Manuel José de Lavardén, había nacido en Colonia del Sacramento (Uruguay), el 9 de junio de 1754, hijo del doctor Juan Manuel de Lavardén (criollo altoperuano de origen francés) y de María Josefa Aldao y Rendón. Fue poeta, abogado, filósofo, hacendado. Fue el primer ganadero que refinó las crías ovinas en el Río de la Plata.
Cursó sus primeros estudios en la ciudad de Buenos Aires y los prosiguió en Chuquisaca. Después pasó a España, donde se graduó como abogado e incrementó sus conocimientos literarios en Granada, Toledo y Madrid, pero no prosiguió con su formación debido a la muerte de su padre acaecida en 1777. Al regresar a Buenos Aires, continuó sus estudios literarios con el canónigo Juan Baltasar Maziel, de quien fue discípulo; en 1778 estuvo presente en los exámenes públicos de Filosofía del colegio de San Carlos, donde pronunció un discurso en el cual alabó la didáctica del profesor Carlos García Posse, que se guiaba por el método experimental; en 1781 asistió a las pruebas de Latín con igual objetivo.
Autor de obras teatrales, como la tragedia en tres actos titulada “Siripo”, inspirada en laleyenda de Lucía Miranda cuya belleza fue causa del amor tormentoso que originó en el cacique Mangoré, de resultas del cual se desencadenó la tragedia del Fuerte Sancti Spíritu, fundado por Caboto. La obra fue estrenada en el Teatro de la Ranchería de Buenos Aires en los días de carnaval de 1789; el teatro se incendió en 1792 y se perdieron los originales de la obra.
Debido a ese incendio, otras dos obras de Labarden no se pudieron representar: La muerte de Filipo de Macedonia y La pérdida de Jerusalén por Tancredo. Siripo fue la primera obra de teatro de contenido argentino, realizada por un autor nativo y que iniciaba la vertiente culta del teatro argentino.
Labardén murió en 1810, pero unos años antes, en 1801 el primer número de “El Telégrafo Mercantil” incluyó su “Oda al majestuoso Río Paraná”, en la que el autor saluda al río Paraná como a un dios.
(*) MANUEL DE LAVARDÉN (1754-1810)
“ODA AL PARANÁ”
(Telégrafo Mercantil, N°1, página 4, miércoles 1° de abril de 1801)
Antología General de la Poesía Argentina: cuya oda al Paraná que nosotros insertamos, (curiosamente aparece como AL PARANÁ) “aunque contiene todavía elementos barrocos, es pseudo clásica y apunta motivos y atisbos prerrománticos ya que se inspiró en la defensa popular contra un ataque naval inglés. Un nuevo aliciente nacional a ésta oda fue haber aparecido en el primer número del primer periódico argentino (El Telégrafo Mercantil, n°1. Pág 4. Miércoles 1° de abril de 1801).
AL PARANÁ
Augusto Paraná, sagrado río,
primogénito ilustre del océano,
que en el carro de nácar fulgurante,
tirado de caimanes, recamados
de verde y oro, vas de clima en clima (sigue)
(final)Ves ahí, que tan magnífico ornamento
transformará en un templo tu palacio;
ves ahí para las ninfas argentinas,
y su dulce cantar, asuntos gratos.
EL TELÉGRAFO MERCANTIL
El “Telégrafo Mercantil” nació como consecuencia de la solicitud que en 1800 hiciera al virrey Avilés, el coronel venido del Perú Francisco Antonio de Cabello y Mesa, abogado de la Real Audiencia de Lima. Se editó desde mayo de 1801 hasta octubre de 1802. En éste periódico se condenaba la esclavitud, y el cirujano Molina, que examinaba a los contingentes de esclavos que arribaban al Río de la Plata, denunció el caso horroroso de un navío consignado a Martín de Alzaga, comerciante que perdiera las dos terceras partes de su cargamento de esclavos por la falta de agua potable en la travesía.
[Nota: Francisco Cabello y Mesa era Masón. Belgrano y Castelli lo apoyaron. En el Telégrafo Mercantil donde por primera vez se habló de “argentinos”.Lo interesante sería saber cuál fue el ataque inglés que dio motivo a la Oda. Qué fecha. Fecha anterior a 1801].
El Periodismo y la mujer en la Colonia.
El “Telégrafo” se ocupaba también de rechazar el que la Corona reforzara la autoridad paterna (mediante una Real Pragmática de 1770) respecto al matrimonio de los hijos, a quienes no se consultaba en la “gestión” de matrimonios de conveniencia. María de Todos los Santos Sánchez de Velazco era en 1804 una adolescente que inició un proceso judicial para evitar el matrimonio que sus padres, rica familia de comerciantes, habían concertado. El virrey atendió su reclamo y se casó con quien quería, Martín Thompson, siendo a partir de entonces nuestra conocida anfitriona en las tertulias porteñas, Mariquita Sánchez de Thompson. Hacia el año 1817 había enviudado de D. Martín Thompson, siendo conocida tiempo después como la señora Mandeville (o Mariquita Sánchez de Mandeville), por haber contraído matrimonio con el Cónsul francés apellidado así.
Carlos Medrano, descendiente de la familia Medrano de la época de la Independencia, tuvo la gentileza de enviarme la “Oda al Paraná” que se encuentra a continuación:
“ODA AL PARANÁ” DE MANUEL DE MEDRANO Y CABRERA
(Publicada en el Telégrafo Mercantil, Nº 6, año 1801, en homenaje a la Oda escrita por Lavardén en el N° 1)
Multitud lastimosa que eclipsando
de la santa verdad el claro aspecto
con la ponzoña del error, dañásteis
supersticiosa, el admirable ingenio:
si el fúnebre espacio que comprende
de la aflicción el tenebroso Reyno
que rodea furioso Flegetonte
deshaciendo peñascos con su fuego,
podéis forzar la puerta diamantina
de quien las llaves guarda el duro Fuebro.
Venid, venid volando a las llanuras
del Argentino majestuoso suelo
y la ficción sublime realizada
verais del docto hermano de Aristéo.
Apareció sobre celajes rojos,
que iluminaba con sus rayos Febo,
la inexorable Diosa en una mano
un Mechón encendido sosteniendo
y con resuelta acción, llevando en la otra
las provocantes armas de Miseno.
Así, un estrepitoso carro guiaba
tirado de caballos que en su aliento
abrasadoras llamas arrojando
iluminaban el brillante centro
en que al sangrante Marte conducían,
quien ya armando el escudo, ya blandiendo
la lanza destructora difundía
el pálido terror, el triste miedo:
y horrísona una voz muy semejante
a la que causa formidable el trueno
resonando en los ayres, el espanto
infundió en los mortales con su estruendo.
Medroso el bello Pluto, en el regazo
de su apacible Madre, en llanto tierno
explicó su temor, y ella amorosa
acallando al infante con el pecho.
Fijó la orilla del pláteo Río
buscando en otros Climas el sosiego,
y enturbiada la clara faz hermosa
del Hijo, como del Oceano excelso,
se recogió tumbada al rico albergue
que decora su ilustre nacimiento
dejando con su ausencia descubiertas
las anchas playas, que por tanto tiempo
regó con francas manos, y dejando
los campos que mantuvo siempre amenos
faltos de la humedad fecundadora,
de estéril polvo en su extensión cubiertos.
pero bajando a la escarpada Orilla
alado Querubín del Dios de Delfos,
la cítara pulsó, y al extremo
tono que formó, herido el instrumento,
cantó con dulce voz inimitable
los que empiezan, así divinos Versos
Augusto Paraná…Sagrado Río
tres voces oyó el Dios allá en el Cielo
en que la paz gozaba, y obligado
de la dulce expresión de sus acentos,
a viajar se prepara bullicioso
las ondas encrespadas del Cabello,
y sobre un carro de oro, acompañado
de Dorados brillantes y ligeros
y del vistoso reluciente enjambre
al ver en sus cristales el aliento,
sin temor de Belona los estragos
descendió mansamente repartiendo
con abundantes dones de Amalthea
y de cumplir así, no satisfecho
en suplicar, augusto, caudaloso
sus líquidos raudales expandiendo,
llegó a besar los pies del Savio Cisne,
que rodeado de músicos Jilgueros
en apacibles tonos procuraban
las voces imitar con sus gorgeos.
Empeño de Nereydas, dulce coro
abandonando los plateados lechos
apareció sobre las puras aguas
fluctuando a sus espaldas verde el pelo
y tocando con peines delicados
las cuerdas finas de sonoros plectros,
al compás apacible de sus voces,
entonaron en suave heroico metro:
Hijo divino del excelso Apolo,
sabio Argentino, condenado Orfeo,
que usando de la cítara armoniosa,
ilustras con tu voz el patrio suelo
mira como a sus cánticos suaves
el Paraná sagrado obedeciendo,
descendió prodigando sus influxos,
y trocando los campos, antes secos,
en fértiles campiñas que de Flora
aventajan los plácidos recreos:
mira allá los Ganados que rumiaban
del espinoso cardo el duro leño
como pacen en verdes altas lomas,
entre sí, retozando placenteros.
Mira como sus ramas dilatando
los altos Pinos y robustos Cedros
con sus frondosas copas frescas sombras
al útil labrador están haciendo.
Mira: mira aurora la gran Nada
el apreciable Añil, la hermosa Grana
la fragante canela, y el pequeño
árbol que fructifica la Pimienta,
y oirá, en fin, el incesante anhelo
conque la araña entre las verdes tunas
los Cabellos de seda está tejiendo
Estos frutos divinos y otros muchos,
serán dentro de poco loable objeto
de la fiel reflexión de algunos savios;
y más tú gozas, entre todos ellos,
lugar tan distinguido, ve, y promueve
su purificación y su fomento
De la invención sagrada de Saturno,
enseña lo útil, muestra los defectos
aumentando en Geórgicas sublimes,
del Mantuano Poeta, los preceptos
y el negociante activo y laborioso,
el Artesano, el pobre Jornalero
y el labrador que con el corvo Arado
para sembrar dispone los terrenos,
mirándose felices por tu influencia,
están de continuo repitiendo:
Hijo Divino del excelso Apolo,
sabio Argentino, condenado Orfeo,
que usando de la cítara armoniosa
ilustras con tu voz el patrio suelo.
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