Con permiso, soy el tango
del lamento muy llorón;
no te quejes, bandoneón,
que esta noche baila Margo.
Llora el bandoneón en su nostálgico gemir
Luz y sonido para la nostalgia; hermanamiento de los sentidos… y sentimientos. Espectáculo musical que trasciende las riberas del Plata para adentrarse en la meseta leonesa. Desentrañar el misterio de las partituras tangueras por un magnífico trío musical acompañado por la excelencia en la voz de la cantante. Bailarines que conmueven con sus filigranas hasta a las vetustas paredes de un patio… patio tanguero en que devino el del Palacio de los Guzmanes.
Patio de tango para el espectáculo «Buenos Aires. El tango y el vino» que nos presentó el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por invitación de la Diputación de León.
Un recorrido por las viscicitudes del siglo XX, miscelánea de sufrimiento, guerras mundiales, migraciones, el nostálgico recuerdo del terruño, del ayer, embozado en las canciones arrabaleras y sensibleras de esa música prostibularia en su origen, y que adquirió carta de ciudadanía en su rodar por el mundo.
Las «Quejas de Bandoneón» resuenan en el patio. La mirada está en ese «El corazón al sur» adonde tantos emigrantes se fueron, llevando una imaginaria maleta repleta de ilusiones. En el patio, los hijos y los nietos de esos emigrantes, raíces brotadas de esos sueños; jóvenes que re-conocen el origen de sus ancestros, la tierra añorada por sus mayores. El retorno a los orígenes plasmado por el programa «Raíces» de la Diputación de León.
En el patio, confraternizan los leoneses con los jóvenes leoneses-argentinos fruto de esos sueños -quiméricos a veces, reales otras- y con los numerosos argentino-leoneses que con la misma maleta repleta de ilusiones llegaron a estas tierras en las últimas décadas.
Sueños, ilusiones, quimeras: patio de tango, Patio de los Guzmanes.