Pampeando

El arte en el bicentenario: «El pintor de la pampa»

Ángel Della Valle fue considerado con razón “el pintor de la pampa”. Nacido en plena efervescencia política el 10 de octubre de 1855 en la calle Luján (hoy Giuffra 334) del barrio de San Telmo, cuando desde la revolución del 11 de septiembre de 1852 el país estaba dividido en dos: por un lado la Confederación Argentina con capital en Paraná, presidida por Urquiza; y por el otro la Provincia de Buenos Aires. Sus padres, italianos, le pusieron por nombre Ángel Domingo Juan del Sagrado Corazón de Jesús Della Valle.

La vuelta del malón

Hacia fines de 1875 viajó a Italia y estudió en Florencia con Ciseri, compartiendo esos años con Ballerini, Cafferata, Bouchet. A su regreso en 1883 instaló su atelier para dedicarse de lleno al dibujo, la pintura, la enseñanza, siendo su temática preferida el paisaje de la llanura pampeana y su personaje arquetípico, el gaucho. Pero su pintura está impregnada también de animalismo pues el caballo está presente en su obra en igual o mayor medida que el gaucho, como se puede apreciar en “Incendio en la Pampa” (caballos asustados huyendo del fuego), “Corrida de Sortija”, “Enlazando”, “Paisanos a Caballo”, “Una carga de granaderos”. Otras obras dignas de mención, “Patrulla en la Pampa”, “Boleando avestruces”, “La vuelta del malón”.

Junto a Ernesto de la Cárcova y Augusto Ballerini, integró el grupo fundador de La Colmena, institución que organizó exposiciones en Buenos Aires. De su extensa obra sobresale “La Vuelta del Malón”, expuesta en 1892 en la calle Florida, en el negocio de pinturería de Nocetti y Repetto. El cuadro representa un malón en el que se observa a un indio levantando triunfalmente una cruz robada en alguna capilla, otro con un incensario, y a otro que lleva como botín a una mujer blanca. Leamos la opinión de Fray Mocho después de una visita al estudio del pintor en 1894:

“La vuelta del malón” es una página de la historia íntima de nuestra patria, una verdadera fotografía de aquellas escenas sangrientas que aún contadas entristecen, un episodio de aquella lucha feroz entre la civilización y la barbarie en las orillas del Plata. Aquellos indios musculosos, de fisonomías duras, como tallados a cuchillo en una raíz de caldén, son verdaderamente los señores del desierto, aquellos que con su lanza y sus boleadoras detuvieron durante medio siglo la civilización que avanzaba.

Allá va en grupo sobre la pampa desolada, orillando un bañado, en busca del vado secreto que les permitirá llegar con sus presas a la toldería lejana. Los caballos como desbocados, van con la crin al viento corriendo a su albedrío: los jinetes llevan los ojos fijos en la parte del botín que les ha correspondido; uno lleva una mujer desmayada, otro un ornamento de iglesia, otro revolea el incensario de plata labrada, ofrenda piadosa de alguna alma sencilla, otros cuidan el arreo de haciendas que hará las delicias de las chinas y de los viejos que quedaron en el aduar solitario. ¡Cuánta melancolía, cuánto sentimiento de tristeza hay en aquel cuadro de desolación! ¡Con cuánta pena se mira aquel fortín que queda ardiendo a la distancia, con cuánta amargura se piensa en el porvenir de aquella cautiva que vuela sobre la pampa en brazos del capitanejo que la lleva como el mejor tesoro que pudiera haberle deparado la suerte! Esa gran tela de Della Valle tiene un verdadero mérito”.

Malona

Convocado por MALBA (Avda. Figueroa Alcorta 3415) para celebrar el Bicentenario, Alberto Passolini hace una reinterpretación del cuadro “La vuelta del malón” en un intento de reivindicar el papel femenino en la historia argentina, exponiendo una tela de 260 x 450 cm titulada Malona! en la que se invierte el sexo de los personajes: es una india la que lleva en triunfo una cruz, mientras otra lleva cautivo a un joven blanco y rubio, lampiño. Son todas mujeres indias las que protagonizan el malón.

Della Valle murió en forma repentina a los 47 años, el 16 de julio de 1903, mientras dictaba clase a sus alumnos en su taller.

[audio:La cautiva.mp3]

 

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About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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