Tangueando

Con Permiso, soy el tango (XVII). Aníbal Troilo

Día Nacional del Bandoneón

Día Nacional del Bandoneón

Con permiso, soy el tango

del bandoneón de Pichuco,

el que bailan los pitucos

en la boite del Tibidabo.

 

Día Nacional del Bandoneón

Sin descartar datos biográficos importantes, imprescindibles en un trabajo de esta índole, no será ésta una biografía al uso, sino una semblanza con el agregado de alguna anécdota, de quien fue considerado “el bandoneón mayor de Buenos Aires”. Porque ¿cómo explicar que el Congreso de la Nación, por ley 26035 instituyera el día 11 de julio como “DIA NACIONAL DEL BANDONEÓN”? Pues remitiéndonos a la calle Cabrera 2937 del Barrio del Abasto donde tal día de 1914 nació para gloria del tango, un tal Aníbal Carmelo Troilo, y a donde se habían mudado sus padres desde Soler 3280 del Barrio de La Recoleta.    

Decir que el bandoneón nació con Aníbal Troilo puede parecer irrespetuoso con otros grandes bandoneonistas como Ciriaco Ortíz, Pedro Maffia, Roberto Di Filippo, Pedro Laurenz, Alberto Caracciolo, Astor Piazzolla y tantos otros; pero sí podríamos afirmar que las grandes virtudes de cada uno de ellos, de cada individualidad, se sumaron todas y confluyeron en ese gordo melancólico para dar origen al bandoneonista más virtuoso merecedor por tanto de la adjetivación con que se le conoce. Porque él reunió en su persona el mejor sonido, el mejor estilo, la mejor intención oculta en cada tema, el mejor timbre, la pausa justa y los silencios.

Su padre le había puesto el apodo “Pichuco” en recuerdo de uno de sus amigos italianos, y puede que sea deformación del napolitano “picciuso”. Su madre, Felisa, accedió a comprarle un bandoneón cuando cumplió diez años. Sobre ese primer bandoneón ya surge una anécdota, de una entrevista que le hiciera en “lo de Bachín” (calle Sarmiento, a la vuelta de Montevideo) Julián Centeya, que le pregunta:

-“Hay una historia del primer bandoneón”

-“Sí, todavía lo conservo” responde Troilo. “Yo lo llamo cadenero. Cincha conmigo esta dura barrera de la vida y de la muerte, desde hace cuarenta años”.

Pichuco = bandoneón

Pichuco = bandoneón

Al poco tiempo tuvo una primera actuación en un bar del Abasto, integrándose luego en una orquesta de señoritas (generalmente eran dos, y uno o dos varones, pese a su nombre) para, con sólo 14 años, formar un primer quinteto. Poco después y con 16 años (1930) formó parte del Sexteto  Vardaro, integrado con figuras extraordinarias:  Elvino  Vardaro y Hugo Baralis en violines, Aníbal Troilo y  Jorge A. Fernández en bandoneones,  Pedro Caracciolo en contrabajo y José Pascual en Piano. Para actuaciones en radio solían contar con el concurso de cantores, uno de los cuales fue Alfredo Marino. Lamentablemente no dejaron grabado ningún registro, solo se pudo recuperar en acetato “Tigre viejo”.

En 1938 se casó con Dudui Ida Kalachi; nacida en Grecia, su compañera de toda la vida era conocida popularmente como Zita.

Troilo integró varias orquestas: de Juan Maglio (Pacho), Julio De Caro, Juan D’Arienzo, Angel  D’Agostino, Juan C. Cobián; para formar posteriormente su propia orquesta en 1937 con la que debutó en el cabaret Marabú. Junto al guitarrista Roberto Grela constituyó el cuarteto Troilo-Grela, dejando páginas memorables grabadas entre 1955 y 1956: Madame Ivonne, Silbando, La Trampera, Ivette… con el respaldo del guitarrón de Edmundo Zaldíbar y el contrabajo de Enrique “Kicho” Díaz.

La década del ’40 fue gloriosa para el tango, por la cantidad de autores y compositores, por los cambios introducidos, los bailes con grandes orquestas que atraían multitudes. En la primera época no había “arreglos musicales” en la orquesta de Troilo, pero poco a poco fue incorporándolos, escribiendo sus “arreglos” entre otros Astor Piazzolla, Argentino Galván, Roberto Pansera, Alberto Caracciolo, Eduardo Rovira, Julián Plaza, Emilio Balcarce, Raúl Garello entre otros grandes “arregladores”. Modificó entonces el ritmo en la segunda mitad de la década del ’40, pero sin perder su estilo, ese que había resumido por la influencia de los grandes bandoneonistas Juan Maglio (Pacho), Pedro Laurenz, Ciriaco Ortíz y Pedro Maffia.  

Pichuco y grandes tangueros en comic

Pichuco y grandes tangueros en comic

Cuarteto de Aníbal Troilo. En el año 1968 formó su propio cuarteto acompañado por Ubaldo de Lío (guitarra eléctrica), Rafael del Bagno (Contrabajo), y Osvaldo Berlinghieri (piano) sustituido posteriormente por José Colángelo. Grabaron once tangos y una milonga para la Víctor, contando con un tema original del que ya hablaremos: “Nocturno a mi barrio”, curioso y sensible texto creado y recitado por Troilo.

Sus composiciones, todas ellas magistrales, fueron numerosas; de entre ellas destacaré algunas de las casi 70 que nos legó…  las menciono  influido por mi gusto, aunque quedan algunas en el tintero en aras de la simplificación. De sus creaciones solo instrumentales les mencionaré La Trampera, Responso, Contrabajeando  (este tema, en colaboración con Astor Piazzolla). Con letras de Homero Manzi: Sur, Barrio de tango, Che bandoneón, Romance de Barrio, Ninguna. Con  los poemas de Cátulo Castillo:  Desencuentro, A Homero, La última curda, María, Y a mí qué. Puso música a Toda mi vida, de José María “Catunga” Contursi. Yo soy del 30 (letra de Héctor Méndez), Te llaman Malevo (con Homero Expósito),  y con Enrique Cadícamo   Pa’ que bailen los muchachos, Garúa, Naipe, constituyen páginas imborrables de nuestro tango.

Los cantores. Justa fama de Pichuco la relacionada con sus cantores. Están los que afirman que sabía elegir a los mejores en cada estilo de acuerdo a la época, y los que afirman que el cantor que pasaba por su orquesta mejoraba sus condiciones, mérito atribuido al maestro que sabía incorporarlos como un instrumento más de la orquesta sacando lo mejor de cada uno. Pero quiero iniciar este acápite con dos de los cantores que NO participaron de su orquesta pese a su deseo de contarlos en la misma. ¿Por qué escribir precisamente de quienes NO formaron parte de la orquesta?; porque al enfocarlos a ellos Pichuco demostró su gran ojo clínico para elegir cantores. Y que los lectores  tengan la posibilidad de escuchar a alguien no muy conocido para que comprendan por qué Troilo se fijó en él (caso de Lesende). Si bien el otro cantor no integró su orquesta, tuvieron en cambio la posibilidad de actuar juntos en una película con un par de temas memorables, uno de los cuales podrán escuchar en este artículo.

El primer NO pertenece –como mencioné antes- a un cantor poco conocido por el gran público, por cuya razón le dedicaré un poco más de espacio. Antonio Rodríguez Lesende, que de él se trata, nació en Vigo (Galicia) en el año 1905 y murió en Buenos Aires en 1979. Comenzó su trayectoria en el canto lírico en el Teatro Colón, donde estudió y practicó, para inclinarse luego por el tango, actuando en varias de las principales orquestas de la época.

Lo que no cabe duda es que con su voz podía haber legado para la posteridad registros de tango por los que fuera reconocido a la par de Carlos Gardel, Ignacio Corsini o Agustín Magaldi, por nombrar a tres de los más conocidos pioneros de ese género musical. Se tiene conocimiento de solamente 16 temas grabados por Lesende, repartidos en seis importantes orquestas. Con la orquesta de Antonio Bonavena grabó “Al ñudo”, “Almagro”, “Muñeca mía”, “Santa Mujer”. Con Ricardo Luis Brignolo  “Caminito de la gloria”, “Ingrata”, “Me fallaste al final”, “Qué te querés apostar”. Con Edgardo Donato “Dulce amiga”, “Mano Brava”, “Ya se ha Marcao la Hacienda”. Con la Orquesta Típica Bronswick  “Maruja”, ” Pensalo Muchacho”, ”Vampiresa”.   Con Carlos Di Sarli “Milonga del Centenario”. Finalmente con la orquesta Stampone-Federico dejó el registro de “Tierrita”.                                                                                                                                                                                                                                                                   Tenía una voz maravillosa que muchos comparaban con la de Gardel, pero pese a eso y a su actuación con orquestas de prestigio su producción discográfica es muy reducida y se puede asegurar que muy difícil de conseguir. Le faltó el factor suerte o tal vez tener a su lado a un promotor que guiara su carrera; o ambas cosas. O tal vez formar parte de la primera orquesta de Aníbal Troilo cuando éste se lo ofreció… pero no quiso aceptar pues estaba en su mejor momento con muchas actuaciones. Formaba cartel con la Orquesta Típica de Miguel Nijenshon en la boite Lucerna.                                                                                                                                                                                                                                           

Troilo, Rivero y Nelly Vázquez

Troilo, Rivero y Nelly Vázquez

                                                                                            El otro cantor del NO es de sobra conocido y de él decía Pichuco que era el único cantor de tangos que no desafinaba. Troilo quiso tener en su orquesta al médico-cantor Alberto Castillo, pero éste no aceptó la oferta por lo que no tenemos grabaciones discográficas. Sin embargo es digno de admiración ver a un jovencísimo Aníbal Troilo con su orquesta y cantando Alberto Castillo el tango NINGUNA en la película “El Tango vuelve a París” de enero de 1948; en la misma película podemos admirar “Nubes de Humo” y  “Grisetta”.

Pero fueron numerosos y de indiscutible calidad los que pusieron voces a su orquesta y quedaron marcados con grandes interpretaciones. Francisco Fiorentino fue el primero que cantó en su orquesta luego de la negativa de Rodríguez Lesende. Y el listado de grandes cantores se extiende a Alberto Marino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche, Nelly Vázquez, Tito Reyes, Jorge Casal, Ángel Cárdenas, Elba Berón, Amadeo Mandarino, Roberto Rufino, Raúl Berón. No creo necesario dar detalles de cada uno de ellos pues son suficientemente conocidos, como así también los temas grabados. Sin embargo podemos recoger algún anecdotario.

Anécdotas.  En realidad cada uno de sus actos, toda su vida, se convierte en un anecdotario si queremos observarla desde ese punto de vista. Como cuando le responde a Julián Centeya en el reportaje mencionado que ese “cadenero” que tiraba de él, ese primer bandoneón –que fue comprado a un ruso mercachifle de la calle Córdoba- destinado a pagarse en 12 cuotas, se estancó en la segunda porque el ruso no apareció más para cobrar el resto.

Otra de las anécdotas referidas por Pichuco es que antes de tener ocasión de ponerse el fuelle en las rodillas, imitaba esa situación poniendo en su lugar la almohada de la cama; tal era su fijación por ese instrumento.

Su esposa Zita solía contar que Pichuco podía bajar con la bolsa de los mandados a comprar soda…  ¡y regresaba a los 3 días!, por supuesto sin la soda. Yo creo que el anecdotario de Troilo se puede conjugar como un verbo tanguero –tanguear- en coyunda con sus cantores, sus músicos, la noche, la calle Corrientes y sus incondicionales amigos.

Monumento al Bandoneón. Día inaugural

Monumento al Bandoneón. Día inaugural

Por ese motivo me gusta contar esta anécdota propia de Edmundo Rivero que se incorporó a la orquesta en 1947 para reemplazar a Marino y debutó en el Tibidabo.  En 1948 cuando iban a estrenar el tango Sur, pidió autorización a Homero Manzi (autor de la letra) para cambiar “florando”  del original por “flotando”, pues creía Rivero que ‘los reos de la esquina’ no entenderían el significado de “florando”.

En 1956 se incorporaron a la orquesta Ángel Bartoli (Ángel Cárdenas) y Roberto Goyeneche, que nos dejaron a dúo una memorable versión de La Calesita. Según contaba el “Polaco”,  Pichuco le decía “usted no tiene que preocuparse por cantar porque para eso está la orquesta, tiene que hablarle a la gente contándole la historia” (cito de memoria).

En esa época se realizó en Mar del Plata el Primer Festival de Cine con figuras de primer nivel mundial, en el año 1954. Todas esas importantes figuras estuvieron reunidas en un show de tango para el que fue invitado Aníbal Troilo. En esa ocasión Pichuco tocó “Quejas de Bandoneón”, un gran tango de Juan de Dios Filiberto.

Pasaron los años y en la siguiente década hubo una reunión de Presidentes de toda América en Punta del Este (Uruguay) convocada por la OEA en 1967. Troilo fue invitado para la ocasión y les hizo escuchar “Danzarín”, de Julián Plaza, y “Quejas de Bandoneón”.  A esa reunión asistió también el Presidente Lyndon  Johnson, que había reemplazado a John F. Kennedy cuando fuera asesinado poco tiempo antes. A su pedido Pichuco regaló al presidente norteamericano un L.P. que contenía el tango “Sur”. Al tiempo Troilo recibe para su sorpresa, enviado por el Presidente de EE.UU., una versión de “Sur” traducida al inglés e interpretada por una orquesta de jazz.

Fue en  ocasión de esa reunión en Punta del Este que dijo Pichuco con su voz aguardentosa: “¿Cuándo me fui de mi barrio?, pero ¿Cuándo?… ¡si siempre estoy viniendo!”; palabras que formaron parte de “Nocturno a mi barrio”  grabado el 30 de mayo de 1968 en solo de bandoneón con el respaldo de la guitarra de Ubaldo De Lío.

[audio:Nocturno a mi barrio.mp3]
Nocturno a mi barrio (por Julián Centeya y Anibal Troilo)

NOCTURNO A MI BARRIO  (de Anibal Carmelo Troilo)

Mi barrio era así, así, …así.
Es decir ¡qué se yo si era así!
¡Pero yo me lo acuerdo así!,
con Giacumin, el carbuña de la esquina,
que tenía las hornallas llenas de hollín,
y que jugó siempre de «jas» izquierdo al lado mío,                                     

Pichuco con Tito y Yacumín

Pichuco con Tito y Yacumín


siempre, …siempre,
tal vez pa’estar más cerca de mi corazón!

Alguien dijo una vez
que yo me fuí de mi barrio,
¿Cuando? …pero ¿cuando?
Si siempre estoy llegando!
y si una vez me olvidé,
las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja
titilando como si fueran manos amigas,
me dijeron: gordo, gordo, quedáte aquí,
quedáte aquí.

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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