Mujeres Argentinas

Mariquita Sanchez de Thompson

Telegrafo Mercantil. Portada nº 1

Telegrafo Mercantil. Portada nº 1

El periodismo y la mujer en la colonia

El “Telégrafo Mercantil” nació como consecuencia de la solicitud que en 1800 hiciera al virrey Avilés, el coronel venido del Perú D. Francisco Antonio de Cabello y Mesa, abogado de la Real Audiencia de Lima. Se editó desde mayo de 1801 hasta octubre de 1802. En éste periódico se condenaba la esclavitud, y el cirujano Molina, que examinaba a los contingentes de esclavos que arribaban al Río de la Plata, denunció en el “Telégrafo”  el caso horroroso de un navío consignado a D. Martín de Álzaga, comerciante que perdiera las dos terceras partes de su cargamento de esclavos por la falta de agua potable en la travesía. En su primer número cuya portada se observa en la imagen, incluyó la “Oda al Majestuoso Paraná” en la que el autor, D. Manuel José de Lavardén, saluda al Río Paraná como a un Dios. Pero el “Telégrafo” se ocupaba también de rechazar el que la Corona reforzara la autoridad paterna (mediante una Real Pragmática de 1778) respecto al matrimonio de los hijos, a quienes no se consultaba en la “gestión” de matrimonios de conveniencia.

Mariquita Sánchez

María Josepha  Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo había nacido el 1º de noviembre de 1786 y era hija de una criolla porteña (Dª Magdalena Trillo y Cárdenas) y un español de Granada, D. Cecilio Sánchez de Velazco. Siendo una adolescente quinceañera se enfrentó a sus padres, y a sus 18 años (en 1804) inició un proceso judicial de disenso. En los juicios de  disenso los novios solicitaban que la autoridad diese el permiso negado por los padres, o rechazase la imposición de un matrimonio no deseado. Mariquita quería evitar el matrimonio que sus padres, rica familia de comerciantes, habían concertado con D. Diego del Arco. A tal efecto Mariquita le escribió una osada carta al virrey Sobremonte contándole su caso:

 “Excelentísimo Señor: Ya llegado el caso de haber apurado todos los medios de dulzura que el amor y la moderación me han sugerido por espacio de tres largos años para que mi madre, cuando no su aprobación, cuanto menos su consentimiento me concediese para la realización de mis honestos como justos deseos; pero todos han sido infructuosos, pues cada día está más inflexible. Así me es preciso defender mis derechos: o Vuestra Excelencia mándeme llamar a su presencia, pero sin ser acompañada de la de mi madre, para dar mi última resolución, o siendo ésta la de casarme con mi primo, porque mi amor, mi salvación y mi reputación así lo desean y exigen (…). Nuestra causa es demasiado justa, según comprendo, para que Vuestra Excelencia nos dispense justicia, protección y favor. No se atenderá a cuanto pueda yo decir en el acto del depósito, pues las lágrimas de madre quizás me hagan decir no sólo que no quiero salir, pero que ni quiero casarme. (…) Por último, prevengo a V.E. que a ningún papel mío que no vaya por manos de mi primo dé V.E. asenso ni crédito, porque quién sabe lo que me pueden hacer que haga. Por ser ésta mi voluntad, la firmo en Buenos Aires, a 10 de julio de 1804”. 

El virrey Sobremonte  atendió su reclamo y otorgó su permiso para la boda contra la voluntad paterna, y se casó con quien ella quería, su primo Martín Thompson, siendo a partir de entonces nuestra conocida anfitriona en las tertulias porteñas, Mariquita Sánchez de Thompson. Años más tarde escribiría lo siguiente en relación a este caso:

Himno Argentino en el salón de la casa de Mariquita

Himno Argentino en el salón de la casa de Mariquita

 “El padre arreglaba todo a su voluntad. Se lo decía a su mujer y a la novia tres o cuatro días antes de hacer el casamiento; esto era muy general. Hablar de corazón a estas gentes era farsa del diablo; el casamiento era un sacramento y cosas mundanas no tenían que ver en esto, ¡ah, jóvenes del día!, si pudieras saber los tormentos de aquella juventud, ¡cómo sabrías apreciar la dicha que gozáis! Las pobres hijas no se habrían atrevido a hacer la menor observación; era preciso obedecer. Los padres creían que ellos sabían mejor lo que convenía a sus hijas y era perder tiempo hacerles variar de opinión. Se casaba una niña hermosa con un hombre que ni era lindo ni elegante ni fino y además que podía ser su padre, pero hombre de juicio, era lo preciso. De aquí venía que muchas jóvenes preferían hacerse religiosas que casarse contra su gusto con hombres que les inspiraban aversión más bien que amor. ¡Amor!, palabra escandalosa en una joven el amor se perseguía, el amor era mirado como depravación”. 

Su determinación y su tenacidad la llevarían a vivir los días revolucionarios de Mayo de 1810 y los posteriores con intensidad, y los salones de su casa tuvieron como visitantes a muchos de los hombres claves de nuestra historia y de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Se dice que ella entonó por vez primera los versos de Vicente López y Planes sobre la música del catalán Blas Parera y que se conocía como “Marcha Patriótica”. Ocurrió el 1 de mayo de 1813 en sus salones de la calle Unquera (hoy calle Florida, en cuyo portal del nº 271 hay una placa recordatoria en el sitio donde por esa fecha se accedía a su vivienda), y esa marcha, con algunos cambios en su letra, derivó en nuestro “Himno Nacional”.

Hacia el año 1817 había enviudado de D. Martín Thompson con el que tuvo 5 hijos, y a partir de 1820 sería

c/ Florida nº 271

c/ Florida nº 271

conocida como la señora de Mendeville (o Mariquita Sánchez de Mendeville) al contraer matrimonio con el francés Jean B. Washington de Mendeville que estaba expatriado en Buenos Aires. Con éste tuvo otro hijo varón (algunos afirman que tuvo 3), pero fue un matrimonio desgraciado, y la separación de ambos fue encubierta con un nombramiento como diplomático del señor Mendeville  como Cónsul en Quito, y ya no volvieron a encontrarse.

Entre 1839 y 1843 se encontraba en Montevideo. Como Mariquita tenía una antigua amistad con don Juan Manuel, con quien se tuteaba, la correspondencia entre ellos muestra mucha confianza. Así, el Restaurador la trata de “francesita parlanchina y coqueta” en una carta de 1838, cuando los reclamos franceses preanuncian el inminente bloqueo en el Río de la Plata, a la cual Mariquita contesta: “No quiero dejarte en la duda de si te ha escrito una francesa o una americana. Te diré que, desde que estoy unida a un francés, he servido a mi país con más celo y entusiasmo aún, y lo haré siempre del mismo modo, a no ser que se ponga en oposición de la Francia, pues, en tal caso, seré francesa, porque mi marido es francés y está al servicio de su nación. Tú, que pones en el “cepo” a Encarnación si no se adorna con tu divisa, debes de aprobarme, tanto más, cuanto que, no sólo sigo tu doctrina, sino las reglas del honor y del deber. ¿Qué harías si Encarnación se te hiciese unitaria? Yo sé lo que harías. Así, mi amigo, en tu mano está que yo sea americana o francesa. Te quiero como a un hermano y sentiría me declararas la guerra. Hasta entonces permíteme que te hable con la franqueza de nuestra amistad de la infancia”.

No albergo ninguna duda sobre lo interesante que resultaría tener acceso a más testimonios de la amistosa relación entre ella y Rosas; si nos atenemos a su afirmación de la carta anterior “…no solo sigo tu doctrina, sino las reglas del honor y del deber” no cabe duda que estaba también muy imbuida de los principios que regían la vida de muchos patricios argentinos de esa época, entre ellos don Juan Manuel. También mantuvo correspondencia con otros ilustres personajes de nuestras letras y nuestra historia, como Juan María Gutiérrez y Juan Bautista Alberdi.

Mariquita murió octogenaria, en Buenos Aires, el 23 de octubre de 1868.

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César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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