Mujeres Argentinas

Camila O’Gorman (y II)

Pasaporte (falso) de Brandier

Pasaporte (falso) de Brandier

Mientras tanto los prófugos obtuvieron pasaporte en Paraná (Entre Ríos) el 1º de febrero de 1848, con los nombres supuestos de Máximo Brandier y su esposa Valentina Desan. Desde ahí se dirigen a la provincia de Corrientes y se establecen en Goya, ciudad donde se ponen al frente de una escuela para varones y otra para mujeres, para ganarse la vida.

El Juez de Paz de Goya era Esteban Perichón de Vandevil, sobrino de Ana Mª Perichón que mencionamos antes y que era esposa de Thomas O’Gorman, abuelo de Camila. Una suposición de quien esto escribe (puesto que no lo leí en ningún sitio), es la probabilidad que al llegar a esa ciudad correntina Camila presentara a Vladislao como su marido a su tío abuelo sin mencionar su fuga; tal vez en esas circunstancias los enamorados se sintieran muy seguros.

Una noche Esteban Perichón invitó a una fiesta en su casa a las personas más caracterizadas de la localidad, no faltando el matrimonio “Brandier”. El Juez de Paz ni remotamente se imaginaría lo que iba a suceder, pues entre los invitados (estaba)… el sacerdote irlandés Michael Gannon se acercó resueltamente al “maestro Brandier” diciendo: -¿Cómo está Ud. padre Gutiérrez? ¿Hace mucho que salió de Buenos Aires?-  Se habían  conocido en esa ciudad. En esa cena surgió el descubrimiento y prisión de los amantes, que fueron remitidos a Buenos Aires en un buque de cabotaje por el Río Paraná, llegando a la cárcel de Santos Lugares el 14 de agosto de 1848, donde se los colocó en calabozos separados.

“La guitarrera de San Nicolás” es un poema de Héctor Blomberg con música de Enrique Maciel, que Ignacio Corsini llevó al disco para Odeón el 8 de marzo de 1930. En él se compara la historia de amor de la guitarrera con la de Camila. La Capilla de San Nicolás estaba en la esquina de las calles Carlos Pellegrini y Corrientes, pero desapareció bajo la piqueta con el ensanche de ésta última; en su sitio está el Obelisco, que la recuerda con una inscripción en uno de sus lados. Pueden escuchar a Corsini:

Antes del arribo y desde Rosario (o desde San Nicolás) Camila solicita ayuda a su amiga Manuela Rosas por medio de una carta, que será contestada el 9 de agosto desde Palermo de San Benito: “Señorita Dª Camila O’Gorman. Querida Camila: Lorenzo Torrecilla os impondrá fielmente de cuanto en vuestro favor he suplicado a mi Sr. padre D. Juan Manuel de Rosas. Camila: lacerada por la doliente situación que me hacéis saber os pido tengáis entereza suficiente para poder salvar la distancia que aún os resta a fin de que ya a mi lado pueda con mis esfuerzos daros la última esperanza. Y en el interín, recibid uno y mil besos de vuestra afectísima y cariñosa amiga. Manuela de Rosas y Ezcurra”.

En la madrugada del día 18 Antonino Reyes recibió la orden de Rosas para la ejecución de Camila y de Gutiérrez, no permitiéndoles más que unos breves momentos para que recibieran los auxilios espirituales. Pero que antes de todo pusiese el Cuartel General en incomunicación, con centinelas que no permitieran entrar ni salir a nadie.

Rumbo al cadalso. "Memorias del edecán de Rosas"

Rumbo al cadalso. «Memorias del edecán de Rosas»

No obstante Reyes tuvo la audacia de preparar una nota a Manuelita, que tenía gran influencia sobre su padre y era amiga de Camila; el chasque llegó rápidamente a Palermo y entregó la nota al oficial escribiente, pero éste en lugar de darla a su destinataria la entregó a Rosas, que la hizo devolver a Reyes recriminando su demora en hacer cumplir la orden. Ya no había esperanzas de salvación. Los reos –como tenían grillos y los ojos vendados-  fueron llevados en sendas sillas a modo de angarillas suspendidas por dos hombres cada una. “La primera descarga del pelotón no da en el blanco, porque le tiran a errar; Roque Monia, uno de los veteranos del pelotón cae desmayado (tal vez intencionalmente), a otro se le escapa el fusil de la mano” pero finalmente la ejecución se llevó a cabo.

Cuando todos clamaban por “un castigo ejemplar”  estaba claro que los amantes no

Cancionero

Cancionero

tendrían salvación. En ese “todos” estaban englobados los partidarios de uno y otro partido (federales y unitarios), la Iglesia Católica y los propios familiares de las víctimas. Sin embargo luego del fusilamiento los enemigos de Rosas que habían llenado páginas predicando sobre el “escándalo” y la necesidad de “justicia”, clamaban ahora horrorizados por el terrible final de Camila. Había llegado la hora de hablar de ‘jóvenes amantes’, de la ‘bella niña’ y de ‘la represión del amor’. Sarmiento escribe en febrero de 1852, al día siguiente de Caseros: “Algunos amigos fueron a visitar la tumba de Camila y oyeron del cura los detalles tristísimos de aquella tragedia horrible, del asesinato de esta mujer”.

Colofón.

La actitud de Camila fue totalmente personal, sin matices políticos ni religiosos. Ese fue precisamente el “leit motiv” por lo que sería castigada, transgredir lo moralmente instituido por la sociedad de la época. Camila, con solo 20 años, se opuso a la “prisión” a que estaban sometidas las mujeres de su época y se atrevió a disponer de su voluntad para con su cuerpo; ella no lo consideraba delito y tenía su conciencia tranquila pese a las calumnias y acusaciones que se le hicieron.

En el polo opuesto se encontraba Rosas, para quien el delito (según refiere Antonino Reyes en sus Memorias) consistía en que Gutiérrez y Camila se escaparon, burlando la autoridad y las leyes estatuidas. Porque  Rosas fomentaba una política “restauradora” no solo de “las leyes” sino también de orden moral, político y religioso, nunca eludió su responsabilidad con estas ejecuciones que conmocionaron a la ciudadanía, muy por el contrario. Pese a la prédica que hacían desde Montevideo sus adversarios por permitir estas “inmoralidades”, pese a que las autoridades eclesiásticas y los propios padres de Camila –ultrajados en su honor, pues hay que tener en cuenta las costumbres y moralidad de la época- solicitaran al gobernador un castigo ejemplar, pese al dictamen de los jurisconsultos de mayor prestigio que condenaban a estos enamorados a la pena de muerte.

Pese a todo ello, Rosas asumió honestamente su responsabilidad para proceder como procedió, y lo expone el 6 de marzo de 1877, una semana antes de morir, en carta desde Southampton a su yerno Máximo Terrero: “Ninguna persona me aconsejó la ejecución del cura Gutiérrez y de Camila O’Gorman, ni persona alguna me habló ni escribió en su favor. Por el contrario, todas las personas del Clero me hablaron o escribieron sobre el atrevido crimen y la urgente necesidad de un castigo ejemplar, para prevenir otros escándalos semejantes o parecidos. Yo creía lo mismo y siendo mía la responsabilidad, ordené la ejecución. Durante presidí el Gobierno de Buenos Aires y fui encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, con la suma del poder por la ley, goberné según mi conciencia; soy pues, el único responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como de los malos, de mis errores y de mis aciertos. Las circunstancias durante mi actuación fueron siempre extraordinarias, y no es justo que durante ellas se me juzgue como en tiempos tranquilos”. Juan Manuel de Rosas.

Mujeres de Rosas

Mujeres de Rosas

En “Las Mujeres de Rosas” de María Sáenz Quesada también leemos algunos hechos ya comentados, como la carta de Antonino Reyes a Manuelita; o el párrafo correspondiente a Josefa “Pepita” Gómez donde dice que ella “…tendría el rol de hacerle a Rosas una suerte de gran reportaje para la historia. Como una periodista avant la lettre ella contribuyó a escribir la biografía del Restaurador. Y transcribe parte de la carta anterior que es casi facsimilar de la que Rosas envió a su amiga Josefa “Pepita” Gómez en respuesta a un requerimiento de ella en 1869, con la intención de librar de responsabilidad en el hecho a Dalmacio Velez Sarsfield el encumbrado y sabio amigo de Pepita que –recordemos- era uno de los jurisconsultos que informaron de las disposiciones de las leyes que prescribían, en este caso, la pena de muerte. (Pág. 279)

Si incurro en repeticiones es con el objeto de señalar hechos, actitudes, descriptos por distintos historiadores, algunos de los cuales fueron opositores al gobierno de Rosas como era el caso de José Mª Ramos Mejía, que escribió lo siguiente: Todavía vibra en nuestro oído aquella carta fechada en Southampton el 22 de septiembre de 1869, en que rechazaba el disimulado propósito de distribuir entre muchos la responsabilidad de la ejecución de Camila… Aquella hermosa figura de anciano… levantábase airada y soberbia para castigar con su brutal franqueza la cobardía de los espíritus meticulosos “¡NO!, -dijo durante presidí el gobierno provincial bonaerense, encargado de las Relaciones Exteriores y con la suma del poder por la ley, goberné puramente según mi conciencia. Soy, pues, el único responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como de los malos, de mis errores y de mis aciertos”.  (“Rosas y su Tiempo”. José Mª Ramos Mejía, Ediciones Jackson, 2da. Edición, Bs. As., 1946. Pág. 303 y 304)

CAMILA EN EL CINE. Blanca Podestá interpretó a Camila en 1909, en la película muda de Mario Gallo. En 1984 María Luisa Bemberg la lleva nuevamente al cine con gran éxito de público y crítica (la vieron más de 2 millones de espectadores) y llegó a ser nominada para el Oscar como Mejor Película Extranjera. El elenco incluía a Susú Pecoraro en el papel de Camila, Imanol Arias como el cura Gutiérrez, y Héctor Alterio como Adolfo O’Gorman, Mona Maris en el papel de “la Perichona”. En el enlace siguiente está la película;

https://www.youtube.com/watch?v=xYY5V-yJop0

BIBLIOGRAFIA. Lectura recomendada

“Memorias del Edecán de Rosas don Antonino Reyes”, por Manuel Bilbao

“La Época de Rosas”, de José Mª Ramos Mejía, Ed. Jackson, 2ª Edición, 4 tomos, 1944, Tomo III

“Mujeres de Rosas”, de María Sáenz Quesada, Ed. Sudamericana, 1ª Edición, 2012, Bs. As. pág. 153 y 279.

“Una sombra donde sueña Camila O’Gorman”, de Enrique Molina, Seix Barral, Biblioteca Breve, Buenos Aires.

“Todo es Historia”, nº 281, noviembre de 1990, pág. 6 a 31.

“Historia Política Argentina”, Fascículo del Diario La Razón, 25 de Mayo de 1960, pág. 24 y 25.

“Cancionero del tiempo de Rosas”, Colección Buen Aire, EMECÉ Editores, Bs. As. 1941, p. 60-61

“Clarín”. Con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo en 2010 editó 20 fascículos cada uno de los cuales abarcaba una década; el que nos ocupa es de la década 1840-1849.

César José Tamborini Duca

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César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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