El origen de las palabras

Chamuyar

Eduardo Bernal

Que chamuyar significa conversar y chamuyo, conversación, no es misterio para nadie. Lo que quizás no sea conocido para todos, es el origen del término, y aunque lo fuera nunca está de más recordarlo.

Son voces muy utilizadas en las letras de tango, en la poesía lunfardesca y en la literatura nacional. Sus empleos son frecuentes en el habla coloquial de Buenas Aires y se han extendido a la lengua corriente de todo el país por aquello que “el porteño es lengua hegemónica”, según lo aseguran Ana Sebastián y Luis Labraña en su obra “Reflejos de la Lengua. Apreciaciones acerca del porteño actual”.

El Chamuyo es el título de un tango compuesto, más o menos para 1916, por Francisco Canaro.

Antonio Miguel Podestá incorpora el término a su tango “Como abrazao a un rencor”:

“Esta noche para siempre terminaron mis hazañas,

un chamuyo misterioso me acorrala el corazón/…”

También Samuel Linnig lo incluye en Milonguita:

El Chamuyo

¿Qué soñaba tu almita, mujer, /

 al oír en la esquina algún tango /

 chamuyarte bajito de amor?”

Carlos De La Púa, lo emplea en dos de sus poemas de La crencha engrasada: en El choclo:

 “hoy las preferidas son las ventajeras /

y las más franchutas para chamuyar”.

 

Y en “Inicial rea”:

Chamuyos de una noche de verano, /

berretín de potriyo sin mancada, /…”

 

Las voces chamuyar y chamuyo son antiguos lunfardismos. Chamuyar fue registrado por Antonio Dellepiane en 1894 en El idioma del delito, como “hablar”. Posteriormente, en 1915, Luis Contreras Villamayor, los incluye en El lenguaje del bajo fondo, donde registra  Chamuyo como: “Conversación, lo mismo que parlamento” y Chamuyar: “conversar, como parlamentar”.

 

Chamuyar tiene su origen en “chamullar”, voz llegada desde el caló, la lengua de los gitanos españoles, que  significa “conversar”,  es por lo tanto, un gitanismo, que, contra lo que puede pensarse, no llega a Buenos Aires en boca de los gitanos españoles, que por otra parte, nunca llegaron al país en forma numerosa, -los gitanos argentinos y americanos, tienen otro origen-, sino desde el aporte que hicieron al habla de Buenos Aires los actores y cantantes españoles que trajeron en sus obras teatrales y en sus zarzuelas el habla y el canto de ese pueblo afincado desde siglos en el sur español . Es entonces el resultado del pasaje al habla del porteño de voces aflamencadas, llegadas indirectamente desde el sanscrito, origen remoto del caló.

Gobello cita en su recomendable trabajo Etimologías, un pasaje de la zarzuela Alma de Dios compuesta en 1907, por Arniches y García Álvarez con música de José Serrano en la que se puede escuchar:

“Estaba aguniao de quedarme sólo pa chamuyá contigo…”

Existe una tendencia a confundir el Caló con la lengua de los ladrones españoles. Nada más equivocado, los delincuentes españoles usaban para su comunicación a la “germanía”, especie de jerga profesional originada en la península que ya se conocía en el siglo XV, mientras que el caló, como el castellano que deriva del latín, es lengua cuyo origen está en las antiguas lenguas de la india, región de procedencia de la raza gitana.

 

La Real Academia Española oficializó el término Chamullar con el significado de “hablar” y como voz del caló, con lo que dejó de ser un término “plebeyo”, para castellanizarse.

No obstante, y en rigor, como dice Gobello en Lunfardía, “Chamuyar, no es, simplemente en porteño, hablar o conversar. Supone la media voz confidencial, indispensable para la declaración amorosa en la nochecita esquinera.

Chau y hasta la próxima

 

 

Por Eduardo Rubén Bernal

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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