Tangueando

Tristeza y orígenes del tango. Su procacidad (y III)

 

Cafe de Hansen

Cafe de Hansen

3. Procacidad del tango

                                                                                                                                                                                         

Este tango canallesco

es procaz, provocador;

lo baila algún compadrón

del ambiente rufianesco.

En este tercero y último capítulo enfocamos la procacidad del tango, continuando lo expuesto en https://pampeandoytangueando.com/tangueando/tristeza-y-origenes-del-tango-su-procacidad/  y en
https://pampeandoytangueando.com/tangueando/tristeza-y-origenes-del-tango-su-procacidad-ii/

Es por todos conocido el auge primigenio del tango –principalmente bailable- en la periferia de la gran ciudad, los arrabales habitados en general por personas de un nivel cultural, social y económico más bajo; lo que hizo, por contraste, que fuera mal visto y excluido en los salones de la sociedad “con posibles” (o “copetuda” como se la denominaba eufemísticamente). No vamos a entrar en el detalle del por qué y cómo el tango conquistó posteriormente esos salones por no ser objeto de este trabajo. Tengamos en cuenta, por otra parte, que estamos ambientados en las décadas de 1880 y 1890 principalmente. Es decir que en sus inicios el tango se bailaba en humildes ranchos a los que eran asiduos los milicos de franco, los gauchos mal entretenidos, entreverados con chinitas endomingadas y con rubias francesas del Royal o del Petit Salón. Barras de “pesados” arrabaleros eran el contrapunto de patotas de “pitucos niños bien” que se arrimaban a los peringundines.  En esa sociedad arrabalera, en cuanto se escuchaban los acordes de un tango –muy rudimentario por cierto- la incitación al baile era la consecuencia lógica. El ambiente: algún bodegón turbio, la vereda de alguna esquina donde se encontraban a diario los muchachones, los peringundines y ambientes turbios frecuentados por el malevaje. Baile originariamente varonil en el que, cuando participaban las mujeres, éstas eran minas de prostíbulo o vistas como tal. (haciendo click en el triangulito del enlace musical escucharán «La Budinera»). 

 

En un artículo de Cecilia López Badano, “Consideraciones sobre el machismo y el tango” (Tiempo de tango; Boletín de la Secta del Cuchillo y del Coraje; nº 5, enero-marzo de 1998) leemos: Es llamativo ver que una de las letras primitivas del tango aún anónimo, antes de su etapa de canción, expresa públicamente el deseo sexual de una mujer  en el ámbito doméstico –afuera, por lo tanto, del prostíbulo- y la incapacidad masculina para satisfacerlo. La letra está a manera de diálogo y dice ella: “Señor Comisario, deme otro marido,/ porque este que tengo / no coge conmigo”; él responde: “Señor Comisario, esta mujer miente / cuando me la cojo / ella no me siente”. El verbo coger con la acepción argentina por el acto sexual.

tristeza y procac. Acá no se coge

Asevera la autora que el tango podría ser fechado sobre la época de fundación del Registro Civil (1892) porque en lugar del sacerdote  aparece como interlocutor el Comisario como autoridad matrimonial, al producirse un reacomodamiento de las autoridades que rigen sobre el ámbito familiar. En otra parte del mismo artículo y aludiendo al tango “Por seguidora y por fiel” dice que para la mujer no queda escapatoria: en cuanto asumiera el propio deseo, tanto siendo leal como infiel, terminaría muerta o marcada por el cuchillo de una justicia arrabalera guiada por el individualismo de la ley del más fuerte.

Lo que sí se puede afirmar que por los años de 1880 los sitios donde los primitivos músicos y compositores dieron a conocer las primeras obras –muchas veces anónimas- eran bodegones, pulperías, peringundines o burdeles, en los que alternaban scruchantes, malevos y canfinfleros con mulatas, chinas y “yiros”, y por ese motivo Leopoldo Lugones decía del tango que era “un reptil de lupanar”, asociándolo –tal vez sin esa intención- a la “reptilidad sudamericana” de la que hablaba el filósofo Keyserling.

No debe sorprender el hermanamiento que se produjo en esas circunstancias entre el tango y el lunfardo, para establecer una sociedad prolífica (promiscua) que dura hasta el presente. Como tampoco debe llamar la atención que, en esas circunstancias y con el vocabulario grosero que animaría las conversaciones de tales individuos, y el acopio de lunfardiadas de que harían gala los participantes, al nacimiento de algún tanguito más o menos pretencioso se le adjudicara un título tendencioso, e inclusive teniendo en cuenta el ambiente en que sus tangos gozarían de éxito, grandes y posteriormente famosos creadores aplicaran a sus tangos títulos procaces. (para escuchar la música de «El Queco»). 

“El Queco” es uno de esos primeros tangos , escrito en 1874 por la poetisa española Eloísa de Silva según se cree, y algunos autores dicen que fue armonizado por Julián Aguirre como “Aire criollo nº 3”.  Musicalmente es una milonga. La fuente fue tomada del cuarteto del Centenario, ignorándose la fuente original. En 1874 el general Mitre se subleva contra el gobierno, considerando fraudulentas las elecciones que consagran Presidente de la Nación a Nicolás Avellaneda. El general Arredondo, aliado de Mitre, se apodera de San Luis y sus tropas entran en la ciudad cantando «El Queco». El Queco alude precisamente a un prostíbulo, llamado así como apócope de quilombo. La letra dice así:

tabla de tarifas

tabla de tarifas

China, que me voy pa’l queco. / China, dejáme pasar. /China, que me voy del hueco. / China, y no vuelvo más. // China, asomáte afuera. / China, mirála pasar. / China, deja que me muero / por la Guardia Nacional. // Queco, tendéme la ropa. /  Queco, que no vuelvo más / Queco, que me voy pa’ Europa, / China, y no vuelvo más.

Como había una ordenanza municipal que los prostíbulos debían señalarse con faroles colorados, esto dio origen al tango “A la luz de los faroles”, del pianista Rosendo Mendizábal (cerca de 1910). El mismo significado se atribuye al tango “Colorao” de Eduardo Arolas (1915)

“La Concha de la Lora” fue compuesto en 1901 por Manuel Campoamor, sin letra; lo grabó Francisco Canaro con su “Quinteto Pirincho”, pero como concha se trata de un término grosero con el significado que se le da en Argentina, y lora se les llamaba a las prostitutas extranjeras (comprenderán la alusión de este título) para poder publicarlo le cambió el nombre por “La Cara de la Luna”. Inclusive, algunas carátulas evadían la prohibición titulando con las iniciales, “La C… de la L…” que podían corresponder a una u otra denominación (y pueden escuchar en el siguiente enlace)

“La Budinera” fue compuesto por Angel Villoldo (1905) y alude a los traseros de las minas (con el paso del tiempo esta alusión se transformaría en el piropo “qué pan dulce para comer en Navidad”). “Echále Bufach al catre” fue escrito aproximadamente en 1905 por José Manuel Tagle, con un claro significado teniendo en cuenta que “Bufach” era un conocido insecticida.

LA CHACARERA fue un tango que compuso Juan Maglio, y Caruso le puso estos versos: “Chacarera, chacarera, chacarera de mi amor / si yo te pido una cosa no me contestes que no./ Chacarera, chacarera, no me hagas mas sufrir / todos duermen en tu cama, yo también quiero dormir. / La chacarera tiene una cosa que ella guarda con gran cuidado, / porque es chiquita y es muy sabrosa”.

Cara sucia en realidad fue un tango de “El Negro” Casimiro Alcorta y se llamaba “CONCHA SUCIA”. Canaro le cambió el nombre, le dio a Caruso para que cambiara la letra, y se lo apropió. La letra, muy popular en los prostíbulos de la época, decía así:

«Concha sucia, concha sucia, concha sucia,

te has venido con la concha sin lavar.

Melenuda, melenuda, melenuda,                                                                                                                            

esa concha que tenés sin afeitar.                                                                                                                 

Metele bomba al p...rimus

Metele bomba al p…rimus

Esa concha tan sabrosa y picarona,

que me tiene encajetado hasta el ojal».

 

La carátula de “METELE BOMBA AL P… RIMUS” (de Arturo Severino) tiene –como en el caso de “Dos sin sacarla”- un doble significado solapado en la marca del calentador a kerosene marca “Primus” al que había que darle bomba; una señorita de trasero muy generoso como solían aparecer en la revista “Rico Tipo” pretende darle bomba al calentador, pero detrás de ella se encuentra un caballero cuya intención oculta es llenar los puntos suspensivos que suceden a la “P”. Lo remarcable es que esta letra puede representar varias palabras en lunfardo pero con la misma intención: popa (trasero, ano); panaro (trasero, del napolitano); pandero (trasero, del español); papo (del caló, vulva); pertuso (del genovés, ano). mientras leen el listado, pueden escuchar «Echale Bufach al catre»

SOY TREMENDO, de Ángel Villoldo

EL CHOCLO, de Ángel Villoldo

EL FIERRAZO, de Carlos H. Macchi

CON QUÉ TROMPIEZA QUE NO DENTRA

LA CLAVADA, de Gregorio Rivero y Antonio Sixto Moreno

TRES SIN SACARLA

SIETE PULGADAS, de Juan Maglio “Pacho” (También conocido como SIETE PALABRAS)

QUÉ POLVO CON TANTO VIENTO, de Pedro M. Quijano

PROBÁ QUE TE VA A GUSTAR

EMPUJÁ QUE SE VA A ABRIR, de Vicente La Salvia

AFEITATE EL SIETE… QUE EL OCHO ES FIESTA, de Antonio Lagomarsino;  dicho con muy doble sentido, teniendo en cuenta que en Argentina, para no utilizar la palabra soez “culo”, le dicen “siete”

SACUDÍME LA PERSIANA (antes se llamó SACUDÍME LA PORONGA)

DEJÁLO MORIR ADENTRO,  de José Di Clemente

VA CELINA EN LA PUNTA

DOS SIN SACARLA; la persona que dibujó la portada de la partitura atenúa el claro significado del título ubicando dos mujeres sentadas en un banco, como insinuando que  a esas dos no las sacaron a bailar.  Este ardid (o treta) era habitual en muchas partituras.

GOLPIÁ QUE TE VAN A ABRIR, de Ángel Villoldo (ahora se titula EL ESQUINAZO)

LA BUDINERA, hace alusión al trasero de las damas

TOCÁLO QUE ME GUSTA, de Alberto Mazzoni

TOCÁMELO QUE ME GUSTA, de Prudencio Muñoz

TOCÁMELA CAROLINA, de B. Terés; es un título que menciona a la en ese entonces popular canción “La Carolina” (el título insinúa “Tocáme La Carolina” aunque quiere significar algo muy distinto)

VIEJO… ENCENDÉ EL CALENTADOR,  de J. L. Bondoni; es una clara alusión –metáfora de por medio- a que unos calientan la pava y otros toman el mate

HACELE EL RULO A LA VIEJA  tiene la intencionalidad del cambio de la palabra “rulo”

DAME LA LATA, de Juan Pérez; alude a la “lata” con las que las prostitutas contabilizaban sus encuentros, “lata” que le proporcionaba la “madama” o regente del local; el proxeneta a su vez, se la exigía a la mina

EMBADURNAME LA PERSIANA

COLGATE DEL AEROPLANO

NO ME PISÉS LA POLLERA

SACÁMELE EL MOLDE

NO EMPUJÉS CARAMBA

LA FRANELA

EL SERRUCHO

De cada amor una cesárea

De cada amor una cesárea

TAQUERITA, por las denominadas “taqueras”, prostitutas  que hacían sonar sus tacos para anunciar su presencia. La evolución del tango en el devenir del tiempo en todos los aspectos: baile, música, letra, hizo que en sus poemas se suavizaran conceptos, aunque se siguieran mencionando de manera subliminal ciertos aspectos, como apreciamos en el tango “Te llaman malevo”: “…tambor de tacos, redoblando calles…” (ergo: taquerita).

Bailongos de rompe y raja al compás de las orquestas de Ernesto Ponzio o de Padula, y en la que se apreciaba la figura de “la Rubia Mireya” eran protagonizados “en lo de Hansen”, el café de Juan Hansen inaugurado en 1877 en la Avenida de Las Palmeras (en las actuales Sarmiento y Figueroa Alcorta) de Palermo. En él se había prohibido tocar la milonga “Golpiá que te van a abrir” porque a sus sones “Nada me importa de tu amor / golpiá nomás, el corazón me dijo. / Que tu amor fue una farsa…” los parroquianos golpeaban las copas con los cubiertos siguiendo el ritmo de la música.

Existían prostíbulos adonde concurrían “bacanes” en busca de mujeres de una cierta categoría, como en “Lo de Laura”, en Pueyrredón 1480 casi esquina Paraguay, regentado por Laura (en realidad Laurentina)  Monserrat; su clientela, selecta, estaba constituída por médicos, actores, funcionarios, terratenientes. “María La Vasca” en calle Europa, hoy Carlos Calvo 2721, siendo su dueña María Rangolla y habitual ejecutante de tangos el morocho Rosendo Mendizábal; se bailaba por 3 pesos la hora.

“Madame Blanché” se encontraba en Montevideo 775; “Lo de Mamita”, donde se destacaba con su violín “el pibe Ernesto” (Ernesto Ponzio), pertenecía a Concepción Amaya;  mientras que en “La Vieja Eustaquia” se bailaba al compás de la música de Enrique Saborido.  Nada que ver con los prostíbulos atendidos por mujeres de baja categoría, a los que acudían los rufianes y punguistas, como el palermitano “Café La Paloma” o el boquense “Lo de Tancredi”.

Ahora, si me permiten atisbar por una rendija del tiempo a un jovencísimo Borges –literato culto en ciernes- podré transmitirles sus preferencias tangueras. No obstante la procacidad de esos primeros tangos,  tal vez influido por los escritos de su amigo Carriego y de las hazañas del cuchillero palermitano Nicolás Paredes conocido de ambos, abominaba de los tangos nuevos y lacrimógenos atribuidos a los inmigrantes italianos que lloraban la lejanía del terruño, desnaturalizando el tango –decían- con lamentaciones sentimentales. Sentado en un café con Don Nicolás, la orquesta empezó a desgranar Caminito de Juan de Dios Filiberto (de quien Borges y sus amigos solían burlarse en el Café Tortoni, al decir de su biógrafo Edwin Williamson en “Borges. Una vida”) diciendo Paredes “esto para mí es demasiado científico” agregando que “un hombre que piensa más de 5 minutos en una mujer no es un verdadero hombre, es un marica”; ese criollo orillero, hombre de facón al cinto, no tenía tiempo para dedicarle a las mujeres. Finalizo esta digresión mencionando algunos de los tangos antiguos o de “la guardia vieja” preferidos por Borges: El Caburé, Viento Norte, El Flete, El Cuzquito, El Carrerito, El Apache Argentino.

Como colofón incorporo el siguiente recitado de mi autoría:

MISTONGA GUARIDA

Tango quejumbroso y leal

que para mi mal te quiero

porque fuiste mensajero

de un amor que fue ideal, 

un amor de canfinflero

con la mina de percal;

no se qué encanto fatal

tiene tu nota sentida,

es la mistonga guarida

del corazón que se ensancha, 

como pidiéndole cancha

al dolor de alguna herida, 

herida que no es tan ancha

y aliviará mi querida.                                                                                                                                

 

Fuentes

“Misas Herejes”, de Evaristo Carriego

“Historia  de una pasión argentina”, de Eduardo Mallea

“El hombre que habló en la Sorbona”, de Alberto Gerchunoff

“Cosas de Negros”, de Vicente Rossi

“CHE, Lunfardiadas”, de César J. Tamborini Duca

“Con Permiso, soy el Tango”, de César  Tamborini Duca, Revista Argentinos de León nº 7 y nº8

“Consideraciones sobre el machismo y el tango”, de Cecilia López Badano.

“Hermano Tango”, de Eduardo Sibilin

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About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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