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Don Ricardo Ostuni y el fútbol

Don Ricardo Ostuni

Don Ricardo Ostuni y el fútbol. 

Como consecuencia de la publicación protagonizada en  https://pampeandoytangueando.com/tangueando/segunda-charla-sobre-lunfardo/  “El Tango y el Lunfardo”  en el Salón Maragato del Hotel Tryp de León el día 30 de junio de 2012, con su cuarteta de introducción: “Con permiso, soy el tango, / el del lungo Pantaleón / que lo bailan en León / sin confundir con fandango” y tras la breve explicación del tango donde mencionan al tal “quía”, recibido el artículo por el señor Ostuni me envió el siguiente comentario:

“Muy buena charla, muy didáctica y amena. Lo felicito y le acoto: antes que en “Un baile a beneficio” (La Podrida, 1950) el Lungo Pantaleón aparece en el tango “LUNES” de José Luis Padula y Francisco García Jiménez (1927) y es posible que José Alfredo Fernández autor de aquella milonga lo hubiera tomado de esta letra de don Paco. En cuanto al vocablo “hincha”, una de las versiones de su origen es la que Ud. cita. Hace unos dos o tres años estudiamos el término en la Academia Porteña del Lunfardo con interesantes conclusiones. Le copio mi trabajo por si le fuera de utilidad en el futuro. Felicitaciones. Guardaré sus líneas en mis archivos “lunfardescos”. Un cordial saludo. ROstuni.

Luego de algunas consideraciones de carácter general sobre lunfardo, presenté el tango “El Ciruja”, el análisis semántico del mismo y por último el relato explicativo, es decir la prosificación del poema. El análisis del término “quemera” me hizo derivar hacia “El Bajo” y la posible ubicación que le quiso dar Marino. Uno de mis lectores, el amigo uruguayo Eduardo Errea (con algún lazo familiar con el mítico portero de Boca que antes lo fuera de Atlanta) escribió en ‘comentarios’ de mi artículo la siguiente reflexión:

Un baile a Beneficio

Tango Lunes – 1927

“Estimados contertulios gardelianos: Si me permiten quería plantearle una pregunta al Sr Cesar José Tamborini Duca, además de felicitarlo y agradecerle por su magnífica ponencia.
Esa pregunta es respecto al término “quemera”. El amigo Tamborini lo atribuye a la condición de hurgador de basura y lo vincula al depósito municipal de basura que existía en el barrio de Parque Patricias, conocido como La Quema, cerca de, como él dice, donde hoy está el estadio del Club Huracán. Al respecto, yo leí en algunos documentos que allí, cerca de La Quema” se ubicaba una popular zona de prostíbulos y que las muchachas que allí ejercían el viejo oficio eran por esa razón conocidas como quemeras.
En la letra de EL Ciruja aparentemente cuando se expresa que “yugaba de quemera” estaría refiriéndose a la condición de prostituta del personaje en cuestión. Eso es lo que yo había leído y por eso con todo respeto me gustaría hacerle la pregunta de marras al Sr Tamborini, que sin duda, sabe mucho más que yo del tema”.
Muchas gracias. Cordiales saludos. Eduardo Errea (Tango).

Decidí contestarle también en la sección de comentarios, siendo la siguiente mi respuesta de interpretación de “quemera”:

“Estimado tanguero D. Eduardo Errea, acertijos como los que usted plantea son beneficiosos y estimulantes porque ayudan a exprimir el raciocinio. Le diré en primer lugar que cuando me radiqué en Buenos Aires con casi 18 años en una zona suburbana (Ituzaingó) y al acudir por las tardecitas a la cita esquinera donde nos encontrábamos la muchachada del “rioba”, una de las primeras lunfardiadas referidas a El Ciruja que escuché de esos “reos” y quedaron grabadas en mi memoria aún transcurridos 51 años fue lo siguiente (no es textual, sería una impertinencia de mi parte pretender que mi memoria llegara a ese extremo): “el autor utilizó el término quemera para evitar decir ramera”, que obviamente aproxima a la idea que usted expone.

Estadio Huracán y entorno

En mi primera charla sobre lunfardo de esta serie inscripta bajo la actividad de “Leoneltango” en la que entre otros, desarrollé el tema del lunfasoneto “El Feite”, y el tango “Y taconeando salió” comenté a los asistentes a la misma que “muchas veces las traducciones no pueden ser literales, pues principalmente en el lenguaje arrabalero están plagadas de metáforas. Algunas veces hay que ponerse en el lugar y época del autor para tratar de interpretar lo que quiso decir”.

Transcurrido el tiempo y como lamentablemente a D. Alfredo Marino ya no podemos preguntarle, nos vemos en la obligación de intentar interpretar lo que quiso decir. Quemera tiene la acepción que expongo en mi charla; sinceramente desconozco la acepción que usted menciona y le agradezco mucho me la haga conocer y la doy por válida.
Sin embargo me gustaría aclararle que al mencionado barrio de la quema de Parque Patricios también se lo conocía como Bº de las Latas (probablemente por tener muchas viviendas precarias con ese material) y Bº de las Ranas por la cercanía de una laguna con abundancia de ranas que iban a pescar sus habitantes, motivo por el cual también se los denominaba raneros (o raneras: nótese la similitud con “rameras”). Es muy posible que por transpolación quedara, en el devenir del tiempo y en el imaginario popular, fijado este sustantivo a las mujeres de la zona y por ese motivo se considerara un barrio prostibulario. (Por favor, tenga en cuenta que son elucubraciones).

Pero además de la acepción conocida del término quemera traté de situarme en el lugar del autor. Sabemos que la historia es ficticia y cómo tuvo su origen, pero todo relato o historia aun siendo ficticia, para atraer al lector (u oyente en el caso del tango) debe tener visos de verosimilitud. Y ahí encuentro un elemento muy valioso para la interpretación, pues siendo la “paica” una quemera en el sentido que yo explico, permite hacerse a la idea que ella y el ciruja se conocieron precisamente gracias a la actividad u oficio que desempeñaban. Lo cual, si fuera así como interpreto, sería indudablemente otra de las genialidades que el autor puso de manifiesto en esta obra.
Como no me creo dueño de la verdad y lo que usted plantea merece toda mi consideración y respeto, ¿por qué no pensar también que el autor mató 2 pájaros de un tiro, siendo su pensamiento abarcativo de las dos hipótesis que planteamos?”
Con mi agradecimiento, hago llegar a usted un abrazo tanguero.

César

Estas consideraciones me llevan a transcribir el resto del mensaje que me enviara Don Ricardo Ostuni, aprovechando su generoso ofrecimiento:

“Consideración del término hincha “partidario de un equipo de fútbol; partidario de cualquier persona, de cualquier conjunto de personas, de cualquier cosa abstracta o concreta. El hincha da todo a cambio de nada, vociferaba Enrique Santos Discépolo desde su personaje en la película homónima recreando la imagen de un aficionado ingenuo y lleno de pasión. El hincha es todo, sin el hincha los colores no son nada, repetía convulsionado su rostro en primerísimo plano. Pero ¿qué es hincha o dicho de otro modo, que se entiende por ser hincha?

Si nos apartamos por un momento del fútbol y dejamos de lado la clásica definición que se refiere a los adictos de un determinado equipo que desde la tribuna lo alientan en cada cotejo, podríamos retrotraernos a los tiempos de don Miguel de Cervantes y Saavedra y más precisamente, a la metáfora que el propio Cervantes utiliza para burlarse de los malos libros. Cervantes decía que esos volúmenes eran peligrosos instrumentos de comunicación y para expresar la fuerza maligna que atesoraban, recurrió a la imagen de una masa de aire contenida en un recipiente hueco: una vejiga, una calabaza, una pelota, un perro hinchado, que no otra cosa eran para él esos libros abominables. A esta fina ironía apeló Cervantes para responder a los descomedidos ataques de Fernández de Avellaneda, comparando su apócrifo Quijote con el gigantesco flato de un perro.

Hinchada en la tribuna de Boca

En el prólogo de la Segunda Parte del Quijote, Cervantes aclara aún más el sentido de esta metáfora cuando explica que no es poco trabajo el de hinchar y ello se comprueba cogiendo algún perro en la calle… y como mejor podría le acomodaba el cañuto en la parte que, soplándole le ponía redondo como una pelota… De esta manera califica al Quijote de Avellaneda como un monstruo inflado por obra de un loco. Pero hay más. En el capítulo X de la Segunda Parte del Quijote describe Cervantes una especie de visión del infierno, donde hay una docena de diablos jugando a la pelota pero con libros llenos de viento. Y la imagen literaria describe a tales demonios expresándose mediante emociones negativas, agresivas, ofensivas. “Todos gruñían –dice el Quijote- todos regañaban y todos se maldecían”. ¿Acaso las dos metáforas cervantinas no describen a la perfección, por un lado aquello que nos molesta, que nos fastidia, que nos hincha las pelotas para decirlo con la crudeza del idioma cotidiano y por otro el comportamiento habitual del hincha del fútbol?

En cuanto a la primera acepción comentada, el vocablo hincha se refiere al cargoso, al que nos llena de aburrimiento, nos incomoda, nos importuna, nos harta en demasía. Ese sujeto también suele ser un hinchón o como es usual en la otra costa del Plata, un rompe quimbos. Es una acepción idéntica a la que Cervantes utilizaba para con los libros que lo llenaban de hartazgo o molestia como el ya referido falso Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda del que dice el propio don Quijote cervantino al tenerlo en sus manos. En el prólogo al Quijote de 1605 Cervantes reitera esta acepción del vocablo. Le dice al Desocupado lector, entre otras cosas que, para mostrarse erudito, si tratáredes de amores, con dos onzas que sepáis de la lengua toscana, toparéis con León Hebreo, que os hincha las medidas, es decir que os colma hasta el hartazgo. (Al margen de la cuestión en estudio: no pocos autores creen que en estas líneas Cervantes confiesa haber conocido los Dialoghi d’amore la obra de Judá Abrabanel en su original italiano).

Por otro lado hincha es también el seguidor entusiasta de un equipo  deportivo en general aunque también los hay de una persona destacada en alguna actividad como dice la segunda acepción del DRAE e incluso existen hinchas de determinadas marcas como en el caso del automovilismo por ejemplo o de ciertas agrupaciones musicales: Yo soy Gabitero, un hincha puro, declaró a la prensa colombiana Jaime García Márquez –el hermano menor de Gabo- para expresar su admiración por la obra de éste. Lo distintivo del comportamiento del hincha –y que lo diferencia del fundamentalismo del fanático y de la tibia pasión del simpatizante– es que el hincha padece como si fuera un protagonista más del equipo de sus amores, o del acontecimiento que presencia dando su aliento; se siente parte y no un simple “espectador de la tribuna”. Pero entendámonos bien: la tribuna para el hincha no es cualquier espacio físico desde donde puede verse el juego, sino el “tablón” –aunque hoy sea de cemento- porque el verdadero hincha no está en las plateas sino en las populares, con la masa, y dentro de ésta en un espacio demarcado como propio. El plateísta adquiere su lugar privado y se siente dueño del club o del  equipo  con  prerrogativas de patrón hacia los jugadores y el técnico.   El hincha –que saca una entrada popular o es simplemente socio de fútbol- no se siente dueño de nada, sino custodio de un legado que trasciende la historia y se simboliza en los colores de la camiseta.

Sin embargo, no todos los hinchas constituyen o forman parte de la hinchada porque están aquellos que se confunden con lo que hoy se llama la barra brava, que son precisamente los fanáticos cuyo fundamentalismo les hace recurrir de modo permanente a la violencia contra la hinchada contraria dentro y fuera del estadio. La psicología ha intentado múltiples explicaciones para este fenómeno que ya había advertido Ortega en “La rebelión de las masas”: Los individuos que integran estas muchedumbres preexisten, pero no como muchedumbre. Repartidos por el mundo en pequeños grupos, o solitarios, llevan una vida, por lo visto, divergente, disociada, distante. Cada cual –individuo o pequeño grupo- ocupa un sitio, tal vez el suyo, en el campo, en la aldea, en la villa, en el barrio de la gran ciudad. Conviene recordar que en todo tiempo, cuando la masa, por uno u otro motivo, ha actuado en la vida pública, lo ha hecho en forma de “acción directa”. Fue, pues, siempre el modo de operar natural a las masas. Toda la convivencia humana va cayendo bajo este nuevo régimen en que se suprimen las instancias indirectas. En el trato social se suprime la “buena educación”. La literatura como “acción directa” se constituye en el insulto.

El hincha genuino, por el contrario, trasciende esa mezquindad. Da todo primero y, desde esa entrega total reclama, a veces con bronca, pero sin la amenaza ni la práctica del abandono, y si se hincha por la mala actuación de su equipo, no por eso deja de hinchar por él. Y esto –que tiene su poderoso lado oscuro- no es física sino química, es el imperio de los alevosos sentimientos. La última edición del DRAE (22ª) trae un término curioso de reciente creación: forofo que ya había sido rescatado por Ángel Rosemblat en su ensayo Nuestra lengua en ambos mundos de 1971. Forofo es palabra propia del argot español y significa hincha. Posiblemente la expresión esté relacionada con ser del Foro es decir, ser de Madrid, aunque no hay certeza sobre ello, sobre todo por el Corpus Diacrónico del Español de la Real Academia, cita la palabra forofo como procedente del Diccionario de la Montaña de Agustín Faus, editado en 1963. Según este texto al novato o aprendiz de montañés, se llama forofo en Castilla, de donde el significado actual de seguidor de un club de fútbol sólo podría entenderse asimilando el ardor de los neófitos montañeses por aprender los secretos de la actividad con el que ponen los hinchas para alentar a su equipo.

Messi y su «gambeta»

En todos los países existen hinchas: e hinchadas: en Italia se los llama tifosis, nombre que también se les da a los seguidores de la escudería Ferrari; en Inglaterra son hoolingans y constituyen más una barra brava que una hinchada; torcida se les dice en Brasil; supporter en Francia; ultras en otros países, porque la verdad, como vociferaba Discépolo, es que si no hay hinchas no hay futbol, como tampoco hay teatro si no hay espectadores. El rock chabón, dice nuestro cofrade Marcelo Oliveri, se caracteriza por “el bardo (desorden) y su similitud con las hinchadas de los clubes de fútbol”. Como simple acotación recordemos que este subgénero rockero nació en la década de 1990 y se expandió en bandas muy populares cantando temas cuyas letras reflejan los problemas de los jóvenes carentes de trabajo y de futuro.

Según una encuesta realizada a nivel nacional en 2006 por Gallup para la marca Rexona, siete de cada diez argentinos consultados se mostraron apasionados por el fútbol: un 39% dijo simpatizar con Boca, un 28% con River y, muy lejos con 6% y 5%  respectivamente aparecen Independiente, San Lorenzo y Rácing. Pero lo interesante es la relación que estableció la consulta acerca de si el interrogado se consideraba simpatizante o hincha: un 57% de los seguidores de Rácing se manifestaron hinchas totales, en tanto un 50% dijo sentir idéntico fervor por Boca y un 44% por Ríver. La encuesta también reveló que el 65% cree que el aliento de la hinchada es fundamental a la hora de ganar un partido, sobre todo si es ajustado en el final, en tanto que los jugadores, en general, dijeron estar tan concentrados en el juego como para escuchar el griterío de la tribuna, aunque algunos pocos dijeron agrandarse al oír los cánticos.

En la búsqueda del origen de esta acepción del vocablo hincha tropecé con una versión poco académica,

El tango y el lunfardo

originada en el Uruguay, de la que se hizo eco el Premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias en un artículo publicado en Madrid. Dice la misma que en los primeros años del siglo anterior, en el club de fútbol Nacional de Montevideo, revistaba como encargado de inflar los balones –cuyas cámaras tenían un pico al efecto- un señor llamado Prudencio Miguel Reyes. Reyes era, lógicamente, un entusiasta seguidor de su equipo al que animaba gritando a todo pulmón desde el costado del campo ¡Arriba Nacional! Este grito resonaba en todo el campo y la gente identifica la voz de Reyes como la del que hincha los balones. De ahí habría derivado en llamar a Reyes simplemente el hincha y el vocablo habría pasado a denominar a los partidarios del equipo tricolor (los colores de la bandera de Artigas) y finalmente se habría extendido a todo simpatizante de fútbol.  El Club Nacional de Fútbol fue fundado el 14 de mayo de 1889 siendo el más antiguo de todos los clubes de América.

Según Jesús Castañon Rodríguez, autor de un Glosario de términos futbolísticos americanos que se incorporaron a España editado en Madrid en 1991, el término hincha llegó a la península en 1905 y si bien no lo he podido encontrar en las primeras crónicas periodísticas argentinas, aparece reiteradamente durante los finales de la década de 1920 y comienzo de la siguiente. Pocos españoles saben que la palabra hincha”, que todos ellos conocen como descriptiva del apasionado seguidor de un equipo, nació en Uruguay, y que arranca del hecho de que el forofo que más animaba al Nacional de Montevideo de principios de siglo era Reyes, el que hinchaba los balones; el “hincha”.

Raúl Scalabrini Ortiz en El hombre que está solo y espera, (editado por Gleizer en 1931), escribió que la historia argentina está llena de arquetipos maravillosos, que sucesivamente encarnan el espíritu de la tierra, y entre los cuales menciona al hincha, al compadrito y a los artistas populares como sujeto genuino para realizar un acercamiento con pretensiones sociológicas.

La denominación de Jugador Nª 12 a la hinchada de Boca Juniors fue creada por Pablo Rojas Paz, más conocido como “El negro de la tribuna”, en una de sus habituales crónicas de la década del 30’ en el diario Crítica. Allí escribió que “La hinchada es el jugador nº 12 de Boca”. Desde entonces se conoce como la parcialidad que es sinónimo de aliento incondicional, entrega, sufrimiento y delirio hacia un club de fútbol.

También el tango titulado Club Boca Juniors, compuesto en 1934 por Carlos Fain Binda y Evaristo Menéndez, trae en sus versos las palabras hincha e hinchada: “Gran escuadra de la Boca / y que soy un hincha viejo… / Una aureola de optimismo a la hinchada nos envuelve… / Al final, cuando la hinchada bate palmas en tu honor”.

«Gambeta». Antoine Griezmann

Asimismo a finales de la década de 1920, Herminio Jiménez estrenó en el Teatro Municipal de Asunción una polka paraguaya –ritmo del que se lo considera el creador- dedicada al Club Cerro Porteño, el más popular del Paraguay que comenzaba con estos versos: ”Arriba la muchachada y la hinchada del gran ciclón…”  Otro dato que encontré, pero sin sustento documental, es que quién comenzó a utilizar la palabra hincha radialmente fue el primer relator argentino, Jorge Leal que comenzó a narrar partidos de fútbol en 1925 por LS2 Radio Prieto.

No obstante estos antecedentes me parece más verosímil hacer derivar la acepción en estudio, del cruce de hinchar con el verbo español cinchar que según el DRAE significa en 3ª acepción trabajar empeñosamente para que algo se realice y en 4ª especialmente en competiciones deportivas, alentar o animar. Pone como ejemplo: cincharon por su equipo. Y ello se ve en el juego campero –que también se practicaba en los suburbios de Bs. As.- de la cinchada, en el que dos jinetes montados en sus respectivos caballos y unidos por un lazo, tratan de hacer que el contendiente cruce una línea divisoria convencionalmente trazada. Los simpatizantes de uno y otro, alientan a ambos con sus gritos y expresiones, es decir cinchan con ellos o hinchan por ellos. Cinchar es, literalmente, hacer fuerza para afirmar la cincha y del mismo modo el simpatizante de un equipo, grupo, etc. hace fuerza poniendo toda su fe y sus deseos para ayudarle a salir airoso en la competencia. Es común oír la alocución yo hago fuerza por tal equipo o porque suceda tal cosa. Es insuflar ánimo, alentar con voces, gritos o ademanes y también impulsar desde adentro de uno con una suerte de fuerza espiritual en la creencia de que podemos ayudar al logro propuesto.

Finalmente es interesante destacar que el vocablo hincha tiene dos acepciones totalmente contradictorias en el DRAE: en primera acepción significa odio, encono o enemistad y en segunda y tercera, partidario entusiasta de un equipo deportivo o de una persona destacada en alguna actividad. O tal vez el hincha verdadero sea la fusión de ambas acepciones: odio y encono para el equipo adversario y entusiasta partidario del propio.

Ricardo A. Ostini – Académico de Número – Sillón Luis C. Villamayor

En  https://pampeandoytangueando.com/?s=a+don+ricardo+ostuni.+in+memorian podrán leer en breve reseña cómo conocí a esta persona que –sin conocerla, y no lo consideren contrasentido- apareció a mis sentimientos como una persona excepcional.

Colofón. Creo que el deporte más popular del mundo es el fútbol, y como consecuencia el que más hinchas atrae. Pero además ¿qué hincha de fútbol no lo jugó en su niñez y/o juventud? Y siendo esto así, quién no soñó con ser un buen jugador en el club de sus amores. Claro que no todos pueden llegan, y si alguno triunfa es posible que lo haga después de tener alguna experiencia onírica como la que describe la letra de Reinaldo Yiso a la que musicalizó Juan Puey y podrán escuchar en la voz de Enrique Campos con acompañamiento de la orquesta de Ricardo Tanturi, “pinchando” el enlace siguiente:

https://www.youtube.com/watch?v=WajB585FV80

por César J. Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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