Mujeres Argentinas

Mujeres Argentinas (II) – La Maldonado

Catorce navíos con más de 2.000 conquistadores partieron de San Lúcar de Barrameda el 24 de agosto de 1535, expedición al mando del Adelantado D. Pedro de Mendoza que fundaría por primera vez la ciudad de Buenos Aires el día 3 de febrero de 1536; unas pocas mujeres acompañaban a los aventureros, siendo las primeras mujeres ‘cristianas’ en llegar a orillas del  Río de la Plata: María Dávila (esposa del Adelantado), Elvira Pineda, Ana de Arrieta, Isabel de Guevara que narraría los sufrimientos padecidos, y «la Maldonado» protagonista de nuestro relato, entre otras pioneras.

Cuando llegaron los recibieron unos 3.000 Querandíes (o Sarandíes, Carandis, Gennaken, de la familia lingüistica de los Puelches, de la nación Mapuche) quienes en un primer momento los abastecieron de alimentos, pero un problema suscitado con ellos hizo que convocaran a otros aliados y en número de 20.000 sitiaron la aldea, fortificada con una débil empalizada de ‘palo a pique’. Un poco alejado del poblado corría un arroyo, que en épocas de lluvia anegaba extensas zonas de esa llanura; al no contar con otros elementos, las construcciones eran de barro y paja, con tejados de paja que eran fácil pasto de las llamas, cuando los pobladores originarios lanzaban sus «boleadoras» con manojos de paja encendida.

La desesperación y el hambre se enseñorearon de la población suscitándose dramáticas historias y escenas desgarradoras, una de las cuales protagonizó ‘la Maldonado’ que, enloquecida por el hambre escapó de la aldea con intención de buscar refugio entre los indígenas; al no hallarlos, cuando se hizo de noche se refugió en una cueva donde se encontraba una leona (puma hembra) a punto de parir sus crías. Se acercó cautelosamente y le ayudó en el parto, transformando sus temibles rugidos en apaciguados rezongos; posteriormente se alimentaba a diario con la carne que traía la leona para sus cachorros y, sorprendida en una ocasión por los indígenas, respetuosos de esa mujer que sin temor de las fieras caminaba acompañada de la leona y sus cachorros, la llevaron a su cercano aduar.

Tiempo después en una incursión que realizaron los españoles en busca de comida fue capturada y, por estar conviviendo con el enemigo, fue juzgada y condenada a ser atada a un árbol cercano al arroyo, para ser devorada por las fieras. Días después los españoles no podían dar crédito a lo que veían sus ojos: una leona echada a sus pies (la que había ayudado a parir) la protegía defendiéndola de otros animales y le proporcionaba alimentación, en vista de lo cual el propio Pedro de Mendoza ordenó que la liberaran otorgándole el perdón.

Y ese curso de agua, hoy entubado bajo la avenida Juan Bautista Justo, recibió el nombre de Arroyo Maldonado como homenaje a esta mujer.

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César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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