Historia

CRÍA CUERVOS… Mitre y Sarmiento

Catriló (Leonardo Castagnino) y Lonquimay (César Tamborini)  se unen para desechar infundios sobre Rosas

Caserón de Rosas en Palermo. Esta hermosa construcción fue demolida por los que derrocaron su gobierno. Acción destructiva copiada por los de la Revolución Fusiladora de 1955 con el hermoso Palacio Álzaga-Unzué.

El pichón

El Dr. Farini visitó como médico al hijo de Mitre. Después Divus Bartolus lo invitó a pasar a conversar a la sala, y en lugar privilegiado, Farini descubrió una miniatura de Juan Manuel de Rosas.

Extrañado el Dr. Farini de que Mitre, anti rosista acérrimo, tuviera una miniatura de Rosas, le pidió explicación:

– ¿Y esta miniatura?

– Don Juan Manuel – dijo Mitre – ¿le extraña?

– No es para menos – sin salir de su asombro – ¿Un retrato de Rosas en su casa?

-¿No sabe Usted que yo le debo la vida a don Juan Manuel?

-¿Cómo? – preguntó Farini.

– Le explicaré – dijo Mitre – cuando yo era chico y vivía en la estancia de Gervasio Rosas, a cuyo lado me crié, cierta vez éste me envió a una estancia vecina ubicada en la margen opuesta del Salado. Había llovido bastante y el río estaba algo crecido. Yo no era baqueano en los pasos y buscaba el más aparente para vadearlo, y ya iba a intentarlo por donde mejor me pareció, cuando surgió de improviso un jinete muy apuesto y muy bien aperado que me gritó:

-Chiquilín ¿que vas a hacer?

– Voy a pasar el río, Señor.

– Por ahí no, criatura, te vas a ahogar – y agregó imperativo, dando espuelas a su caballo ¡Sígueme!

– Yo le obedecí – dice Mitre – y anduvimos silenciosamente varias cuadras costeando el río, hasta que en determinado paraje me dijo:

– Ese es el vado más seguro. Agarrate bien de las crines de tu caballo y andá tranquilo, pero fijate bien para no errarle en el regreso.

-Gracias señor, le respondí.

– ¿Y como te llamas? – me preguntó entonces el providencial personaje.

-Bartolomé Mitre, señor – le respondí.

-¿De donde eres?

– De lo de don Gervasio Rosas, señor.

– Ahjá. Decile a Gervasio que dice su hermano Juan Manuel que no sea bárbaro, que no se envía a una criatura como vos a cruzar el Salado. ¡Y dale recuerdos míos!

– Con este antecedente, imagínese, mi querido Farini – terminó Mitre – que tengo razón para tener la efigie de Rosas en mi escritorio, debiendo advertirle que esa ha sido la única vez que he visto personalmente al terrible don Juan Manuel, contra quién debí escribir tanto después. (Cesar Grass: “Rosas y Urquiza – Sus relaciones después de Caseros. Bs.As. 1948)

El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea disciplina de la estancia «El Rincón de López», regentada por Gervasio Rosas, y cuando tenía 14 años es devuelto por Rosas a su padre con estas palabras:

«Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo a este caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer.»

Los “economistas”

Este episodio en el río, recordado por Mitre en la vejez, fue ignorado durante su vida, y como a tantos otros, lo traicionaría en honor a la “libertad y la civilización”
Emigrado a Montevideo, formaría parte del “Ejercito Grande” contra Rosas en Caseros, como oficial de una fuerza extranjera, tal como se lo echa en cara Juan Bautista Alberdi en su polémica por la Guerra del Paraguay, en que Alberdi se oponía desde Paris a dicha guerra.

Alberdi recibió el ataque de la prensa mitrista a raíz de la publicación en París, en 1865, de un folleto que apareció como de autor anónimo:

“Toda la prensa del General Mitre – escribió Alberdi – ha recibido la consigna de imputarme el folleto titulado “Les dissensions des Républiques de La Plata er les machinactions du Brasil”, como un acto de traición…Que el folleto precitado sea o no mío, es cuestión de poca monta, desde que todas sus ideas me pertenecen” (Alberdi: Los intereses argentinos en la guerra).

Las ideas expuestas en el folleto eran la propiedad irrenunciable de todos los federales argentinos, contra cuya libertad y derechos se lanzaban los escuadrones del liberalismo, pero la campaña siguió personalizándose en Alberdi porque su vos era la más respetable y resonante de todas las que habían logrado sucumbir de esa hecatombe.

El ilustre pensador no dejó de presentarles batalla. En 1867 sintetizaba la esencia del problema: “Luego yo he sido atacado esta vez, no por defender al Paraguay, sino por defensor de la República Argentina; no por aparaguayado como se dice en Buenos Aires, sino por argentino; es el patriotismo nacional argentino bien entendido” (Alberdi: Las dos guerras del Plata y su filiación en 1867. París, mayo de 1867. “El imperio del Brasil”)

Alberdi, atacado en su patriotismo le arrojó este certero dardo a la cara de Mitre, el antiguo artillero de Caseros“Si al menos hubiera yo tomado una escarapela, una espada, una bandera de otro país, para hacer oposición al Gobierno del mío, como en Monte Caseros lo hizo otro Argentino contra Buenos Aires, con la escarapela Oriental, como oficial Oriental, bajo la bandera oriental y alineado con los soldados de Brasil…”

Mitre se incorpora a las tropas uruguayas del “ejército grande”, recomendado por los generales Juan Gregorio de Las Heras y Eugenio Garzón, y siendo aceptado por Urquiza, se incorpora al frente de una batería uruguaya, al mando del coronel Pirán.

La historia oficial mitrista habla del heroico comportamiento de Mitre, que con su acción inclinó la balanza de la batalla a favor del invasor, con prescindencia del general en jefe, Urquiza, a quien de esta forma le resta mérito.

Alfredo de Urquiza, que investigó los hechos no llega a la misma conclusión:

“Vive en Entre Ríos un anciano coronel Espíndola, a quien en otro tiempo le oí decir que en Caseros encontró al comandante Mitre, con su batería, detrás de un monte y que habiéndole preguntado por lo que allí hacia, Mitre le contestó: Estoy economizando sangre” (Alfredo F. de Urquiza. “Campañas de Urquiza. Rectificaciones y ratificaciones históricas. Buenos Aires. 1924) (AGMK.PLA.p.301)

La «sangre que ahorraba» Mitre en Caseros, tal vez fuera «la misma que derramaría» para aplastar a los federales del interior luego de Pavón, tal vez convencido por Sarmiento, que aconsejaba a Mitre «… No trate de economizar sangre de gauchos… Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos». (Carta a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y «El Nacional» 3/2/1857)

Desde “La Patria”, José Hernández publica varios artículos referidos a Mitre: “De presidente a revolucionario, de revolucionario a pirata”; “Males sobre males”; “Los dos fundadores de la nacionalidad argentina”; “La administración Mitre”. En este último describe: «Ahogó en sangre las resistencias de la Patria, para prepararse el camino de la Alianza, que debía dar por resultado la devastación del Paraguay».

En esta sección americana, Mitre ha sido un cometa de sangre, un flagelo devastador, un elemento de corrupción y de desquicio y dan testimonio de su existencia los huérfanos, las viudas y los inválidos.»

La bandada

Tal vez herido todavía por ser despedido de la estancia “El Rincón de López”, Mitre no se conformó con participar, aunque “escondido en el monte”, en la caída de Rosas, sino que muchos años después de Caseros, todavía sangraba por la herida y hacia leña del árbol caído; en 1887 se permitía hablar con desenfado de la “deshonestidad de Rosas”, aseverando que “…como administrador de los caudales públicos, lo tengo como un ladrón, como lo ha declarado la justicia.”

Vivienda de Rosas en 1865, en Inglaterra

Estos conceptos de Mitre no tienen nada que ver con la verdad histórica y contrastan con la opinión del historiador José Maria Ramos Mejía, que a pesar de su claro anti rosismo, reconoce que “…en el manejo de los dineros públicos, Rosas no tocó jamás un peso público en provecho propio, vivió sobrio y modesto y murió en la miseria…” (J. M. Ramos Mejía: Rosas y su tiempo.)

De esa forma contribuía Mitre a la leyenda roja contra Rosas, como un aporte más a las infamias levantadas por hombres como Sarmiento, Florencia Varela, Rivera Indarte entre otros, acusando también a Rosas de “deshonesto con los dineros públicos”

Mitre acusa a Rosas de deshonesto “…como lo ha declarado la justicia”, basándose precisamente en un juicio infame, lleno de mentiras y resentimientos como lo demuestra la investigación histórica. Desde la Legislatura, el 24 de septiembre de 1859, el fiscal doctor Emilio Agrelo emite acusación, comenzando el “mesurado” alegato afirmando que “…el asesinato, el robo, el incendio, las devastaciones, el sacrilegio, el perjurio, la falsificación, la impostura y la hipocresía, han sido elementos constitutivos de esa terrible tiranía erigida en sistema político durante tan largos años en nuestro país”… y agregaba al final una pieza de antología: 

”¡Maldición sobre este monstruo! ¡Que su vida sea tejido de desdichas y miserias, que el remordimiento lo persiga en todas partes, y que la sombra ensangrentada de sus victimas venga a turbar su sueño, para que ni aún en las horas tranquilas del reposo, pueda gozar la calma y el sosiego! ¡Que los gritos de los lamentos de los huérfanos a quienes arrebató sus padres y sus fortunas, traspasando los mares, vaya a resonar en el oído de aquel caribe, para que lo sobrecojan de espanto, y para que el pueblo libre de la Gran Bretaña vea en las facciones lívidas y descompuestas del Tirano, retratando el miedo que le causan sus crímenes, el horror que se inspira en sí mismo, el asco que ocasiona a la humanidad la presencia de aquel reptil a quien se le ha quitado el veneno con que mataba a sus semejantes!”

La acusación, llena de diatribas y resentimientos, tiene otro aspecto por demás singular: el doctor Emilio Agrelo es el mismo que el 8 de octubre de 1851, en plena “tiranía”, en honor a la hija del “tirano” sustituye los caballos del carruaje de Manuelita, para tirar el mismo del carruaje . En honor a la verdad, debemos reconocer que “lo hizo bastante bien”. (A. García Mellid. Proceso al Liberalismo.p.212)

Para comprender la “ecuanimidad” de los unitarios que juzgaron a Rosas, baste citar el dictamen de Rufino de Elizalde, Ministro de Mitre, que ante el reclamo de un vecino sobre bienes de Rosas que supuestamente “pertenecían” al demandante, sin abrir pruebas, don Rufino dictaminaba: “Desde que la demanda es contra Rosas, este ministerio nada tiene que oponer, porque todo particular debe tener siempre razón contra el tirano”

El 17 de abril de 1861, el juez don Sixto Villegas falló declarando a Rosas “…asesino de profesión y ladrón famoso” por crímenes comprobados sobre la base de pruebas “…que varían desde el indicio hasta el testimonio original, desde el rumor hasta la notoriedad universal”. Vaya singular manera de los liberales unitarios para juzgar y sentenciar a alguien en ausencia.

Durante los debates en la Legislatura, Rufino de Elizalde, sin presentar prueba alguna, no tiene empacho en afirmar que “Rosas ha salido del país muy rico. Sabemos que embarcó una gran cantidad de baúles con dinero y alhajas y que llevó casi todos los brillantes que existían en Buenos Aires…No han de padecer nada ni él ni sus hijos y es muy sabido que ha estado viviendo en Londres con el boato de un príncipe…”

Sarmiento, según “Antón Perulero”

También Sarmiento se sumó a las diatribas en el Senado, acusando a Rosas de gozar en el exilio de “cuantiosos bienes que nosotros no tenemos”, a lo que el historiador M. C. Gras le replica que “Cuando esto dice Sarmiento en el senado de Buenos Aires, Rosas se debate en la pobreza más angustiosa, y él, Sarmiento, vive holgadamente, percibe varios sueldos importantes y está dilapidando los cuantiosos bienes que su esposa Benita Pastoriza ha heredado de su primer marido. Existe – agrega – un expediente judicial que comprueba esto y que la mayoría de los biógrafos del sanjuanino pretenden ocultar…” (H. Senado de Buenos Aires. Diario de sesiones. Sesión del 29 de julio de 1857 – M.C.Gras – A.G.Mellid. Proceso al Liberalismo.p.308).

La verdad siempre triunfa.

Pero los “baúles con dinero y alhajas” que cita Elizalde y los “cuantiosos bienes” a que aludía Sarmiento, nunca existieron, sino en la mente de esos canallas. Rosas, que era mas inteligente y honesto que todos ellos, al embarcarse en el buque de guerra ingles “Conflict”, hizo extender un documento en el que constaba el magro haber que llevaba consigo, consistente en 745 onzas de oro, 200 pesos fuertes y 22,4 ¾ reales y cuartillos…y por suerte, un baúl con copia de documentación de su gobierno, para conocimiento de la posteridad, ya que lo originales fueron incinerados por los vencedores de Caseros.

“Llegará el día en que desapareciendo las sombras sólo queden las verdades, que no dejarán de conocerse por más que quieran ocultarse entre el torrente oscuro de las injusticias” (Juan Manuel de Rosas. 1857)

Moraleja: Cría cuervos y te sacarán los ojos.

Leonardo Castagnino. “Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades

– o – o – o –

Calles de mi ciudad. Rivera Indarte y las “Tablas de Sangre”

Al lúcido artículo del ingeniero Castagnino, se me ocurre agregar otros aspectos que guardan relación con el mismo. Los que estudiamos o leemos historia en otras fuentes al margen de la oficial, tenemos el convencimiento de la veracidad de su escrito.

Y también nos enteramos, aprendimos, que los argentinos exiliados en la época de Rosas, la mayoría en Uruguay y algunos en Chile y Bolivia, no les importaba el desmembramiento de nuestro territorio si con ello lograban derrocar a un hombre cuya presencia impedía que ellos lograran su objetivo de gobernar el país; y no trepidaban en ofrecer la entrega de territorios enteros (v.gr. la Mesopotamia) si con ello lograban el poder para imponer sus ideas.

Los ardides fueron numerosos, yo me remitiré a un trabajo realizado por el Profesor Francisco Hipólito Uzal Iparraguirre. Extenso y minucioso relato del que transcribiré la parte relacionada con Rivera Indarte que -como todos saben- ostenta el privilegio de una calle con su nombre en el barrio de Flores:

el papa Francisco

…”Concordando con esa finalidad, se le haría llegar a Varela en Europa, un trabajo que demostraría el carácter inhumano del régimen de Rosas y, por ende, la inspiración desinteresada y humanitaria con que “la Inglaterra” contribuiría a liberar de ese monstruo al pueblo argentino. Se trataría de una larga nómina de todos los crímenes que podían atribuírsele a Rosas, con razón o sin ella. José Rivera Indarte fue el encargado de llevar a cabo la tarea. No podía haber sido elegido mejor el candidato. ‘Este Rivera Indarte, un canalla, cobarde, ratero, bajo, husmeante y humilde en apariencia como un ratón cuya cueva nadie conoce, tenía mucho talento y un alma de lo más vil que pueda imaginarse’. Este juicio lapidario no es de un fanático federal, sino de D. Vicente Fidel López, cuando habla de sus compañeros de estudios.

“Convalidando semejantes afirmaciones, recordemos que Rivera Indarte fue un fervoroso federal y miembro de la Sociedad Popular Restauradora, autor de un ‘Himno a Rosas’. (‘Oh, Gran Rosas, tu pueblo quisiera / mil laureles poner a tus pies…!’) así como letrillas pornográficas en que ironizaba contra ‘la unitaria facción’ mientras hacía el elogio de la mazorca. Pero resulta que un día -genio y figura…- procesado y convicto de estafa y falsificación pretendió que Rosas lo salvara del castigo que merecían sus delitos. Nada hizo el gobernador de Buenos Aires, posiblemente porque al pedir el prontuario de este federal tan entusiasta, conoce sus viejos antecedentes de hurtos reiterados en la Biblioteca, así como del robo de la corona a la Virgen de la Merced. Entonces huye a la vecina orilla y desde ese momento cambia su filiación política y se convierte en el más enconado difamador de Rosas.

“Según diría el ‘Atlas’ de Londres del 1º de marzo de 1845 (que no era un periódico favorable a Rosas) y de allí lo tomaría Emile Girardin en ‘La Presse’ de París -recuerda José María Rosa en Hist. Nac. Arg., t. V. p. 81- la casa Lafone, concesionaria de la Aduana de Montevideo, le pagó la macabra nómina a un penique el cadáver”.

Refiere el mencionado autor que el libretista de marras logró reunir 480 muertes, equivalentes a otros tantos peniques o sea, dos libras esterlinas; y agrega que en esa lista se le atribuyen a Rosas los asesinatos de Quiroga, Heredia, Villafañe, figurando asimismo nombres repetidos y algunos con las iniciales N.N.; que trató  el “compaginador de sumar todos los caídos y posibles caídos en todas las batallas y combates habidos en la Argentina desde 1829 en adelante, que completarían 23.040 muertos y redondeaban 96 libras esterlinas. No debió pasar sin observación por la severa contabilidad de la casa Lafone”. De este denigrante trabajo surgieron las tristemente célebres ‘Tablas de Sangre’.

El colofón digno de esta obrita infame consistía en un apéndice intitulado ‘es acción santa matar a Rosas’. Tal fue el elemento publicitario que debía apuntalar la gestión diplomática de D. Florencio Varela, [en Londres] ‘uno de los hombres más distinguidos’…” (Revista “Todo es Historia”, Buenos Aires, enero de 1970, pág. 80 y 81).

Otras calles. Al excelente artículo del ingeniero Castagnino, agregaré este breve diálogo establecido con el actor Norman Briski, que le doy un título aunque no me pertenece (los autores figuran al final). El título será, parafraseando el de Sábato,

HÉROES Y TUMBAS

… P -¿El país está en decadencia o decaído?

R -Es un país muy difícil, hablan bien de Sarmiento, de Roca, de Mitre, es un país latinoamericano más con todo lo que significa la explotación y la dependencia ¿Cómo se va a premiar a alguien poniéndole su nombre a una avenida, tratándose de un sujeto que ha despreciado y matado a los indios que vivían pacíficamente en nuestra tierra?…

(Del libro “La magia los convirtió en reportajes”, de Carlos Pensa y Hugo M. Perticarari, Editorial La Llave, Buenos Aires, 2007, pág. 85)

Las otras tablas de sangre

COLOFÓN: “Las otras Tablas de Sangre”

Sobre este tema también escribió Alberto Ezcurra Medrano, con una introducción acerca del juicio histórico sobre Rosas. En el ensayo con este título menciona una larga lista de acciones abominables protagonizadas por las más conspicuas personalidades de la facción unitaria antes y después de la Batalla de Caseros, inclusive vejando a las familias de sus víctimas. Asesinatos, robos, torturas, confiscaciones estaban a la orden del día.

La lista no se refiere solo a los causantes materiales de estos hechos aberrantes como los protagonizados por Rivadavia, Alvear, Lavalle, José María Paz, Lamadrid, Marco Avellaneda; también incluye a mercenarios como Garibaldi; y autores intelectuales como Sarmiento, integrante de la “Comisión Argentina en Chile” de la que también formaban parte el general Las Heras, Zapata, Oro, Calle y Godoy. Sus máximas de guerra eran las siguientes:

“Es menester emplear el terror para triunfar en la guerra. Debe de darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Debe de tratarse de igual modo a los capitalistas que no prestan socorro. Es preciso desplegar un rigor formidable. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación. Debe de imitarse a los jacobinos de la época de Rosas”. Y Rivera Indarte repetía en Montevideo: “Será obra santa y grandiosa matar a Rosas. Se matará sin conmiseración a los ‘rosines’. Pedimos una expiación grande, tremenda, memorable”. No nos extrañemos, pues, de los excesos del terror unitario. Era la realización práctica de un plan premeditado. (“Las otras tablas de sangre”, Alberto Ezcurra Medrano, Talleres Gráficos Della Torre Hermanos, Buenos Aires, 1934, pág. 28 y 29)

César J. Tamborini Duca

Académico Correspondiente para León

Academia Porteña del Lunfardo

Academia Nacional del Tango

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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