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La hora del partido

Era la hora de la siesta y, como todos los días después de almorzar, nos encontrábamos en «el campito» los mismos de siempre, para jugar «al fóbal». Hoy les tocaba elegir compañeros de equipo al «gringo» Carnicelli y al «negro» Crespo, por lo que éste la espetó al primero ¿pisamos, a ver quién comienza a elegir?

Se ubicaron los dos enfrentados a una distancia entre 2 y 3 metros, distancia que se calculaba a ojo. El gringo plantó su pie izquierdo y el negro hizo lo mismo, luego el gringo colocó su otro pie por delante, con el taco tocando la puntera del anterior y el negro hizo lo propio, y así sucesivamente para ir avanzando al encuentro uno de otro, pero cuando la distancia era menor, según el cálculo que hacía cada uno, en lugar de poner el pie longitudinal, lo ponía de través, ‘de costado’ pero siempre manteniendo el contacto con la puntera del precedente, hasta que llegaba un momento que la distancia era tan corta que el pie del gringo, ahora sí de frente, pisaba la puntera o ‘el costado’ del pie del negro. Hoy había ganado el gringo y comenzaba a elegir él.

El resultado del partido es anecdótico, terminó la hora de la siesta y los ‘viejos’ nos llamaban para hacer los deberes y luego merendar.

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