Lunfardo

Argentinidad en griego. Justo el 31

Con permiso, soy el tango

el que batió el treinta y uno

Alfabeto griego

Alfabeto griego

como fija de “Uno y uno”

pa’ pirarse sin el pingo.

Introducción

¿De dónde vienen, cómo aparecen las palabras en un idioma popular? En este caso en el lunfardo, les voy a proponer un ejemplo, de una palabra de origen griego, pues tenemos la cultura suficiente para saber que Ortodoncia es la práctica profesional odontológica para “enderezar” o alinear los dientes, ya que está conformada por dos palabras (“orto” y “doncia”) que significa “dientes rectos”. Ahora bien, imaginemos que un albañil levanta una pared (nosotros no sabemos si está bien alineada o torcida) y viene un argentino y dice “esa pared está como el orto” ¿Ustedes se imaginan que quiso decir que la pared está recta, bien alineada?     No señores, él hizo una traslación de esa palabra a una entidad anatómica, hizo una anfibología porque esa misma palabra “orto” significa dos cosas distintas, en este caso la parte del cuerpo que conocemos como “recto”; y popularmente está trasladado al griego “orto”. ¡Lo que es el saber griego del reo argentino! Con lo cual quiso decir que la pared está como (y perdonen la escatología a que me obliga la trasmisión del lunfardo)… está como el culo.

¡lindo orto!

¡lindo orto!

Entonces, si van caminando con un amigo argentino por esas callecitas de Buenos Aires, digamos por poner un ejemplo en el nº 50 de la calle Balcarce,  y de pronto éste los codea y les dice “mirá que orto tiene esa mina” no traten de mirarle la boca para ver la alineación de los dientes, mas bien fíjense lo que simboliza la boca opuesta del tubo digestivo.

Pero éstas cosas no sólo suceden en la Argentina, dejemos de lado nuestro ego y narcisismo, no pensar que sólo nosotros tenemos ese ingenio. ¡Voilá! También puede ocurrir en alguna calle o avenida parisina. En Montmartre, si les parece; el barrio de los pintores, el barrio bohemio por antonomasia. En este caso alguna gran personalidad francesa chapurreando un español afrancesado (comme il faut) puede dejar en evidencia el gesto muy ilustrativo de otra personalidad mundial.

"Comme il faut"

«Comme il faut»

Es decir que para la comprensión del lunfardo una charla no debe estar encaminada hacia un listado de palabras incomprensibles, que para eso están los diccionarios, sino que con ayuda de éstos y hurgando en libros de autores clásicos argentinos de las primeras décadas del siglo XX, oyendo las letras de los tangos de esa misma época, fundamentalmente hasta 1960 (por poner una fecha aproximada) entonces sí, ojear el diccionario para encontrar en las palabras  que les originan incertidumbre, el significado de lo que están leyendo o escuchando.

Para eso puedo recomendarles algunos libros que les detallo: Fray Mocho “Memorias de un vigilante”; Roberto Arlt “Aguafuertes porteñas”; Edmundo Rivero “Una luz de almacén”; Julián Centeya “Primera antología de tangos lunfardos”; Otilia da Veiga “Escarceos con la lengua”; Francisco García Jiménez ”Estampas de tango”; Manuel Gálvez “Historia de arrabal”; Esteban Celedonio Flores “Cuando pasa el organito” y “Chapaleando barro”; Evaristo Carriego “Misas Herejes”; Ramón Romero “Los amores de Giacumina”; Horacio Ferrer “El tango, su historia y evolución”… No son fáciles de conseguir,  lo logré con mucha paciencia; y el listado es mayor.

Escarceos con la lengua. Otilia da Veiga

Escarceos con la lengua. Otilia da Veiga

Como ejemplo de la letra de un tango que nos presenta palabras de la lengua en cuestión, puede venir en nuestra ayuda el gran Discepolín (Enrique Santos Discépolo) con su tango “Justo el 31”. Los versos son aptos para ser cantados por varón teniendo en cuenta el relato; sin embargo fue estrenado en Montevideo en 1930 por una mujer, “Tania”, acompañada por la orquesta de Lucio Demare. Ana Luciana Divis (Tania) era la esposa del autor del tango; había nacido en Toledo (España) el 13 de octubre de 1908. Posteriormente Tania lo grabó acompañada por la orquesta de Armando Lacava, siendo la versión que escucharemos.

Hay pocas grabaciones. Lo canta Mario Bustos con Juan D’Arienzo; Charlo con Canaro. Me gusta la de Luis Díaz con Ricardo Brignolo, pero el cantor suprime muchos versos. La que más me gusta es la de Julio Sosa con la orquesta de Francisco Rotundo.

JUSTO EL 31 (1929)

Letra : Enrique Santos Discépolo y Ray Rada (Raimundo F. Radaelli Bernasconi) Música : Enrique S. Discépolo

 

Hace cinco días ,

Justo el 31

Justo el 31

Loco de contento

Vivo en movimiento

Como un carrusel…

Ella que esperaba

Amurarme el uno,

Justo el treinta y uno

Yo la madrugué…

Me contó un vecino

Que la inglesa loca,

Cuando vio la pieza

Sin un alfiler,

Se morfó la soga

De colgar la ropa

Que fue en el apuro

Lo que me olvidé.

 

Si se ahorca no me paga

Discépolo con A. Gómez

Discépolo con A. Gómez

Las que yo pasé…

Era un mono loco

Que encontré en un árbol

Una noche de hambre

Que me vio pasar;

Me tiró un coquito…

Yo que soy chicato…

Me ensarté al oscuro

Y la llevé al bulín…

Sé que entré a la pieza

Y encendí la vela

Sé que me di vuelta

Para verla bien…

Era tan fulera

Que la vi; y di un grito

Lo demás fue un sueño…

Yo me desmayé…

 

La aguanté de pena

Casi cuatro meses

Entre la cachada

De todo el café…

Le tiraban nueces,

Mientras me gritaban…

Tania y Discépolo

Tania y Discépolo

“¡Ahí va Sarrasani

con el chimpancé!”

Gracias a que el Zurdo

Qu´es tipo derecho

Le regó el helecho

Cuando se iba a alzar

Y la redoblona

De amurarme el uno

¡Justo el treinta y uno

se la fui a cortar!

 

Este tango parecería la contracara de vis cómica de “Mi Noche Triste”. La música pertenece a Enrique Santos Discépolo y la letra al mismo Discépolo y Raimundo Rada. Se basa en una historia contada por Rada en Montevideo, aparentemente real. Con pocas palabras lunfardas, es un tango cuyo significado es muy fácil de entender salvo esos pocos términos lunfas para los que no dominan este lenguaje; y alguna situación de época.

Los primeros 8 versos dejan entrever la alegría del garabo, contando que ella quería amurarlo (es decir, abandonarlo) el primer día del mes; pero él la madrugó (se adelantó un día) y la abandonó el 31.

Continúa el relato con lo que le cuenta un vecino: como al irse él se había llevado todo menos la soga de colgar la ropa, cuando la inglesa loca (se produce acá un cambio, pues la letra original “la inglesa loca” fue sustituida posteriormente por influencia de un diplomático inglés, y de ahí en adelante se utilizó “la rubia loca”) campaneó el panorama pues en la pieza no había quedado nada, en gesto de rabia, impotencia, mordía lo único que quedaba: la soga mencionada.

En el recitado posterior aclara que si ella se ahorca con la soga, igual no compensaría los malos momentos pasados a su lado.

..."era un mono loco..."

…»era un mono loco…»

A continuación menciona cómo la conoció haciendo mención (porque ahora, al relatarlo, ya conoce su aspecto) a su fealdad comparándola con un mono que estuviera en un árbol. “Me tiró un coquito”, dice en alusiva metáfora a un mono sobre un cocotero, y queriendo significar que lo solicitó en amores; y como él estaba hambriento de amor y además su vista no era buena, en la oscuridad se ensartó (se equivocó, erró) y la llevó al bulín, a su cuarto de soltero.

Relata que al entrar a la pieza, encender la vela y darse vuelta para verla bien, lo cual no pudo hacer antes… dio un grito al verla tan fulera (tan fea) y se desmayó.

No obstante le tuvo lástima y la aguantó (la soportó) durante 4 meses, pese a la cachada (las bromas) de sus amigos del café: como a los monos del zoológico, le tiraban nueces; y a él le gritaban “Ahí va Sarrasani con el chimpancé” haciendo mención al empresario de uno de los circos más famosos de la Argentina de entonces; hay que tener en cuenta que en el año que se escribió este tango, 1929, los circos constituían un espectáculo habitual para el entretenimiento de la población.

Cuenta por último cómo la redoblona (la jugada) de abandonarlo el uno, se la cortó el día antes, gracias a que uno de sus amigos, el “Zurdo”, en alusión a su habilidad manual con la izquierda, que es un tipo derecho (he aquí un bonito oxímoron al utilizar dos palabras de signo opuesto para expresar una idea) al enterarse la intención de la mujer, le avisó al amigo que ella pensaba irse; de ahí lo de “le regó el helecho, cuando se iba a alzar”, pudiendo así adelantarse al designio de la percanta y arruinarle el “piro”; además de servir al autor para la rima con “derecho”.

Por César J. Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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