A Don José Gobello
Hoy escribe el poeta pesaroso
las rimas de un soneto lastimero;
y el lamento de un tango verdadero
deja oír el acorde quejumbroso.
Se nos fue don Gobello de este mundo,
eximio gran maestro del lunfardo,
hoy te evoca consternado este bardo
propiciando el recuerdo más rotundo.
Fuiste estrella luminosa que alumbraba
con el brillo inusitado de tu ciencia
con el gesto, la palabra y tu paciencia
los recónditos secretos de un lenguaje;
y hoy discretos, te rinden homenaje
el reaje y el punguista que afanaba.