Este soneto quiere ser un homenaje recordatorio de las maestras de mi pueblo, Lonquimay, que supieron o al menos pretendieron brindar la mejor educación: Srta. Margarita Moyano, Srta. Esther Chaves, Sras. de Mazzoni, de Andía, de Montero (en la foto con Primer Grado), Srta. Inés, Srta. Ibarra, Srta. Costa…
“In memoria” de mi hermana Norma.
NO ES POSIBLE EL OLVIDO
Las amargas luces de distancia
obscurecen los días del migrante,
que comprende, ser hoy, alguien distante
de poblados, de chacras y de estancias.
El potro, el caldenal, el trigo
la llanura infinita de la pampa
acelera su latido en una trampa
de recuerdo, y de nostalgia de su abrigo.
Es el fuerte sentimiento del amigo,
es jugar en el campito a la pelota,
es recuerdo de sus calles que han traído
el certero sentimiento que no hay otra;
es palabra de los padres: “ven conmigo”
y es la cruel amargura del no olvido.
César J. Tamborini Duca – febrero 2021