Lunfardo

Etimologia y origen del lunfardo

Interpretación del vocablo Lunfardo.

Desde el 2000, todos los 5 de septiembre se celebra el Día del Lunfardo, el habla popular o “idioma coloquial de los argentinos” como me gusta denominarlo por no considerarlo solamente de la ciudad de Buenos Aires. La fecha conmemora el día de publicación de “Lunfardía”, libro de José Gobello, cuya primera edición en 1953 impulsó su valorización y su interés lingüístico.

Etimología (¿y Etiología?) Tal vez sea procedente utilizar las dos palabras, porque etimología hace al estudio del significado y origen de las palabras; mientras que etiología (muy utilizada en las ciencias médicas) se circunscribe al estudio de las causas de las cosas. Esas dos son las interpretaciones a las que estamos abocados.                                                                             

  1. Etimología. El significado de la palabra aparece, entre otros estudiosos, en  una entrevista de “Tango Ayer y Hoy”  de Claudia Sandina, en la serie Guardianes del Tango, realizada el 9 de agosto de 2016 a Otilia Da Veiga (Licenciada en Periodismo y Presidenta de la Academia Porteña del Lunfardo), ella decía que el nombre se lo dieron en realidad los inmigrantes italianos.

Todos sabemos que además de los españoles que llegaron con la conquista y posterior colonización, arribaron a nuestras playas gran cantidad de inmigrantes italianos, de distintas regiones de Italia. Decía Otilia en la mencionada entrevista que vinieron de un triángulo conformado por Liguria, Piamonte y Sicilia, y estaban en contraposición con los lombardos;  en Lombardía estaban los Bancos y los prestamistas y todos sabemos que para el pueblo son la misma cosa (asociándolos a usureros, ladrones) y entonces cuando alguien se mandaba una macana en el conventillo, estos “tanos”* exclamaban “E un lombardo” y por deformación se transformó en lunfardo. 

                                                                                    

*tano es apócope de napolitano, y por extensión se llama así a todos los italianos. Sucede lo mismo con el gentilicio “gallegos” a los que en Argentina se los llama “gaitas” y por extensión a todos los españoles.

También Oscar Conde, en una entrevista de Bárbara Schijman del 4 de abril de 2018 para el periódico “Página 12”, lo explica así: –La palabra lunfardo es una palabra derivada del romanesco lombardo, una palabra del habla romana, que quería decir “ladrón”. Esto tiene que ver con una larga tradición europea, más que italiana solamente. Según esta tradición, como los lombardos fueron los primeros tipos que se convirtieron en banqueros y, por lo tanto, en prestamistas, a los ojos del resto de la sociedad eran considerados estafadores, ladrones; de ahí que en el siglo XIX en Roma corriera la palabra con el sentido de ladrón. Pero su uso es incluso muy anterior. Ya en la literatura italiana, en el siglo XIV, El Decamerón incorpora la palabra lombardo como persona poco confiable, estafadora. La palabra técnica desde el punto de vista lingüístico es argot, un habla popular creada al margen del  vocabulario oficial. 

En 1886 Fray Mocho fundó un periódico picaresco junto a Ramón Romero, que titularon “Fray Gerundio”. En ésta publicación Romero escribió por entregas “Los amores de Giacumina”,  (primera obra rioplatense escrita íntegramente en ese idioma enrevesado mezcla de dialectos italianos españolizados que llamamos “cocoliche”) libro del que hice referencia en https://pampeandoytangueando.com/el-origen-de-las-palabras/cocoliche/

El éxito fue tan grande que fue llevado al teatro en un sainete de Agustín Fontanella en 1906, con el mismo título. En la publicación encontramos la palabra lumbardo en boca de un napolitano, y, según se desprende fácilmente del relato, se refiere al nativo de Lombardía.

En la Edición de “El 8º Loco” (Buenos Aires, 2011) leemos en la pág. 33: “Entre los novio que teñiba Giacumina había in lumbardo…” y en la pág. 56 “Cuande livantaron il trapos (se refiere al escenario), salió in lumbardo vestido di ciertopelos…” Al relatar las escabrosas relaciones de Giacumina, en la pág. 97 se lee “Esto divertimiento se repetían todos los días mas o menos safadamente, cuando no era cun il gallego, era cun in lumbardo que istaba allí di cuciniero”.

Queda claro entonces que la palabra “lunfardo” tendría su origen en el gentilicio “lombardo”, término que llegó a ser sinónimo de ladrón porque los lombardos fueron, en el siglo XVIII, prestamistas, actividad por entonces impopular porque cobraban altas tasas de interés como fue siempre de estilo entre los que, por ello, recibían el nombre de usureros. Decir usureros y pensar en ladrones era todo uno.

Esa colectividad italiana al llegar a la Argentina se instalaba en conventillos, generalmente en los barrios de La Boca o en la vecina San Telmo. Los conventillos vienen a ser viviendas colectivas, generalmente constaban de muchas habitaciones rodeando un patio central, cada familia disponía de una sola habitación –a lo sumo dos- y había un baño compartido. La ausencia de cocina individual se paliaba con un calentador (infiernillo) a kerosene. Esa asociación mental con la actividad de los lombardos, hacía que cuando se producía un robo y se descubría al culpable, sus connacionales lo mencionaran (como mencionó Otilia): “e’ un lombardo”.

En muchas ocasiones suelo mencionar que en la locución de una palabra se hace necesario un emisor y un receptor. La mayor o menor calidad de esa locución como así también la del oído del receptor es lo que hace muchas veces que esa palabra se transforme, mude de aspecto al vocalizarla y también en su grafía. Cuando el italiano decía “e’ un lombardo” con su peculiar acento “cocoliche” refiriéndose a un ladrón, algunos escuchas interpretaban “es un lunfardo” y ahí quedó esa palabra deformada  asociada a una actividad delictiva.

 2.  Primitivas menciones                                                                                                                    

El origen del lunfardo muchos lo relacionan con las zonas marginales de la sociedad de fines del siglo XIX, específicamente en los sectores del hampa porteño. No es casual, entonces, que los primeros estudiosos de la jerga fueran funcionarios policiales (como Dellepiane, o Fray Mocho) y tampoco que se la haya definido como una “lengua de los delincuentes”.

En 1878 el diario La Prensa publicó el primer vocabulario lunfardo, titulado “Dialecto de los ladrones”. En el diario La Nación Benigno Lugones publicó en 1879 “Los Beduinos Urbanos” en relación también con los delincuentes. Ese mismo años llegó a Buenos Aires  José S Álvarez “Fray Mocho”; se desempeñó como vigilante y eso le permitió escribir un interesante libro sobre el tema, “Memorias de un vigilante”, en el que menciona una serie de actitudes delictivas y llama “los lunfas” a los que las practican. En 1894 el Dr. Antonio Dellepiane definió el lunfardo como “el idioma del delito”.

  1. Etiología (causa de las cosas):

Conociendo entonces el sector social (marginal) del que proviene el lunfardo y la etimología de la palabra, corresponde ahora interiorizarnos de manera resumida cómo fueron apareciendo los términos que engrosan su vocabulario, entrando en el terreno de la “causa de las cosas”.                                                                                           

EN CUANTO A SU EVOLUCIÓN,  LA DIVIDO EN TRES ETAPAS:

  1. Una primera etapa carcelaria
  2.  En la segunda etapa atraviesa los muros de la prisión por sus allegados (amigos y/o parientes que los visitan) y por los mismos presos cuando quedan en libertad. Los barrios marginales, de los suburbios, es donde obviamente se establece.
  3. En esta etapa arrabalera se hermana con el tango y comparten vivencias. No olvidemos que el tango en sus orígenes, el tango villoldense, tenía letras picarescas y prostibularias. Por esta razón era mal visto en la sociedad. Pero con la evolución de sus letras y el regreso triunfal de Europa, principalmente París, se popularizó y fue acogido por todos los estratos sociales.

rincón tanguero

De esa unión entre el lunfardo y el tango, mi inspiración me dictó estas glosas:

Matrimonio lunfa-tanguero

Vaya uno a saber qué jugarreta del destino rafañoso hizo que un día se encontraran. En una esquina cualquiera, en un andurrial, en una cortada, en un burdel mistongo, en uno o en muchos sitios arrabaleros de la gran ciudad, Buenos Aires.

Se  conocieron en mishiadura, chamuyaron, se metejonearon, y el camote rantifuso los obligó a viajar en yunta por la vida, tirando acollarados del mismo carro, tango y lunfardo forjando en coyunda la misma historia rea.

Juntos recorrieron los peringundines más atorrantes, recrearon obscenas figuras en multitud de “gorçonnieère’s”. Cafiolos y sabalaje arranyaron en simbólico connubio de música y palabras con las que camuflar de alegría la tristeza de los cotorros.

Como toda lengua viva fue evolucionando, y al ser un país cosmopolita fue incorporando palabras fruto de la inmigración, como veremos luego. Pero antes quiero mencionar la existencia de un lenguaje gestual.

  1. Pasar la mano por la solapa: está informando “ojo que viene la cana”;
  2. Rascarse la mejilla: “cuidado, el que está a tu lado es batidor”;
  3. Pasar el dorso de la mano por la mejilla de arriba hacia abajo, como si se estuviera afeitando: “cara lisa” (ese es un cafishio, un explotador de mujeres).

Monumento a Edmundo Rivero

La anécdota. El Dr. Luis Alposta, académico del tango y del lunfardo, decía que Edmundo Rivero cantó en muchas cárceles, no como “batidor” sino en el sentido lírico y por solidaridad. En una ocasión le preguntó a un preso por qué estaba ahí, y él respondió “Dequerusa, La Prensa”. Con el término “dequerusa” quiso decir cuidado, porque vio que venía un guardián; y “la prensa” haciendo alusión al diario, que informa como lo haría el guardián.

VOCABULARIO EN LUNFARDO: ALGUNOS EJEMPLOS

Mina = Mujer

Afanar = Robar

Arranyar = componer algo, arreglar  //  Golpear, castigar

Fiaca = Desgano, pereza

Milonguita = Copera

Chorro = Ladrón

Cana = Policía o cárcel, según el contexto

Botón = Policía (revolución de 1890: apunten a los botones)

Amurado = Engañado, abandonado

Mistongo = Pobre, humilde

Bacán = Persona de buena posición económica. // Que mantiene una amante

Batir = Delatar

Barquinazo = Vaivén que da un carruaje en caminos desnivelados. Carlos Muñoz, alias  Carlos de la Púa, alias el Malevo Muñoz, le puso ese apodo a Francisco “Pancho” Loiácono que trabajaba con él en el periódico “Critica” por su  manera de caminar; pasó a ser conocido como “Barquina”.

Cafishio = Canfinflero: Muchachos emperifollados del arrabal. Tambien se le dice  cafishio  al que explota mujeres (proxeneta)

REVES o “VESRE”: en realidad no es propiamente lunfardo sino una “travesura idiomática”, como la llama Da Veiga en el reportaje mencionado; “travesura”  que también utilizan los franceses bajo la denominación de VERLAN; precisamente esta palabra proviene  de “l’envers” (que significa al revés) y un ejemplo sería “Céfran” (Francais); o “cimer” (mercí = gracias).

Boncha = chabón

Feca = café

Gomía = amigo

Jonca = cajón

Mionca = camión

Timbo = botín

Yobaca = caballo

Otros aportes:

Debemos tener en cuenta que no es lo mismo el idioma que el habla (como también decía Da Veiga en la entrevista antes mencionada) porque si bien el lenguaje argentino  es de raíz española (el idioma) fue enriquecido por la inmigración con la incorporación a su vocabulario de extranjerismos y de palabras autóctonas de origen pampa o mapuche, gauchesca,  y del lunfardo, dando origen al habla coloquial.

El idioma coloquial argentino (o “lunfardiada) que incorpora muchas palabras del lunfardo  como vimos antes en el vocabulario, se nutre también de voces producto de la inmigración de distintos países: Italia,  Francia, España (de la germanía y del caló), Inglaterra, de los indígenas y de los gauchos; palabras que omito en éste artículo porque serán incluídas en otro posterior. No obstante sí mencionaré  la utilización de una palabra del caló, “araca”, en un tango:

“Araca la cana, ya estoy engrillao / un par de ojos negros, me han engayolao…”

Un amigo español al leer algún trabajo mío con estas acepciones me dijo recordar una expresión similar del caló: “que viene la pasma” (= “ahí viene la cana” del lunfardo)

Es interesante también considerar aspectos marginales como puede ocurrir con una palabra no precisamente lunfarda, pero que puede serlo en determinado contexto, como por ejemplo “solfear”: es ésta una alusión a “tocar el piano” que significa robar. La “epanadiplosis” es también una manera de hablar –hablar en sándwich- habitual en barrios suburbanos en ciertos sectores de población: “me caí en el barro, me caí”. En este momento me viene a la memoria un jocundo tango titulado “En el corsito del Barrio”, obviamente con figuras carnavalescas, y en breve diálogo ella responde …”soy la mujer elefante, soy”…  En otro tango, “Padrino pelao”, aparece la locución  …”no ve que soy amigo del novio, que soy”…

BIBLIOGRAFIA: Considero interesante la mención de una bibliografía que,  aunque sea reducida, represente no obstante las distintas vertientes literarias de nuestro país y sus aspectos lingüísticos. Incorporo un autor uruguayo, Bartolomé Hidalgo, porque fue el precursor de la poesía gauchesca que luego continuarían Ascasubi, Estanislao del Campo, José Hernández, Ricardo Güiraldes; y a un autor inglés (Mac Cann) porque en el siglo XIX ingleses e irlandeses fueron pioneros en recorrer el campo argentino, sus estancias, y describir los hábitos de sus habitantes. Hudson, aunque de padres ingleses, nació en 1841 en la estancia “Los Veinticinco Ombúes” del partido de Quilmes. Lucien Abeille, filólogo francés, realizó un extraordinario trabajo en “Idioma Nacional de los Argentinos”.

La Tierra Purpúrea, de H.W.Hudson. Biblioteca Pluma de Oro. Bs As 1945

Viaje a Caballo por las Provincias Argentinas, de William Mac Cann. Hyspamérica.  Bs As 1985

Los Caranchos de la Florida (Espasa Calpe, Bs As 1938) y El Inglés de los Güesos (Calpe, Madrid, 1924) de Benito Lynch.

Diálogos Patrióticos, de Bartolomé Hidalgo.

Aniceto el Gallo (Imprenta de Paul Dupont, París, 1872; 3 Tomos. De Hilario Ascasubi.

Fausto, de Estanislao del Campo (Anastasio el Pollo). Centro Ed. de América Latina, Bs As 1993.

Martín Fierro, de José Hernández (cualquiera de sus múltiples reimpresiones).

El Hombre que está solo y espera, de Raúl Scalabrini Ortiz. Gleizer Ed. Bs As 1931.

Las Aguafuertes Porteñas, de Roberto Arlt (publicadas en El Mundo, de Bs As de 1928  a 1933). Ediciones Culturales Argentinas, 1981.

INQUISICIONES (1925), EL TAMAÑO DE MI ESPERANZA (1926) y EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS (1928) fueron las 3 primeras obras en prosa  publicadas por Borges, preteridas por el autor que prohibió su reimpresión. Posteriormente la autorizó su viuda, siendo reimpresas por Alianza en 1998

Estampas de Tango, de Francisco García Jiménez (Alonso Editor, Bs As 1968).

Lunfardía, de José Gobello (1953) – Tangos, Letras y Letristas (Diccionario de tangos, Ed. Plus Ultra, Buenos Aires, 1996)

Diccionario Etimológico del Lunfardo, de Oscar Conde (Taurus, Bs As 2004 – 1ra Ed.)

Idioma Nacional de los Argentinos, de Lucien Abeille. Bs As, Ediciones Colihue; Biblioteca Nacional (Colección “Los Raros”); 2005.

 

por César José Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
Articles

1 Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.