Historia

Severino Di Giovanni. Un hombre peligroso

Como pudimos ver anteriormente en “José Gobello y los problemas sociales”, hubo grandes personajes de las letras, de las canciones, del teatro que tenían una marcada tendencia hacia el ANARQUISMO. Eran más bien adherentes a una filosofía de vida, su intención era formar una sociedad en la que primara la igualdad y no estuvieran tutelados por el Estado, pero lo hacían desde el intelecto, desde su pensamiento social. Hubo otros en cambio –afortunadamente una minoría- que se iniciaron con las mismas buenas intenciones, pero el devenir del tiempo y las frustraciones al ver las malas condiciones económico-sociales de sus congéneres, además de la intolerancia represiva, los fueron inclinando hacia el camino de la violencia.

Di Giovanni no se quedó en la teoría y los panfletos y no fueron sus escritos los que lo volvieron famoso sino su accionar violento. Él creía que era necesaria la ‘revolución violenta’ como se puede comprobar en este extracto del último mensaje que escribió en su celda pocas horas antes de ser ejecutado:

“No busqué afirmación social, ni una vida acomodada, ni tampoco una vida tranquila. Para mí elegí la lucha. Vivir en monotonía las horas mohosas de lo adocenado, de los resignados, de los acomodados, de las conveniencias, no es vivir, es solamente vegetar y transportar en forma ambulante una masa de carne y de huesos. A la vida es necesario brindarle la elevación exquisita, la rebelión del brazo y de la mente. Enfrenté a la sociedad con sus mismas armas, sin inclinar la cabeza, por eso me consideran, y soy, un hombre peligroso”.

El párrafo transcripto forma parte del último escrito de Severino Di Giovanni, pocas horas antes de su fusilamiento, el 1 de febrero de 1931. Su accionar había actuado de consuno con su ideario anarquista y eso lo llevó a este desenlace fatal a los 29 años de edad.

Atrás había quedado la infancia en Chieti, ese pueblito de los Abruzzos, en Italia, de donde emigró en 1922 tras casarse con su comprovinciana Teresa Masciulli. Sus ideas lo llevaron a tener que exiliarse tras la Marcha Sobre Roma por los Camisas Negras de Benito Mussolini. Llegado con su esposa a la Argentina se dedicó a trabajar como tipógrafo y pronto pasó a difundir su pensamiento anarquista colaborando con sus escritos en periódicos afines a su identidad política, pero lo que lo llevó al conocimiento público fue la violencia con que intentó imponer su doctrina.             

En la primera fotografía, contando 24 años de edad, lo podemos ver con un hematoma bajo el ojo izquierdo, fruto de un enfrentamiento con los Camisas Negras que conformaban la custodia personal del embajador de Italia, en ocasión de la función de gala realizada en el Teatro Colón, celebrando el 25º aniversario de la coronación de Víctor Manuel III. Di Giovanni, con un grupo de anarquistas, irrumpió en medio de la función gritando ¡Asesinos! ¡Ladrones! mientras sembraban la sala de volantes con proclamas de repudio. Tras la refriega, fue detenido junto a sus compañeros. Así debutó en el escenario de la violencia.

Desde 1927 pasó a la acción con actos terroristas de mucho mayor envergadura, tales como la voladura de bancos del centro de Buenos Aires, como el Banco de Boston y el City Bank, este último con el resultado de dos muertos y varios heridos. También incursionó con un atentado con explosivos contra la embajada de Estados Unidos en respuesta a las muertes de Sacco y Vanzetti.

Para ese entonces, tras el nacimiento de sus tres hijos, abandonó a su esposa para unirse a América Scarfó, hija de inmigrantes italianos, una joven anarquista de tan sólo catorce años, hermana de Paulino Scarfó, compañero de ruta de Severino.

Como un tigre cebado, la sangre lo animaba a más atentados y la ocasión de golpear a los fascistas italianos se le presentó en bandeja: el 23 de mayo de 1928 se reunió en el Consulado Italiano de Buenos Aires, la crema del mussolinismo en la Argentina. La explosión produjo nueve muertos y treinta y cuatro heridos.

La violencia terrorista no se había instalado aún en nuestro país y el rechazo a su figura surgió no sólo en la gente común sino también otros grupos políticamente afines pero lejos de la acción violenta. Los periódicos de la época lo condenaron duramente, pero no le importó: la suerte estaba echada. Se involucró en asesinatos y hasta participó en el robo a un camión pagador con un botín superior al cuarto de millón de pesos.

Su carrera criminal terminó diez días después de hacer estallar bombas en la estación de subterráneo de Plaza Once y en la estación Constitución, con el saldo de varios muertos y numerosos heridos. Acorralado en una pensión de la calle Cangallo, se tiroteó con la policía. Fue apresado, condenado en un juicio sumario y fusilado tres días más tarde. Veinticuatro horas después corría igual suerte Paulino Scarfó.

Las fotografías reproducidas a continuación publicadas en los diarios de la época, muestran a América Scarfó, que para entonces contaba diecisiete años, acompañada de la hija mayor de Di Giovanni, acudiendo a la última visita a los condenados; a Teresa, su esposa, con sus hijos.

América Scarfó Teresa Masciulli

Gabriel Sequeira – “El Anarquista” (A Severino Di Giovanni): https://www.youtube.com/watch?v=g5rH0HvVeXU

Noticia fusilamiento

Finalmente quiero hacer una aclaración por una errata en el artículo anterior. (Detalle aportado por el Dr. Luis Alposta.) El tango “Guerra a la burguesía” (Anónimo) no está cantado por Edmundo Rivero, aunque la grabación en primera instancia se aproxima a su estilo.

César J. Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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