Pampeando

Juegos de los gauchos (II): el truco

Cartas del truco

Truco es posiblemente una palabra de origen portugués que significa “trampa” lo cual no quiere decir que sea un juego de tramposos: la trampa está en lo que se quiere hacer creer al contrario y por esa razón somos más propensos a decir que es un juego de “mentirosos”. Tiene similitud con un juego introducido en España por los árabes llamado truque, truqueflor o truquiflor; pero en ese juego se consideraba el “3” como la carta mayor, y para jugarlo se quitaban del mazo los “4” y los “5”. En la época de la conquista llegó al Río de la Plata y tuvo gran aceptación, aunque con las reformas que lo rigen actualmente. Como hecho anecdótico podemos señalar que en 1812 Rivadavia publicó un bando prohibiendo los juegos de azar, entre los que se incluyó el truco.

El estilo y la tradicional “mentira” que forman parte de este juego con 40 cartas de la baraja española son un estímulo para la “chispa” criolla, le dan su sabor y desarrollan la picaresca que alcanzan la culminación con las cuartetas rimadas que acompañan el canto de la flor, el envido o el truco.

FREUD SOÑABA CON EL TRUCO, pero no lo decía porque le gustaba mentir. (Además, para jugarlo utilizaba cartas de “tarot”).

El truco suele ser ese envite freudiano en que si uno no tiene la mano fuerte con un as de espadas o un as de bastos (símbolos fálicos como pocos) puede decir que está ciego, como Edipo. Para los “amantes” del truco, llegar a los “30”es estar en plenitud, es esa barrera a la que cuesta llegar pero estar ahí sintiéndose triunfador es la culminación de las aspiraciones truqueras pues, al igual que en algunas teorías eróticas, existen “las malas” y “las buenas”, pero si además los contrarios “duermen afuera” eso ya representa el orgasmo psicológico, que puede ser múltiple si ya vamos por el segundo o tercer “bueno”.

También están “las viejas”, pero éstas ya son más imputables al envido, que no al Edipo. ¿Y perder una “falta envido” con 33 porque el contrario es mano?. Por más que uno pueda alegar que “es la primera vez que me pasa”, ya no “levanta cabeza” en el resto del juego, tal es el grado de depresión que origina. ¿Y qué decir del feliz connubio entre compañeros que se produce cuando uno, semblanteándolo, eleva las cejas, y el otro le contesta guiñándole un ojo, momentos antes de responder “sí, quiero” a un vale cuatro mentiroso de los contrarios?.

Para terminar, créanme si les digo que en este juego lo importante no es lo que uno dice pergeñando mentiras, sino lo que en realidad tiene. De ahí la importancia de encontrar la verdad interpretando bien lo que dice el rival, para saber si miente o está asido desesperadamente a la verdad de sus cartas, cuando para intentar ganar “echa la falta”.

¿Se entendió? Porque en esta primera parte mi intención es redactar en forma sucinta las reglas de este juego de naipes que es el más popular en nuestro país. Ahí van entonces las

REGLAS DEL JUEGO DEL TRUCO

Como cada uno de los jugadores posee 3 cartas, lo habitual es que se jueguen 3 rondas, aunque según el desarrollo del juego puede terminar en la 2ª ronda.

EL ENVIDO: sólo en la 1ª ronda se puede cantar “envido” antes de tirar la carta; gana el que tiene más puntos y en caso de empate, el que es mano. Para sumar los PUNTOS hay que tener 2 cartas del mismo palo que suman 20, y a esos 20 se suman los puntos de las 2 cartas. Ejemplo: un 4 y un 5 son 9 puntos, + 20 por ser del mismo palo, suman 29. Del mismo modo un 7 y un 6 suman 33, el puntaje más alto. Las figuras no suman puntos, de modo que Sota y Rey del mismo palo solo valen 20 puntos. Un Rey y un 3 suman 23; lo mismo un Caballo y un 3.

Si el contrario acepta el “envido” (si dice “quiero”), vale 2 puntos; si dice “no quiero” gana 1 punto el que lo cantó. El “real envido” vale 3 puntos. Si no se quiere vale 1 punto. La “falta envido” aceptada, el que gana obtiene los puntos que le faltan al contrario para salir.

FLOR: esta situación se da cuando hay 3 cartas del mismo palo, y vale 3 puntos. El que la posee debe cantarla en la 1ª ronda, antes de tirar su primera carta. La “flor” invalida el “envido”.

TRUCO se puede cantar en cualquiera de las 3 rondas, siendo ganador el que por lo menos ganó 2 rondas al contrario. En caso de empate, gana la mano. Vale 2 puntos.

RETRUCO vale 3 puntos, y VALE CUATRO son 4 puntos.

“RABON”: se llama así a la baza del truco.

“CHICOS”: es el medio partido de 30 tantos; “malas” son los primeros 15 tantos, y “buenas” los otros 15 con los que se completa el “chico”.

PARTIDO: está representado por 2 chicos. Si hay empate se juega “el bueno”.

VALOR DE LAS CARTAS PARA EL TRUCO (en orden decreciente) Y SUS SEÑAS:

AS DE ESPADAS: elevar las cejas.

AS DE BASTOS: guiñar un ojo.

7 DE ESPADAS: desviar la comisura a la izquierda.

7 DE OROS: desviar la comisura a la derecha.

3 (todos): morderse el labio inferior.

2 (todos) juntar los labios como enviando un beso.

ASES DE OROS Y COPAS abriendo la boca.

Siguen Rey, Caballo, Sota, 7 de copas y bastos, los 6, los 5 y los 4. Cerrar los ojos indica que está ciego, que no tiene nada. Ladear la cabeza hacia un lado, le indica al compañero que está “cargado”, que tiene muchos puntos para el “envido”.

EJEMPLOS DE CUARTETAS:

He venido hasta tu casa
al galope de un peludo,
para decirte, mi flor,
¡tengo un truco macanudo!

En Pehuajó me caí,
a Lonquimay fui rodando,
con flor… es me levanté,
¡y al truco estamos jugando!

En la primera parte desarrollamos el tema del “truco”, ese juego de naipes tan nuestro, comentando sus reglas y su posible procedencia, así como también ironizamos sobre el mismo, mencionando aspectos freudianos de sus distintos lances. Ahora vamos a presentarles aspectos histórico-literarios relacionados con este juego en Uruguay y Argentina, a través de las letras de nuestros poetas. No sé en qué rincón del tiempo (el dato que yo tengo se remonta a 1839) ni del espacio tuvo su origen este juego tan arraigado en las costumbres lúdicas de los argentinos (y uruguayos, aunque el de éstos difiere un poco en sus reglas), que ya lo jugaban nuestros soldados en campaña y nuestros gauchos en las pulperías, entremezclando de éste modo el truco con las guitarras y las lanzas.

La fecha de 1839 la obtuve leyendo el “Santos Vega” de Hilario Ascasubi, donde aparece el TRUQUIFLOR (de Paulino Lucero) con la aclaración: “Remitido de un soldado oriental del ejército del general D. Fructuoso Rivera, para el nº 4 del periódico titulado ‘El Gaucho en Campaña’, el cual se publica en Montevideo en el año de 1839”.

“Campamento en marcha a 25 de octubre de 1839”. (El soldado oriental es obviamente Hilario Ascasubi, y el “truquiflor” apareció en el 4º y último número del periódico mencionado, planteando en forma hilarante la situación política y militar que atravesaban como si de una partida de truco se tratara):

 

“Pues, señor, oído a la cosa:                                        puede retrucarla el diablo

dende que los Entrerrianos                                           . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

se vinieron a esta banda                                               Haciéndonos los petizos

con las miras de atrasarnos,                                        nosotros nos achicamos

viene a ser casi lo mesmo                                             para dejarlos venir

que si vinieran jugando                                                y en el truco revolcarlos,

al truquiflor con nosotros                                            que es donde luce el poder.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .                                          Por supuesto nos jugaron

En fin, dende el Uruguay                                             carta grande en la primera;

nos vinimos barajando,                                                pero ahí nomás la empardamos

y la jugada empezó                                                     cantándoles ¡flor y truco!

del Uruguay a este lao.                                               con todo el DOS, por si acaso…

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .                                           ¡Retruco… nos respondieron

de suerte que comenzamos                                          queriendo largar el guacho.

a quererles a la fija,                                                   ¡Oigale a los embusteros!

pues para eso aseguramos                                          les dijimos…¡VALE CUATRO!,

en todas manos el DOS.                                              a que no aguantan maulones…

¡Don Frutos! ¡hágase cargo                                       y medio les amostramos!

si flor que tiene ese triunfo                                         la carta por la orillita”.

 

Y así continúa verseando, con Echagüe y con Rosas de telón de fondo para un truco con todas las de la ley. Ascasubi se vale también del truco en unos versos de “Media Caña salvaje del Río Negro” que forma parte del “Paulino Lucero”, y dice:

“… Oribe es la sota
en esta jugada:
y el Restaurador jugando, esta sota,
juega contra el dos y queda en pelota…”.

(Ed. Universitaria de Bs.As., Febrero de 1961, pág. 35)

En “Chapaleando Barro”, de Celedonio Esteban Flores, en “Consejos Reos” leemos:

“Procurá no darte dique con las treinta y tres de mano,
esperá que el otro envide y después lo revidás,
vos sabés que no es derecho, ni es canchero, ni es humano
faroliarle en compadrito cuando al otro lo sobrás”.

 

 

Otro importante poeta que nos brinda una cuarteta es Evaristo Carriego («El Alma del Suburbio», en «Misas Herejes»)

        «La cantina desborda de parroquianos,

        y como las trucadas van a empezarse,

        la mugrienta baraja cruje en las manos

        que dejaron las copas que han de jugarse».

También menciona este juego Manuel Mugica Lainez en un ensayo titulado “Vida de Aniceto el Gallo (Hilario Ascasubi)”, de Ed. Kapelusz, abril de 1974, reseñando el nacimiento de Ascasubi en Fraile Muerto en enero de 1807, diciendo en la pág. 34 que “Debió de haber, a no dudarlo, fiesta con yerbateo, con caña, con TRUCO y baile…”. Y aunque parezca más bien una recreación poética, no debemos soslayar que “Manucho” era un escritor que se documentaba muy bien en todo lo que escribía.

Asimismo “Dichos del Truco” menciona que se convirtió “desde el tiempo de la Colonia, en juego obligado de hogares y boliches”. Eso es todo lo que se puede decir con respecto al tiempo mientras no se nos aporten otros datos. ¿Y qué podemos decir del rincón del espacio donde se originó este juego?. En “Dichos del Truco” leemos que es de origen incierto, aunque se puede considerar originario de la Madre Patria. Aunque, ¿sabe alguien de algún sitio en España donde se juegue al truco?; concretamente en Ferrara, pequeño pueblo de León; pero esto es un hecho posterior y tuvo su origen en las oleadas migratorias que en el siglo pasado rumbearon para la Argentina. Muchas de estas personas, algunas afincadas actualmente en Veguellina de Órbigo, al regresar a su tierra trajeron nuevas costumbres adquiridas en el Nuevo Mundo, y entre ellas este tradicional juego rioplatense.

¿Y qué decía Borges a todo esto?: “Cuarenta naipes quieren desplazar la vida. En las manos cruje el mazo nuevo o se traba el viejo: morondangas de cartón que se animarán, un as de espadas que será omnipotente como don Juan Manuel, caballitos panzones de donde copió los suyos Velásquez”. …”Muy bien suele retumbar en boca de los que pierden este sentención de caudillo de atrio: ‘A ley de juego todo está dicho: falta envido y truco, y si hay flor ¡contraflor al resto!’.”…”La habitualidad del truco es mentir… Una potenciación del engaño ocurre en el truco: ese jugador rezongón que ha tirado sus cartas sobre la mesa, puede ser ocultador de un buen juego (astucia elemental) o tal vez nos está mintiendo con la verdad para que descreamos de ella (astucia al cuadrado)… su espíritu es el de los baratijosos Moshe y Daniel que en mitad de la gran llanura de Rusia se saludaron.

-¿Adonde vas Daniel? –dijo el uno.

-A Sebastopol –dijo el otro. Entonces Moshe lo miró fijo y dictaminó:

-Mientes, Daniel. Me respondes que vas a Sebastopol para que yo piense que vas a Nijni-Novgórod, pero lo cierto es que vas realmente a Sebastopol. ¡Mientes, Daniel!.”

(Jorge L. Borges, “El idioma de los argentinos”, 1928). Antes aún, en 1923, Borges había publicado en “Fervor de Buenos Aires” la poesía ‘El Truco’:

 

Cuarenta naipes han desplazado la vida..  /  Amuletos de cartón pintado

conjuran el placentero exorcismo  /  la maciza realidad primordial

de goce y sufrimiento carnales  /  y una creación risueña  /  va poblando el tiempo usurpado

con los brillantes embelecos  /  de una mitología criolla y tiránica. / En los lindes de la mesa

el vivir común se detiene.  /  Adentro hay otro país: / las aventuras del envido y del quiero,

la fuerza del as de espadas  /  como don Juan Manuel, omnipotente,

y el siete de oros tintineando esperanza. / Una lentitud cimarrona

va refrenando las palabras  /  que por declives patrios resbalan / y como los altibajos del juego

son sempiternamente iguales  /  los jugadores en fervor presente  / copian remotas bazas:

hecho que inmortaliza un poco, apenas,  /  a los compañeros muertos que callan.


Jorge Luís Borges

Cartas del truco

El paisano y el truco. Las cartas más altas del truco, por orden de izquierda a derecha.

 

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About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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