Relatos y crítica literaria

Historia de perros (y otros animales que incluyen a los humanos)

 Leónidas Barletta (Buenos Aires, 30 de Agosto de 1902 – 15 de marzo de 1975) escribió entre otras importantes novelas y cuentos realistas, su «Historia de Perros», donde narra las vicisitudes de una familia proletaria instalada en un barrio cualquiera del arrabal porteño. Describe con un realismo impactante las vivencias diarias plenas de ternura de esta familia, dentro de la cual dos perros callejeros, Fidel y Valentina, se constituyen en el eje sobre el que gira la novela, y en la que el autor se incorpora a la misma como un personaje más, al final;  debiendo hacer frente a los reproches que realizan -velados o no- otros protagonistas de la novela, por la muerte de doña María, personaje central desbordante de ternura


Pero… leamos uno de los tantos diálogos realistas que encontramos en la obra, cuando Dª María y algunas vecinas conversan sobre la manera de criar los hijos:


(…) «-Sólo nosotras sabemos qué quiere decir criar un hijo… -resolló Dª Asunción
.
-Y después cuando son grandes se van atrás de la primera que les sonríe… -afirmó Dª Cristina, sacudiendo la cabeza.


-Mi madre -trajo a cuento Dª María- les decía a mis hermanos: Antes de pedir a una muchacha, fijáte cómo pela las papas.


-¡Ay, mi Dios! -exclamó Dª Cristina, convulsionada de risa-. ¡Qué tienen que ver las papas!

-Si deja la cáscara gruesa, es gastadora.


-Tenía razón.


-Si no pela bien los ojos, es perezosa…


-Así es…


-Si las lava en una sola agua, es poco limpia.


-Claro…

-Si gasta mucho aceite al freírlas, es golosa…


-Seguramente…

-Si las deja quemarse, es descuidada… Nunca te cases con una mujer así porque serás desdichado; pero si sabe pelar, lavar y freír unas papas, como la gente fina, casáte sin pensarlo porque serás feliz.»

Claro, pueden reclamar los lectores, pero esto no es una historia de perros. Tienen razón, pero está dentro de los relatos que Barletta tituló de esa manera. Además, en este mismo capítulo, relata que las visitas preguntaron a doña María por Valentina (la perra, que estaba cuidando a sus hijitos); ella contestó -ya esta semana hay que sacárselo, pobre… porque no podemos alimentar tantas bocas…

(“Historia de perros”, de Leónidas Barletta. Macedonio Editor, 1997, pág. 101)

A no preocuparse, que hay más:

ANTROPOCANES (19 de enero 2025)

Tal vez no me van a creer (porque verdaderamente es difícil de creer). Pero en las largas caminatas matutinas por las calles neoyorquinas suelo encontrarme con cosas insólitas, absurdas si se quiere. Me cuesta dar a conocer lo que vi en la Quinta Avenida porque pueden tildarme de loco, pero es la pura realidad: un can sostenía a un mendigo con una soga.

Estaban ambos como reposando en el portal de salida de un supermercado, y vi como una señora les daba un paquete de comida para animales. Lo más sorprendente, el hombre solo gruñó, pero escuché como el perro le daba las gracias. No podía creer lo que veía y escuchaba, me animé y le pregunté al hombre ¿oí mal o su perro habla? Me contestó con un gruñido, pero a su vez el antropo perro respondió a mi pregunta diciendo

  

-Claro que hablo, no le quepan dudas-

-Pero eso no puede ser- le dije

-¿Acaso no le estoy hablando?

-Pero, pero- respondí tartamudeando

-Debería leer la Revista NATURA; ahí está explicado- me sorprendió

-¿Entonces usted también sabe leer?

-Desde que el mil millonario Donald Musk logró que sus científicos implantaran dentro de mi cerebro un chip modificado con células madres neuronales de ese pobre indigente al que a su vez, en un proceso inverso, le colocaron otro chip con células neuronales caninas extraídas de mi cerebro. Ahora yo soy él y el es yo, solo que él no puede comprender nada de lo que ocurre. Yo antes sabía, pero no sabía que sabía; ahora lo sé.

-¿Y son muchos como usted?

-De momento pocos, pero esa gente pretende formar un ejército de canes humanizados, por de pronto sé que están experimentando con una hermosa perrita que me hicieron servir; lleva gestando un mes y medio.

Desperté angustiado y transpirando abundantemente. Me di cuenta que todo fue influencia de la lectura de las nuevas medidas que se estaban pergeñando en uno de los países más ricos del mundo, con planes inimaginables para la humanidad, que padecería una esclavitud aún mayor que en siglos pasados.

César J. Tamborini Duca

EL PERRO SABE PERO NO SABE QUE SABE

Esto que parece un chiste en realidad no lo es; se puede asimilar a la filosofía de Hegel.

“El animal -según el filósofo alemán- posee una conciencia inmediata del mundo exterior, un sentimiento de sí mismo, pero no la conciencia de sí mismo que distingue al hombre. Éste no nace verdaderamente sino en el instante en que adquiere conciencia de sí mismo como sujeto cognoscente”. Es, por lo tanto, esencialmente, conciencia de sí mismo.

(EL MITO DE SÍSIFO – EL HOMBRE REBELDE, Albert Camus, Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1953, pág. 234)

  

Por supuesto todo tiene un comienzo y un fin y no podemos desdeñar la enseñanza. A un perro también se le puede enseñar, existen escuelas para perros y podemos suponer que dentro de 50, 700 o 12.000 años existirá la tecnología para implantar algún chip en los animales que les permita hablar. También podrá ser con la implantación de células madres laríngeas de seres humanos ¿por qué no? La ciencia podría avanzar muchísimo si los países, en lugar de tener presupuesto para defensa (¡) lo tuvieran para INVESTIGACIÓN. Por de pronto con la enseñanza, logré hacer de Sultán un gran futbolista:

  

SULTAN FUTBOLISTA

El cachorro me veía y acudía

presuroso a gruñirme su alegría;

me miraba los pies, me provocaba

imaginando la gambeta que esperaba;

la pelota rodaba hacia una esquina

y él corría presuroso, sin inquina

aunque yo lo burlara; otra pelota

le tiraba hacia otro lado… estaba rota.

Atento de mis pies al movimiento

respondía aún jugando contra el viento;

si yo fuese entrenador de perro y ‘fóbal’

pa’ enseñarle la chilena, el caño, el ‘goal’

un fenómeno sería de las gambetas

jugando seriamente y sin mis tretas

medio centro, o delantero sin igual

convertido en goleador sensacional.

César J. Tamborini Duca

EL HOMBRE-PERRO (Antropocanes II)

¡Qué día de perros! dijo el ñato Carmona cubriéndose la cabeza del aguacero con un diario mientras esperaba el autobús. ¿Que quién es el ñato Carmona? Cómo ¿no lo conoce? ¿no? Mire, es un tipo peligroso, de armas tomar; cuchillero por afición desmedida a ciertas características suburbanas, el “feite” que lucía en su cara era una muestra cabal de intemperancia en sus diálogos de raigambre mistonga con el reaje, y da testimonio de pretéritos entreveros; era pendenciero de nacimiento, lo llevaba en la sangre como algunos lucen una corbata u otros arrastran las alpargatas. Pero –me dirá usted- ¿qué tiene que ver con el hombre-perro?

En honor a la verdad debo advertir que éste no es un animal; tampoco es una alegoría sobre un animal mitológico cual “lobizón” en noche de luna llena. Ni siquiera está rabioso, aunque muchos de ellos pueden destilar rabia por todos los poros de su piel dada la situación actual del mundo, con sus guerras, ataques terroristas, acciones de represalia (qué bonito eufemismo), rateros que se conforman con un mendrugo de pan y van a parar con sus huesos en la gayola; políticos, banqueros y (agreguen, agreguen nomás que hay pa’ toos, como dijo el andaluz), corruptos ladrones de guante blanco que no se conforman con un mendrugo de pan, ni con 20 ni con 100 millones de euros ¡Y no van a la cárcel!

Me estoy yendo por las ramas, volvamos al hombre-perro, que no tiene razón de ser, de existir, pero como el hábito hace al monje, la costumbre hace al hombre-perro. Porque las malas costumbres se adquieren enseguida y se propagan como la peste en la Edad Media. Usted llega a una esquina en Buenos Aires o en Milán o en otro sitio, da igual, ve que el conductor de un vehículo avanza con el semáforo en rojo y luego tendrá muchos imitadores. O la bocina en un atasco, siempre habrá un primer bocinazo que luego se multiplicará por cientos (no recuerdo si Cortázar lo menciona en su “En la Autopista del Sur).

Y todo tiene su conexión, porque verlo al ñato Carmona protegiéndose la cabeza con el diario “Crónica” mientras en la otra mano sostenía la bolsa con el ‘sánguche’ de milanesa, y mordía un billete de diez pesos con el que pensaba pagar el boleto de su viaje; que era algo innecesario pero que al ñato en su solipsismo le parecía una actitud procedente que le daba un cierto aire de honorabilidad, pues había visto al oficial de la “gayola” donde solía pernoctar –gratuitamente, claro- hacer lo mismo cuando sus dos manos se manifestaban insuficientes para… (lo que sea).

Como decía, verlo al ñato me trajo a la memoria los innúmeros hombres-perro que inundan el mundo: los que van conduciendo y muerden el ‘tiquet’ para pagar la estadía en el estacionamiento; los que muerden el ídem para pagar el peaje de la autopista. Los que muerden un bolígrafo mientras buscan algo en el bolsillo interior de su chaqueta (tal vez un papel donde escribir); el que muerde el papel con el número, mientras teclea en su teléfono celular; la que está en la cola para pagar en el supermercado, la bolsa del pan en una mano, el monedero en la otra y la Mastercard sostenida con sus dientes y labios.

Giuseppe el zapatero, por Carlos Gardel:

Menos mal que en compensación algunos desaparecieron (aunque éstos lo eran por necesidades laborales), portadores de una lesión que los dentistas llamábamos “diente de zapatero” o “diente de costurera”, incisivos con escotadura en su borde por el desgaste producido al sostener los clavos para las suelas en el primer caso, o los alfileres antes de hilvanar las segundas. Pero vislumbro que los hombres-perro seguirán existiendo, pese a la encubierta exhortación de este pasquín.

César J. Tamborini Duca

LA CIUDAD Y LOS PERROS

LA INSEGURIDAD Y LOS CÁNIDOS (De 1536 a 2014)

Cuando Don Pedro de Mendoza se atrevió en 1536 a enfrentar las bravías aguas atlánticas para fundar Buenos Aires, en una de las más magníficas expediciones de la época –frustrada por la aún más bravía oposición de los aborígenes- introdujo por vez primera el ganado vacuno y los yeguarizos en el Río de la Plata. Casi medio siglo después Garay los encontró multiplicados generosamente, de manera increíble.

Sin embargo no existe constancia documental de la introducción de cánidos ¿fue Garay o Mendoza? Probablemente ninguno de los dos querría tener ese privilegio, teniendo en cuenta el perjuicio originado. Allá por mil setecientos y tantos las autoridades españolas en Buenos Aires tuvieron que organizar cacerías con el objetivo de exterminar las jaurías de perros cimarrones, que provocaban daños incalculables a las haciendas y atacaban salvajemente a las personas que se atrevían a circular por los precarios caminos de entonces.

Pero ahora estamos en el 2014 y todo el mundo habla de la inseguridad, temen a ladrones y asesinos, blindan sus casas, las transforman en “bunker’s”. Sin embargo yo  voy caminando tranquilo por las calles de mi tierra… excepto por los perros (ruego no me malinterpreten, no pretendo negar la inseguridad, que lamentablemente existe como en casi todo el mundo, solo transmitir mis vivencias). Éstos sí me causan terror.

Se encuentran diseminados por todos los sitios, aún los más insólitos, como me tocó contemplar dentro de un tren del subte (metro) de la línea “C” cuando uno de ellos pasó a pocos centímetros de donde me encontraba sentado, para echarse casi a mis pies a escaso medio metro de distancia.

Los hay de todo tamaño y pelaje y te atacan al menor descuido. Estaba aterrorizado con estos amos de la calle y me hicieron pasar muy malos momentos atribulando mis vacaciones, porque a diario debía pasar por un sitio donde se estableció una jauría de cuatro amos del sector, correspondiente a la calle Los Reseros 511: el blanco, el leonado (éste, por su fiereza, haciendo honor al nombre de su pelaje), el negro y el rengo.

La perversa doctora NN

Venía el primer día del encuentro plácidamente, con las manos ocupadas con bolsas de la compra. Veo a la distancia los perros, la señora que los alimenta, una vecina que la saluda y se ponen a conversar; cuando llego al lugar me ataca la jauría haciéndome resbalar y casi caer al suelo, lo cual hubiese sido peligrosísimo. La susodicha persona siguió charlando como si tal cosa, insensible a la difícil situación en que me encontraba, como acostumbrada a esas iniquidades.

Me informaron que es una “doctora” y como éste adjetivo es utilizado ampliamente en mi tierra (¡cómo le va, doctor!… y uno siente henchido el pecho de orgullo) deduzco que se trata de una veterinaria dado su amor a los animales y su insensibilidad hacia sus semejantes. No lo tomen a mal los veterinarios, que una golondrina no hace verano.

Como mencioné antes me veo obligado a pasar diariamente por el lugar, excepto si hago un rodeo muy grande pues las calles en esa zona de Villa Udaondo suelen medir mas de 200 metros de longitud; uno de esos días se adelantaron a esperarme media cuadra: mi corazón latía aceleradamente y el dolor en mi pecho persistió durante 2 horas. Trato de hacer el extenso rodeo para evitarlos, aunque en todas las calles se encuentran estos ejemplares (pero ninguno tan “cimarrones” como los de la calle Los Reseros. Ni dueña tan insensible).

Tal vez habría que reeditar la ordenanza de mil setecientos y pico, o soltarlos a todos en la calle Florida y aledaños, que como está plagada de “arbolitos”… (que me perdonen los que no captan la ironía; o el mensaje subliminal sobre una actividad que hace tanto daño a nuestra economía y cuya explicación no es el objeto de este trabajo; por favor, no me ladren)… ya saben lo que pueden hacer los canes cuando se topan con un arbolito.

César J. Tamborini Duca

¡AUMENTARON EL SUELDO A LAS GALLINAS!

don Cleto Batarazo

Fuentes del Ministerio aseguran que esa fue la causa del aumento desmesurado en el precio de la docena de huevos. Mientras tanto, el Sindicato Gallináceo decretó una huelga general porque -según proclaman- el aumento fue solo para las ponedoras. “ESA SITUACIÓN SOLO LLEVA A UN AUMENTO DE LA DESIGUALDAD, PUES EL SECTOR DE LA CARNE -LAS MAS SACRIFICADAS DEL GALLINERO- NO PARTICIPA DE ESE AUMENTO, REALIZADO SIN CONSULTARNOS”.

Este reportero decidió introducirse en el Sector Avícola Bataraz para realizar una entrevista; la realizó en la taberna GALLUS AESCULAPI:

P. -Buenos días, señora Clotilde Clueca Bataraza ¿hay alboroto en el gallinero?

R. -No se lo voy a negar, estamos muy preocupadas.

P. -¿Por el tema de la desigualdad?

R. -No es solo eso, el aumento fue una trampa para justificar el aumento de los huevos; éstos aumentaron un 80% pero nuestro aumento fue solo de un 5%. En cuanto al pienso sólo aumentó el 8% de modo que -siendo justos- el aumento de los huevos debería ser de un 15 a un 20%.

P. -¿Hay repercusiones sociales a causa de esta desigualdad?

R. -Claro, ahora las ponedoras están crecidas y miran con superioridad a don Cleto Gallo Batarazo, y éste se desquita con las otras y las maltrata. Ese aumento es el motivo y la consecuencia de la desigualdad.

P. -Muchas gracias, doña Clotilde Clueca Bataraza.

A medida que surjan novedades en el Gallinero, seguiremos informando. Mientras tanto y para alegrar un poco ese Gallinero, les haremos escuchar un estilo cantado por Gardel:

Pobre gallo bataraz (estilo). Canta Gardel:

César J. Tamborini Duca

Académico Correspondiente para León

Academia Porteña del Lunfardo

Academia Nacional del Tango

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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