- Influencias internas y externas. Las Invasiones Inglesas
Indudablemente la patria existía desde tiempos remotos. Sin embargo podemos considerar como fecha simbólica de su nacimiento el 25 de Mayo de 1810. Si quisiéramos retrotraernos hasta el último eslabón en la cadena de nuestra nacionalidad deberíamos hacer hincapié en la época precolombina, donde predominaba ese espíritu abierto a la libertad sin fronteras, propio de las razas indígenas. Por eso la independencia más que a influencias externas tuvo causas profundas, causas que estaban en el pensamiento y en la sangre de la gente de la tierra: las razas autóctonas americanas y el mestizaje con los españoles que dieron origen al gaucho; los hijos de los españoles cuyo producto era el criollo; y los mismos españoles imbuidos por sus hijos criollos de ese espíritu de libertad. Porque la “patria” la sentían no sólo los nacidos en su seno, sino también muchos españoles padres de esa juventud criolla que exponía con ardor y elocuencia sus razones. Ahí está la génesis de esa patria nueva, pero unida entrañablemente a la vieja.
Producida la colonización y en vista del crecimiento demográfico (un censo de fines del siglo XVII establecía para el territorio del Virreynato del Río de la Plata una población de 600.000 h.) y económico, el Rey Carlos III creó el Virreynato del Río de la Plata por Real Cédula de 1 de agosto de 1776, siendo su primer Virrey Pedro de Ceballos.
El nuevo Virreynato comprendía los territorios de Cuyo, Potosí, Charcas*, Santa Cruz de la Sierra y las Gobernaciones del Paraguay, Tucumán y del Río de la Plata. La capitalidad de esta nueva entidad debía ser necesariamente, por su ubicación geográfica, el puerto de Buenos Aires, y eso fue un factor fundamental para impulsar aún más su crecimiento e importancia. En 1810 la ciudad –de acuerdo a un censo de ese año- contaba con 41.642 habitantes y el antiguo damero de Garay se prolongaba hacia el oeste con un triángulo de 17 manzanas de edificación precaria, cuya base daba frente al río y el ángulo superior en la Plaza Lorea. Lo demás eran chacras de frutales y verduras; quintas donde veraneaban las familias pudientes; y rancheríos refugio de compadritos (locución originada en el tratamiento de ‘compadre’, en lugar del habitual ‘amigo’ o ‘camarada’).
Los criollos y españoles (apoyados por el gaucherío y por los americanos autóctonos) que en 1810 decidieron que el “poder magestas” reside en el pueblo, tuvieron en cuenta las leyes de Partida que “autoriza cuando el rey está cautivo a instalarse, con la mira de salvar la autoridad, prestando juramento de obediencia y lealtad al monarca, y gobernando en su nombre”. Y esa autoridad provenía, como diría Alberdi (“El gobierno en Sud América”) porque “La soberanía del pueblo existía en Sur América, como hecho y como principio, en el sistema municipal que nos había dado España”.
Fuero Juzgo vs. Fuero Real: Tengamos en cuenta que con el “Fuero Juzgo” los Alcaldes eran elegidos popularmente, mientras que, con el “Fuero Real” impuesto por Alfonso X con el objeto de beneficiar la autoridad real, los Alcaldes eran designados por el Rey.
Esta es la causa por el que los movimientos independistas se gestaron en los Cabildos Abiertos. Y de ahí nació también el típico Federalismo de nuestra historia. Es por tanto erróneo, como preconiza entre otros F. Ibarguren (“Lecciones de Historia Rioplatense”) atribuir a Francisco Miranda ser el promotor de la Independencia Argentina, más aún si tenemos en cuenta que fue inductor de las Invasiones Inglesas (respecto a este asunto, la correspondencia de Miranda con el Ministro Pitt de Inglaterra se conserva en los archivos del Foreing Office).
Fueron los patriotas que lucharon contra los portugueses en sus frecuentes incursiones sobre la Banda Oriental, y luego en la Reconquista y Defensa de Buenos Aires en las invasiones inglesas, que imbuidos de ideales de libertad y comprobadas sus fuerzas en esas lides, los que eligieron ese derrotero, siendo el primer paso la destitución del Virrey Sobremonte cuando éste huyó para refugiarse en Córdoba como consecuencia de la llegada a la Ensenada de Barragán de una flota inglesa al mando del General Beresford, el 24 de Junio de 1806. Y su sustitución por Santiago de Liniers, ídolo de los criollos, que se trasladó a Montevideo para formar un pequeño ejército y lograr la rendición de Beresford en la batalla del 12 de agosto de ese mismo año. Liniers, bien secundado por el criollo Juan Martín de Pueyrredón y por el Alcalde español Martín de Álzaga, logró un nuevo triunfo al año siguiente con la segunda invasión inglesa, esta vez al mando de Wihtelocke, que capituló el 6 de agosto después de una lucha encarnizada.
Este primer paso del pueblo de Buenos aires destituyendo a un Virrey preanunciaba su deseo de asumir el poder cuando la ocasión fuera propicia, la cual se presentó poco tiempo después con la invasión de España por el ejército de Napoleón y la sustitución de Liniers –al ser francés- por Baltasar Hidalgo de Cisneros. La causa de la sustitución de Liniers fue su aceptación de cartas de Napoleón por medio del Ministro francés Champany, agravada cuando el Marqués Sassenay vino a dialogar con nuestro Virrey en nombre de Bonaparte. Esto provocó un levantamiento el 1º de enero de 1809 al grito de ¡”Abajo el francés Liniers! ¡Junta como en España!” Pero un año antes cuando designa a Rivadavia para el cargo de Alférez Real, encuentra el virrey la primera oposición por parte del Cabildo, que considera a Rivadavia “incapaz notoriamente de ningunas facultades, y sin el menor mérito” para el cargo (Acta del Cabildo del 31 de febrero de 1808).
Sin embargo era fundamentalmente el partido de los españoles quienes desconfiaban de Liniers, pues los criollos confiaban en su valor y patriotismo. Hay que tener en cuenta que en 1810 se preparaba una tercera invasión inglesa y cuando el virrey solicitó refuerzos a la metrópoli, se le respondió “que las colonias se defiendan como puedan”. Afortunadamente la Armada inglesa a las órdenes de Wéllington, se desvió a España para apoyarla en su lucha contra Napoleón. Tan fiel fue Liniers al Soberano que le costó la vida, como veremos luego.
Cisneros, en la semana mágica de mayo de 1810, escuchó de boca de Cornelio Saavedra, comandante del cuerpo de Patricios: “No, Señor. No queremos seguir la suerte de España, ni ser dominados por los franceses; hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos” (20-V-1810). Dos días después Saavedra expone que “consultando la salud del Pueblo y en atención a las actuales circunstancias, debe subrogarse el mando superior que obtenía el Excelentísimo Señor Virrey en el Excelentísimo Cabildo de esta Capital, interín se forme la corporación o Junta que deba ejercerlo; cuya formación debe ser en el modo y forma que se estime por el Excelentísimo Cabildo, y no quede duda de que el Pueblo es el que confiere la autoridad o mando”.
- La Semana de Mayo. Primera Junta de Gobierno.
Es interesante reseñar muy sucintamente lo que ocurrió en los días previos al 25. El día 13 de mayo había fondeado en el puerto de Montevideo la fragata inglesa Juan París portadora de noticias catastróficas de la península. Pese al empeño de Cisneros para que las noticias no se conocieran en Buenos Aires, éstas se propagaron con rapidez y el día sábado 19 los cuarteles se llenaron de criollos incitando a las tropas a la rebelión, y los cafés y pulperías eran una entusiasta congregación de gente a la espera del estallido revolucionario. Los patriotas se reunían en la quinta de Rodríguez Peña (actual calle Callao entre Paraguay y Charcas) y en la jabonería de Hipólito Vieytes (Venezuela, entre Bernardo de Irigoyen y Lima), siendo Castelli, Belgrano y Saavedra los más destacados. Mientras tanto Berutti y French mantenían a sus ‘chisperos’ (taitas y cuchilleros) en estado de alerta, en los arrabales de San Nicolás y San Pedro Telmo.
El día viernes 18 el Virrey Cisneros lanzó un manifiesto favorable a mantener el actual estado de cosas, pero los ánimos estaban muy exaltados. Por la tarde del día 19 un grupo de damas entre las que figuraban Casilda Igarzábal de Rodríguez Peña, Ángela Castelli, las de Lasala y Riglos, se presentaron en el cuartel de Patricios reclamando a su jefe, Cornelio Saavedra, se decidiera por el estallido revolucionario.
Las damas iban tocadas con rebozos celestes guarnecidos de cintas blancas, los mismos colores del penacho de los Patricios y verdadero precedente de los colores de la bandera argentina. No en vano su creador, Manuel Belgrano, fue uno de los más destacados patriotas en esos días. Es interesante destacar que en el Fuerte, construido a partir de 1595 en el espacio comprendido entre las calles Balcarce, H. Yrigoyen, Paseo Colón y Rivadavia, continuó tremolando la bandera española hasta el 17 de abril de 1815, cuando se izó por vez primera la bandera creada por Belgrano.
En la reunión del 19 en la quinta de Rodríguez Peña, acordaron que Belgrano y Saavedra exigieran al Alcalde de primer voto, Juan José Lezica; y Castelli al síndico Julián de Leiva a efectos de convencer a Cisneros para celebrar un Cabildo Abierto. El día domingo 20 Lezica, Leiva y el fiscal Villota expresaron al virrey su opinión, que debía escuchar al pueblo. Cisneros quiso conocer la opinión de los comandantes militares y éstos, por intermedio de Saavedra, expusieron que se inclinaban a favor de la opinión popular.
El día 20, reunidos los miembros del Cabildo para oír el informe de Leiva y Lezica, escucharon estentóreos gritos de una gran cantidad de público apiñados en la Plaza Mayor clamando ¡Cabildo abierto! ¡Cabildo abierto! por lo que no tuvieron más remedio que oficiar al virrey pidiéndole permiso para celebrar la asamblea.
El lunes 21 por la mañana se reunieron los cabildantes, y al pasar entre el gentío que ocupaba la plaza y los portales escuchaban los gritos de “¡Cabildo abierto, Cabildo abierto!” Ante el rumor que el virrey se oponía, algunos patriotas se dirigieron a las escaleras del Cabildo, y al oír el tumulto apareció el síndico Leiva preguntando lo que querían. Belgrano le respondió que el pueblo quería saber si se hacía el Cabildo Abierto (o “Congreso general”, según consta en las Actas Capitulares), contestando el síndico que el virrey estaba de acuerdo en convocarlo para el día 22 a las 9 de la mañana. Se confeccionaron esquelas de invitación que decían: “El Excmo. Cabildo convoca a Ud. para que se sirva asistir precisamente mañana 22 del corriente a las 9 sin etiqueta alguna…”
El Acta del día 22 dice “… los señores que componen este Excelentísimo Ayuntamiento para presidir el Congreso General a que se convocó ayer…” Como se aprecia, ese Cabildo Abierto constituyó un verdadero Congreso. En él primó la idea de Saavedra, que “…es el Pueblo quien confiere la Autoridad o mando” y que ha caducado el mandato del Virrey. Se dejó el escrutinio para el día siguiente pues la reunión se había prolongado hasta altas horas de la noche.
El día 23 se realizó el escrutinio, resultando que una mayoría absoluta decidió que el virrey debía cesar en el mando y en su lugar el Cabildo debía designar una Junta Provisoria. Sin embargo se utilizó una argucia para mantener en el mando a Cisneros, como veremos en los sucesos siguientes.
El día 24 de mayo mediante un Bando el Cabildo da a conocer la composición de la Junta Provisoria, expresando “Que continúe el Excelentísimo Señor Don Baltasar Hidalgo de Cisneros en el mando, asociado a los señores: Solá, Castelli, Saavedra e Inchaurregui”, disponiendo además que desempeñarían el cargo a nombre del Rey de España. La inclusión de Saavedra y Castelli tenía por objeto no dar pretexto a los exaltados para pedir la destitución del virrey, según le exponía Leiva en una nota al Dr. Julián S. de Agüero. Esa tarde tuvo lugar la ceremonia del Juramento pese a la repulsa del pueblo y la efervescencia en los cuarteles. Saavedra informa a Cisneros que la situación es insostenible, mientras Berutti redacta una lista de los nombres en quienes el pueblo depositaba su voluntad.
25 de Mayo: este día se lee en el Cabildo la nota de renuncia de la Junta Provisoria impuesta el día anterior. Mientras tanto multitud de gentes llenaban la Plaza Mayor y muchos se agolpaban en los corredores del Cabildo; algunos obtuvieron permiso para personarse en la Sala, exponiendo que el Excmo. Cabildo se había excedido de las facultades otorgadas el día 22 en el Congreso General, en el nombramiento de la Junta Provisoria del día 23, siendo necesario tomar prontas providencias para evitar consecuencias mayores.
El Pueblo ha reasumido la autoridad que había trasmitido, y es su voluntad que la Junta de Gobierno se componga de los sujetos que él quiere nombrar –exponía Berutti presentando la lista confeccionada el día antes- protestando que si no se acepta en el acto deben atenerse a los resultados fatales que se van a producir. Leiva se hace oír para decir -“Señores: el Cabildo se considera conminado por la fuerza y por los desastres con que ustedes lo amenazan, y cediendo al tumulto y a la violencia cede a lo que se le impone”.
El Acuerdo del 25 de Mayo de 1810 (Archivo General de la Nación) dice: “El Pueblo, reasumiendo la autoridad que depositó en el excelentísimo Cabildo, no quería que existiese la Junta Nombrada, sino que se procediese a constituir otra, eligiendo para: Presidente Vocal y Comandante General de Amas: Al Señor don Cornelio Saavedra, Vocales a los Señores: Doctor Juan José Castelli, Licenciado Don Manuel Belgrano, Don Miguel de Azcuénaga, Doctor Don Manuel Alberti, Don Domingo Matheu, y Don Juan Larrea. Secretarios a los Doctores: Don Juan José Paso y Don Mariano Moreno”.
Nótese que Domingo Matheu y Juan Larrea eran españoles, mientras que Alberti era sacerdote. En el Acta del 25 de Mayo leemos: “…Hincados de rodillas, y poniendo la mano derecha sobre los santos Evangelios, prestaron juramento de desempeñar lealmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro augusto soberano el Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores… y guardar puntualmente las leyes del reyno”. (Archivo General de la Nación. Acta de instalación de la Primera Junta. Secretaría de Gobierno 1810).
- Repercusión en el Virreinato
Producido el movimiento revolucionario de Mayo se hacía necesaria la adhesión de las provincias que conformaban el virreinato, por lo que se envía con urgencia (dada la lejanía del Alto Perú) hacia el Norte un ejército de 1200 hombres. A su paso por Córdoba desactiva la contrarrevolución liderada por el ex Virrey Liniers, quien es fusilado junto a 5 de sus compañeros en “Cabeza de Tigre” por orden de Castelli que llevaba ese mandato de todos los integrantes de la Junta excepto del sacerdote Alberti.
En el Alto Perú (actual Bolivia) los realistas pidieron al virrey Abascal que enviara auxilios desde Perú; sin embargo Cochabamba, La Paz, Oruro, Charcas y Potosí acatan a la Junta de Buenos Aires, mas aún cuando el 7 de noviembre de 1810 se produce la primera victoria de las armas argentinas en Suipacha, luego de tener un primer contraste el 27 de octubre en Cotagaita.
En Paraguay donde el grupo realista era importante, el enviado José Espínola fracasó en su intención de obtener el reconocimiento del Cabildo de Asunción, el cual reconoció al Consejo de Regencia de la Isla de León (Cádiz).
Montevideo, con una población cosmopolita en su mayor parte compuesta por leales a la corona, realizó un Cabildo Abierto en el que juraron obediencia al Consejo de Regencia instalado en la isla de León. En el interín llegó a la ciudad oriental el brigadier Francisco Javier de Elío con el nombramiento de Virrey del Río de la Plata, designación que por supuesto rechazó la Junta patriota.
Sin embargo de las hostilidades entre Buenos Aires y Montevideo que durarían hasta 1814, en junio de 1810 las ciudades orientales de Maldonado, Colonia del Sacramento, Soriano y Santa Teresa reconocían la autoridad de la Junta de Buenos Aires. En 1811 José Gervasio Artigas se sublevaría contra la plaza realista de Montevideo. Es decir que en diciembre de 1810, excepto la actitud ambigua o expectante de Paraguay y el núcleo de resistencia realista en Montevideo, el movimiento revolucionario de Mayo brillaba en todo el antiguo Virreinato.
- Otros movimientos emancipadores Americanos.
De los movimientos revolucionarios americanos iniciados con la invasión Napoleónica a España, hacia 1815 todos los focos habían sido sofocados militarmente excepto el que dio comienzo en Buenos Aires en la Semana de Mayo de 1810.
En el Alto Perú, que había comenzado un motín el 16 de julio de 1809 y buscaban la autonomía no sólo de España sino también de Buenos Aires, el foco revolucionario fue sofocado con la derrota de Murillo por parte de las tropas de Goyeneche y Pío Tristán, enviados por el Virrey del Perú José F. de Abascal. Chile, que estableció una Junta de Gobierno en septiembre de 1810 sufrió una derrota completa en la batalla de Rancagua, en Octubre de 1814. O’Higgins se exilió en Mendoza.
En el Virreinato de Nueva Granada, el proceso revolucionario comenzó en Quito en 1809, continuó en la provincia de Cundinamarca con un Cabildo Abierto en Bogotá en julio de 1810 y declaró su independencia en 1813, mientras que Cartagena proclamó la independencia en 1811; también en 1811 declaró su independencia Venezuela.
Pero con la reinstalación en el trono de Fernando VII se envió desde Cádiz una importante flota a las órdenes del general Morillo, cuyas tropas restablecieron el poder español en todas estas tierras hacia diciembre de 1815. Bolívar, derrotado, se exilió en Jamaica. En el Virreinato de Nueva España (México) los rebeldes fueron aniquilados y el cura Hidalgo, que encabezó la rebelión, fue ajusticiado.
De modo que a principios de 1816 el único foco revolucionario que perduraba era el del Río de la Plata con cabecera en Buenos Aires, apoyado en la firme decisión independista de San Martín, que como Gobernador Intendente de Cuyo organizaba una fuerza militar considerable para cruzar la Cordillera de los Andes y libertar Chile y Perú. (Lamentablemente y ante la falta de apoyo económico del gobierno de Rivadavia que sostenía una política aislacionista en los sucesos americanos, después de obtener la libertad de esos dos pueblos hermanos no pudo emprender su último objetivo, sofocar el foco realista del Alto Perú, debiendo resignar en Bolívar la terminación de la campaña, en la que participaron sus Granaderos).
El movimiento revolucionario de Mayo tendría su culminación política con la Declaración de la Independencia del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli, agregando posteriormente “y de toda otra dominación extranjera”, aludiendo con esto a los intentos portugueses –a través de la princesa Carlotta, en Brasil- y británicos. Aunque no faltaron patriotas de la primera hora que no creían en la posibilidad de gobernarnos solos y ofrecían la ‘corona’ a unos y otros para que reinaran por estos lares (téngase en cuenta que en Europa en ese momento las monarquías, restablecidas, estaban en todo su esplendor).
Así, siendo Carlos Mª de Alvear Director Supremo de las Provincias Unidas, dice en un oficio a Castlereagh que estas provincias “desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés”.
Y en mayo de 1816, mes y pocos días antes de la solemne Declaración de la Independencia, Rivadavia se presentaba en Madrid para felicitar a Fernando VII “por su venturosa y deseada restitución al trono” ofreciéndole al decir de Busaniche, el vasallaje de los pueblos que le habían conferido esa misión.
Afortunadamente en el Congreso de Tucumán, el día 9 de Julio de 1816 culminó con éxito el movimiento emancipador, aunque aún continuara la lucha armada y se produjera posteriormente la segregación de gran parte del territorio. Pero eso fue harina de otro costal, generalmente por culpa de algunos de nuestros gobernantes con poca visión de futuro.
*Charcas es la actual Sucre y en distintas épocas fue conocida con otros nombres: Chuquisaca, y La Plata.
Por César J. Tamborini Duca
FUENTES
“La Independencia Argentina y Americana”. Félix Luna. (La Nación, Momentos Claves de la Historia Argentina. Buenos Aires, 2da. Edición, 2003)
“Historia Argentina”. José Luis Busaniche (Buenos Aires, Hachette, 1965)
“Homenaje a la Patria, al cumplirse Ciento Cincuenta Años del Movimiento de Mayo de 1810”. Instituto Cristo Redentor (Paraná, 1960)
“La Semana de Mayo de 1810”. Crónica Compilada por Vicente Fidel López. (Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1960)
A DON JUAN MANUEL (Revisando la historia)
Por caminos polvorientos
De aquella pampa salvaje,
Marcharon lleno e´coraje
Los gauchos del ochocientos,
Iban de patria, sedientos,
Y hambrientos de libertad,
Al mundo le han de mostrar
Como quieren a su tierra,
Y al que la invada ¡jue perra!
A sable y lanza caerá.-
Supieron de aquel coraje
Los Godos y los ingleses,
También fueron los franceses
Derrotaos por el gauchaje,
Los “señores” de linaje
Se tuvieron que aguantar,
Cuando empezó a gobernar
En esta noble nación,
Aquel, que enfrento al malon
Y nos quiso organizar.-
Se llamo Don Juan Manuel
Ese criollo que menciono,
Su bandera no abandono
Desplegándola por El,
La patria en aquel
Su mas grande paladín,
Del uno al otro confín
Su nombre recordaran,
Y por el han de velar
¡las glorias de San Martín!
Fue caudillo federal
Y por su patria lucho,
La traición lo derroto
Destrozando su ideal,
Fue en batalla desleal,
Caseros, por escenario,
Con soldados mercenarios
Don Justo cambio la historia,
Y a Rosas negaron glorias
¡los “salvajes” unitarios!
Adolfo vasco Zabalza
¡¡FACUNDO!!
Señor del Llano Riojano
Argentino, ¡hasta los huesos!,
acaso fuera por eso
que no lo quiso “El Cuyano”,
en “Facundo” muy ufano
su figura ensombreció,
El, que en Chile renegó
de nacer en nuestra tierra,
quiso cubrirlo de piedras
con mentiras que escribió.-
Montao en su pingo moro,
peleo a lanza por su Rioja,
llevaba divisa roja
cual apreciable tesoro,
respiraba por sus poros
todo el aire Federal,
su temple e´macho cabal
cubrió de glorias al Llano
y en esos campos Riojanos
vibro el alma nacional.-
Le daba cara a la muerte
en cualesquier entrevero,
atropellando primero
intimidaba al mas fuerte,
nunca confiaba en su suerte
solamente en su valor,
su voz de mando se oyó
entre el silbar de las balas,
y en el combate de El Tala
a Lamadrid derroto.-
En los campo e´La Tablada
sin Infantes ni Artilleros,
al frente de sus Lanceros
libra feroz batalla,
no podrá con la muralla
de cañones que vomitan,
y mientras El Manco grita
pa dar valor a su tropa,
siente El Tigre la derrota
y se le ñubla la vista.-
Emboscao por la traición
El Tigre habrá de morir,
Santos Pérez ha de cumplir
tan disgraciada misión,
es que el odio y la pasión
lo llevan al asesinato,
por eso Barranca Yaco
habrá de ser en la historia,
la tumba que dio la gloria
al gran caudillo Riojano.-
Adolfo Vasco Zabalza