Relatos y crítica literaria

Mateo y el diario ficticio

Mateo y el abu

-Abu, Abu, cuando sea grande quiero ser escritor como vos, ¿qué tengo que hacer?

-Mateo, querido nietito, en primer lugar no soy un escritor profesional, hice carrera de ciencias pero siempre la escritura –junto a la lectura- estuvo entre mis preferencias. Y eso ya puede darte una pauta de conducta. En segundo lugar si tenés ese firme deseo, lo más indicado sería que realizaras una carrera de letras.

-Pero eso para cuando sea grande ¿verdad? ¿Y ahora qué puedo hacer?

-Leer, leer mucho.

-Abu ¿sólo eso?

-Y también escribir

-Eso quería saber, pero ¿qué escribo?

-Cualquier cosa, lo que se te ocurra, lo importante es crear el hábito.

-Pero si lo que escribo no gusta…

-No importa, vos escribí que irás mejorando cada vez más. Podés comenzar con un Diario, tal vez lo más sencillo para eso.

-¿Y qué tengo que hacer?

-Escribir lo que te sucede cada día, todas o casi todas las cosas desde que te levantás hasta que te acostás; o lo que pensaste.  Aunque… no necesariamente todo.

¿Podés decirme cómo lo harías vos?

-Huy, vamos a ver, porque aunque  te lo aconsejé, yo nunca escribí un Diario. Presta entonces atención a cómo lo haría:

Mateo presta atención

 “Hoy, 26 de julio de 2018, estaba terminando de afeitarme y, al mirarme atentamente en el espejo observo mi primera arruga (¿será que antes no la veía porque mi vista no es tan buena?); ¡joder! me digo. Solo 74 años y ya tengo una arruga. Tendré que dejar de reírme, porque en la risa se notan más.

Pero lo que más me preocupa es la nariz. Cuando veo que a las personas de la cuarta edad se les ensancha la nariz y se llena de puntitos, me da escalofríos pensar que me sucederá lo mismo. Lo peor, es que pienso que sucederá. Por eso en la soledad del sueño me la palpo, para cerciorarme que todavía no ocurrió. Lo que significa que todavía estoy en la tercera edad. Pero lo que finalmente me da la pauta de no estar en la cuarta edad, es no sujetarme de la agarradera en el techo de un coche cuando voy de acompañante.

Ayer saqué de la estantería de mi biblioteca una pila de libros, esos que de algún modo tratan sobre tango y lunfardo, para mencionarlos en un listado de un trabajo que estoy haciendo sobre el tema; como en la contraportada de cada libro tengo siempre anotadas una serie de referencias que me interesaron durante su lectura, encontré algo que buscaba para un futuro trabajo infructuosamente en Borges creyendo que le pertenecía, cuando en realidad –ahora lo redescubrí- era de Alberto Gerchunoff.

Pero las cosas no son tan fáciles como uno cree, y al buscar la página del artículo en cuestión me di cuenta que no era lo que yo retenía en mi memoria, lo que me hizo volver al pensamiento que aquello que buscaba era nomás de Borges. Solo que necesito tiempo para encontrarlo en la inmensa literatura del gran maestro”.

-¿Ves, Mateo? Todo eso que pudo suceder durante el día, lo vas anotando y así nacerá y crecerá tu Diario, y vas perfeccionando tu escritura. No solo lo que realmente sucede, también podés escribir las cosas que pensás, como en el ejemplo que te expliqué.

-Abu, le pediré a mamá y papá que me compren un cuaderno y mañana comienzo con mi Diario.

César J. Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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