Venimos recorriendo la historia de esta categoría del automovilismo deportivo argentino, único por sus características. El espectáculo era integral, no solo en la carretera o el camino de tierra por donde circulaban estos colosos del volante. Recordemos a algunos de ellos, sabiendo que nos dejamos en el tintero a tantos y tantos esforzados pilotos argentinos.
GRANDES CORREDORES. Los Gálvez, los Emiliozzi… Con los años se fueron sumando otros nombres, que se hicieron importantes a fuerza de luchar y ganar. Recordemos al venadense Marcos Ciani; Rodolfo de Álzaga, porteño; el platense Alberto Logulo; Adolfo Sogoló; Fernando Piersanti; Carlos Menditeguy; Juan Carlos Navone, bonaerense de Carlos Kent; Félix Peduzzi de Villa Ballester; Santiago Luján Saigós, de San Antonio de Areco; Ángel Meunier; el negro Polinori de Villa Cañás; el turco Cabalén de Córdoba; Héctor Néstor Marincovich; Julio Devoto; Jorge Cupeiro… y tantos otros.
Llegó un momento que la preparación, aerodinámica y motores hacían que volaran cada vez más las nuevas máquinas que dejaron atrás a las cupesitas. Si ya en su primera época, la muerte de corredores, acompañantes y público, marcó trágicamente muchas de las carreras disputadas, con los caminos y carreteras que habían mejorado poco, el TC sólo mantuvo su nombre en el título. Las pruebas en circuitos se fueron imponiendo y, en un momento dado, reemplazaron a aquellas que unieron Argentina y aún América del Sur, con la osadía de hombres sudorosos, que se bajaban de los coches irreconocibles.