Aguafuertes hispano-argentinas

Buenos Aires colonial

Anécdotas de tiempos viejos: Buenos Aires colonial

Por resultar sumamente interesante estas apreciaciones del Dr. Américo Castro sobre la idiosincrasia porteña, me veo abocado a su transcripción. Dice así:

“He publicado, entre otros, dos documentos síntomas muy alarmantes, que yacían momificados en las páginas de los libros. Uno, de 1590, en que el guardián de un convento de franciscanos en Buenos Aires, escribe, muy compungido, a Felipe II, ‘que los vecinos y moradores hacen sus labores y [cuidan sus] ganados por sus propias manos, porque él [el Guardián] lo ha visto ser y pasar así, lo cual es cosa de mucha lástima; los dichos vecinos se sirven [ellos mismos], como si fuera en la mínima aldea de España”. (“La realidad histórica de España”, 1954, p. 603).

“Por haber sido así la historia, en Buenos Aires se consideraba deshonroso en 1923 (no sé si ahora) andar por la calle con un paquete en las manos. Pese a la mescolanza de gentes de toda procedencia, en Buenos Aires arraigó tan hondo el antiguo sentir de ser deshonroso el trabajo material y técnico (menester de moros y judíos), que cuatro siglos más tarde el argentino se creía degradado si no se vestía con elegancia y daba impresión de ser un señor. Como era esperable, allí como en España, los extranjeros tuvieron que traerles los ferrocarriles y la ciencia. Por eso las traviesas de la vía férrea se llaman ‘durmientes’, traducción del inglés británico ‘sleepers’.

El documento de 1590 de aquel buen padre guardián ilumina aspectos de la Argentina colonial e incluso de la tan culta surgida más tarde. En una ocasión tuve que pasar por la calle Florida (en aquel tiempo, no sé ahora, cerrada al tráfico a ciertas horas a fin de convertirla en paseo) con una maleta llena de libros. ‘¡Pero, doctor!’ me dijo un conocido con dolida sorpresa. Mi respuesta: ‘soy rústico, no hidalgo’.

(“Español, palabra extranjera: razones y motivos”. De Américo Castro, Taurus Ediciones S.A., 1970, Madrid, páginas 97 y 98).

César José Tamborini Duca

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César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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