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Camino de Santiago (Memorias del Camino: VI)

Homenaje a Concha Espina

Homenaje a Concha Espina

Trayecto Astorga – Ponferrada

 

Desde toda Europa, y por supuesto España, había una red de itinerarios jacobeos y, en ocasiones, se encuentran en algún punto determinado. Es lo que ocurre por ejemplo en Puente la Reina con dos senderos que desde Francia confluyen en ese punto. Otro sitio relevante es Astorga, donde se encuentran el Camino Francés (que viene unificado desde Puente la Reina) y el de los peregrinos que proceden del sur utilizando la Vía de la Plata. En realidad Astorga no solo es confluencia del mencionado Camino de Santiago, previamente lo fue de rutas romanas; precisamente fue fundada cerca del año 19 a.C. como enclave estratégico de estas rutas, entre las que estaba la mencionada calzada romana entre Mérida y Astorga, situándose en ésta la Legio Décima Gémina.

En la Vía de la Plata se encuentra La Bañeza, ciudad en la que está la Asociación Monte Urba, que utiliza precisamente ese tramo de Vía de la Plata hasta Astorga, desde donde el Camino continúa conjuntamente. Sobre esto hablaremos posteriormente, aunque cabe mencionar ahora que el Alcalde de La Bañeza, don José Miguel Palazuelo fue nombrado Presidente de la Red de Ciudades Ruta de la Plata que, entre Sevilla y Gijón, agrupa a 24 municipios de las Comunidades Autónomas comprendidas en esa Vía.

22-IV-2010: Salimos de Astorga por la Calle de los Mártires luego de atravesar la Puerta del Obispo, cruzando la N-VI y acompañando la Carretera Provincial LE-142 para pasar por Valdeviejas y la Ermita del “Ecce Homo” de construcción medieval y remodelada en los siglos XVII y XVIII.

Iglesia de San Esteban

Iglesia de San Esteban

Desde aquí comienza un leve ascenso por senderos compactados, generalmente en buen estado pero con algunos charcos a causa de la copiosa lluvia del día anterior. Luego de 2 Km se cruza un puente sobre el Río Jerga, éste es un punto peligroso, lo mismo ocurre con el tramo desde el puente hasta la entrada a Murias de Rechivaldo.

Este es un pueblo muy bonito que merece un recorrido por sus calles, con construcciones típicamente maragatas; pueblo de arrieros, cual era la ocupación primordial de los maragatos. Su Iglesia construida en el s. XVIII bajo la advocación de San Esteban, está muy bien conservada. Hay áreas de descanso antes de llegar al poblado.

Seguimos nuestro camino en dirección a Santa Catalina de Somoza. Terrenos ásperos, incultos, con algunos robles, abundantes retamas (que lamentablemente ya habían perdido sus flores amarillas), acebos. Al poco trecho encontramos otra área de descanso.

Un poco más adelante hay una calle hacia Castrillo de los Polvazares, que aunque queda fuera de la “sirga peregrinal” a poco más de 1 Km es necesario mencionar que se trata de un pueblo de atracción turística, con sus casas (algunas de las cuales datan del siglo XVIII) y calzadas de piedra en excelente estado de conservación; su gastronomía (el “cocido maragato”); la descripción literaria de costumbres: fue inmortalizado por la novela “La Esfinge Maragata”, de Concha Espina. Precisamente en este pueblo la plaza recuerda su nombre, pues se supone fue el inspirador de su genial pluma.

 

Tienen que perdonarme la digresión para señalar que al leer en esta novela la parte en que describe la vestimenta de sus pobladores, me parece intuir elementos del atuendo de los gauchos. Y si los maragatos –que poblaron Carmen de Patagones al sur de la provincia de Buenos Aires- fueron arrieros, posiblemente esa es la causa por la que en la región pampeana se denomina arrieros a los gauchos trashumantes que arrean el ganado. Entonces y como pampeano que soy ¿cómo no incluir en este relato la canción “El arriero va” de don Atahualpa Yupanqui?

Continúo el relato en el punto que me desvié, muy cerca del cual se encuentran los restos de un castro romano. Luego de recorrer 4,5 Km llegamos a Santa Catalina de Somoza, cuya Calle Mayor forma parte del Camino o “sirga peregrinal”, para llegar al cual se acometen las primeras estribaciones que poco a poco conducirán al “Mons Yragus” (Monte Irago), punto culminante en la vertiente maragata del camino.

Nos encaminamos a El Ganso, que se encuentra a 4,5 Km, en cuyo trayecto encontramos restos de calzada romana; luego el sendero en algunos sectores se hace intransitable por el agua de lluvia acumulada. Acá la vegetación en estado salvaje nos muestra todo su esplendor con pinares a la derecha, pero el magnífico espectáculo lo tenemos a la izquierda al observar el Teleno nevado casi al alcance de la mano, infatigable telonero desde las proximidades de Hospital de Órbigo hasta sobrepasar la Cruz de Ferro.

3. Portada de La Esfinge MaragataEn El Ganso se puede apreciar alguna casa “teitada”, un tipo de cubierta de paja que se remonta a la prehistoria y se considera de influencia celta, que persiste en esta zona y en algunas comarcas gallegas; pero son muy pocas las que quedan. A poco de salir de ésta última población hay otra área de descanso. También encontramos restos de la calzada romana.

 

Después de recorrer unos 3 Km y cerca del cruce que lleva a Rabanal el Viejo, el sendero está en un estado calamitoso que hace imposible transitar por el mismo debiendo hacerlo por la carretera. Un Km más adelante está el Puente Pañoto para atravesar un arroyo y hacia la derecha sale la calle que conduce a Rabanal el Viejo (que no debemos tomar) pasando por la Mina de la Fucarona, explotación aurífera de época romana.

Pasando el Puente Pañoto comienza una abrupta cuesta ascendente, estrecha pista de piedras sueltas, que en realidad es una torrentera. Al acercarnos nuevamente a la carretera desaparecen las piedras y el sendero es cruzado por infinidad de raíces. Luego se hace más llano, lo que origina mayor cantidad de charcos de agua. Desde el puente recorrimos aproximadamente 3 Km y nos encontramos con un roble centenario, el “Roble del Peregrino”, pocos metros antes de la entrada a Rabanal del Camino.

Este es un hermoso pueblo, típicamente maragato, y se cree que aquí la Orden de los Templarios tendría a principios del s. XII una avanzadilla para proteger el paso de los peregrinos y brindarles asistencia. En su Calle Mayor se encuentra la Ermita de San José, del s. XVIII. También está la “Casa de las Cuatro Esquinas”, donde se hospedó Felipe II durante su estancia en Rabanal. La Iglesia Parroquial de Santa María se encuentra en la parte alta del pueblo.

Después de almorzar frugalmente seguimos por un camino en ascenso hacia el Monte Irago que discurre a la derecha de la L-142 entre algunos robles y retama, bajo una pertinaz garúa (“… si hasta el cielo se ha puesto a llorar” como dice el tango Garúa). Naturaleza en estado puro. Poco trecho más adelante el camino se hace más abrupto, y el silencio se enseñorea del ambiente, roto solo por el sonido del viento y el del agua al fluir en contra del sentido de nuestra marcha, pues el sendero es una torrentera y a causa del deshielo y las lluvias últimas corría en busca de su cauce natural.

Y a nuestra izquierda…

El Teleno, el de majestuoso porte

que del Camino Maragato es su esencia;

impone en sus dominios la presencia

y acompaña nuestra andadura torpe.

 

Monte Teleno

Monte Teleno

El Teleno (o “Picu Talenu” según la denominación cabreiresa) era denominado así por los astures en referencia al dios celta Teutates; reconocido por los romanos que lo mencionaron como Mars Tilenus, adquirió así un doble significado respetando el dios romano Marte y el dios nativo Tilenus. Con una altitud de 2188 m sobre el nivel del mar, forma parte de los Montes de León y establece una línea divisoria entre la Cabrera, la Maragatería y el Bierzo.

Llegamos así a Foncebadón, localidad en ruinas hasta hace poco que se está recuperando, y que fuera muy importante en el Camino pues hay constancia documental desde el s. X. Allí el eremita Gaucelmo levantó un hospital y albergue para peregrinos. Y Alfonso VI en 1103 concede inmunidad a la alberguería de Foncebadón. Con el tiempo se asentó una comunidad de eremitas que pasó a depender del obispado de Astorga.

Después de observar la Fuente del Peregrino que se encuentra antes del pueblo, entramos en el albergue con mucha suerte, pues 5 minutos después se desató un diluvio impresionante, del cual nos salvamos habiendo recorrido en el día 28,5 Km.

Cruz de Ferro

Cruz de Ferro

23-IV-2010: después de desayunar y cobijados por un hermoso día, emprendimos la marcha rumbo a la Cruz de Ferro, por torrenteras a veces intransitables. Coronado el Monte Irago (1504 m de altitud) encontramos el monumento emblemático del Camino constituido por un simple tronco pelado, de unos 5 m de altura, coronado por una sencilla cruz de hierro. A este simple ‘hito’ que marcaba una división territorial, (separando la maragatería de la zona berciana), Gaucelmo lo cristianizó colocando la cruz encima.

Posteriormente y bajando hacia el Bierzo, en un altozano antes de llegar a las ruinas de Manjarín, apreciamos a la izquierda los Montes de León y a la derecha –a la distancia- la Cordillera Cantábrica; bonito sendero de pedregullo, haciendo cornisa en la ladera del monte. Atravesamos pinares, robledales, retamas, brezos (de cuyas flores liban las abejas para elaborar una miel exquisita), helechos, aunque todavía secos; a nuestra izquierda se escucha el sonido del cencerro de alguna vaca madrina, de las muchas que pastan en la fértil falda de los montes; a veces escuchamos el cantarín sonido de algún arroyito. Después de la ruinas de Manjarín atravesamos la LE 142 hacia la derecha, y un par de Km más adelante perdemos de vista totalmente al Teleno (que un poco antes desaparecía esporádicamente) y comenzamos un abrupto descenso hasta llegar al Acebo. Tener en cuenta que en solo 1,5 Km descendimos 200 m.

Después de una breve parada en este bonito pueblo, continuamos el descenso siempre muy marcado y con la compañía ahora de

El Acebo

El Acebo

los Montes de León, aunque densas nubes bajas hacen que los perdamos de vista. A la salida un breve trayecto acompañando la carretera, y luego por el sendero diseñado por la naturaleza hasta Riego de Ambrós, un pueblo de hermosura inimaginable de encontrar en estas latitudes.

 

Llenando nuestras retinas en el recorrido de su calle principal, atravesamos el pueblo y comenzamos un abrupto descenso hacia Molinaseca, naturaleza en todo su esplendor, con álamos, encinas, vegetación arbustiva florecida, sendero en el que los torrentes de agua labraron la piedra desnuda, en descenso hacia el valle del Aº Prado Mangas, que cruzamos luego de salvar el obstáculo de un árbol caído, seguimos su curso a la derecha del mismo y poco más adelante tuvimos ocasión de apreciar varios castaños gigantescos (¿centenarios? ¿milenarios?).

Continuamos el descenso al valle del Río de la Pretadura, bordeándolo hasta alcanzar la LE-142 poco antes de acceder a Molinaseca, donde entramos atravesando el Puente Romano sobre el Río Meruelo. Conocíamos Molinaseca cuando hace unos años pasamos con el coche por la carretera, pero al hacerlo caminando por su Calle Real, con sus casas blasonadas, tiene un encanto que no habíamos apreciado antes.

Calle de Molinaseca

Calle de Molinaseca

La misma calle nos lleva a la LE-142 por la que hicimos un par de Km, y luego encaramos a la izquierda una carretera vecinal que nos lleva por la población de Campo, con muchos viñedos que comienzan a reverdecer.

Luego entramos al casco urbano de Ponferrada por el Puente Mascarón, sobre el Río Boeza. Muy aconsejable la visita a la Basílica de la Encina, Patrona del Bierzo, construída de 1573 a 1660; el Castillo de los Templarios, levantado sobre un promontorio a orillas del Río Sil en el s. XII; el Hospital de la Reina, que fue mandado edificar por Isabel la Católica en 1498.

 

Recorrimos 28,3 Km que, sumados a los 28,5 del día anterior, totalizan 56,8 Km en los 2 días.

 

César J. Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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