Tangueando

Mitología tanguera (I). Gardel

Con permiso, Soy el tango

del mito reverencial

cuando Maestri fue hurgando

y escribió don Vázquez Rial

Como el tango La Cumparsita, Gardel fue y no fue; pero ser significó muchos gardeles y por eso mi comparación con La Cumparsita, el tango que no fue tango y sin embargo fue muchos tangos, como expliqué en una conferencia. Y eso, al margen de otros contextos, los convierten en mitos.

Todos sabemos desde los comienzos de la biografía del mito Gardel, que él nació en Toulousse (Francia). Sin embargo después de su trágica muerte se fue creando a su alrededor el mito sobre su muerte-no muerte,  sobre su verdadero lugar de nacimiento (¿Francia? ¿Uruguay?), sobre la existencia de dos “Gardeles”, al margen de otros que no vienen al caso detallar en este artículo.

Podemos así leer la extraña novela biográfica titulada “LAS DOS MUERTES DE GARDEL” donde su autor, Horacio Vázquez Rial, urde una insólita genealogía del mito (incesto mediante) llegando a la conclusión que había nacido en Tacuarembó (Uruguay) y su madre no era su madre sino una empleada doméstica de un coronel uruguayo, supuesto progenitor de Gardel. Para darse esta circunstancia debería existir otro Gardel, un hijo verdadero de aquella madre francesa; hijo que, misteriosamente, se convierte en NADA. Rocambolesco ¿no? Sin embargo muchos dan por cierta esta historia.

Con motivo de mi actividad como Director-editor del “Boletín” digital de la “Academia virtual del Lunfardo y el Tango” tuve oportunidad de conocer por medios informáticos a Sergio Gabriel Maestri (ganador del Primer Premio en el primer concurso de poesía lunfarda) y su actividad literaria; como él vive muy cerca de donde viví y tuve clínica dental antes de mi emigración a España, quedamos en encontrarnos en mi próximo viaje a la Argentina.

“Del dicho al hecho hay poco trecho” suele decirse, y ese encuentro se produjo, gratamente es casi obvio decirlo. Intercambiamos un par de libros de nuestras respectivas autorías y…  Y ahora al leer sus “Crónicas del doctor Winter” encuentro con asombro (ya que al instante pude prever su contenido) el título de uno de los capítulos: “El hombre que murió dos veces” cuento en el que un ficticio autor, el doctor Máximo Izarriaga, fue enviado a Colombia en Octubre de 1975 por la Fundación Favaloro para asistir al “5º Simposio de Medicina Cardiovascular”.

El “tordo” relata que a poco de llegar es requerido para asistir con urgencia a un hombre moribundo que vivía en las afueras de la ciudad, en una casa-quinta cuyo letrero de entrada titulaba “El Rincón del Abasto”. El enfermo, con un pre infarto que momentáneamente soluciona Izarriaga, le manifiesta haber nacido en Toulousse el 11 de Diciembre de 1890 y otros detalles de sobra conocidos.

Como comprenderán se trata del mismísimo Gardel, quien luego de recuperarse gracias a los conocimientos médicos de Izarriaga no tiene ningún reparo  en confesarle los avatares de su vida luego del accidente que lo dejó con muchas secuelas y tardaron mucho tiempo en curar, excepto la pérdida de la movilidad en sus dos piernas que lo mantienen en silla de ruedas.

Le cuenta muchas circunstancias de su vida (como que sus comienzos estuvieron relacionados a la payada más que al tango) conocidas por todos, por lo que no veo la necesidad de repetir muchas de ellas. Por mencionar algunas, cómo conoció a Betinotti, a Razzano, a Elías Alippi, Enrico Caruso; su primer y único amor (Isabel Martínez del Valle); sus viajes a Europa, el regreso a Buenos Aires cuando conoce a Cadícamo. Relatando por último cómo y por qué motivo se fraguó su muerte por parte de un grupo de amigos incondicionales entre los que se encontraba el Dr. Matías Larsen.

El 8 de abril de 1976 estando en Buenos Aires, el Dr. Izarriaga recibe en un llamado telefónico la noticia de la muerte de Gardel. El final no se los cuento, por si deciden adquirir el libro de Maestri.

Pero estos hechos anecdóticos conectaron en mis neuronas el recuerdo de la semblanza que deseaba escribir sobre la milonga “El morocho y el oriental” cuya letra pertenece a Enrique Cadícamo y la música a Ángel D’Agostino y dice así:

EL MOROCHO Y EL ORIENTAL (milonga)

Recitado:

Viejo café cincuentón

Que por la Boca existía,

Allá por Olavarría

Esquina Almirante Brown.

Se estremeció de emoción

Tu despacho de bebidas,

Con las milongas sentidas

De Gabino y de Cazón.

 

En tus mesas escucharon

Los reseros de Tablada

Provocativas payadas

Que en cien duelos terminaron.

 

Histórico bodegón

Del “Priorato” y del “Trinchieri”

Donde una noche Cafieri

Entró a copar la reunión.

Traía un dúo de cantores

Y haciendo, orgulloso, punta,

Dijo: “Aquí traigo una yunta

que cantando hace primores”.

 

Recitado:

Y con acento cordial

Fue diciendo medio chocho:

“Este mozo es el Morocho

y éste, Pepe, el Oriental”.

 

Un aplauso general

Al dúo fue saludando,

Y el Morocho iba templando

Lo mismo que el Oriental.

Templaron con alegría

Sus instrumentos a fondo,

Y el silencio era tan hondo

Que ni las moscas se oían.

 

Y entre aplausos, vino y chopes

Y “esta vuelta yo la pago”,

Iba corriendo el halago

Tendido a todo galope.

“A mi madre”, “La pastora”,

“El moro” y otras canciones,

Golpeaban los corazones

Con voces conmovedoras.

 

¡Ah! Café de aquel entonces

De la Calle Olavarría,

Donde de noche caía

Allá por el año once…

De cuando yo, en mi arrabal

De bravo tuve cartel,

Y el Morocho era Gardel

Y Razzano, el Oriental.

 

EL RELATO     

El recitado previo hace alusión a un viejo café y lo ubica en la esquina de las calles Olavarría y Almirante Brown. Menciona la emoción que suscitaba cuando acudían a cantar dos reputados payadores, cual eran Gabino Ezeiza e Higinio Cazón. En las mesas de ese despacho de bebidas, los “reseros” de Tablada (o sea, gauchos de ese sitio bonaerense) escucharon provocativas payadas… que solían acabar en numerosos duelos.

Cabe aclarar que la payada es una modalidad de canto criollo emparentada con la milonga surera por su métrica octosílaba en décimas; ambas se retroalimentaron en los confines entre las afueras de la ciudad y el comienzo de la pampa (hasta confluir en el tango: conste que estoy sintetizando mucho). Pero la particularidad esencial de la payada es que uno de los contendientes (cantores) provoca al otro para que dilucide un tema cualquiera; éste debe hacerlo al instante, y le retruca; así sucesivamente hasta que al final los aplausos del público presente premian al ganador. Aunque este asunto requiere un artículo especial, quiero recordarles una famosa payada literaria: la de Fierro y el “negro” en el “Martín Fierro” pues como en este caso, podían terminar en provocaciones que originaban duelos. Otra payada famosa fue la de Santos Vega (en el libro homónimo) contra el diablo.

Luego se menciona ese bodegón histórico, donde se consumía “Priorato” (del catalán “priorat”), vino producido en la comarca española de Tarragona; Y además “Trinchieri” un vino tipo vermouth elaborado por la “Societá Trinchieri-Brosio” en la ciudad italiana de Turín: pueden apreciarse así, las consecuencias de la inmigración. Menciona a Cafieri, un vecino del lugar que tenía fama de guapo (muy bravo) y se hizo dueñoa de la situación alegando, orgulloso, que traía una yunta (un dúo) de cantores que con sus voces “hacían primores”.

Recita luego con acento amistoso, diciendo contento: “Este mozo es el morocho / y éste es el oriental” (señalando a Pepe Razzano.

El dúo fue recibido con aplausos mientras templaban los instrumentos: mientras hacían esto con alegría, se produjo un silencio profundo, respetuoso. Luego los cantores se explayaron con temas como “A mi madre”, “La Pastora”, “El Moro” y otras, llegando a los corazones del público con sus voces conmovedoras, mientras circulaba el vino, el chop y el ofrecimiento de pagar la vuelta, todo entre generosos aplausos.

Finalmente el relator recuerda ese Café de las calles citadas donde solía acudir por las noches (no se priva de mencionar que en el arrabal donde vivía, era un reconocido guapo, muy bravo). Para afirmar finalmente que “el Morocho era Gardel, y Razzano el Oriental”.

Este final es extraordinario porque indirectamente nos está dando una idea de la controvertida nacionalidad de Gardel. Si partimos de la base que el letrista es contemporáneo de Gardel –y también se desenvolvía en el entorno de éste- conocería muy bien su nacionalidad al margen de papeles improvisados. Por poner un ejemplo de esa relación puedo mencionar otro tango, “Anclao en Paris”: “Tirao por la vida de errante bohemio / estoy, Buenos Aires, anclao en París; / curtido de males, bandeado de apremio, / te evoco desde este lejano país”… Carlos Gardel lo dio a conocer en Francia el 15 de enero de 1931;Enrique Cadícamo le había enviado la letra desde Barcelona y le puso música su guitarrista Guillermo Barbieri.

Si Gardel hubiera sido uruguayo, un poeta tan inspirado como Enrique Cadícamo no hubiera tenido obstáculos en que el tenor de la letra resaltara la orientalidad de ambos, tanto Razzano como Gardel. Al no ser así, tenemos un argumento más –por si hiciera falta- para afirmar la nacionalidad francesa de “el Morocho”.

Por último y al querer entregarles el tema cantado, me encuentro con una gran dificultad (ojalá siempre fuera así) porque mis dos predilecciones son las versiones de Ángel Vargas y la de Nelly Omar; fantásticas las dos, emocionan las dos. Dejo la elección para ustedes.

por César J. Tamborini Duca

 

 

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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