Con algunas discrepancias al respecto, se tiene por cierto que la población de «El Carmen» o «Patagones» (actual Carmen de Patagones) fue poblada por maragatos. Don Francisco de Viedma y Narváez, regidor del ayuntamiento de Jaén, fue destinado por el Virrey Vértiz por instrucción de Carlos III para que fundara un puerto con un fuerte en la desembocadura del «Curú Leuvú» (Río Negro) llamado así por los huilliches y pehuenches que habitaban la zona, (denominados también guénen-a-kén o pámpidos). Se fundó el día 22 de abril de 1779, primero en la margen derecha, pero una gran inundación producida el 13 de junio de ese año obligó a trasladarlo a la margen izquierda. Quedó sin embargo alguna población, que posteriormente daría lugar a la ciudad de Viedma. Como la noticia que se fomentaba la radicación en la costa patagónica con varias regalías se difundió por bando en Galicia, los primeros pobladores fueron originarios de ese reino, llegando los primeros colonos el 2 de octubre de 1779. Fueron pioneros José Patiño, Antonio Cañadas y esposa, Alberto Espinosa con su esposa, Francisco y Bartolomé Vásquez, Antonio Berea, Vicente Vásquez Salgado. Pero entre 1779 y 1881 llegaron varias familias de origen maragato: los Carro, los Crespo, los Alonso entre otros.
Población pequeña y con escasa dotación defensiva, en 1827 constituía el puerto más meridional del territorio argentino. Sin embargo de eso, hace pocos días se cumplieron 185 años del protagonismo de una epopeya que, al decir del escritor chileno Vicuña Mackena, «fue el Ituzaingó naval del imperio». La gesta de Patagones tuvo lugar entre los días 28 de febrero y 7 de marzo de 1827, costando al Imperio cerca de un millar de hombres entre muertos, heridos y prisioneros, y la pérdida de 6 navíos.
Tras 6 horas de lucha y pese a la inferioridad numérica, las tropas argentinas y uruguayas, 7000 hombres al mando de Carlos María de Alvear se impusieron a las tropas imperiales, 9000 hombres al mando del marqués de Balmacena. Eso propició el tratado de paz porque, con las derrotas en Ituzaingó y en Carmen de Patagones, la población de nuestros hermanos brasileños clamaban por la paz mostrando su contrariedad con la política imperial, como pone de relieve el tratadista brasileño Da Rocha Pombo: «Esta vantagem das nossas armas nao era bastante para reparar os graves insucessosque tinhamos soffrido. En todo a paiz cada vez mais formalmente se manifesta a opinion geral contra a guerra. Em crescendo alarmante, a imprensa, que se alenta pouco a pouco, vai clamando contra aquella calamidade que os caprichos da política imperial andam juntando a tantas outras»…»E cuando chegaram ao Río noticias dos acontecimientos do sul, e correram boatos de que o exercito e a marinha havian sido esmagados, e que a Cisplatina estava com effeito perdida apezar dos sacrificios impostos a naçao, o povo sahia para ruas em grande agitaçao de quasi motim». (José Francisco Da Rocha Pombo, «Historia do Brasil, V» Edición Benjamín de Agila, Río de Janeiro, pág. 152).