Terminología. Piezas del recado. Boleadoras
Luego de la sucinta explicación sobre algunos aspectos del pelaje de los caballos en https://pampeandoytangueando.com/pampeando/caballos-ii/ reseñaré en este tercer y último capítulo la terminología empleada por los gauchos de la mayoría de los elementos constitutivos del aperaje para los caballos, así como su correspondencia en mapudungu, para finalizar –entre las armas utilizadas por mapuches y gauchos con la más emblemática y admirada de ellas: las boleadoras.
Terminología.
DOMA: Siempre al domar (amansar) un caballo se lo hace de modo tal que para montarlo deba hacerse por el lado izquierdo; según Lugones los pampas los adiestraban para montarlos por la derecha, de modo que el caballo no se dejaba montar por el lado contrario, y esto en caso de sorpresa lo salvaba: el huinca no podía montarlo.
RAYAR: hacer detener el caballo súbitamente, pese a ir a la carrera, y hacerlo girar sobre las patas como un trompo.
CIMARRÓN (BAGUAL): es el caballo salvaje, indómito, que vive en libertad.
CHÚCARO: es el animal arisco, que no deja aproximarse aunque haya sido domado; generalmente porque la doma fue incompleta (redomón) como les gustaba a los gauchos para lucirse.
MATUNGO o MANCARRÓN: es el que ya no sirve para el trabajo, por viejo
AMADRINARSE: cuando una tropilla sigue a la yegua que les sirve de madrina; si ésta tiene potrillo, los caballos se amadrinan mejor.
ESCARCEO: movimiento que hace el caballo con la cabeza y cuello subiendo y bajando con cierta frecuencia.
RECADO: está formado por dos piezas de madera sujetas por sendos arcos de hierro. Esta armazón está cubierta con cuero crudo cosido con tientos.
JERGAS: se llama así a las prendas con que se ensilla; pero también las piezas burdas que se ponen directamente sobre el lomo para evitar lastimaduras.
CARONA: gruesa pieza cuadrada de cuero crudo que se coloca entre las jergas y el recado.
LAZO: construido artesanalmente de cuero crudo trenzado hasta de 8 tientos entrecruzados, aunque lo habitual es de 4 a 6. En un extremo lleva una parte reforzada que se llama YAPA y luego sigue la argolla. En la otra punta tiene una presilla con botón del mismo cuero, para sujetarlo a la encimera. Los lazos pampeanos miden hasta 25 m de largo
COSCOJA: pequeña rueda de metal que gira sobre el eje cuadrado del puente del freno. Al jugar y hacerla girar con la lengua, el caballo produce un sonido con ella que llega a oírse de lejos.
GUADAL: terreno blando y movedizo que ofrece dificultades para la caballería
Piezas del recado, armas y elementos y acciones relacionadas con su correspondencia en mapudungu
Chigay: relincho
Cachú: pasto, hierba
Prayán: montar
Trupué: rebenque
Mainan: manea
Piriñá: freno
Piriñatun: poner el freno1
Trauftrarigé (o trauftrarihué): collera
Tapanga: carona (del recado)
Chañunducú (o chañunduur): cojinillo
Huesquél: cabestro
Lázu (o láchu), también corrón: lazo
Chillá: recado (silla)
Bozál: bozal
Sipola: espuelas
Matras: jergas, sudaderas
Itivo: estribo
Cintá: cincha
Huetranzú: riendas
Laques: bolas o boleadoras
Laquetún: bolear1
Huaynú: cuchillo
Huayqui: lanza de pelea
Mutremcó: estaca o palo para atar animales
Macún: poncho
Lemún: montar a caballo
Huim: querencia
1recordar que el sufijo tun es siempre verbalizante.
LAQUE: ese es el nombre original de las boleadoras, ya que su origen está en la “gente de la tierra, es decir los “mapuche”. Hay referencia a las boleadoras utilizadas por los indios desde una fecha tan remota como 1528. El 10 de julio de ese año Luis Ramírez escribe una carta desde el Puerto de San Salvador (Ramírez fue uno de los náufragos sobrevivientes de la armada de Solís, y escribe desde la costa uruguaya) donde relata entre otras cosas del Paraná y Río de la Plata, el uso de las boleadoras por parte de los querandíes; dice de éstos que “pelean… con unas pelotas de piedra redondas como una pelota (sic) y tan grandes como el puño. Con una cuerda atada que la guía, las cuales tiran tan certeros que no erran a cosa que tiran” (“Floresta de Leyendas Rioplatenses”. Emecé. Colección Buen Aire. 1942, pág. 20).
Posteriormente la usaron los españoles, y los gauchos. En el libro mencionado Ignacio Pinuer hace una descripción del uso de las boleadoras por parte de los españoles, en una ciudad al sur de Valdivia, en el año 1774. Decía Pinuer que los españoles “usan otras armas, que los indios llaman “laques”, y son dos piedras amarradas cada una en el extremo de un látigo, en cuyo manejo son diestrísimos, y por esto muy temidos de los indios”. (Ignacio Pinuer, pág. 41). Creo yo que la referencia a un látigo no es exacta, pero sería lo que el autor encontró más parecido para su explicación; es indudable que sería un “tiento” (tira de cuero).
De todas maneras conviene destacar que las había de 3 tipos:
Quinchum laque: bola perdida que se arrojaba haciéndola girar con un tiento o guasca (tira de cuero) de 80 a 100 cm de longitud. Se utilizaba para matar animales o como arma de pelea.
Lonco quill quill: rompecabeza. Temible arma parecida a la anterior pero que se mantenía sujeta a la muñeca de la mano derecha.
Quiñe rume: boleadora simple de 2 bolas, una bola esférica y la otra en forma de pera (retobada) para sujetar con la mano. Era arrojadiza. Es posible que ésta fuera la utilizada para cazar “choiques” (ñandúes) y por eso la llaman “avestrucera”. Pero ¿nos falta una?
Las “TRES MARÍAS”: son las boleadoras de 3 bolas que todos conocemos, compuesta de 2 bolas iguales, y otra más pequeña que hace las veces de “manija” o agarradera; los gauchos perfeccionaron así las boleadoras de los indios, y éstos después también la adoptaron. Suelen llamarla “potreadora”.
Laque tun: se denomina a la acción de salir a bolear, la “boleada”.
Vuta laque tun: es la “gran boleada”*.
Choiqueros: se les llamaba así a los boleadores de “choiques” (ñandúes)
*La “Vuta laque tun” se realizaba generalmente en primavera u otoño. Los cazadores operaban en partidas muy numerosas por el enorme territorio a cubrir. Marcaban un cuadrado de varias leguas, encendiendo hogueras a lo largo del perímetro; también señalaban con un fuego el centro de esta figura, que era el punto de reunión. Desparramados sobre este cuadro, los cazadores iban estrechando el cerco paulatinamente y a medida que se acercaban al centro iban boleando avestruces, gamos, guanacos y otras presas, hasta pumas con la lonco quill quill. Una vez derribado un animal, el cazador indio o gaucho saltaba de su caballo y lo degollaba de un solo tajo, para después montar otra vez y seguir su faena. Las partidas de boleadores se componían de hasta 300 hombres, repartidos en “punteros”, “batidores” y “boleadores” 0 “choiqueros” propiamente dicho.
Un tango para un «zaino viejo», si les gusta escucharlo:
AGRADECIMIENTOS
La “Tranquera ‘e campo” fue un obsequio de mi entrañable amigo de la infancia Jorge Gutiérrez, mientras que el “gaucho montado a caballo” lo fue de otro gran amigo, en este caso de la Universidad, el profesor Oscar Ranalli. La “taba”, obra artesanal de mi querido tío Santiago “Pocho” Duca+ .
por César José Tamborini Duca