Un sombra y una sombra iban conversando mientras caminaban por el “Camino del Cuero”, el famoso camino pampa que llevaba a las tolderías Rankulche. ¿O sería en el “Camino de Santiago”?. Difícil saberlo, porque el cuaderno donde constaba el título estaba escrito con materia obscura; afortunadamente conservamos el diálogo en materia clara, que detallamos a continuación:
EN EL CAMINO
Y todo comenzó con una copa de vino para que las sombras aflojaran su lengua. Ocurrió entre viñedos del Camino de Santiago, una fuente viñatera donde los proyectores tomaron esa copa, sin percatarse que las sombras -fieles acompañantes desde el nacimiento hasta la tumba- también bebían.
Los proyectores (ergo, humanos) siguieron su camino entre viñedos riojanos acompañados por sus sombras, que charlaban y reían alegremente, sin ser escuchadas porque emiten sus voces en una escala inaudible para sus proyectores.
-Che, le dice la sombra al sombra, ¿cuánto hace que sos sombra de tu proyector?
-Huy, el nació hace exactamente 66 años, 6 meses y 13 días y desde entonces lo acompaño. ¿Y vos, che?
-Y, mirá, si vamos a andar con tanta exactitud, acompaño a mi proyector tanto como 47 años, 9 meses y 9 días ¿querés que te diga también las horas? 7 horas.
-Ja, ja no seas fanática. Mirá si te escucha.
-¿Escuchar ese? No me hagas reír. Debe ser más sordo que una tapia, las veces que le hablé y nunca me responde. En cambio cuando él habla, yo lo escucho con atención.
-¿Sabés qué pasa? Hay sonidos que los proyectores no perciben, y por eso no nos escuchan, eso lo leí en algún sitio, porque como nosotros no necesitamos dormir, aprovecho cuando lo hace mi proyector y nos disociamos, para meterme en su biblioteca y leo todo lo que puedo.
-Nunca se me había ocurrido.
-Yo lo hago siempre, pues podemos pasar por la rendija debajo de la puerta y meternos entre las hojas de los libros… Ja, menos mal que en la oscuridad no nos ven, sino más de uno se llevaría un susto. Pero nosotros vemos en cualquier circunstancia, mejor aún cuando hay oscuridad ¿o acaso no estamos hechos de partículas oscuras?
-Reconozco que tenés razón ¿pero qué hacen ahora esos bárbaros? Huy, otra vez con la bota de vino, tenemos que beber aunque no nos guste ¡qué asco!
-¿Te parece que lo hacen a propósito, para fastidiarnos?
-No lo sé, pero ya tengo una “mamúa” que no sé lo que digo ni lo que hago, además fijate como camino, haciendo ‘eses’.
-No te preocupés porque ellos lo tienen peor.
-¿Por?
-¿No lo sabés? Ellos existen gracias a nosotras ¡o alguna vez viste un proyector sin su sombra! Nos acompañan desde el momento que la aglomeración de partículas oscuras nos dan forma, y gracias a esa circunstancia aparecen ellos, nacen, por emplear un término caro a los proyectores. Y nos mantenemos unidos durante todo el transcurso de la vida, hasta que un día nuestras partículas oscuras se disgregan y dispersan ¿y qué sucede?, ellos dejan de existir.
-Tenés razón, por eso muchas veces escuché a mi proyector esta frase relativa a alguna cosa que valora: ‘la cuido más que a mi sombra’. ¿Cómo no han de cuidarnos?
-Sí, pero ahora se descuidan, fijate cómo le dan al tinto y nos obligan a beber a nosotras ¿no se dan cuenta que en cualquier momento nos podemos desintegrar? No entiendo por q…
La sombra vio aterrada cómo el sombra se desintegraba, sólo atinó a decir “oh, Dios mío” mientras se acercaba hacia el muerto, acompañando el movimiento del proyector vivo que, desesperado, llamaba a su compañero.