias no querían la unión, cuando en realidad fue la provincia de Buenos Aires la que se segregó de la Confederación.
Sarmiento no dudó en revelar secretos inviolables –a los que tuvo acceso como funcionario- hablando en el Congreso con gesto iracundo tras su renuncia como Ministro (1879) para favorecer su postura pues ambicionaba una segunda presidencia. “Los del partido gobernante afearon esta actitud del hombre ilustre a quien el presidente amigo habíale confiado días antes la Cartera del Interior; y en la correspondencia de Roca durante esos días, hay juicios muy acervos contra Sarmiento” (Ibídem, p. 563).
Sobre la locura de Don Quijote y la “tercera salida” de Sarmiento, remito al lector al Capítulo XLI (p. 565 y sig.) de la biografía de Rojas; igualmente el Capítulo XLII “El sentimiento religioso” donde detalla su pertenencia a la masonería (Ibídem, p. 590 a 593). Con respecto a su temperamento afirma Rojas que “A veces parece que se hiciera el loco, para que le toleren sus demasías; pero otras habla y gesticula como un loco de verdad, o al menos como un inspirado, un poseído (Ibídem, p. 702).
En otro apartado dice el autor “Así ha pasado el tiempo sin que hayamos creado la escuela para el indio y para el gaucho que, según Sarmiento, debía comenzar arraigando esos hombres mediante el cultivo de la tierra y…” (Ibídem, p. 625). ¡Pero… si Sarmiento preconizaba exterminarlos! A pesar de acusar a Rosas de bárbaro, no trepida en hacer pública su opinión sobre los indios en “El Progreso” del 27 de julio de 1844 en los siguientes términos: “Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría a colgar ahora si apareciesen (…). Se les debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.
Si bien en época rosista provoca horror la muerte de conspicuas figuras de nuestra sociedad como Camila O’Gorman o Marco Avellaneda, no sucede así con la matanza de gauchos. Sarmiento escribe en “El Nacional” el 3 de febrero de 1857, cinco años después de la caída de Rosas: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda es lo único que tiene de seres humanos”. Coloquialmente decía Sarmiento exponiendo su deseo racista y genocida en una famosa carta a Mitre: “No ahorre sangre de gauchos que para lo único que sirve es para abonar la tierra”.
Recrea Ricardo Rojas …”la imaginaria Argirópolis de la confederación rioplatense por él soñada” (Ibídem, p. 682). Confederación que existió en la mente y acción de Rosas, pero luchas internas propiciadas por sus opositores (entre los cuales Sarmiento) impidió perpetuar. “Él se jactaba de haber predicado la libre navegación de nuestros ríos” (Ibídem, p. 685 y 686) por las potencias extranjeras, pretensión de ingleses y franceses, idea que constituye un grave error de apreciación de alguien que se jacte de ser un patriota.
Sobre la verosimilitud de lo que escribía Sarmiento, basta saber que en carta a Mitre le manifestaba que no importa mentir si con ello conseguimos nuestros objetivos, sin trepidar en confesar en sus últimos días que …”si hasta sobre Rosas había, no diré rectificado su antigua opinión, pero sí aconsejado a los jóvenes historiadores que no tomaran al pie de la letra todo lo que él y otros emigrados habían escrito en el dolor y en el rencor de la lucha” (Ibídem, p. 687 y 689; transcripto de las Obras Completas de Sarmiento, XLVI, 297).
Este arrebato de sinceridad de Sarmiento lo humaniza en su senectud, expiando sólo parcialmente su prédica antinacional (anti rosista).
Colofón. HISTORIA es lo que fue hace un tiempo. Su verosimilitud depende del cristal con que lo observa el historiador al acudir a las únicas fuentes: archivos oficiales o privados, correspondencia, datos de otros historiadores que tuvieron acceso a fuentes originales, etc. No dudo de la honestidad de Ricardo Rojas que escribió esta voluminosa biografía, pero basada fundamentalmente en los propios papeles del biografiado, tratando de justificarlo cuando de los mismos asoma una personalidad poco favorable. No obstante, para tener una imagen cristalina de determinado hecho histórico es imprescindible empaparse de las opiniones de unos y otros historiadores, motivo por el cual recomiendo la lectura de EL PROFETA DE LA PAMPA a los admiradores de Sarmiento y detractores de Rosas, tanto como a los admiradores de Rosas y enemigos de Sarmiento. El ejemplar que obra en mi poder fue impreso en Argentina por Editorial Losada S.A. el 7 de septiembre del año 1945 y consta de 728 páginas.
con uniforme francés de coronel
La Edición de las Obras Completas de Sarmiento (52 volúmenes) fue subvencionada por el Estado durante la presidencia de Roca, que votó 20.000 pesos para tal fin (Ibídem, p. 695). El mismo general Roca, a quien Sarmiento facilitó su famosa y exterminadora Campaña del Desierto –que posibilitó posteriormente su presidencia- inauguró el 25 de Mayo de 1900 la estatua emplazada en Palermo, en el sitio donde el salvajismo de la piqueta demolió la que fuera casona de Rosas e impidió preservar a las generaciones futuras un importante monumento histórico. No deja de tener su morbosidad que la calle donde nació Rosas, que tuvo sucesivamente los nombres Santa Lucía (desde 1774), Mansilla (desde 1807), Cuyo (en 1822), desde 1911 se llame Sarmiento; actualmente en el lugar del nacimiento de Rosas se encuentra el Banco Avellaneda, entre las calles San Martín y Florida.
Mi querido Cesar,siempre tuve en mi mente la seguridad que Sarmiento no era todo lo que nos querian ensenar en la escuela, creo que lo unico bueno que hizo, fue crear escuelas y tratar que el pueblo Argentino fuera bien educado, pero no creo que para eso, hubiera tenido que llevar maestras de Estados Unidos como lo hizo. Gracias por todo lo que escribis, me ahorras el trabajo de seguir perdiendo mi tiempo buscando libros sobre ese «personaje».
Ya voy a seguir vienso todo lo que publicaste, que veo es bastante, pero necesito tiempo, que hoy precisamente no tengo.
Un abrazo, te quiero mi querido hermano.