“De nihilo nihilum, in nihilum nihil posse reverti”.
Frase latina de Aulo Persio (34-62 d.c.) que expresa:
“De la nada nada nace, nada puede convertirse en nada”.
PARA FACUNDO A SUS 15 AÑOS (21-I-06). Facundo, eras pequeño –no más de 12 años- cuando, viéndome leer “El ser y la nada” de Jean Paul Sartre manifestaste tu asombro por el título de la obra, diciéndome que si algo ES no puede ser NADA. Siempre fuiste intelectual, un poco filósofo con esa naturalidad sin esfuerzo, innata, que alimenta la curiosidad por las cosas de la vida. Y claro está, eras pequeño para darte a leer una obra que incluso a mí me resultaba difícil de entender en parte. Pero ahora que ya tienes 15 años quisiera transmitirte un poco de mi concepto o entendimiento de ese “ser” o “no-ser”.
Fijáte que unos renglones atrás escribí las cosas de la vida, y eso tal vez me ayude a explicarte. Si son “cosas” existen, “son”, tienen o forman parte de la vida. Sin “cosas” y sin “sujetos” no hay existencia, no hay vida. Por supuesto hablamos de TODO lo que “es”: un río, una montaña, un ave, un árbol, un hombre, un perro, el aire con sus componentes químicos, una nube.
Asimismo todo lo que “ES” es perecedero, todo se desintegra, desaparece, muere; hay cosas o seres que pueden vivir solo horas o días; otros, años; otros, milenios (hay árboles centenarios, milenarios); volcanes que emergen del mar y forman islas; islas y montañas que desaparecen por cataclismos; ríos que modifican su curso; mares que desaparecen. NADA es eterno, NADA es inmortal, todo lo que EXISTE es perecedero, mas temprano o mas tarde se retorna a la NADA.
Es así que si pensamos en Dios, si es que Dios existe debería ser inmortal y siendo así, si es inmortal es “NIHIL” (nada) y por consiguiente no existe. Así aunque ello implique una aporía, la existencia de Dios significa su no-existencia, su nihilismo. (También el primer hombre, hecho a su imagen y semejanza, fue “nihil”, nada; y así se llamó, sólo que al revés: adan).
*NEGACION. Pero ¿a qué viene todo este embrollo escrito hace años? A que debemos tener en cuenta que una misma palabra para mencionar una misma cosa, puede tener distinto significado (ser interpretada de distinta manera) para una persona de una cultura convencional, que para otra de una cultura arrabalera u otra –permítaseme esta digresión- de una cultura tanguera. Para explicarlo me remito a un ejemplo, la expresión “tango clásico”.
Puede ser que para la persona de cultura convencional ese “clásico” quiera emparentarlo con la música de esas características y piense entonces en Rovira, o en Piazzola (y aún en éste, en su “Reunión Cumbre” de 1974 con el saxofonista Gerry Mulligan); o en Osmar Maderna y su “Lluvia de Estrellas” o su “Concierto en la Luna”.
En cambio para el de cultura tanguera, surgirán en su mente los acordes de Julio de Caro, los versos de Enríque Cadícamo, de Pascual Contursi, de Homero Manzi; Troilo, D’Arienzo, Pontier, Pugliese y toda esa generación de grandes orquestas de los años ’30, ’40 y aún ’50. Sin embargo para el culto del arrabal surge un aspecto distinto que detallaré posteriormente a otra digresión: en mi época juvenil solía ir a una milonga en Flores o -más cercano a mi domicilio- a un club barrial en Villa Ariza.
Por ese entonces, años ’60, los de mi edad y aún mayores iban a bailar a otros clubes copados por antiguos “petiteros” y recientes “caqueros” (¿recuerdan esos pantalones de pie muy ancho y “tiro bajo”?) cuyos bailes remitían a otro tipo de música, siendo el tango muy limitado a las grabaciones de Fresedo (“Vida mía”, “Re fa si”, “Arrabalero”) o de Di Sarli (“Bahía Blanca”, “No la maldigas por Dios”, “A la gran muñeca”).
Bailando con una chiruza arrabalera en Villa Tesei y a mi pregunta sobre qué tangos le gustaban, su respuesta fue que NO le gustaba el “tango clásico”, pero en alusión obvia a los mencionados tangos favoritos de los caqueros, y no a los tangos predilectos de la cultura tanguera, pues eran éstos los que le gustaban pese a la negación implícita en la palabra utilizada. Un NO que desde mi perspectiva consiste en realidad en un SI porque interpreto lo que en realidad le gusta. Y llegamos así a la tercera parte de este artículo
*DE LA NEGACION A LA NADA (o viceversa). Vamos a conocer entonces el origen de la palabra nada, que es la sustantivación del no-ser; y cómo de ésta, por asociación, se llega a aquella. Decía Andrés Bello que nada antiguamente significaba cosa pues nada no es más que un residuo de la expresión cosa nada (cosa nacida, cosa existente). Por eso, según Borges, se utiliza en muchos casos en que no significa negación, dando el ejemplo: “¿Piensa usted que ese hombre sirva para nada?” (esto es, para alguna cosa), y que se utiliza con otras palabras negativas sin destruir la negación: “Ese hombre no sirve para nada”, es decir, para cosa alguna.
Y afirma que si tiene por sí solo un sentido negativo precediendo al verbo: “no le he visto en mi vida”, sucede –o es lo mismo-que si utilizamos expresiones positivas precediendo al verbo: “en mi vida le he visto”. (Jorge L. Borges, “El idioma de los argentinos”: “Otra vez la metáfora”. Alianza Editorial, Madrid, 1998).
Para utilizar otro ejemplo transcribo lo siguiente: “¿Verdad que he hecho muy mal? ¡Yo no voy a dormir tranquilo hasta tanto que esa mujer adorada no me perdone!” ( Amado Nervo, “Besos que matan”, Obras Completas, Ed. Aguilar, 1991, p. 73).
Es decir que nada se revistió de significado negativo por la frecuencia con que se empleaba en proposiciones negativas donde la negación no estaba implícita utilizando esta palabra (nada) sino en las que estaba asociada (no).
Bueno… Bueno…. Bueno… prefiero pensar sin complicarme la existencia, que nada es lo que no es, lo que no existe, Yo tengo una poesía narrativa, «La Nada» que jamás podré publicar por no herir a personas que quiero mucho. De la que puedo solo transcribir en tu sitio algunas líneas: «La nada vino de repente/un día cualquiera/
no te llevaron a tu casa/ te llevaron a lo que llaman una Residencia/
Residencia de que?/sin jardín/ llena de zombis. (…) Hoy me siento triste…/ no puedo hacer NADA por esa nada tuya/ni por la que me espera a mi…..» Nélida Caracciolo
Otra cosa más linda, qué hermoso niño, Juan Facundo Tamborini Cabral a sus 15 años, qué lindo recuerdo de esos días, ahora ya grande, debe ser muy buen mozo….!!!!! Cariños para él. Nélida Caracciolo
Y por supuesto… que «Nada» también está en el tango gracias a Horacio Sanguinetti y el rosarino José Dames… ¡Nada, nada queda en tu casa natal!
Sólo telarañas que teje el yuyal…
El rosal tampoco existe
y es seguro que se ha muerto al irte tú…
¡Todo es una cruz…!
¡Nada, nada más que tristeza y quietud!
Nadie que me diga si vives aún…
¿Dónde estás, para decirte que hoy he vuelto
arrepentido a buscar tu amor…?
Y como está en el tango… la Nada Es
Y mi aplauso y agradecimiento para dos grandes amigos, Nélida Caracciolo (hija del gran bandoneonista Alberto) y Eduardo Aldiser, ‘cumpa’ de nostálgicos intercambios epistolares, gran periodista y tanguero de ley, que al mencionar ese hermoso tango me trae el recuerdo de Julio Sosa, «El Varón del Tango»; y genial «La Nada» de Nélida que, aún incompleta, se atisba su derrotero. De paso aclarar que la foto de Joan Facundo es de cuando tenía 8 años ¡a los 15 era acosado por las namis del rioba! Abrazo a mis amigos. César