Contemplo las arenas geselinas
la infinitud de sus sucesivos granos
que serían necesarios
para unirnos de un extremo al otro de las Villas.
Y observo una nube blanca y alargada,
tanto que sus extremos se pierden en la distancia;
trato de calcular
si tendrá tanta longitud
para unirnos de un extremo al otro de las Villas.
Escucho el sonido de algún avión,
y oigo los embates de las olas
sobre el casco de imaginados barcos
mientras pienso cuál de ellos
podrá unirnos de un extremo al otro de las Villas.
Finalmente despierto
de este imaginar cosas reales
para darme cuenta
que es nuestro sentimiento de amor
quien nos une de un extremo al otro de las Villas.
Publicado en la Antología MAÑANA LUMINOSA III del “Centro de Estudios Poéticos” en el año 2001