El origen de las palabras

De cronopios y de famas

Mascialino: un “cronopio” sin la fama merecida

Lorenzo Masciliano

Entre las muchas cosas que le debe la cultura criolla a uno de sus últimos humanistas, el profesor de griego y latín Lorenzo Mascialino (1914-1988), se cuenta la incorporación al español de un neologismo hoy celebrado, pero que no le ha dado fama a él sino a su colega de los años 40 en Mendoza, Julio Cortázar. Porque fue Mascialino, y no Cortázar, quien acuñó, en una lejana noche de copas e improvisaciones, la palabra «cronopio».


Mascialino coincidió en la Universidad de Cuyo con el autor de «Rayuela» por la misma época en que éste llegaba desde Chivilcoy. Mascialino, un ítalo-argentino de familia numerosa (de aquellas donde nunca faltaba un cura), ya profesaba ese credo nacionalista que lo llevaría, más tarde, a adherir al naciente peronismo.

Sus tenidas filológicas acompañadas por los generosos vinos de la zona («In vino veritas»), no eran infrencuentes. En uno de esos encuentros, contó años después Mascialino a algunos de sus discípulos, se habían puesto a imaginar, junto con Cortázar, un mundo fantástico en el que existieran criaturas que pudieran ver, físicamente, las dos dimensiones: no sólo el espacio, sino también el tiempo.


–¿Y cómo llamaríamos, para usar una palabra griega, a ese ser capaz de percibir el tiempo con sus propios ojos? –desafió Cortázar a Mascialino. Éste lo pensó un momento, y respondió sin titubear: –Cronopio. Se llamaría cronopio, por supuesto.

[Esto decía Marcelo Zapata en la edición impresa de Ámbito Financiero del 20 de agosto de 2014].

La síntesis era perfecta. Como explica otro testigo del relato de Mascialino, Luis Ángel Castello, titular de la cátedra de griego en la UBA: «‘Cronos’, como es bien sabido, es ‘tiempo’, y la desinencia ‘-opios’ viene del verbo ‘horao’ (que significa ‘ver’, ‘mirar con atención’, de cuyo futuro ‘hopsomai’ (sale ‘opsis’ (de la que nacen tantas palabras como ‘óptica’, ‘autopsia’, etcétera. Cronopio, entonces, es el que ve el tiempo».

JETA

El vocablo Jeta

La “jeta” es el rostro, la cara humana. Pero si nos atenemos a que la CARA puede ser DURA: caradura, entonces, equivale a ser cínico, un “fresco”. Por eso cuando alguien recibe algo que no merece, decimos que es “por la jeta” (por la cara). Y si alguien recibe algo gratis (un premio, o lo que fuera) decimos lo recibe “de jeta”.

Es palabra de uso español, pero ¿de dónde proviene? Mis investigaciones me llevaron a una voz del caló, “jeró” (que significa cabeza); sin embargo sufrió una ligera variación de significado, puesto que en la jerga tiene un significado más específico: designa la cara.

Pienso que jeta puede ser palabra derivada, por deformación, de jeró.

MACANA

Veamos lo que nos dice Borges al respecto: “Don Miguel de Unamuno -único sentidor español de la metafísica y por eso y por otras inteligencias, gran escritor- ha querido favorecer esa palabreja. Macana, sin embargo, es palabra de negligentes para pensar. El jurista Segovia, en su atropellado ‘Diccionario de argentinismos’, escribe de ella. Macana: Disparate, despropósito, tontería. Eso, que ya es demasiado, no es todo. Macana se les dice a las paradojas, macana a las locuras, macana a los contratiempos, macana a las perogrulladas, macana a las hipérboles, macana a las incongruencias, macana a las simplonerías y boberías, macana a lo no usual. Es palabra de haragana generalización y por eso su éxito. Es palabra limítrofe, que sirve para desentenderse de lo que no se entiende y de lo que no se quiere entender. ¡Muerta seas, macana, palabra de nuestra sueñera y de nuestro caos! (Borges, “El idioma de los argentinos, Alianza Editorial, Madrid, 1998, pág. 158).

Si bien la definición que propone Borges es correcta porque -realmente- una macana en idioma coloquial argentino es una mentira y todos los adjetivos que le endilga. Sin embargo si nos remitimos a la etimología aborigen, macana es un arma a manera de machete, de madera con filo de pedernal, utilizada por los indios.

por César J. Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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