Tangueando

ALBERTO CARACCIOLO. Centenario de su nacimiento 

 Caracciolo me pide ser mi hermana,

 yo acepto este honor gustosamente,

amiga y hermana, es elocuente

el afecto que une con más gana”.

¡Ah, si pudiera ser como el otro Cronopio! ¿pero qué digo? si fruto de la alteridad, el otro soy yo. Si pudiera ser como el verdadero Cronopio, el admirador de Charlie Parker y Miles Davis, y saboreaba un mate al mismo tiempo que fumaba un “Gauloises” en la época que en Argentina tuvimos las primeras elecciones democráticas de la historia y Perón derrotó a Tamborini gracias o por culpa de Spruille Braden, el Embajador estadounidense.

Entonces, sólo entonces, sintiéndome el verdadero y no la copia insípida que saborea un mate mientras escucha tangos pero sin saxo, porque el saxo es para el Jazz lo que el bandoneón para el tango; excepto si los unimos, si “coyundamos” en una grabación el saxo de Gerry Mulligan con el bandoneón de Piazzola, pero… pero el bandoneón es Troilo, es Ciriaco Ortíz, Pedro Laurenz, Eduardo Arolas, Jorge Caldara, Roberto Di Filippo… y escuchar los solos de bandoneón de Alberto Caracciolo es tan cósmico como ver un eclipse solar o lunar; como ver el arco iris cuando todavía nos refrescan las gotas de lluvia, porque los dedos de Caracciolo sobre los botones del bandoneón  se deslizaban solos como si no tuvieran una voluntad que los dirigiera, solos van creando esos sonidos insuperables que solamente alcanzan los virtuosos mencionados antes, como Troilo tocando “Tierrita” o “Silbando”, Troilo en esos memorables dúos de bandoneón y guitarra con Roberto Grela.

A propósito de “Tierrita”, una pequeña anécdota que me contó Nélida Caracciolo, hija del eximio músico e investigadora de su trayectoria, impulsora de su legado musical. Mi amiga Nélida me contó que en la etapa que su padre colaboraba en la orquesta de Troilo, a Alberto le cupo la responsabilidad de ser el “arreglador” de ese fantástico tango instrumental; parece que en Troilo era habitual llevar una goma en el bolsillo y cuando le entregaban el arreglo de algún tema, indefectiblemente borraba y corregía alguna nota de la partitura; sin embargo de lo cual con “Tierrita” no utilizó su famosa goma.

El autor con Nélida Caracciolo

Entramos ahora de lleno en la biografía del músico, en el Centenario de su nacimiento, en colaboración con Nélida Caracciolo de Miranda:

Alberto Caracciolo, nació en el barrio de Palermo, el 23 de marzo de 1918. Cuando cumplió un año, sus padres vinieron a vivir a la localidad de Banfield. Allí se desarrolló toda su vida, hasta que falleció el 31 de enero de 1994. Hizo sus primeras letras en la Escuela Nª 10 de Banfield (la misma donde estudió el “cronopio” Julio Cortázar); comenzó el secundario pensando que seguiría la carrera de medicina pero se decantó por la música, trabajando como tapicero de autos en su juventud.

Comenzó a estudiar bandoneón a los 8 años, su padre vio que el niño tenía una especial predilección por la música y desde chiquito jugaba a tocar la vieja guitarra de su padre, luego tocó la concertina que es como un bandoneón chiquito, estamos hablando de cuando tenía entre cuatro y siete años. Luego empezó con el bandoneón, su papá lo acompañaba a casa de su profesor de apellido Bellido, y le llevaba el bandoneón. Luego lo acompañaba su hermano José. Los dos niños iban a lo del profesor, a la vuelta cuando llegaban  frente a la estación de Banfield, los chicos se detenían en una librería que pasaba música, pasodobles, rancheras, tangos, milongas. Alberto que tenía un extraordinario oído, alrededor de los 11 años cuando llegaba a casa de sus padres, tocaba en el patio de una linda casa «chorizo», con un largo patio cubierto y sillones de mimbre, lo que había escuchado.

A los 16 años ya tenía una orquesta de típica y jazz y comenzó a tocar con Arcieri en radio América.  A los 19 tocó con Azucena Maizani con quien compuso el tango DOLOR, música y letra. Pasaron los años y alrededor de los años ‘50 estudia armonía y composición con los maestros Anatole Pietri y Artola. Además según palabras de Nélida Rouchetto, fue autodidacta. Tocó con Caldara, D’Agostino, Buzón, Joaquín do Reyes, Victor Braña.

A Caldara le hacia los arreglos, era su primer bandoneón (Bandoneón Cadenero) y le hacía la dirección de la orquesta. Uno de los temas al que hizo  los arreglos pertinentes en tiempo  de tango era Camino Verde, una canción española de Carmelo Larrea. Esta versión cuenta con un dúo de cantores, Carlos Montalvo y Miguel Martino. 

Personalmente tuvo 3 grupos Quinteto de Tango Contemporáneo (1969) Trio de Tango Contemporáneo (1970) y Quinteto Añoranzas Guardia Vieja, a pedido de la compañía DISCOMUNDO. Fue Asesor musical de Odeón, en los años 69 y 70. Trabajaba con Carlos García cuyo tiempo no alcanzaba para arreglos y dirección pues se grababa no solo tango, sino música del litoral, boleros etc.

En Odeón acompañó a Claudio Bergé, a Alberto Marino, y a muchos otros famosos. Tuvo una carrera muy variada e interesante. Grabó también con otros artistas, para el «Círculo Amigos del buen tango» organizado por Nélida Rouchetto y Parula, y su último LP con gran orquesta salió en el año 1984 junto con otros artistas que tocaron dos o tres temas cada uno, Lomuto, Carlos García, y otros famosos, y él acompaño lo mismo que los otros músicos a la gran Cantante uruguaya Olga Cabrera, en el LP «Como las Aves» todo organizado por Nélida Rouchetto; ésta periodista decía que Caracciolo entendía que “el arte es un momento espiritual del creador, y que no puede ser considerado jamás como nuevo ni viejo”… “el artista debe conducir al público hacia las manifestaciones de realización de mayores posibilidades estéticas”.

Jorge Caldara

A pesar de que fue un innovador del tango y siguió su propio estilo, tocó tango tradicional en el LP  «De Ayer… y de Siempre», producido por “Discomundo”, disco para el cual creó el Quinteto Añoranzas, con una parte para flauta, un instrumento ampliamente valorado en las orquestas tradicionales, según Roberto Selles,  periodista e historiador del tango. Selles dijo de él: “Alberto Caracciolo dejó página inolvidables del tango tradicional y de avanzada”  (Revista “Ahora”, Diario Crónica, 9 de mayo de 2014). En Discomundo grabó con Graciela Susana que ahora vive en Japón y es famosa.

Caracciolo es autor de «Tema de Tango en Re Menor»«Preludio»«Etéreo»«Chiqui» (dedicado a su esposa)«Con Rumbo al Cielo» (dedicado a su padre)«Réquiem para un Gomía» (dedicado a Gardel), y muchos otros con letras de famosos poetas del Tango.

Caracciolo (por José M. Otero; extraído de “Tangos al bardo”):

Tengo ganas de recordar hoy a este maestro del bandoneón, director, arreglador, que dejó su sello en las escasas grabaciones que realizó, en los temas que compuso, en las orquestas de las que formó parte, tanto ejecutando su instrumento como aportando hermosos arreglos. Su hija Nélida está rescatando su memoria y aportando constantemente datos y temas. Como por ejemplo, los de su tango instrumental “Buenos Aires 2 x 4” grabado por Caracciolo con su Trío de Tango Contemporáneo. Este tema inédito lo compuso para una comedia musical de Ítalo Curio, y de allí lo recortó Nélida, enviándosela a mi querido amigo Eduardo Sibilin. A su vez, Eduardo me lo reenvió, con una letra agregada recientemente por Fernando Daniel Fuenzalida.

Alberto Caracciolo

Alberto, porteño del barrio de Palermo, comenzó a tocar el bandoneón  por las suyas y ante los progresos evidenciados, su padre lo mandó a estudiar inicialmente con Juan Bellido, y perfeccionaría  sus conocimientos con otros maestros, como el húngaro Anatole Pietri que lo dotó de conocimientos en armonía. A sus 15 años, ya lucía su estilo en radio y un año más tarde se incorporaba a la orquesta de Antonio Arcieri, que supo valorarlo y cuidarlo.

Acompañaría a Azucena Maizani, se integraría en las formaciones de Manuel Buzón, Jorge Caldara, Joaquín Do Reyes, Ángel D’Agostino, Víctor Braña,  y destacaría en su trabajo de arreglador con estas orquestas y también con arreglos especiales para Aníbal Troilo, en la última etapa de Pichuco.

Su estilo fue claramente evolucionista, como lo demostró al formar su Quinteto de Tango Contemporáneo, con el cual dejó páginas de notable calidad. Lo integraban: Antonio Agri en violín (en presentaciones radio El Mundo), Rufino Arriola en contrabajo; Roberto Cicaré en el piano, Juan Carlos Moyano en percusión, Eduardo Walczac violín solista (en Radio Splendid), Alberto Caracciolo en bandoneón, arreglos y Dirección; y el cantor Eduardo Marcó. Para el canto también contó con Pedro Ortíz y Eduardo Soler.

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                            Edgar Rubino (cantor) y el Trío: Caracciolo, Samonta y Cicaré

En la contraportada del Disco, Nélida Rouchetto dice: «Concede Caracciolo, preferente interés en la elección de sus instrumentistas de su conjunto, que recae siempre entre los mejores ejecutantes de nuestro medio, y considera al vocalista un timbre más dentro de la orquesta». También armó y dirigió el Quinteto Añoranzas que rescataba temas antiguos. Y un trío con Roberto Cicaré al piano y Norberto Samonta al contrabajo, más él en piano y dirección.

La misma Rouchetto, que lo destacó muchas veces por sus capacidades, diría, a propósito, de este pequeño conjunto: «¡Tres que suenan como veinte!». En realidad Caracciolo fue muy apreciado por los profesionales del tango, que conocían su valía y lo requirieron en muchas oportunidades, además de alabar su trabajo como director, compositor y bandoneonista, aunque no fuese muy conocido a nivel popular, por su personalidad. Trabajó como asesor musical de Odeón y realizó arreglos para otros sellos internacionales.

Lo podemos valorar escuchando dos temas: primero con su Quinteto  Contemporáneo, el tango de Ástor Piazzola “Lo que vendrá”, registrado en Radio Splendid. En el otro registro un tango grabado en Radio El Mundo, “Niebla del Riachuelo” de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo, cantando Eduardo Marcó (aunque en la imagen aparece Edgar Rubino, tal vez por error de compaginación).   

 

Confesiones de un contrabajista:                                                                         

«Si había algo que me alteraba era escuchar al contrabajista como maltrataba al instrumento. Hasta que una noche no pude más y le dije que me lo dejara a mí. Tenía mis conocimientos y, además, ya llevaba dos años estudiando el violín en el conservatorio Williams. Pero el contrabajo me copó.

 «El primero que tuve fue en el año 1948, lo compré en Casa Soprano por cien pesos y charlando con el dueño me recomendó como profesor a un español, un catalán llamado José Rovira. Ser alumno suyo era una garantía. Pasó un año y aparece Alberto Caracciolo, el bandoneonista, que con el tiempo adhirió a Piazzolla y me llevó con él. Resulta que andaba buscando un contrabajista más profesional pues el que tenía tocaba de oído y mal y los arreglos no los sacaba.

 «Después vino Alberto Mancione.  El contrabajista de esa orquesta era Ítalo Bessa que un día me dijo que se iba con Lorenzo Barbero. Si me interesaba él me presentaba a Mancione. Acepté, me tomó una prueba y ya quedé. Con Mancione había mucho trabajo, en cambio Caracciolo era más bohemio, le gustaba ensayar, el ambiente con los amigos y algunas grabaciones cada tanto, pero yo necesitaba ganar plata”. (Juan Vasallo)

Nélida, Manolo, Patricia y César

ALBERTO CARACCIOLO Y EL “BANDOFÓN”

Finalmente, mi intención también era dar a conocer un instrumento que seguramente muy pocos recordarán, y parece que su inventor fue el músico del que hablamos. Le pregunté a Nélida cuando nos encontramos en la Confitería “La Academia”, en Avenida Callao,  y ésta fue su posterior respuesta por correo-e:

 Hola César, lo del Bandofón, mis tíos dijeron que les parecía que lo inventó él; cuando me enviaron el noticiero de NO DO vi que aparecía él con otros dos bandoneonistas jóvenes, él tenía 23 años, y los otros más o menos esa edad, y no sé si viste el video, pero los bandofones eran como unos cajones brillosos, oscuros, con pedales (creo yo que sería una especie de pianola con botones como en un bandoneón). Mi papá aparecía unos centímetros más atrás, y los otros dos muchachos a cada rato lo miraban para seguirlo, después está la foto donde su bandofón está hecho de madera, como si fuera un armonio, sin brillos, madera marrón claro. Tocó con grupos de jazz, donde estaba también Malvicino, y también con él tocaron música Hawayana, Esto me lo dijo el propio Malvicino, por teléfono, cuando reemplazó a Leopoldo Federico que se enfermó.

NOT N 20 A – RTVE.es*                                                                        

Horacio Malvicino y Alberto Caracciolo

A Federico le había hecho yo una entrevista, para que me contara sobre mi papá, y lo que me dijo es que le había impresionado mucho lo del bandofón, y que los pedales los usaban para estirar las notas. Cuando mi papá trabajó en Odeón como asesor musical, trabajaba en Fabricaciones Militares en Valentín Alsina, y Federico, le llevaba los arreglos con indicaciones del pianista y arreglador Carlos García. Y luego o tocaba en las orquestas o dirigía, todo esto me lo contó Federico y fue él el que trajo a colación el tema del Bandofón.

Lo quería mucho a mi papá, y en la entrevista, no necesité hacerle ninguna pregunta, porque él se acordaba de todo….. Decía de él que además de ser un gran músico fue una gran persona, que lo había dirigido a él en Odeón. ¡Cuántos recuerdos! lo tengo que seguir buscando, fui a distintos lugares, pero nada…. me falta ver a un afinador de nombre Fisher, de Capital o ir a un lugar que es un poco peligroso donde tienen cosas antiguas, que se llama «El Olimpo», que está cerca de La Salada. Pero tengo que ir con Manolo.

Bueno, muchos saludos para vos y familia, espero tener noticias, apenas sepa algo, te lo comento. NélidaCaracciolo

*Al hacer Ctrl+clic en el enlace, aparecen inscripciones en un recuadro de fondo negro en el cual hay que hacer “clic” y aparece entonces el NO-DO. Si no quiere verlo completo, avanza hasta el minuto 1’46” y justo en ese momento aparecen tres intérpretes de ‘bandofones’, entre ellos A. Caracciolo. Dura un minuto, hasta el 2’43”.

por César J. Tamborini

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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